Lecturas del 4 /08/13
– Ciclo C –
Libro del Eclesiastés 1, 2; 2. 21-23
¡Vanidad, pura vanidad!, dice Cohélet. ¡Vanidad, pura vanidad! ¡Nada más que vanidad! Porque un hombre que ha trabajado con sabiduría, con ciencia y eficacia, tiene que dejar su parte a otro que no hizo ningún esfuerzo. También esto es vanidad y una grave desgracia. ¿Qué le reporta al hombre todo su esfuerzo y todo lo que busca afanosamente bajo el sol? Porque todos sus días son penosos, y su ocupación, un sufrimiento; ni siquiera de noche descansa su corazón. También esto es vanidad. Palabra de Dios.
SALMO 89
R. Señor, tú has sido nuestro refugio a lo largo de las generaciones.
Tú haces que los hombres vuelvan al polvo con sólo decirles: «Vuelvan, seres humanos.» Porque mil años son ante tus ojos como el día de ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche. R.
Tú los arrebatas, y son como un sueño, como la hierba que brota de mañana: por la mañana brota y florece, y por la tarde se seca y se marchita. R.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría. ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores. R.
Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra vida. Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor; que el Señor, nuestro Dios, haga prosperar la obra de nuestras manos. R.
Tú los arrebatas, y son como un sueño, como la hierba que brota de mañana: por la mañana brota y florece, y por la tarde se seca y se marchita. R.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría. ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores. R.
Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra vida. Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor; que el Señor, nuestro Dios, haga prosperar la obra de nuestras manos. R.
Pablo a los cristianos de Colosas 3, 1-5. 9-11
Hermanos: Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra. Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria. Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una forma de idolatría. Tampoco se engañen los unos a los otros.
Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras y se revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador. Por eso, ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos. Palabra de Dios.
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría: dame mirada y oído interior, para que no me apegue a las cosas materiales, sino que busque siempre las realidades del Espíritu.
Santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21
Uno de la multitud le dijo: «Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia.»
Jesús le respondió: «Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?» Después les dijo: «Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas.» Les dijo entonces una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: "¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha."
Después pensó: "Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?" Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios.» Palabra del Señor.
Reflexión
¿Cuál es mi tesoro?
En este domingo, la palabra de Dios nos lleva a reflexionar, que en el seguimiento de Cristo y en la instauración del reino de Dios, aparecen ciertos obstáculos que nos pueden desviar de nuestro camino, sobre todo el endiosamiento de las riquezas y el instinto de posesión. ¡Cuántas veces cerramos el corazón a las necesidades de los demás!.... Es importante saber compartir, porque en la vida las cosas tienen un valor y “donde ponemos nuestro corazón, ahí está la realidad.
La primera lectura del libro del Eclesiastés nos introduce al evangelio donde el autor recorre a lo largo de su libro todas las esferas del ámbito humano: trabajo, riqueza, dolor, alegría, decepciones, religión, justicia, sabiduría, ignorancia, el tiempo, la muerte... buscando respuesta a su pregunta: ¿Qué le reporta al hombre todo su esfuerzo y todo lo que busca afanosamente bajo el sol?
Jesús le respondió: «Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?» Después les dijo: «Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas.» Les dijo entonces una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: "¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha."
Después pensó: "Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?" Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios.» Palabra del Señor.
Reflexión
¿Cuál es mi tesoro?
En este domingo, la palabra de Dios nos lleva a reflexionar, que en el seguimiento de Cristo y en la instauración del reino de Dios, aparecen ciertos obstáculos que nos pueden desviar de nuestro camino, sobre todo el endiosamiento de las riquezas y el instinto de posesión. ¡Cuántas veces cerramos el corazón a las necesidades de los demás!.... Es importante saber compartir, porque en la vida las cosas tienen un valor y “donde ponemos nuestro corazón, ahí está la realidad.
La primera lectura del libro del Eclesiastés nos introduce al evangelio donde el autor recorre a lo largo de su libro todas las esferas del ámbito humano: trabajo, riqueza, dolor, alegría, decepciones, religión, justicia, sabiduría, ignorancia, el tiempo, la muerte... buscando respuesta a su pregunta: ¿Qué le reporta al hombre todo su esfuerzo y todo lo que busca afanosamente bajo el sol?
Hagamos lo que hagamos en nuestra vida, al final el destino es el mismo para todos los hombres: la muerte, y quizás nos preguntemos ¿Y después qué, la nada? ¿Qué hacemos aquí, en la tierra? ¿Para qué vivir, trabajar, luchar, amar, pensar, esforzarnos...? ¿Cuál es mi tesoro? ¿El dinero? ¿El poder? ¿O el amor de Dios y el servicio a los demás?
Viene a nuestra mente aquella otra frase evangélica: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero...?". De poco valen al hombre las riquezas si debe dejarlas con la muerte.
