Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 28 de diciembre de 2013


La Sagrada Familia: Jesús, María y José
Lecturas del 29  -12-13
(Año A)
Libro de Eclesiástico 3,3-7.14-17.                    
El que honra a su padre expía sus pecados y el que respeta a su madre es como quien acumula un tesoro. El que honra a su padre encontrará alegría en sus hijos y cuando ore, será escuchado.        
El que respeta a su padre tendrá larga vida y el que obedece al Señor da tranquilidad a su madre.            
El que teme al Señor honra a su padre y sirve como a sus dueños a quienes les dieron la vida.
La ayuda prestada a un padre no caerá en el olvido y te servirá de reparación por tus pecados.
Cuando estés en la aflicción, el Señor se acordará de ti, y se disolverán tus pecados como la escarcha con el calor.
El que abandona a su padre es como un blasfemo y el que irrita a su madre es maldecido por el Señor.
Hijo mío, realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a Dios. Palabra de Dios.         

Salmo 127
R: ¡Felices lo que temen al Señor y siguen sus caminos!
¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos!     
Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien. R            
Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa. R     
¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor!  ¡Que el Señor te bendiga desde Sión todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén. R   

Carta de San Pablo a los Colosenses 3,12-21.             

Hermanos: como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia.       
Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro.
El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo.  Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.     
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.               
Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados.              
Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre.
Mujeres, respeten a su marido, como corresponde a los discípulos del Señor. Maridos, amen a su mujer, y no le amarguen la vida. Hijos, obedezcan siempre a sus padres, porque esto es agradable al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, para que ellos no se desanimen. Palabra de Dios.     
Evangelio según San Mateo 2,13-15.19-23.                
Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo".           
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.         
Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo.       
Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño".     
José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno.
Palabra del Señor.
Reflexión:
Situada inmediatamente después de la Navidad, esta fiesta nos invita a mirar la familia formada por Jesús, María y José. En primer lugar, nos recuerda una vez más que el hecho de la encarnación tuvo lugar en nuestra historia. No sólo en un tiempo y lugar concretos sino también en una familia concreta. María y José fueron el matrimonio en el que Jesús nació, creció y maduró físicamente y como persona.
Nos imaginamos la vida de aquella familia llena de amor, de paz, pero sus vivencias fueron realmente con dificultades. José tuvo que recibir a María cuando ésta se había quedado embarazada sin su participación. No debió ser fácil ese primer momento de relación. Luego viene el nacimiento en Belén en un pesebre porque  ¡Nadie los recibió! Después la familia se vio obligada a emigrar a Egipto ¡refugiados políticos! Hoy sabemos lo duro que es la vida de los emigrantes. Mucho más duro sería en aquellos tiempos en los que no existían en absoluto las organizaciones y leyes que hoy mal que bien, se dedican a acogerlos y hacerles en cierta medida la vida más fácil. Cuantas adversidades ¿cómo las afrontaron?
El ejemplo de Nazaret. (1) Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio.
Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso, quizás de una manera casi insensible, a imitar esta vida.
Aquí se nos revela el método que nos hará descubrir quién es Cristo. Aquí comprendemos la importancia que tiene el ambiente que rodeó su vida durante su estancia entre nosotros, y lo necesario que es el conocimiento de los lugares, los tiempos, las costumbres, el lenguaje, las prácticas religiosas, en una palabra, de todo aquello de que Jesús se sirvió para revelarse al mundo. Aquí todo habla, todo tiene un sentido.
Aquí, en esta escuela, comprendemos la necesidad de la disciplina espiritual si queremos seguir las enseñanzas del Evangelio y ser discípulos de Cristo.
¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret! ¡Cómo quisiéramos volver a empezar, junto a María, nuestra iniciación a la verdadera ciencia de la vida y a la más alta sabiduría de la verdad divina!
Su primera lección es el silencio. Cómo desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros, que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación, del estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración personal que sólo Dios ve.
Se nos ofrece además una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social.
