Lecturas del 30 - 10 – 16 – Ciclo C –
Libro
de la Sabiduría
11,22-26.12,1-2.
Señor, el mundo entero es delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la balanza, como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra. Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan. Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras odiado algo, no lo habrías creado. ¿Cómo podría subsistir una cosa si tú no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras llamado? Pero tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida, porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas. Por eso reprendes poco a poco a los que caen, y los amonestas recordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor. Palabra de Dios.
Señor, el mundo entero es delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la balanza, como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra. Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan. Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras odiado algo, no lo habrías creado. ¿Cómo podría subsistir una cosa si tú no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras llamado? Pero tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida, porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas. Por eso reprendes poco a poco a los que caen, y los amonestas recordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor. Palabra de Dios.
Salmo 144
R: Bendeciré al Señor siempre y en todo lugar.
Te
alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey, y bendeciré tu Nombre eternamente día
tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. R
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder, tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. R
El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. R
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder, tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. R
El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. R
2º Carta a los Tesalonicenses 1,11-.2,-2
Hermanos, rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe. Así el nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Acerca de
Evangelio
según San Lucas 19,1-10.
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.
Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más" .
Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido". Palabra del Señor.
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.
Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más" .
Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido". Palabra del Señor.
Dios mío,
envía ahora tu Espíritu sobre mi y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra,
que me guíe y asista al meditar tus enseñanzas, para que
pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre
en mi corazón, y me conduzca a la
Verdad completa. Amén
Reflexión:
Llegamos
casi al final del viaje de Jesús, en Jerusalén nos aproximamos al momento
culminante del ministerio de Jesús, el evangelio ofrecido universalmente a publícanos
y pecadores, toma cuerpo en la historia de la conversión de Zaqueo.
Y
no solamente publícanos y pecadores. El evangelio de la salvación se le ofrece
a pobres y a ricos. En el episodio inmediatamente anterior, vemos a Jesús en la
entrada de la ciudad de Jericó declararle al mendigo-ciego que está en
situación de marginalidad: “Ve, tu fe te ha salvado” (Lc. 18,42).
Ahora será salvado quien está en el corazón de la ciudad, quien es presentado
desde el principio como una persona de autoridad (“jefe”) y poseedor de bienes
(“rico”); para él también se dirá: “Hoy ha llegado la salvación a esta
casa.” Jesús, en su camino hacia Jerusalén se presenta como un pastor buscando
celosamente a sus ovejas.
En
el corazón del evangelio resuena el fuerte llamado: “¡Zaqueo, baja pronto,
porque conviene que hoy me que quede yo en tu casa!”De esta manera el relato
nos pone ante una historia de lo que es una experiencia de Jesús.
Jesús
es el misionero que “entra en una ciudad” y en una “casa”, contra todas
las expectativas, en casa de Zaqueo es bien recibido y su enseñanza tiene
efecto. Por los resultados se nota. La historia de Zaqueo nos describe a
Jesús Buen Pastor que sabe salvar la vida de la oveja perdida, trayéndola
–mediante un proceso que restaura completamente su existencia- a la casa donde
es miembro: Zaqueo es el “hijo” perdido que vuelve a casa.
Una
vez más Lucas nos hace testigos del accionar de Dios, en la persona de Jesús,
hacia aquellos que actúan mal, paciente y compasivo, lento a la ira y rico en
misericordia, el que perdona, amigo de la vida, siempre saliendo al
encuentro de sus hijos, corrige lentamente, respeta los ritmos y siempre busca
la vida y la reconciliación, construyendo con ellos una relación nueva de amor.
En este sentido, Dios es definido como “el amigo de la vida”. Nos dice que Dios
ama entrañablemente todo lo que existe, porque su aliento de vida está en todas
las cosas.
Muy
seguramente nosotros, por nuestra incapacidad de acoger y perdonar, no
hubiéramos considerado a Zaqueo como un hijo bienaventurado de Dios, como no lo
consideraron sus paisanos que murmuraron contra Jesús diciendo: “Ha ido a
hospedarse a casa de un hombre pecador”. Decididamente los conciudadanos de
Jesús creían en un Dios diferente. Por eso pensaban también de forma diferente.
Para el judaísmo de la época el perdón era cuestión de ritos de purificación
hechos en el templo con la mediación del sacerdote, era un puro cumplimiento;
para Jesús la oferta del perdón se realiza por medio del Hijo del hombre, ya no
en el templo sino en cualquier casa, y con ese perdón se ofrece también la
liberación total de lo que oprime al ser humano.
Por eso, la actitud de Jesús es sorprendente, sale al encuentro de Zaqueo y le regala su amor: lo mira, le habla, desea hospedarse en su casa, quiere compartir su propia miseria y su pecado (robo, fraude, corrupción) y ser acogido en su libertad para la conversión.
Por eso, la actitud de Jesús es sorprendente, sale al encuentro de Zaqueo y le regala su amor: lo mira, le habla, desea hospedarse en su casa, quiere compartir su propia miseria y su pecado (robo, fraude, corrupción) y ser acogido en su libertad para la conversión.
La
actitud de Jesús es la que produce la conversión que se realiza en la libertad.
