¡Con su Palabra, Jesús se nos revela y sale a nuestro encuentro, para que experimentemos al Dios de la vida!
Intención para la evangelización ‐
"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"
Del libro de la Sabiduría 6, 12-16
sábado, 13 de agosto de 2022
Sábado, 13 de agosto. Mt 19, 13-15. "No impidáis a los niños acercarse a mí"
viernes, 12 de agosto de 2022
Viernes, 12 de agosto. Mt 19, 3-12. "Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre"
jueves, 11 de agosto de 2022
Jueves, 11 de agosto. ¿Cuántas veces tengo que perdonar?
miércoles, 10 de agosto de 2022
Miércoles, 10 de agosto. San Lorenzo, diácono y mártir.
martes, 9 de agosto de 2022
Martes 9 de agosto. Mt 18, 1-5.12-14. "Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino"
lunes, 8 de agosto de 2022
Lunes, 8 de agosto. Mt 17, 22-27. "Los hijos están exentos"
Evangelio del día y reflexión... ¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida!
[Mateo 17, 22-27] En aquel tiempo, mientras Jesús y
los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «El Hijo del hombre
será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer
día». Ellos se pusieron muy tristes. Cuando llegaron a Cafarnaúm, los que
cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron:
«¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?». Contestó: «Sí». Cuando llegó a
casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del
mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?».
Contestó: «A los extraños». Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos.
Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al mar, echa el anzuelo, coge el
primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela
y págales por mí y por ti». Palabra del Señor.
domingo, 7 de agosto de 2022
Domingo, 7 de agosto. Lc 12, 32-48. "A la hora que menos penséis, viene el Hijo del hombre"
Evangelio del día y reflexión... ¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida!
[Lucas 12, 32-48] En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre». Pedro le dijo: «Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?». Y el Señor dijo: «¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas? Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles. El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos. Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá». Palabra del Señor.
Décimo noveno domingo, lecturas 7-8-22, Ciclo C.
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén
“La espera vigilante del
discípulo”
Lectura del libro
de la Sabiduría 18, 5-9
Como los egipcios
habían resuelto hacer perecer a los hijos pequeños de los santos - y de los
niños expuestos al peligro, uno solo se salvó- para castigarlos, tú les
arrebataste un gran número de sus hijos y los hiciste perecer a todos juntos en
las aguas impetuosas. Aquella noche fue dada a conocer de antemano a nuestros
padres, para que, sabiendo con seguridad en qué juramentos habían creído, se
sintieran reconfortados.
Tu pueblo esperaba, a la vez, la salvación de los justos y la perdición de sus
enemigos; porque con el castigo que infligiste a nuestros adversarios, tú nos
cubriste de gloria, llamándonos a ti. Por eso, los santos hijos de los justos
ofrecieron sacrificios en secreto, y establecieron de común acuerdo esta ley
divina: que los santos compartirían igualmente los mismos bienes y los mismos
peligros; y ya entonces entonaron los cantos de los Padres. Palabra de
Dios.
Salmo 32, R. ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!
Aclamen, justos,
al Señor: es propio de los buenos alabarlo. ¡Feliz la nación cuyo Dios es el
Señor, el pueblo que él se eligió como herencia! R.
Los ojos del
Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia.
R.
Nuestra alma
espera en el Señor: él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor
descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti.
R.
Carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-12
Hermanos: la fe es
la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades
que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de
aprobación.
Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que
iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. Por la fe, vivió como
extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que
Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba
aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad
avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo
hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa
como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del
mar. Palabra de Dios.
Santo Evangelio
según san Lucas 12, 32-48
Jesús dijo a sus
discípulos: «No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido
darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no
se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el
ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán
también su corazón. Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas
encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a
una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les
aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá
a servirlos.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra
así! Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el
ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora
menos
pensada.»
Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para
todos?»
El Señor le dijo: « ¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor
pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el
momento oportuno? ¡Feliz aquel a
quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que
lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa:
"Mi señor tardará en llegar", y se dedica a golpear a los servidores
y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor
llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma
suerte que los infieles. El servidor que, conociendo la voluntad de su señor,
no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto,
recibirá un castigo severo. Pero aquel que sin saberlo, se hizo también
culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le
pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.» Palabra
del Señor.