Contra la insensatez.(1)
Cada vez sabemos más de la situación social y económica que Jesús conoció en la Galilea de los años treinta. Mientras en las ciudades de Séforis y Tiberíades crecía la riqueza, en las aldeas aumentaba el hambre y la miseria. Los campesinos se quedaban sin tierras y los terratenientes construían silos y graneros cada vez más grande.
En un pequeño relato, conservado por Lucas, Jesús revela qué piensa de aquella situación tan contraria al proyecto querido por Dios, de un mundo más humano para todos. No narra esta parábola para denunciar los abusos y atropellos que cometen los terratenientes, sino para desenmascarar la insensatez en que viven instalados.
En un pequeño relato, conservado por Lucas, Jesús revela qué piensa de aquella situación tan contraria al proyecto querido por Dios, de un mundo más humano para todos. No narra esta parábola para denunciar los abusos y atropellos que cometen los terratenientes, sino para desenmascarar la insensatez en que viven instalados.
Un rico terrateniente se ve sorprendido por una gran cosecha. No sabe cómo gestionar tanta abundancia. “¿Qué haré?”. Su monólogo nos descubre la lógica insensata de los poderosos que solo viven para acaparar riqueza y bienestar, excluyendo de su horizonte a los necesitados.
El rico de la parábola planifica su vida y toma decisiones. Destruirá los viejos graneros y construirá otros más grandes. Almacenará allí toda su cosecha. Puede acumular bienes para muchos años. En adelante, solo vivirá para disfrutar:”túmbate, come, bebe y date buena vida”. De forma inesperada, Dios interrumpe sus proyectos: “Imbécil, esta misma noche, te van a exigir tu vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?”.
Este hombre reduce su existencia a disfrutar de la abundancia de sus bienes. En el centro de su vida está solo él y su bienestar. Dios está ausente. Los jornaleros que trabajan sus tierras no existen. Las familias de las aldeas que luchan contra el hambre no cuentan. El juicio de Dios es rotundo: esta vida solo es necedad e insensatez.
En estos momentos, prácticamente en todo el mundo está aumentando de manera alarmante la desigualdad. Este es el hecho más sombrío e inhumano: ”los ricos, sobre todo los más ricos, se van haciendo mucho más ricos, mientras los pobres, sobre todo los más pobres, se van haciendo mucho más pobres” (Zygmunt Bauman).
Este hecho no es algo normal. Es, sencillamente, la última consecuencia de la insensatez más grave que estamos cometiendo los humanos: sustituir la cooperación amistosa, la solidaridad y la búsqueda del bien común de la Humanidad por la competición, la rivalidad y el acaparamiento de bienes en manos de los más poderosos del Planeta.
En estos momentos, prácticamente en todo el mundo está aumentando de manera alarmante la desigualdad. Este es el hecho más sombrío e inhumano: ”los ricos, sobre todo los más ricos, se van haciendo mucho más ricos, mientras los pobres, sobre todo los más pobres, se van haciendo mucho más pobres” (Zygmunt Bauman).
Este hecho no es algo normal. Es, sencillamente, la última consecuencia de la insensatez más grave que estamos cometiendo los humanos: sustituir la cooperación amistosa, la solidaridad y la búsqueda del bien común de la Humanidad por la competición, la rivalidad y el acaparamiento de bienes en manos de los más poderosos del Planeta.
Desde la Iglesia de Jesús, presente en toda la Tierra, se debería escuchar el clamor de sus seguidores contra tanta insensatez, y la reacción contra el modelo que guía hoy la historia humana.(1) J. A. Pagola
Un principio de vida: la vigilancia del corazón para purificar “la codicia”. Jesús no mira nuestras riquezas externas, sino lo que hacemos con ellas, se fija en el corazón, por eso nos dice: «Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas.»
Jesús pronuncia una advertencia contra la codicia que detectó en el requerimiento de aquel hombre.
La “codicia”, como lo sabemos por el evangelio de Mc 7,22, habita en el corazón del hombre: “Del corazón del hombre salen las codicias”. Jesús utiliza una palabra fuerte, refiriéndose a “todo tipo de codicia”. La “codicia” (en griego “pleonexía”: “pleon”=abundancia, “exo”=tener o retener) pertenece a la realidad humana interna del “deseo de tener siempre más”, es la “avidez”. Podría describirse así:
La “codicia”, como lo sabemos por el evangelio de Mc 7,22, habita en el corazón del hombre: “Del corazón del hombre salen las codicias”. Jesús utiliza una palabra fuerte, refiriéndose a “todo tipo de codicia”. La “codicia” (en griego “pleonexía”: “pleon”=abundancia, “exo”=tener o retener) pertenece a la realidad humana interna del “deseo de tener siempre más”, es la “avidez”. Podría describirse así:
De fuera hacia dentro: consiste en encontrar placer en el “llenarse” de cosas, con tres manifestaciones:
• El deseo compulsivo de llenarse de cosas (por ejemplo, se antoja de todo lo que ve en el supermercado) malgastando el dinero en lo que no vale la pena (el lujo desmedido);
• El entrar en competencia con los demás motivado por la envidia (por ejemplo: “si fulano(a) tiene esto, yo también lo quiero, y ojalá mejor”);
• El placer de exhibir lo que se tiene con el fin de obtener una nueva ganancia: la felicitación y la envidia de los otros.
