Sexto
domingo durante el año
Lecturas 16-2-20, Ciclo A
” Ven Espíritu Santo”
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos
y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas,
para que pueda saborearla y comprenderla, para
que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la
Verdad completa. Amén
Libro de Eclesiástico
15,15-20.
Si quieres, puedes observar los mandamientos y
cumplir fielmente lo que agrada al Señor. Él puso ante ti el fuego y el agua:
hacia lo que quieras, extenderás tu mano. Ante los hombres están la vida y la
muerte: a cada uno se le dará lo que prefiera.
Porque grande es la sabiduría del Señor, él es fuerte y poderoso, y ve todas las cosas.
Sus ojos están fijos en aquellos que lo temen y él conoce todas las obras del hombre.
A nadie le ordenó ser impío ni dio a nadie autorización para pecar. Palabra de Dios.
Porque grande es la sabiduría del Señor, él es fuerte y poderoso, y ve todas las cosas.
Sus ojos están fijos en aquellos que lo temen y él conoce todas las obras del hombre.
A nadie le ordenó ser impío ni dio a nadie autorización para pecar. Palabra de Dios.
Salmo 118, R: Felices los que
siguen la ley del Señor
Felices
los que van por un camino intachable, los que siguen la ley del Señor. Felices
los que cumplen sus prescripciones y lo buscan de todo corazón.
R
Tú
promulgaste tus mandamientos para que se cumplieran íntegramente. ¡Ojalá yo me
mantenga firme en la observancia de tus preceptos! R
Sé bueno
con tu servidor, para que yo viva y pueda cumplir tu palabra. Abre mis ojos,
para que contemple las maravillas de tu ley. R
Muéstrame,
Señor, el camino de tus preceptos, y yo los cumpliré a la perfección.
Instrúyeme, para que observe tu ley y la cumpla de todo corazón.R
1º Carta de San Pablo a
los Corintios 2,6-10.
Hermanos:
Es verdad que anunciamos una sabiduría entre aquellos que son personas
espiritualmente maduras, pero no la sabiduría de este mundo ni la que ostentan
los dominadores de este mundo, condenados a la destrucción.
Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él preparó para nuestra gloria antes que existiera el mundo; aquella que ninguno de los dominadores de este mundo alcanzó a conocer, porque si la hubieran conocido no habrían crucificado al Señor de la gloria.
Nosotros anunciamos, como dice la Escritura, lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman.
Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios. Palabra de Dios.
Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él preparó para nuestra gloria antes que existiera el mundo; aquella que ninguno de los dominadores de este mundo alcanzó a conocer, porque si la hubieran conocido no habrían crucificado al Señor de la gloria.
Nosotros anunciamos, como dice la Escritura, lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman.
Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios. Palabra de Dios.
Evangelio según San
Mateo
5,17-37.
Jesús
dijo a sus discípulos: No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas:
yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
Les aseguro que, si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
Les aseguro que, si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
Por
lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano
tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte
con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata
de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con
él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te
pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el
último centavo.
Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
También
se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de
divorcio.
Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.
Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor.
Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.
Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor.
Pero
yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de
Dios, ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén,
porque es la Ciudad del gran Rey.
No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan 'sí', que sea sí, y cuando digan 'no', que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno. Palabra del Señor.
No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan 'sí', que sea sí, y cuando digan 'no', que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno. Palabra del Señor.
Reflexión:
Hoy
continuamos leyendo el evangelio de Mateo, en secuencia consecutiva con los
versículos proclamados en los domingos anteriores. Es el sermón de la Montaña,
que comenzó con las Bienaventuranzas, siguió con la Sal y Luz del mundo y que
continúa con la exposición de las exigencias de la Ley de Moisés (Torá),
explicadas por Mateo, que está escribiendo para una comunidad de judíos que se
han hecho cristianos, sin dejar sus raíces de ser judíos. Nos vamos
adentrando en el Sermón de la montaña, con una catequesis que también se podría
titular: “Cómo es el estilo de vida de quienes viven, según las
bienaventuranzas”.
El Evangelio de esta semana nos trae a un Jesús que
viene para darle plenitud a la ley. Pero esa plenitud está muy lejos
del cumplimiento externo. Supone ir más adentro, examinando nuestras actitudes,
nuestras razones, nuestros sentimientos y todo aquello que nos construye y
define como personas. Es ahí, en el centro de nuestra humanidad, donde
conectamos con el espíritu y la divinidad; donde todos somos uno y nuestras
acciones no son más que un fluir de ese todo en que somos.