Finalmente, aquí aprendemos también la lección del trabajo. Nazaret, la casa del hijo del artesano: cómo deseamos comprender más en este lugar la austera pero redentora ley del trabajo humano y exaltarla debidamente; restablecer la conciencia de su dignidad, de manera que fuera a todos patente; recordar aquí, bajo este techo, que el trabajo no puede ser un fin en sí mismo, y que su dignidad y la libertad para ejercerlo no provienen tan sólo de sus motivos económicos, sino también de aquellos otros valores que lo encauzan hacia un fin más noble. (1) De las alocuciones del papa Pablo VI en Nazaret 5 de enero de 1964.
«Hombre y mujer los creó».(2) La Biblia plantea una relación estrecha entre ser creado «a imagen de Dios» y el hecho de ser «hombre y mujer» (v. Gn 1,27). La semejanza consiste en esto. Dios es único y solo, pero no es solitario. El amor exige comunión, intercambio interpersonal, requiere que haya un «yo» y un «tú». Por eso el Dios cristiano es uno y trino. En Él coexisten unidad y distinción: unidad de naturaleza, de voluntad, de intención, y distinción de características y de personas.
Precisamente en esto la pareja humana es imagen de Dios. La familia humana es reflejo de la Trinidad.
Marido y mujer son, en efecto, una sola carne, un solo corazón, una sola alma, aún en la diversidad de sexo y de personalidad. Los esposos están uno ante otro como un «yo» y un «tú», y están frente a todo el resto del mundo, empezando por los propios hijos, como un «nosotros», como si se tratara de una sola persona, pero ya no singular, sino plural. «Nosotros», o sea, «tu madre y yo», «tu padre y yo». Así habló María a Jesús, después de encontrarle en el templo.
Sabemos bien que éste es el ideal y que, como en todas las cosas, la realidad  es con frecuencia bastante diferente, más humilde y más compleja, a veces incluso trágica.
Pero estamos tan bombardeados de casos de fracasos que a lo mejor, por una vez, no está mal volver a proponer el ideal de la pareja, primero en el plano sencillamente natural y humano, y después en el cristiano.
¡Ay de llegar a avergonzarse de los ideales en nombre de un malentendido realismo! El final de una sociedad, en este caso, estaría marcado. Los jóvenes tienen derecho a que se les transmitan, por parte de los mayores, ideales, y no sólo escepticismo y cinismo. Nada tiene la fuerza de atracción que posee el ideal… (2) Comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap. --predicador
Abiertas al proyecto de Dios. (3) Los relatos evangélicos no ofrecen duda alguna. Según Jesús, Dios tiene un gran proyecto: construir en el mundo una gran familia humana. Atraído por este proyecto, Jesús se dedica enteramente a que todos sientan a Dios como Padre y todos aprendan a vivir como hermanos. Este es el camino que conduce a la salvación del género humano.              
Para algunos, la familia actual se está arruinando porque se ha perdido el ideal tradicional de “familia cristiana”. Para otros, cualquier novedad es un progreso hacia una sociedad nueva. Pero, ¿cómo es una familia abierta al proyecto humanizador de Dios? ¿Qué rasgos podríamos destacar?
Amor entre los esposos. Es lo primero. El hogar está vivo cuando los padres saben quererse, apoyarse mutuamente, compartir penas y alegrías, perdonarse, dialogar y confiar el uno en el otro. La familia se empieza a deshumanizar cuando crece el egoísmo, las discusiones y malentendidos.               
Relación entre padres e hijos. No basta el amor entre los esposos. Cuando padres e hijos viven enfrentados y sin apenas comunicación alguna, la vida familiar se hace imposible, la alegría desaparece, todos sufren. La familia necesita un clima de confianza mutua para pensar en el bien de todos.               
Atención a los más frágiles. Todos han de encontrar en su hogar acogida, apoyo y comprensión. Pero la familia se hace más humana sobre todo, cuando en ella se cuida con amor y cariño a los más pequeños, cuando se quiere con respeto y paciencia a los mayores, cuando se atiende con solicitud a los enfermos o discapacitados, cuando no se abandona a quien lo está pasando mal.       
Apertura a los necesitados. Una familia trabaja por un mundo más humano, cuando no se encierra en sus problemas e intereses, sino que vive abierta a las necesidades de otras familias: hogares rotos que viven situaciones conflictivas y dolorosas, y necesitan apoyo y comprensión; familias sin trabajo ni ingreso alguno, que necesitan ayuda material; familias de inmigrantes que piden acogida y amistad.      
Crecimiento de la fe. En la familia se aprende a vivir las cosas más importantes. Por eso, es el mejor lugar para aprender a creer en ese Dios bueno, Padre de todos; para conocer el estilo de vida de Jesús; para descubrir su Buena Noticia; para rezar juntos en torno a la mesa; para tomar parte en la vida de la comunidad de seguidores de Jesús. Estas familias cristianas contribuyen a construir ese mundo más justo, digno y dichoso querido por Dios. Son una bendición para la sociedad.    