• El deseo compulsivo de llenarse de cosas (por ejemplo, se antoja de todo lo que ve en el supermercado) malgastando el dinero en lo que no vale la pena (el lujo desmedido);
• El entrar en competencia con los demás motivado por la envidia (por ejemplo: “si fulano(a) tiene esto, yo también lo quiero, y ojalá mejor”);
• El placer de exhibir lo que se tiene con el fin de obtener una nueva ganancia: la felicitación y la envidia de los otros.
De dentro hacia fuera: se percibe en la avaricia de aquel a quien le duele compartir. En otras palabras, la persona se vuelve “mezquina” (lo contrario de 2 Corintios 9,5) y avara, casi incapaz de ser generosa.
Es importante ver cómo Jesús desciende hasta la raíz de la causa que degenera la vida y hace tanto daño en la familia, en la sociedad y en el mundo.
¿Por qué hay que vigilar y purificar el corazón? la vida realmente no depende de la abundancia de lo que se posee, lo que se vuelve “propiedad”. Hay un peligro escondido y de terrible alcance en el amarrar el corazón a las cosas. Cuando esto sucede, las relaciones comienzan basarse en las “cosas” y se pierde de vista al “otro” como valor fundamental, de ahí que sea en el fondo una negación de Dios, quien es el “Otro” por excelencia. Peor todavía, si consideramos que en el “adquirir, adquirir y adquirir”, en el fondo hay una injusticia social que contradice el proyecto de fraternidad y solidaridad querido por Dios, porque quien acumula se está apropiando aquello que por derecho le pertenece a los otros.
Por eso la avaricia es peligrosa, ya que conduce a una persona a colocar ingenuamente los sueños de su vida, sus mejores ideales, sus grandes metas y toda la energía de la vida en cosas equivocadas e ignorar lo que realmente importa. Pensando lograr un gran éxito cosecha en realidad un gran fracaso.
Cuando Jesús especifica “aún en la abundancia”, va todavía más a fondo en la cuestión. Porque es aquí donde se revela la verdadera libertad de corazón .
Para ello cuenta la parábola de un hombre que llega a nadar en la abundancia y hace de la mejor ocasión de su vida la arena movediza en la que se hunde.
Es importante ver cómo Jesús desciende hasta la raíz de la causa que degenera la vida y hace tanto daño en la familia, en la sociedad y en el mundo.
¿Por qué hay que vigilar y purificar el corazón? la vida realmente no depende de la abundancia de lo que se posee, lo que se vuelve “propiedad”. Hay un peligro escondido y de terrible alcance en el amarrar el corazón a las cosas. Cuando esto sucede, las relaciones comienzan basarse en las “cosas” y se pierde de vista al “otro” como valor fundamental, de ahí que sea en el fondo una negación de Dios, quien es el “Otro” por excelencia. Peor todavía, si consideramos que en el “adquirir, adquirir y adquirir”, en el fondo hay una injusticia social que contradice el proyecto de fraternidad y solidaridad querido por Dios, porque quien acumula se está apropiando aquello que por derecho le pertenece a los otros.
Por eso la avaricia es peligrosa, ya que conduce a una persona a colocar ingenuamente los sueños de su vida, sus mejores ideales, sus grandes metas y toda la energía de la vida en cosas equivocadas e ignorar lo que realmente importa. Pensando lograr un gran éxito cosecha en realidad un gran fracaso.
Cuando Jesús especifica “aún en la abundancia”, va todavía más a fondo en la cuestión. Porque es aquí donde se revela la verdadera libertad de corazón .
Para ello cuenta la parábola de un hombre que llega a nadar en la abundancia y hace de la mejor ocasión de su vida la arena movediza en la que se hunde.
Jesús no condena la posesión de riquezas. Dios Padre nos regala los bienes que poseemos, para que los disfrutemos, para que seamos felices. Sin embargo condena nuestra actitud mezquina con esos bienes que puso en nuestras manos. Lo que quiere el Señor que combatamos es la tendencia a ver el sentido de la vida en lo que poseemos. El pensar: soy lo que tengo. Si tengo más valgo más. Porque este pensamiento nos lleva a querer tener cada vez más. Y Jesús nos dice: La vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas.