Reflexión:
Estar despiertos. En el evangelio del domingo pasado se nos pedía
no poner la confianza en las riquezas. Hoy, además, se nos dice en quién hay
que poner la confianza para que sea auténtica: no en un dios todopoderoso
externo, sino en el hombre creado a su imagen y que tiene al mismo Dios como
fundamento. No es pues, cuestión de actos de fe, sino afianzamiento en una
actitud que debe atravesar toda nuestra vida. Confiadamente, tenemos que poner
en marcha todos los recursos de nuestro ser, conscientes de que Dios actúa solo
a través de sus criaturas, y que solo a través de cada una de ellas la creación
evoluciona. Ayúdate y Dios te ayudará.
Se trata de estar siempre en actitud de búsqueda. Más
que en vela, diríamos que hay que estar despiertos. No porque pueda llegar el
juicio cuando menos lo esperemos, sino porque la toma de conciencia de la
realidad que somos exige una atención a lo que está más allá de los sentidos y
no es nada fácil de descubrir.
El tesoro está escondido, y hay que “trabajar” para
descubrirlo. No se trata de confiar en lo que nosotros podemos alcanzar, sino
en que Dios ya nos lo ha dado todo. Ha sido Dios el primero que ha confiado en
nosotros en el momento en que ha decidido darse, él mismo, a nosotros, sin
limitación ni restricción alguna.
Si hemos descubierto el tesoro que es Dios, no hay lugar para el temor.
La idea que tenemos de una vida futura desnaturaliza
la vida presente hasta dejarla reducida a una incómoda sala de espera. La
preocupación por un más allá nos impide vivir en plenitud el más acá. La vida
presente tiene pleno sentido por sí misma. Lo que proyectamos para el futuro,
está ya aquí y ahora a nuestro alcance. Aquí y ahora, puedo vivir la eternidad,
puesto que puedo conectar con lo que hay de Dios en mí. Aquí y ahora puedo
alcanzar mi plenitud, porque teniendo a Dios lo tengo todo.
La esperanza cristiana no se basa en lo que Dios me
dará sino en que sea capaz de descubrir lo que Dios me está dando. Para que llegue a mí lo que espero, Dios no
tiene que hacer nada, ya lo está haciendo. Yo soy el que tiene mucho que hacer,
pero en el sentido de tomar conciencia y vivir la verdadera realidad que hay en
mí. Por eso hay que estar despiertos. Por eso tenemos que vivir el momento
presente, porque es el definitivo, porque en él puedo dar el paso a la
experiencia cumbre. Ese sería el momento definitivo de mi vida.
Confianza o
agobio. Existe una riqueza que consiste en acumular más y más
buscando seguridad ante la vida, porque ésta se presenta como incierta,
problemática y como campo de rivalidad y prestigio. Es una riqueza que nos
lleva a la avaricia, al agobio y a la tensión, y que nos quita la paz y hasta
el sueño. No nos deja dormir.
Y existe otra
riqueza donde dar no es perder, se va vaciando de preocupaciones materiales y
va llenándose de fe en la vida y de confianza en el presente de Dios (el futuro
para Dios no existe, como tampoco el pasado). Es la riqueza de la que nos habla
Jesús.
Con agobio, tensión y avaricia no se puede vivir la presencia del Reino con
gozo, no se puede asumir la tarea de extenderlo. Por eso, el que busca y anhela
asegurar su vida y felicidad en el dinero y pone su afán en acumular y poseer,
aunque diga creer en Dios, no es así. Si pone su confianza y felicidad en Dios,
ese tal es discípulo de Jesús, y pertenece a la nueva comunidad del Reino. No
hemos sido arrojados a la vida, no estamos sometidos a un oscuro e inconsciente
destino: hay un Dios Padre que nos quiere y vela por nosotros. Para Él,
nosotros valemos, somos lo más
valioso.
“Donde
está tu tesoro, allí está tu corazón” El corazón humano, centro
decisivo de la persona según la mentalidad judía, se apega siempre a su tesoro.