Frágil. Cada vez parece más normal romper con la pareja, buscarse un nuevo amor y volver a empezar. Todo parece así más fácil y llevadero. Sin embargo, detrás de cada ruptura hay casi siempre no poco sufrimiento y frustración. Hay a veces humillación. ¿No es posible vivir en pareja de manera más estable? Lo primero, tal vez, es no confundir el amor con los sentimientos y el deseo erótico. Por lo general, la primera atracción del amor es muy intensa pero casi nunca se mantiene así. El deseo cambia y evoluciona.
Quien identifica el amor con la atracción se dedica a enamorarse una y otra vez de alguien distinto. En cada comienzo disfruta. Luego, sufre y hace sufrir.      
Es importante también recordar que, si no hay una decisión y compromiso por buscar el bien del otro, no hay todavía amor. Por eso, es un error avanzar en una relación de pareja de manera prematura, si no estamos dispuestos a hacer feliz al otro. En esto no hay que mentirse ni mentir. Cuántos sufrimientos se hubieran evitado si no se hubiera pronunciado nunca un «te amo», que no era verdad.      
Tampoco hay que olvidar que «amar es fundamentalmente dar, no recibir». Por eso sólo el amor incondicional es duradero. Si cada uno vive buscando sólo lo que el otro le puede aportar, el futuro de la pareja está en peligro. Nunca la persona amada responde perfectamente a lo que desearíamos. El amor se consolida cuando uno es feliz haciéndole feliz al otro.        
El mayor error es ignorar que amar significa respetar a la persona amada, no poseerla. Cuando no se respeta la manera de pensar, de sentir y de ser del otro, se está arruinando el amor. Sólo amando con respeto se le ayuda al otro a crecer y a dar lo mejor que hay en él. Por el contrario, cuando hay manipulación y utilización interesada, la pareja se está ya separando.            
El amor de la pareja es una flor frágil. Lo ha sido siempre. Probablemente es la experiencia más sublime del ser humano, pero también la más exigente. Sencillamente, porque el amor consiste «en que dos soledades se protejan, se junten y se acojan mutuamente».
El ideal no es separarse, sino llegar a «ser una sola carne». Lo decía Jesús. Sin esa base, no es posible la familia. (3) J. A. Pagola.
Un mundo mejor es posible. Francisco:
"José, fiel y justo quien prefirió creer al señor en vez de escuchar las voces de la duda y del orgullo humano”
Nunca perdamos la esperanza.
Jamás la apaguemos en nuestro corazón.”
"Ojalá Jesús te vaya marcando el camino para encontrarte con quien necesita más.
Tu corazón, cuando te encuentres con aquél que más necesita, se va a empezar a agrandar, agrandar, agrandar, porque el encuentro multiplica
la capacidad del amor, agranda el corazón".
“Si los bienes materiales y el dinero se convierten en el centro de la vida, nos atrapan y nos esclavizan”
“Nuestra oración no se puede reducir a una hora el domingo; es importante tener una relación cotidiana con el Señor”
“… lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad”
…“Tenemos que anunciar el Evangelio en todas partes, predicando la buena noticia del Reino y curando, también con nuestra predicación, todo tipo de herida y cualquier enfermedad”.
"Lo importante -puntualizó- no es mirar desde lejos o ayudarlo desde lejos, sino ir al encuentro. Eso es lo cristiano, lo que nos enseña Jesús. Ir al encuentro de los más necesitados. Como Jesús que iba siempre al encuentro de la gente. Él iba a encontrarlos".
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios.
  

martes, 24 de diciembre de 2013


Feliz Navidad
Círculo Bíblico San José
 
 
 
Natividad del Señor
Lecturas del 24 y 25 -12-13
 
– Ciclo A –
 
Lectura libro del profeta Isaías 9, 1-6
El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz.               
Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín.
Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz.» Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto. Palabra de Dios.
 
