¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida!
[Marcos 6, 1-6] En aquel tiempo, se dirigió Jesús a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?». Y se escandalizaban a cuenta de él. Les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa». No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando. Palabra del Señor.
Hoy la Palabra me lleva a reflexionar: qué difícil nos resulta reconocer el modo de obrar de Dios, que quiere acompañarnos, enseñarnos desde la cercanía, la simplicidad, la sencillez… No nos cabe que Dios se haya hecho pequeño, cercano, hombre, para mostrarnos el amor infinito y misericordioso de Dios… Por la falta de fe de sus paisanos no pudo hacer en Nazaret casi ningún milagro, sólo curó algunos enfermos…
¿Reconocemos la presencia de Dios en nuestro mundo, en nuestras vidas cuando nos habla a través de las Escrituras o valiéndose de personas humildes y sencillas, “los santos de la puerta de al lado” que los llama el Papa Francisco, y en los acontecimientos de la vida diaria?... (https://www.dominicos.org)