Jesús abrió una nueva manera de relacionarnos con
Dios. El Dios todopoderoso que está en los cielos y ordena y manda, deja paso
al Dios “Ágape” que se identifica con cada uno de nosotros y nos invita a darse
en los demás. A pesar de ello, muchos años después de la resurrección de Jesús,
los cristianos se estaban peleando por circuncidar o no circuncidar, comer o no
comer ciertos alimentos, cumplir o no el sábado, etc.
Hemos de escuchar bien las palabras de Jesús: «No he
venido a abolir la Ley y los profetas, sino a dar plenitud». No ha venido a
echar por tierra el patrimonio legal y religioso del antiguo testamento. Ha
venido a «dar plenitud», a ensanchar el horizonte del comportamiento humano, a
liberar la vida de los peligros del legalismo. Cuando se busca la voluntad del
Padre con la pasión con que la busca Jesús, se va siempre más allá de lo que
dicen las leyes. Para caminar hacia ese mundo más humano que Dios quiere para
todos, lo importante no es contar con personas observantes de leyes, sino con
hombres y mujeres que se parezcan a Jesús.
Los fariseos y letrados se preocupan de observar
rigurosamente las leyes, pero descuidan el amor y la justicia. Jesús se
esfuerza por introducir en sus seguidores otro talante y otro espíritu: «si
la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y
fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos». Hay
que superar el legalismo que se contenta con el cumplimiento literal de leyes y
normas.
Jesús busca la voluntad del Dios desde otra
experiencia diferente. Le siente a Dios tratando de abrirse camino entre los
hombres para construir con ellos un mundo más justo y fraterno. Esto lo cambia
todo. La ley no es ya lo decisivo para saber qué espera Dios de nosotros. Lo
primero es "buscar el reino de Dios y su justicia".
Aquel que no mata, cumple la Ley, pero si no arranca
de su corazón la agresividad hacia su hermano, no se parece a Dios. Aquel que
no comete adulterio, cumple la Ley, pero si desea egoístamente la esposa de su
hermano, no se asemeja a Dios. En estas personas reina la Ley, pero no Dios;
son observantes, pero no saben amar; viven correctamente, pero no construirán
un mundo más humano.
Nueva
identidad en la vida de los discípulos.
Las imágenes de la “sal de la tierra” y la “luz del mundo” invitan a
expresar abiertamente esta novedad de vida en acciones identificables e
identificadoras en medio de la gente: “Así debe brillar ante los ojos
de los hombres la luz que hay en ustedes”
¿Qué
es lo que en última instancia los demás descubren en un discípulo de Jesús? “Para
que vean sus buenas obras y alaben a vuestro Padre que está en los cielos”.
Pues
bien, a partir de aquí en el Sermón de la montaña Jesús va a explicar con mucho
cuidado cuáles son esas “buenas obras” que distinguen al discípulo. Un aspecto
importante de la enseñanza de Jesús es que estas “obras” lo que hacen es
mostrar que el discípulo es hijo de este “Padre que está en los cielos”.
Las
“obras” son el reflejo de la filiación: el estilo de vida de un discípulo que,
gracias a las bienaventuranzas, ha entrado en el ámbito de la Paternidad de
Dios revelada por Jesús en el acontecer del Reino (“Padre… venga tu Reino”):
“Para que sean hijos de su Padre celestial…”.
“Ojalá Jesús te vaya marcando el camino para
encontrarte con quien necesita más.
Tu corazón, cuando te encuentres con aquél que más
necesita, se va a empezar a agrandar, agrandar, agrandar, porque el encuentro
multiplica la capacidad del amor,
agranda el corazón".
"Lo importante no es mirar desde lejos o ayudarlo
desde lejos, sino ir al encuentro. Eso es lo cristiano, lo que nos enseña
Jesús. Ir al encuentro de los más necesitados. Como Jesús que iba siempre al
encuentro de la gente. Él iba a encontrarlos".
“La
Palabra es la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina
a
todo hombre”
(Segundo domingo después de Navidad)
(Bautismo
del Señor)
“Doy
testimonio que él es el
hijo de Dios”
(Segundo
domingo durante el año)
“Síganme,
yo los haré pescadores
de
hombres”
(Tercer
domingo durante el año)
(Cuarto domingo durante
el año)
“Ustedes
son la luz del mundo”
(Quinto
domingo durante el año)
Mi encuentro con Jesús
¡Con
la Palabra de cada domingo Jesús se nos revela y sale a nuestro encuentro,
para que experimentemos al Dios de la vida!”
|
Círculo
Bíblico San José
“Tu palabra es una lámpara a mis pies
y una luz en mi camino” Sal 119
y una luz en mi camino” Sal 119
Te esperamos todos los sábados a las
17 hs para compartir y reflexionar el evangelio de
cada semana.