De ahí la importancia decisiva de que elijamos bien ese tesoro.
Al hombre actual se le hace difícil creer en algo que sea válido y verdadero
para siempre. La falta de fe en las ideologías, la desconfianza en los grandes
sistemas, el peso de la realidad cotidiana ha enterrado la utopía y ha hecho
que crezca el escepticismo. Son muchos los que viven a la deriva, sin
esperanza, con desesperación. No saben ya dónde poner su corazón. En medio de
esta “situación errática”, lo importante parece ser, disfrutar de cada fragmento
de tiempo y buscar la respuesta más satisfactoria en cada circunstancia fugaz.
Pero son “creencias de reemplazo”, “tesoros de suplencias”. A veces, una
palabra hostil basta para sentirnos tristes y solos. Es suficiente un gesto de
rechazo o un fracaso para hundirnos en una depresión destructiva. Hacemos lo
que queremos, y caemos en la insatisfacción… y es que el hombre de hoy, como el
de siempre, necesita poner su corazón en “un tesoro que no pueda ser arrebatado
por los ladrones, ni ser comido por la polilla.
En este asunto nadie puede ocupar nuestro lugar ni hacer las cosas por nosotros. Decidir libre y conscientemente por el reino de Dios es nuestro particular derecho y también nuestra exigente obligación.
Vivir en minoría. «Mi pequeño rebaño». Jesús mira con ternura inmensa a su pequeño grupo de seguidores. Son pocos. Tienen vocación de minoría. No han de pensar en grandezas. Así los imagina Jesús siempre: como un poco de «levadura» oculto en la masa, una pequeña «luz» en medio de la oscuridad, un puñado de «sal» para poner sabor a la vida.
Después de siglos de «imperialismo cristiano», los discípulos de Jesús hemos de aprender a vivir en minoría. Es un error añorar una Iglesia poderosa y fuerte. Es un engaño buscar poder mundano o pretender dominar la sociedad. El evangelio no se impone por la fuerza. Lo contagian quienes viven al estilo de Jesús haciendo la vida más humana.
«No tengan miedo». Es la gran preocupación de Jesús. No quiere ver a sus seguidores paralizados por el miedo ni hundidos en el desaliento. No han de preocuparse. También hoy somos un pequeño rebaño, pero podemos permanecer muy unidos a Jesús, el Pastor que nos guía y nos defiende. Él nos puede hacer vivir estos tiempos con paz.
«El Padre ha querido daros el reino». Jesús se lo recuerda una vez más. No han de sentirse huérfanos. Tienen a Dios como Padre. Él les ha confiado su proyecto del reino. Es su gran regalo. Lo mejor que tenemos en nuestras comunidades: la tarea de hacer la vida más humana y la esperanza de encaminar la historia hacia su salvación definitiva.
«Vendan sus bienes
y denlos como limosna».
Los seguidores de Jesús son un pequeño rebaño, pero nunca han de ser una secta
encerrada en sus propios intereses. No vivirán de espaldas a las necesidades de
nadie. Serán comunidades de puertas abiertas. Compartirán sus bienes con los
que necesitan ayuda y solidaridad. Darán limosna, es decir, «misericordia».
Este es el significado del término griego.
Los
cristianos necesitaremos todavía algún tiempo para aprender a vivir en minoría
en medio de una sociedad secular y plural. Pero hay algo que podemos y debemos
hacer sin esperar a nada; transformar el clima que se vive en nuestras
comunidades y hacerlo más evangélico. El papa Francisco nos está señalando el
camino con sus gestos y su estilo de vida.
¿Cuál te parece que se portó como prójimo del hombre necesitado? (15° domingo)
“A la escucha del maestro, como discípulos sentados a sus pies” (16° domingo)
“Señor enséñanos a orar”(17° domingo)
¿Cuál es mi verdadero tesoro? (18° domingo)
La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: P. Fidel Oroño, cjm Centro Bíblico del CELAM. Fray Marcos. J A Pagola.
Círculo Bíblico San José
“Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Sal 119
Te esperamos todos los sábados a las 16 hs para compartir y reflexionar el evangelio de cada semana.