Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 30 de junio de 2012

Décimo tercer Domingo durante el año, Dios es Dios de la vida y quiere nuestra salud y vida.


Lecturas del 1-07-12
Décimo tercer Domingo durante el año
– Ciclo B –



Libro de la Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24
Dios no ha hecho la muerte ni se complace en la perdición de los vivientes. El ha creado todas las cosas para que subsistan; las criaturas del mundo son saludables, no hay en ellas ningún veneno mortal y la muerte no ejerce su dominio sobre la tierra. Porque la justicia es inmortal. 
Dios creó al hombre para que fuera incorruptible y lo hizo a imagen de su propia naturaleza, pero por la envidia del demonio entró la muerte en el mundo, y los que pertenecen a él tienen que padecerla.  Palabra de Dios.
 
Salmo 29
 R. Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste.
 
Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí. 
Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir,  cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.  R.
Canten al Señor, sus fieles; den gracias a su santo Nombre,  porque su enojo dura un instante, y su bondad, toda la vida: si por la noche se derraman lágrimas, por la mañana renace la alegría.  R.
Escucha, Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme, Señor. Tú convertiste mi lamento en júbilo.  ¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!  R.

2º carta de Pablo a los Corintios 8, 7. 9. 13-15
Hermanos: Ya que ustedes se distinguen en todo: en fe, en elocuencia, en ciencia, en toda clase de solicitud por los demás, y en el amor que nosotros les hemos comunicado, espero que también se distingan en generosidad. 
Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza. 
No se trata de que ustedes sufran necesidad para que otros vivan en la abundancia, sino de que haya igualdad. En el caso presente, la abundancia de ustedes suple la necesidad de ellos, para que un día, la abundancia de ellos supla la necesidad de ustedes.   
Así habrá igualdad, de acuerdo con lo que dice la Escritura: El que había recogido mucho no tuvo de sobra, y el que había recogido poco no sufrió escasez.  Palabra de Dios.
 
 Santo Evangelio según san Marcos 5, 21-43
Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva.» Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.           
Se encontraba allí una mujer que desde hacia doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor.
Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: «Con sólo tocar su manto quedaré curada.» Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal.»    
Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: «¿Quién tocó mi manto?» 
Sus discípulos le dijeron: «¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?» Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a los pies y le confesó toda la verdad.          
Jesús le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad.» Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: «Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?» Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: «No temas, basta que creas.» Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba.
Al entrar, les dijo: «¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme.» Y se burlaban de él.  Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: «Talitá kum», que significa: «¡Niña, yo te lo ordeno, levántate!»
En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer. Palabra del Señor.

Reflexión 
 
Historias de fe
 
Dos gestos decisivos de Jesús frente a la muerte se entrecruzan en este relato: la curación de una mujer enferma y la resurrección de la hija de Jairo.  Ambos tienen numerosos puntos en común:
 
·       En ambos relatos el beneficiario es una mujer.
·       En ambos casos hay transgresión, liberación y superación de una religión legalista que está incapacitada para curar y dar la vida.
·       En ambos la gente representa un problema para Jesús: “lo apretujaban” “se burlan de Él”
·       En ambos se descubre una actitud de reserva de Jesús ante su propia práctica: la curación de la  mujer con flujos de sangre sucede como si Él no lo hubiese querido, sin darse cuenta; y cuando trata de averiguar todo lo sucedido, remite a la mujer a su fe como causa de salud.  En el caso de la hija de Jairo parece quitar fuerza a lo que va a suceder, pues dice que no está muerta sino viva.
·       En ambos casos Jesús queda impuro según la ley por haber sido tocado por una mujer impura y por haber tocado a la niña muerta y se convierte en transmisor de impureza legal.
·       En ambos se proclama la importancia de la fe para recuperar la salud y la vida; la fe aparece como causa del paso de la muerte a la vida.
·       En ambos casos aparece Jesús como liberador y dador de vida al margen y en contra de las leyes de la Pureza.
 
Jesús es Señor y dador de vida.
 
En medio del lago, Jesús aparece como liberador del caos en la naturaleza; en tierra de paganos, como liberador del caos del corazón del hombre poseído por espíritus malignos.  Ahora de nuevo en Galilea, en medio del pueblo de Israel, se muestra liberador de la enfermedad y, sobre todo, de la muerte.  Dios es Dios de la vida y quiere nuestra salud y vida.
La mujer que tenía pérdida de sangre continúa era símbolo de la frustración vital.  Entre los judíos, el simple hecho de ser mujer era ya una marginación social y religiosa.  Pero, por su enfermedad, una menstruación continúa, esta mujer cargaba con una marginación mucho más atroz: no podía tener hijos (y, esto, en una sociedad donde a la mujer se le apreciaba fundamentalmente por su fecundidad y donde el tener hijos era signo de bendición divina, era reducirla a nada); además, religiosa y legalmente, era siempre una mujer impura y contaminante, como lo era durante la menstruación toda mujer. Era de total marginación. No podía tocar ni ser tocada.  Sin medios y sin remedio,  después de haber pasado por numerosos médicos y haber gastado inútilmente toda su fortuna. Para conseguirlo se desembaraza de los prejuicios religiosos que le impiden ponerse en contacto con en Él.  Se salta la ley pues su fe le lleva a creer que con sólo tocarle la ropa se curará.
El relato de la curación de la hija de Jairo nos muestra que la liberación que trae Jesús franquea el límite  supremo, el de la muerte. Que la liberación y el reino de Dios llegan con Jesús  es una evidencia en los primeros capítulos de Marcos.  Por eso, Jairo recurre a Jesús. Pero para él y su familia lógicamente hay un límite, el de la muerte. Si la niña ha muerto, ya no vale la pena molestar al Maestro. Jesús, sin embargo, provoca en el padre la fe en que el reino de Dios llega con todas las consecuencias.  El “mundo de la muerte” se mofa de quien en estas circunstancias continúa anunciando que el Reino llega con todas las consecuencias.  Pero el milagro se realiza porque Dios es Dios de vida y no de muerte. Ahora bien, sólo quien crea que sí vale la pena molestar al Maestro y que nunca es demasiado tarde, experimentará y descubrirá que en Jesús está la vida.
 
