Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 22 de abril de 2023

Tercer domingo de Pascua. Lecturas 23-4-23, Ciclo A

 
¡Cristo vive!  

” Ven Espíritu Santo”

Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén  

“Reconocer la presencia de Jesús en nuestras vidas”  

Hechos de los Apóstoles 2, 14. 22-33

El día de Pentecostés, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: «Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido. A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen, a ese hombre que había sido entregado conforme al plan y a la previsión de Dios, ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre él. En efecto, refiriéndose a él, dijo David: Veía sin cesar al Señor delante de mí, porque él está a mi derecha para que yo no vacile. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua canta llena de gozo. También mi cuerpo descansará en la esperanza, porque tú no entregarás mi alma al Abismo, ni dejarás que tu servidor sufra la corrupción. Tú me has hecho conocer los caminos de la vida y me llenarás de gozo en tu presencia.       
Hermanos, permítanme decirles con toda franqueza que el patriarca David murió y fue sepultado, y su tumba se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como él era profeta, sabía que Dios le había jurado que un descendiente suyo se sentaría en su trono. Por eso previó y anunció la resurrección del Mesías, cuando dijo que no fue entregado al Abismo ni su cuerpo sufrió la corrupción. A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos. Exaltado por el poder de Dios, él recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha comunicado como ustedes ven y oyen.»  Palabra de Dios.
 

Salmo 15: R. Señor, me harás conocer el camino de la vida.  

Protégeme, Dios mío, porque refugio en ti. Yo digo al Señor: «Señor, tú eres mi bien.»  El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte!  R.

Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: él está a mi lado, nunca vacilaré.  R.

Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarás a la Muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro.  R.

Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha.  R. 

Primera carta del apóstol san Pedro 1, 17-21

Queridos hermanos: Ya que ustedes llaman Padre a aquel que, sin hacer acepción de personas, juzga a cada uno según sus obras, vivan en el temor mientras están de paso en este mundo.               
Ustedes saben que fueron rescatados de la vana conducta heredada de sus padres, no con bienes corruptibles, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha y sin defecto, predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos para bien de ustedes. Por él, ustedes creen en Dios, que lo ha resucitado y lo ha glorificado, de manera que la fe y la esperanza de ustedes estén puestas en Dios. Palabra de Dios.

Santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35

El primero de la semana, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. El les dijo: «¿Qué comentaban por el camino?» Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: « ¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!» «¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron.» Jesús les dijo: «¡hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?» Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. Cuando llegaron cerca del pueblo adónde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba.»          El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.  

 Reflexión: Ver a Jesús  

Los relatos pascuales, más que insistir en el carácter prodigioso de las apariciones del resucitado, nos descubren diversos caminos para encontrarnos con Él. El episodio de Emaús, exclusivo de Lucas más que una crónica histórica es una catequesis que nos descubre el camino que tenemos que hacer los discípulos y las comunidades de todos los tiempos para reconocer la presencia de Jesús en nuestras vidas. 

Presenta a dos discípulos que han perdido la fe por el escándalo de la cruz. La situación de ambos está bien descrita desde el comienzo y refleja un estado de ánimo en el que se pueden encontrar los cristianos una y otra vez. Los dos discípulos poseen aparentemente todos los elementos necesarios para creer: conocen los escritos del antiguo Testamento, el mensaje de Jesús, su actuación y su muerte en cruz, han escuchado también el mensaje de la resurrección, y las mujeres les han comunicado su experiencia y les han confesado que “está vivo”.  Todo es inútil. Los de Emaús caminan envueltos en tristeza y desaliento. Todas las esperanzas puestas en Jesús se han desvanecido. Ya no hay nada que esperar.  Es gente desilusionada, derrotada, sin esperanza, encerrada tercamente en su posición de que aquello no tuvo que suceder.

Se habían hecho de Él una imagen como profeta poderoso en obras y palabras, habían presenciado los acontecimientos más importantes de su vida, se habían ilusionado con un nuevo Reino, esperaban que Él fuera el liberador de Israel, un Mesías político y triunfal… y lo sucedido expresa el fracaso de sus expectativas mesiánicas.  La cruz es para ellos el fin de toda esperanza. No pueden ver otra cosa.  Están cegados. Por eso, no reconocen a Jesús resucitado, en el camino de la historia de los hombres, cuando se les aparece como uno más, como otro caminante de la misma vida. 