Todo lo que le pasa a Zaqueo es fruto del amor de Dios que actúa en su hijo
Jesús, es la manifestación de la misericordia y la compasión de Dios que
perdona y da la fuerza para cambiar. De esta manera la vida se reconstruye y me
puedo liberar de todas las ataduras que me esclavizan, puedo entregarlo todo,
sin miedos y sin restricciones.
Con esta actitud, Zaqueo se constituye en prototipo de discípulo, porque nos muestra de qué manera la conversión influye en nuestra relación con los bienes materiales; y en segundo lugar nos recuerda las exigencias que conlleva seguir a Jesús hasta el final. Aquí la salvación que llega en la persona de Jesús opera un cambio radical de vida.
Jesús opta por los pobres, mira la vida desde su óptica, se pone al lado de ellos, y comparte su causa. Evidentemente, no excluye a las personas ricas, y ése es el caso de Zaqueo. Pero Jesús no es neutral en el tema de riqueza-pobreza. Su encuentro con Zaqueo no deja a éste indiferente: Jesús lo desafía a pronunciarse, incluso económicamente. Jesús no excluye a Zaqueo, ni a ninguna otra persona rica, pero “sí excluye el modo de vida de los “ricos” basada en la opresión y la injusticia”, exigiéndoles la justicia y el amor. La opción por los pobres no excluye a ninguna persona ¡al contrario, desearía alcanzar y cambiar a todos los que no asumen la causa!
Con esta actitud, Zaqueo se constituye en prototipo de discípulo, porque nos muestra de qué manera la conversión influye en nuestra relación con los bienes materiales; y en segundo lugar nos recuerda las exigencias que conlleva seguir a Jesús hasta el final. Aquí la salvación que llega en la persona de Jesús opera un cambio radical de vida.
Jesús opta por los pobres, mira la vida desde su óptica, se pone al lado de ellos, y comparte su causa. Evidentemente, no excluye a las personas ricas, y ése es el caso de Zaqueo. Pero Jesús no es neutral en el tema de riqueza-pobreza. Su encuentro con Zaqueo no deja a éste indiferente: Jesús lo desafía a pronunciarse, incluso económicamente. Jesús no excluye a Zaqueo, ni a ninguna otra persona rica, pero “sí excluye el modo de vida de los “ricos” basada en la opresión y la injusticia”, exigiéndoles la justicia y el amor. La opción por los pobres no excluye a ninguna persona ¡al contrario, desearía alcanzar y cambiar a todos los que no asumen la causa!
La
atención, como se ve, está en el uso que hay que hacer de las riquezas. Las
riquezas son perversas cuando se acaparan, sustrayéndolas a los más débiles y
empleándolas para el propio lujo desenfrenado; dejan de ser injustas cuando son
fruto del propio trabajo y se ponen al servicio de los demás y de la comunidad.
Dios puede hacer el milagro de convertir y salvar a un rico sin,
necesariamente, reducirlo al estado de
pobreza.
Hoy. No
dudemos que Jesús nos está llamando también a nosotros a la conversión, nos
está invitando a que cambiemos radicalmente nuestra vida. El Señor nos propone
unirnos a Él, ser sus discípulos y a ejemplo de Zaqueo ser capaces de
despojarnos de todo lo que no nos permite vivir auténticamente como cristianos.
Aceptemos la mirada de Jesús, dejemos que Él se tropiece con nosotros en el
camino e invitémoslo a nuestra casa para que Él pueda sanar nuestras heridas y
reconfortar nuestro corazón.
No
tengamos miedo, dejémonos seducir por el Señor, por el maestro, para confesar
nuestras culpas, arrepentirnos, expresar nuestra necesidad de ser justos,
devolver lo que le hemos quitado al otro.
El
Señor está con nosotros para que experimentemos su amor. Él ya nos ha
perdonado, por eso es posible la
conversión.
"Ojalá Jesús te vaya marcando el camino para
encontrarte con quien necesita más.
Tu corazón, cuando te encuentres con aquél que más
necesita, se va a empezar a agrandar, agrandar, agrandar, porque el encuentro
multiplica la capacidad del amor,
agranda el
corazón.
“La gran riqueza de los pobres”.
Mi
Señor: Guíame por el camino de la verdad, a mantenerme firme delante de los
fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si
obtengo fortuna, ayúdame a mantener la razón.
Si
obtengo éxito, ayúdame a mantener la humildad.
Si
me das humildad, ayúdame a mantener la dignidad.
Ayúdame
siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes inculpar de traición a
los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame
a querer a la gente como a mí mismo.
No
me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Más
bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame
que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
Si
me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si
yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende,
dame valor para perdonar.
¡Señor...si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí! Mahatma Gandhi
Oración del Papa Francisco para
el Jubileo de la Misericordia
Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a
ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo
ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo
y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la
felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la
traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros escuche
como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don
de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre
invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el
perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor,
resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros
fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los
que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque
a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos
con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un
año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo,
llevar la Buena Nueva
a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y
restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María,
Madre de la Misericordia , a
ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los
siglos. Amén.
Aclaración: Se
han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de
Dios. Misioneros Oblatos. Servicio Bíblico
Latinoamericano. P. Raniero Cantalamessa.
Lectio Divina: los Sábados 17 hs. en:
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José: Brandsen 4970
V. Domínico.
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