Salmo 95
R. Hoy nos ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su Nombre. R.   Día tras día, proclamen su victoria, anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos. R.      Alégrese el cielo y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él; regocíjese el campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del bosque. R.       Griten de gozo delante del Señor, porque él viene a gobernar la tierra: él gobernará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad. R.           

Carta del apóstol san Pablo a Tito 2, 11-14 
La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Palabra de Dios.
 
Santo Evangelio según san Lucas 2, 1-14      
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo       
« ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!» 
Palabra del Señor.
 
Reflexión:
Dios viene a habitar entre nosotros. El pasaje del Evangelio que se lee en la misa de Nochebuena, narra el nacimiento de Jesús. Dios se ha hecho hombre, para que el hombre se haga Dios. Dios se hizo uno de los nuestros y esto nos predispone para llegar a ser más semejantes a Él.
 
Jesús viene al mundo sin ostentación alguna enseñándonos que la felicidad no se encuentra en la abundancia de bienes y nos anima a ser humildes, a no estar pendientes del aplauso de los hombres. Dios se humilla para que podamos acercarnos a Él, para que podamos corresponder a su amor con nuestro amor, para que nuestra libertad se rinda no sólo ante el espectáculo de su poder, sino ante la maravilla de su humildad.
 
Navidad es el nacimiento de lo nuevo. Nace Jesús y con ello el nacimiento de la fe cristiana, de la comunidad cristina. Pero más allá de este nacimiento: ¿Conocemos a Cristo?           
Dios se hizo hombre por amor a los hombres. La venida del Señor no es un hecho del pasado sino del presente. Y es del presente en la medida en que nosotros dejemos que Dios ¨llegue¨.
Cristo ha nacido para que nosotros renazcamos.               
Como dice San Agustín, María ha llevado al Salvador en su seno y cada uno de nosotros debemos llevarlo en nuestro corazón, porque cada uno de nosotros, los cristianos, somos hombres redimidos por Cristo, y tenemos que mostrarlo al mundo. Este tiempo de Navidad pide de nosotros una actitud contemplativa, de silencio y acción de gracias. Nos pide contemplar el misterio, asimilarlo a nuestro ser y confesarlo ante los hombres.            
Nace Cristo, surge la esperanza. ¡Ánimo, viene la salvación! Dios se hace hombre para que nosotros podamos alcanzar a Dios. Este es el camino. No hay otro distinto. Tenemos la certeza de que Dios cumple su plan. Levantemos nuestra cabeza, viene la fuerza del Amor. Ya no debemos estar errantes, divagando por el mundo a tientas y a ciegas, pues la luz viene para que encontremos la bondad, la justicia, la alegría y la paz.
 
En cierto modo, la humanidad espera a Dios, su cercanía. Pero cuando llega el momento, no tiene sitio para Él. Está tan ocupada consigo misma de forma tan exigente, que necesita todo el espacio y todo el tiempo para sus cosas y ya no queda nada para el otro, para el prójimo, para el pobre, para Dios. Y cuanto más se enriquecen los hombres, tanto más llenan todo de sí mismos y menos puede entrar el otro".
 
La persona humana corre vertiginosamente por el mundo queriendo alcanzar no se qué… Es increíble la necesidad provocadora de hacernos perder el sentido de la vida, yendo tras tantas cosas que en vez de colmarnos producen un vacío existencial que nos lleva a la pérdida de sentido. No nos damos cuenta, o no queremos hacerlo. Nos escapamos y nos alienamos en cosas superficiales y en tantos cartones pintados que los compramos como si fueran preciosos tesoros. Nos conformamos con tan poco… ¿No habrá llegado el momento, que pensemos más profundamente? ¿Qué enriquece al hombre? ¿Las sensibilidades? ¿El consumo? ¿La ansiedad? ¿La hiperactividad?, ¿Lo mediático? ¿El ruido? ¿Lo externo? ¿La exacerbación? ¿El derroche de palabras, que casi siempre son vacías?
 