Pero cuando Jesús toma la palabra y empieza a explicarle las Escrituras (= el plan de Dios) y ellos comienzan a escucharle, a salir de sí mismos, a dejarse interpelar, “sienten arder el corazón”. Y dan señales de vida: “Quédate con nosotros, que está atardeciendo y ya el día se acaba”.  Entonces sucede lo imprevisto: “lo ven”, le reconocen. 

Han acogido al hombre sin saber que era Jesús.  Se han hecho prójimos del caminante ofreciéndole techo y comida. Ya no son los mismos que al comienzo. Su actitud es otra. Es ahora cuando el relato nos recuerda la última cena: “Y sucedió que, estando recostado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo partió y se lo ofreció”. A los discípulos se les abren los ojos y le reconocen. Es en la reunión fraterna, en la fracción del pan compartido donde los discípulos descubren una nueva presencia de Jesús en medio de ellos. E inmediatamente Jesús desaparece de su vista. No es necesaria su presencia física. 

En la comunidad reunida en el amor, en la escucha y acogida de la Palabra de Dios, en la memoria de la última cena, en la entrega y donación, en el pan compartido, en la acogida del peregrino…, ahí está Jesús resucitado. Ahí tiene la comunidad el lugar privilegiado de la presencia de Jesús resucitado. 

Nosotros esperábamos. Los discípulos esperaban que se cumplieran sus expectativas. No podían sospechar que aquello que esperaban, se había cumplido. Fijémonos bien, cómo refleja esa frase en nuestra propia decepción. Esperamos que la Iglesia... Esperamos que el Obispo... esperamos que el concilio... Esperamos que el Papa... Esperamos lo que nadie puede darnos y surge la desilusión. Lo que Dios puede darnos ya lo tenemos. 

El desengaño es fruto de una falsa esperanza. Por no esperar lo que Jesús da, la desilusión está asegurada. 

No es Jesús el que cambia para que le reconozcan, son los ojos de los discípulos los que se abren y se capacitan para reconocerle. No se trata de ver algo nuevo, sino de ver con ojos nuevos lo que tenían delante. No es la realidad la que debe cambiar para que nosotros la aceptemos.

Somos nosotros los que tenemos que descubrir la realidad de Jesús Vivo, que tenemos delante de los ojos, pero que no vemos. Hay momentos y lugares donde se hace presente Jesús de manera especial, si de verdad sabemos mirar. 

En el camino de la vida. Después de su muerte, Jesús va siempre con nosotros en nuestro caminar. Pero el evangelio nos advierte que es posible caminar junto a Él y no reconocerlo. Habrá que estar mucho más atento si, de verdad, queremos entrar en contacto con Él. Es una crítica a nuestra religiosidad demasiado apoyada en lo externo. A Jesús ya no lo vamos a encontrar solamente en el templo y en los rezos sino también en la vida real, en el contacto con los demás. Si no lo encontramos ahí, cualquier otra presencia será engañosa. 

La concepción dualista que tenemos del mundo y de Dios nos impide descubrirle. Con la idea de un Dios creador que se queda fuera del mundo, no hay manera de verle en la realidad material. Pero Dios no es lo contrario del mundo, ni el Espíritu es lo contrario de la materia. La realidad es una y única, pero en la misma realidad podemos distinguir los dos aspectos. 

En la Escritura. Si queremos encontrarnos con el Jesús que da Vida, tenemos en las Escrituras un eficaz instrumento. Pero el mensaje de la Escritura no está en la letra sino en la vivencia espiritual que hizo posible el relato. La letra, los conceptos, no son más que el soporte, en el que se ha querido expresar la experiencia de Dios. Dios habla desde el interior de cada persona, porque el único Dios que existe es el que fundamenta cada ser. Dios solo habla desde lo hondo del ser. Esa experiencia, expresada, es palabra humana, pero volverá a ser palabra de Dios si nos lleva a la vivencia. 

Al partir el pan: se trata de una manera muy personal de partir y repartir el pan, referencia a tantas comidas en común, a la multiplicación de los panes. Sin duda el gesto narrado hace también referencia a la eucaristía. Cuando se escribió este relato ya había una larga tradición de su celebración. Los cristianos tenían ya ese sacramento como el rito fundamental de la fe. Al ver los signos, se les abren los ojos y le reconocen. 

En la comunidad reunida. Cristo resucitado se hace presente en la experiencia de cada uno, pero la experiencia compartida me da la seguridad de que es auténtica. El ser humano desarrolla sus posibilidades de ser, en la relación con los demás. Jesús hizo presente a Dios amando, es decir, dándose a los demás. Esto es imposible si el ser humano se encuentra aislado y sin contacto alguno con el otro. 