La fuerza de la fe
 
Dos dichos de Jesús constituyeron los pilares principales de los relatos que Marcos ha ensamblado: “Hija, tu fe te ha curado, vete en paz y sigue sana de tu tormento” “No temas, ten fe y basta”.  Estas dos frases, dichas a la mujer y al padre de la niña, ponen de manifiesto la importancia de la fe para experimentar la vida y percibir la presencia liberadora del Reino.  Sin fe no hay liberación ni puede haber gestos de vida.  La fe está dentro de estos dos hechos milagrosos, de estos dos relatos de vida.  Lo que salva no es el simple contacto físico, sino de fe.
Por la fuerza de su fe, la curada se va en paz, con plenitud interior y exterior de vida, como si hubiera vuelto a nacer.  Por la fuerza de la fe del padre, la niña se puso de pie y comenzó a andar, o sea, recupera la vida cuando ésta parecía que le había sido arrebatada.
Nada importante pasó hasta que no se llegó a un encuentro personal de Jesús.  ¿Cómo es hoy nuestra fe: una fe personal o de prestado? ¿Cómo es hoy mi fe?
A veces pasamos por alto que Jesús, más que atribuirse a sí mismo las curaciones que realiza, recuerda a los enfermos algo realmente sorprendente: “Tu fe te ha salvado”.  Quien sabe creer en el Dios de la vida y acierta confiar en Dios posee una fuerza capaz de liberarle de todo lo que deshumaniza y destruye como persona.
Cuando el Evangelio pone de manifiesto la enorme fuerza curativa de la fe, parece estar diciéndonos que no es anacrónico establecer correlación entre fe y salud, cuando ésta no queda reducida únicamente a lo fisiológico.  Sano es, en realidad, aquel que es capaz de realizar su total proyecto de vida en libertad.  Esta salud total es la que Jesús transmite: Él no se limita a curar enfermedades físicas sino a salvar.  La fe cura integralmente, o sea, salva.
Padre Daniel
 
 
Hebreos 11:1
La fe es garantía de lo que se espera;
 la prueba de las realidades que no se ven.
 
En algunos momentos de nuestra vida nos encontramos ante la realidad de nuestras limitaciones y finitud y descubrimos que sólo nos queda invocar a aquél, que no es visible a  nuestros ojos, pero que nuestra alma busca y necesita hablarle, alimentarse de Él, sentirlo al lado nuestro, y surgen expresiones como estas:
 
La marioneta de trapo (1)
 
“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.  Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.  Escucharía cuando los demás hablan y ¡cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
Dios mío si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol.  Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre  las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de  Serrat sería la serenata que les ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas  las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida...  No dejaría pasar un sólo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.  Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría ¡cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse!  A un  niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.  A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.  Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres...  He aprendido que  todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.  He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.  Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas.  Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.  Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más.  Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente.  Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría “te quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes. 
Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas  bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.
El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo.  Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas.  Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.  Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles “lo siento”, “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus pensamientos secretos.  Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos.  Demuestra a tus amigos cuanto te importan.”
 
 
Lecturas de la Semana
 
Lunes 2: Am.  2,-10. 13-16;  Sal 49;  Mt. 8, 18-22.
Martes 3: Ef. 2, 19-22;  Sal 116; Jn. 20, 24-29.
Miércoles 4: Am. 5, 14 -15. 21-24; Sal 49; Mt. 8, 28-34.
Jueves 5: Am. 7, 10-17;  Sal 18; Mt. 9, 1-8.
Viernes 6:  Am. 8, 4-6. 9-12; Sal 118; Mt. 9, 9-13.
Sábado 7: Am. 9, 11-15; Sal 84; Mt. 9, 14-17.
 
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las lecturas: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. (1) Autor desconocido.
 
 
Círculo Peregrino: queremos compartir con vos la Palabra del Señor, por eso podemos ir a tu casa a visitarte a vos o algún familiar enfermo.
Lectio Divina: También podes venir para compartirla  el primer sábado de cada mes a las 16 hs. en:       
 
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Domínico.
 
 
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