"Te ofrezco, Señor, mis pensamientos,
ayúdame a pensar en ti.
Te ofrezco mis palabras, ayúdame a hablar de ti.
Te ofrezco mis obras, ayúdame a cumplir tu voluntad.
Te ofrezco mis penas, ayúdame a sufrir por ti.
Todo aquello que quieres Tú, Señor, lo quiero yo,
precisamente porque lo quieres tú, como tú lo quieras y
durante todo el tiempo que lo quieras.
¿Qué nos propone hoy Jesús?
Llegar a ser ricos a los ojos de Dios. El Señor nos habla de acumular tesoros en el cielo en vez de amontonarlos en la tierra. Y en el cielo acumulamos lo que damos, no lo que poseemos. Este evangelio nos puede hacer caer en el error de considerar, que lo que está diciendo Jesús es para los que tienen mucho, y esto está lejos de la realidad.
Cada uno de nosotros, poseemos muchos dones que el Señor nos regaló y que espera que compartamos con generosidad. Todos hemos recibido muchos bienes, hasta aquellas personas más pobres, reciben dones de parte de Dios. Recibimos la vida, recibimos tiempo para compartir, nos dio fuerzas físicas, y ante todo la posibilidad de amar de verdad. Todos somos administradores de una gran cantidad de bienes que tenemos que saber poner al servicio de los demás. Dice un antiguo refrán: No podemos llevar nada con nosotros a la otra vida, pero podemos mandar algo anticipadamente. Todo lo que hagamos con verdadero amor, por los demás, se acumula en el cielo como un tesoro al que no ataca la polilla.
Vamos a pedirle hoy a María, que nos ayude a guardar nuestros tesoros en el cielo.
Llegar a ser ricos a los ojos de Dios. El Señor nos habla de acumular tesoros en el cielo en vez de amontonarlos en la tierra. Y en el cielo acumulamos lo que damos, no lo que poseemos. Este evangelio nos puede hacer caer en el error de considerar, que lo que está diciendo Jesús es para los que tienen mucho, y esto está lejos de la realidad.
Cada uno de nosotros, poseemos muchos dones que el Señor nos regaló y que espera que compartamos con generosidad. Todos hemos recibido muchos bienes, hasta aquellas personas más pobres, reciben dones de parte de Dios. Recibimos la vida, recibimos tiempo para compartir, nos dio fuerzas físicas, y ante todo la posibilidad de amar de verdad. Todos somos administradores de una gran cantidad de bienes que tenemos que saber poner al servicio de los demás. Dice un antiguo refrán: No podemos llevar nada con nosotros a la otra vida, pero podemos mandar algo anticipadamente. Todo lo que hagamos con verdadero amor, por los demás, se acumula en el cielo como un tesoro al que no ataca la polilla.
Vamos a pedirle hoy a María, que nos ayude a guardar nuestros tesoros en el cielo.
22-29 julio 2013:
Viaje Apostólico de S.S. Francisco a Río de Janeiro con ocasión de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud
“Id y haced discípulos a todos los pueblos”
Algunos pensamientos:
"Ustedes tienen un sensibilidad especial ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común persiguen su propio interés. Les invito a que no se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que se apague la esperanza. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, en no habituarse al mal, sino vencerlo".
"Nadie puede permanecer indiferente ante las desigualdades que existen en el mundo".
"Ningún esfuerzo de pacificación será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma"
"Por favor, no dejen que otros sean los protagonistas de los cambios, ustedes son el futuro. No sean cobardes, no 'balconeen' la vida, no se queden mirando desde el balcón sin participar, entren en ella, como hizo Jesús y construir un mundo mejor y más justo"
"Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta siempre hay una opción posible: el diálogo. "
"Amigos queridos, la fe es revolucionaria, y yo te pregunto a vos hoy: ¿Estás dispuesto, estás dispuesta a entrar en esta onda de la revolución de la fe?"
"El cristiano es alegre, nunca triste. Dios nos acompaña. El cristiano no puede ser pesimista. No puede tener el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo"
Lecturas de la semana
Lunes 5: .Num. 11, 4-15; Sal 80; Mt. 14, 13-21.
Martes 6: Dn. 7, 9-10.13; Sal.96; 2Ped.1, 16-19; Mt. 17, 1-9.
Miércoles 7: Num. 13, 1-2. 25—14, 1. 26-29, 34-35; Sal 105; Mt. 15, 21-28.
Jueves 8: Num. 20, 1-13; Sal 94; Mt. 16,13-23.
Viernes 9: Deut. 4, 32-40; Sal 76; Mt. 16, 24-28.
Sábado 10: 2Cor. 9, 6-10; Sal 111; Jn. 12, 24-26.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria. P. Fidel Oroño, cjm Centro Bíblico del CELAM.