Él nace, Él viene a nosotros, Él planta su morada en nosotros. Abramos nuestro corazón, como un pesebre, para que pueda echar raíces en nuestra vida. Él es el Sol que ilumina y da sentido a nuestra vida. Y si lo dejamos estar, volveremos al culto por la verdad, volveremos  a disminuir lo imaginario para acercarnos a la realidad. Volveremos  a encontrar la objetividad de la verdad, tan deteriorada y tan manoseada en estos tiempos por todos.  Así volveremos a lo originario, a lo simple, a lo humilde, a lo humano, o ¿no queremos darnos cuenta que alejándonos de Dios hemos perdido capacidad en lo humano?
 
Él viene a nosotros y nos devuelve la esperanza. Pero ésta se recibe y se incorpora y se vive. Nace Jesús, vuelve la esperanza. Que ésta ilumine nuestra vida personal, nuestras familias, nuestros vínculos, nuestro trato y sobre todo el comportamiento social frente al bien común, alejándonos de todo egoísmo, individualismo y por lo tanto de todo relativismo.
 
En este sentido, cada uno se puede hacer estas preguntas: "¿Tenemos tiempo para el prójimo que tiene necesidad de nuestra palabra, de mi palabra, de mi afecto? ¿Para aquel que sufre y necesita ayuda? ¿Para el prófugo o el refugiado que busca asilo? ¿Tenemos tiempo y espacio para Dios? ¿Puede entrar Él en nuestra vida? ¿Encuentra un lugar en nosotros o tenemos ocupado todo nuestro pensamiento, nuestro quehacer, nuestra vida, con nosotros mismos?". (Benedicto XVI)
El amor necesita traducirse en gestos concretos. El más sencillo y universal –cuando es limpio e inocente- es el beso. Demos por lo tanto un beso a Jesús, como se desea hacer con todos los niños recién nacidos.
Pero no nos contentemos con darlo sólo a la imagen de yeso o de porcelana; démoslo a un Jesús Niño de carne y hueso. Démoslo a un pobre, a alguien que sufre, ¡y se lo habremos dado a Él! Dar un beso, en este sentido, significa dar una ayuda concreta, pero también una buena palabra, aliento, una visita, una sonrisa, y a veces, ¿por qué no?, un beso de verdad. Son las luces más bellas que podemos encender en nuestro belén. (Raniero Cantalamessa)
 
Hoy: “necesitamos tener sueños -más grandes o más pequeños- que día a día nos mantengan en camino hacia una vida plena”
Nuestro sueño, el de Jesús, es el de compartir un mundo mejor, no es un más allá imaginario, situado en un futuro que nunca llega; Dios nos llenó de talentos, inteligencia, voluntad, capacidad de evolucionar y adaptarnos a los cambios y nuestro sueño empieza a hacerse presente allí donde lo ponemos en acción, a darle vida con los primeros logros, empezando a tomar conciencia de que es posible, ya no es simplemente, se puede, empieza a tomar forma el yo puedo” y los miedos y las desesperanzas se desvanecen y puedo empezar a compartir los frutos de Jesús que se expresan a través mío.
Y de esta forma lleno de gracia y con gozo, vamos a pedirle a Dios, que nos acompañe en nuestro peregrinar: Para que esta Navidad no se marchite como una flor.       
Para que su mensaje no muera cuando cese el bullicio.    
Para que su paz no sea tan efímera como el arbolito que adorna nuestro hogar.           
Pidámosle a Dios que la alegría de esta Navidad, se prolongue durante todo el año, como el nacimiento hacia una vida que quiere crecer y madurar en la paz en el amor y en la justicia.
Compartamos como hermanos en Cristo Jesús, la alegría de estar unidos a Él por el amor. Jesús estará realmente entre los hombres, si los cristianos lo mostramos al mundo, porque el rostro visible de Cristo de hoy somos cada uno de nosotros. Con nuestra actitud de vida, los cristianos damos vida a Cristo. Por eso desde lo más profundo de nuestro corazón y con la fuerza de lo alto, decimos:
Ven Señor Jesús.
 