Camino de Emaús.  El camino de Jerusalén a Emaús es también nuestro camino, el de nuestras huidas de la responsabilidad, el de nuestras dudas en la fe, el de nuestra débil esperanza, el de nuestra cerrazón al plan de Dios, el de nuestra terquedad, el de nuestro orgullo herido.  Pero es el camino de la vida, el que todos, de una forma u otra, tenemos que recorrer. 

En el camino de la vida el Maestro consumado acompaña siempre nuestros pasos. Es el único capaz de iluminar toda senda con palabras ardientes, sugerentes, que estimulan a una conversación nunca interrumpida, que incitan siempre en orden a descubrir el sentido de la existencia, a dar con el derrotero que conduce a saciar las más hondas aspiraciones de verdad y de bien.

Domingo de Pascua, ¡Cristo vive!

 Segundo Domingo de Pascua, De la Divina Misericordia

“Hemos visto al Señor”  

Aclaración: Se han consultado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Centro Bíblico del CELAM. Fray Marcos.. Hojitas anteriores.  

Círculo Bíblico San José

“Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Sal 119 

Evangelio del día 22 abril 2023. Jn 6, 16-21. "Jesús se acercó caminando sobre el mar"

 
¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Juan 6, 16-21] Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron. Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis». Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban. Palabra del Señor.

"Sin miedo sigo tus pasos”

viernes, 21 de abril de 2023

Evangelio del día 21 abril 2023. Jn 6, 1-15. "Jesús tomó los panes y los repartió"

 
 ¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Juan 6, 1-15] En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?». Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda». Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo. Palabra del Señor. 

¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?

Hoy la Palabra me lleva a reflexionar ante las necesidades de la gente, en especial de la que me rodea, ya sea de pan, de un apoyo espiritual, una asistencia, ¿con que ojos los miro, con los míos o los de Jesús, con su capacidad de compadecerse? ¿siento que tengo que compartir dentro de mis posibilidades sin esperar nada, al igual que el joven del evangelio con sus cinco panes...? ¿Qué siento en mi corazón cuando veo que compartiendo desinteresadamente, aparece la abundancia? 

jueves, 20 de abril de 2023

Evangelio del día 20 abril 2023. Jn 3, 31-36. "El que cree posee la vida eterna"

 ¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Juan 3, 31-36] «El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él». Palabra del Señor.

“Creer, para ver la Vida” ¿Dónde tengo puesto mi corazón?

 Hoy la Palabra me cuestiona si creo o no en Dios, en su enviado, si acepto su testimonio de Vida. Mi respuesta es un sí, intentando que no sea solamente de palabra, si no que se exprese en cada cosa que haga, por eso me pregunto ¿Qué haría Jesús en estas circunstancias? ¿Cuál es el pensamiento de Dios que me puede ayudar a ir por el camino correcto? Señor en este día que empieza te pido que me ayudes a vivir con los pies en la tierra y el corazón en el cielo.


miércoles, 19 de abril de 2023

Evangelio del día 19 abril 2023. Jn 3, 16-2. "Tanto amó Dios al mundo"

 
¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Juan 3, 16-21] Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios. Palabra del Señor.

“El que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios».

 Hoy la palabra me lleva a preguntarme si en el encuentro diario que tengo con la Palabra de Dios, ¿me siento juzgado o siento que esas Palabras iluminan mis pensamientos (el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz)? ¿siento que la Palabra de Dios me lleva a conocer la Verdad de la Vida y liberarme de las ataduras de este mundo? En mis obras, en mi forma de vivir ¿se nota la presencia de Dios?


martes, 18 de abril de 2023

Evangelio del día 18 abril 2023. Jn 3, 7-15. "Así tiene que ser elevado el Hijo del hombre"

 
¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida! 

[Juan 3, 7b-15] En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: “Tenéis que nacer de nuevo”; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu». Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede suceder eso?». Le contestó Jesús: «¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Palabra del Señor.

“Hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto”

Hoy la Palabra me lleva reflexionar si ¿experimento en mi vida cada encuentro con la Palabra de Dios, abro mi corazón y acepto transformarlo, puedo dar testimonio por lo que vivo o hablo por los que demás dicen?
Por eso en este momento de oración te pido Señor que ayudes a renacer de nuevo cada día que comienza guiado por tu Espíritu, a poder discernir entre el bien y mal, en mis pensamientos, en mis palabras y en cada cosa que haga. Amén.