“Hagamos sitio al Niño Dios, más que a
las compras y al ruido”

El papa Francisco exhortó esta mañana, en su homilía en la misa celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta, que en Navidad, como María, hagamos sitio a Jesús que viene.         
El Papa señaló que el Señor visita cada día su Iglesia y advirtió sobre la actitud de cerrar nuestra alma. El cristiano debe siempre estar en espera vigilante del Señor.               
La Iglesia, como María, dijo Francisco, está en espera de un parto. También ella, “sentía lo que sienten todas las mujeres de aquel tiempo”. Siente estas “percepciones interiores en su cuerpo, en su alma” que el hijo está llegando. María siente en su corazón que quiere ver el rostro de su Niño.      
El Santo Padre recordó que “nosotros como Iglesia, acompañamos a la Virgen en este camino de espera” y casi “queremos apresurar este nacimiento del Señor”. Francisco explicó que el Señor viene dos veces, “el que conmemoramos ahora, el nacimiento físico” y el que “sucederá al final de los tiempo”. Pero, como afirma san Bernardo, hay también un tercer nacimiento.              

“Hay una tercera venida del Señor: la de cada día. ¡El Señor cada día visita a su Iglesia! Visita a cada uno de nosotros y también nuestra alma entra en esta semejanza: nuestra alma se parece a la iglesia, nuestra alma se parece a María. Los padres del desierto dicen que María, la Iglesia y nuestra alma son femeninas y que lo que se dice de una, análogamente se puede decir de la otra. Nuestra alma está en espera, en esta espera por la venida del Señor; un alma abierta que llama: ‘¡Ven, Señor!'
Y en estos días, también a cada uno de nosotros, prosiguió el Santo Padre, “el Espíritu Santo nos mueve a hacer esta oración: ¡Ven! ¡Ven!”. Todos los días del Adviento, “hemos dicho en el prefacio que nosotros, la Iglesia, como María, estamos vigilantes en la espera”. Y la vigilancia, señaló, “es la virtud” del peregrino y nosotros todos “somos peregrinos”.               

A continuación el Pontífice se preguntó: “¿estamos en espera o estamos cerrados? ¿Estamos vigilantes o estamos seguros en un hotel, a lo largo del camino y no queremos ir más adelante? ¿Somos peregrinos o somos errantes?” Por esto, explicó Francisco, “la Iglesia nos invita a rezar esto ‘¡Ven!’, a abrir nuestra alma y que nuestra alma sea, en estos días, vigilante en la espera. ¡Vigilar!” Y nuevamente interrogó el pontífice “¿qué sucede en nosotros si viene el Señor o si no viene? ¿Hay sitio para el Señor o hay sitio para las fiestas, para hacer compras, hacer ruidos… ¿Nuestra alma está abierta, como está abierta la Santa Madre Iglesia y como estaba abierta la Virgen? ¿O nuestra alma está cerrada y hemos colocado en la puerta un cartel, muy educado, que dice: ‘Se ruega no molestar’?         
El papa Francisco señaló que “el mundo no termina con nosotros, nosotros no somos los más importantes del mundo: es el Señor, con la Virgen y con la Madre Iglesia!” Por esta razón, invitó, nos hará bien repetir la invocación: “¡Oh sabiduría, oh llave de David, o Rey de las gentes, ven!   
Finalizando, el Pontífice propuso que "repetir muchas veces ¡Ven!, y buscar que nuestra alma no sea un alma que diga: ‘no molestar’. ¡No! Que sea un alma abierta, que sea un alma grande, para recibir al Señor en estos días y que comience a escuchar lo que mañana en la antífona nos dirá la Iglesia: ‘¡Sepan que hoy viene el Señor y que mañana verán su gloria!”.
 
23 de diciembre 2013, Ciudad del Vaticano, AICA
 
Nunca perdamos la esperanza.
Jamás la apaguemos en nuestro corazón.”
 
"Ojalá Jesús te vaya marcando el camino para encontrarte con quien necesita más.
Tu corazón, cuando te encuentres con aquél que más necesita, se va a empezar a agrandar, agrandar, agrandar, porque el encuentro multiplica
la capacidad del amor, agranda el corazón".
 
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Carta Pastoral, Navidad 2012: Mons. Rubén  O. Frassia, Obispo de Avellaneda-Lanús