¡Con su Palabra, Jesús se nos revela y sale a nuestro encuentro, para que experimentemos al Dios de la vida!
Intención para la evangelización ‐
"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"
Del libro de la Sabiduría 6, 12-16
sábado, 6 de agosto de 2022
Sábado 6 de agosto. Lc 9, 28b-36. La Transfiguración del señor.
viernes, 5 de agosto de 2022
Viernes, 5 de agosto. Mateo 16, 24-28]. ¿De qué te sirve ganar el mundo entero?
jueves, 4 de agosto de 2022
Jueves 4 de agosto. Mt 16, 13-23. «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Evangelio del día y reflexión... ¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida!
[Mateo 16, 13-23] En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías. Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte». Jesús se volvió y dijo a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios». Palabra del Señor.
miércoles, 3 de agosto de 2022
Miércoles 3 de agosto. "Mujer, que grande es tu fe"
martes, 2 de agosto de 2022
Martes 2 de agosto. Mt 14, 22-36. «¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!»
lunes, 1 de agosto de 2022
Lunes 1 de agosto. Mt 14, 13-21. "Partió los panes y se los dio"
domingo, 31 de julio de 2022
31 julio 2022. Lucas 12, 13-21. "La vida no depende de los bienes"
Lecturas 31-7-22, Ciclo C. Décimo octavo domingo durante el año.
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis
ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus
enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la
Verdad completa. Amén
¿Qué le da verdadero sentido a mi vida?
Libro del Eclesiastés 1, 2. 2, 21-23
¡Vanidad, pura
vanidad!, dice el sabio Cohélet. ¡Vanidad, pura vanidad! ¡Nada más que vanidad!
Porque un hombre que ha trabajado con sabiduría, con ciencia y eficacia, tiene
que dejar su parte a otro que no hizo ningún esfuerzo. También esto es vanidad
y una grave desgracia. ¿Qué le reporta al hombre todo su esfuerzo y todo lo que
busca afanosamente bajo el sol? Porque todos sus días son penosos, y su
ocupación, un sufrimiento; ni siquiera de noche descansa su corazón. También
esto es vanidad. Palabra de Dios.
Salmo 89, R. Señor, tú has sido nuestro refugio.
Tú haces que los
hombres vuelvan al polvo con sólo decirles: «Vuelvan, seres humanos.» Porque
mil años son ante tus ojos como el día de ayer, que ya pasó, como una vigilia
de la noche. R.
Tú los arrebatas,
y son como un sueño, como la hierba que brota de mañana: por la mañana brota y
florece, y por la tarde se seca y se marchita. R
Enséñanos a calcular
nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría. ¡Vuélvete, Señor!
¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores. R.
Sácianos en
seguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra vida. Que descienda
hasta nosotros la bondad del Señor; que el Señor, nuestro Dios, haga prosperar
la obra de nuestras manos. R.
Pablo
a los Colosenses 3,1-5.9-11
Hermanos: Ya que
ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo
está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas
celestiales y no en las de la tierra. Porque ustedes están muertos, y su vida
está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es
la esperanza de ustedes, entonces también aparecerán ustedes con él, llenos de
gloria. Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal:
la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la
avaricia, que es una forma de idolatría. Tampoco se engañen los unos a los
otros. Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras y se
revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento perfecto,
renovándose constantemente según la imagen de su Creador. Por eso, ya no hay
pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni
hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos. Palabra de Dios.
Santo Evangelio
según san Lucas 12, 13-21
Uno de
la multitud le dijo: «Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la
herencia.»
Jesús le respondió: «Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre
ustedes?» Después les dijo: «Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de
la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas.» Les
dijo entonces una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían
producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: "¿Qué voy a hacer? No tengo
dónde guardar mi cosecha." Después pensó: "Voy a hacer esto: demoleré
mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y
mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos
años; descansa, come, bebe y date buena vida." Pero
Dios le dijo: "Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será
lo que has amontonado?" Esto es lo que sucede al que acumula riquezas
para sí, y no es rico a los ojos de Dios.» Palabra del
Señor.
Reflexión:
¿Qué le da verdadero sentido a mi vida?
En este domingo, la palabra de Dios nos lleva a reflexionar, que en el seguimiento de Cristo y en la instauración del reino de Dios, suceden cosas que nos pueden desviar de nuestro camino, sobre todo el endiosamiento de las riquezas y el instinto de posesión. En la vida las cosas tienen un valor y “donde ponemos nuestro corazón, ahí está la realidad.
La primera lectura del libro del Eclesiastés nos introduce al evangelio donde el autor recorre a lo largo de su libro todas las esferas del ámbito humano: trabajo, riqueza, dolor, alegría, decepciones, religión, justicia, sabiduría, ignorancia, el tiempo, la muerte... buscando respuesta a su pregunta: ¿Qué le reporta al hombre todo su esfuerzo y todo lo que busca afanosamente bajo el sol?
Hagamos lo que
hagamos en nuestra vida, al final el destino es el mismo para todos los
hombres: la muerte, y quizás nos preguntemos ¿Y después qué, la
nada? ¿Qué hacemos aquí, en la tierra? ¿Para qué vivir, trabajar, luchar,
amar, pensar, esforzarnos...?
¿Cuál es mi tesoro? ¿El dinero? ¿El poder? ¿Qué le da verdadero sentido a mi
vida?
Un rico
terrateniente se ve sorprendido por una gran cosecha. No sabe cómo gestionar
tanta abundancia. “¿Qué haré?”. Su monólogo nos descubre la lógica insensata de
los poderosos que solo viven para acaparar riquezas y bienestar,
excluyendo de su horizonte a los necesitados.
El rico de la
parábola planifica su vida y toma decisiones. Destruirá los viejos graneros y
construirá otros más grandes. Almacenará allí toda su cosecha. Puede
acumular bienes para muchos años. En adelante, solo vivirá para disfrutar:
“descansa, come, bebe y date buena vida”. De forma inesperada, Dios
interrumpe sus proyectos: “Insensato, esta misma noche, te van a exigir tu
vida. Lo que has acumulado, ¿de quién
será?”.
En estos momentos, prácticamente en todo el mundo está aumentando de manera
alarmante la desigualdad. Este es el hecho más sombrío e inhumano:” los
ricos, sobre todo los más ricos, se van haciendo mucho más ricos, mientras los
pobres, sobre todo los más pobres, se van haciendo mucho más pobres”
Este hecho no es
algo normal. Es, sencillamente, la última consecuencia de la insensatez más
grave que estamos cometiendo los humanos: sustituir la cooperación
amistosa, la solidaridad y la búsqueda del bien común de la humanidad por
la rivalidad y el acaparamiento de bienes en manos de los más poderosos del
Planeta.
Desplegar la verdadera Vida y darle sentido no depende de tener más o menos, sino de ser en plenitud. El objetivo del hombre es desplegar su humanidad. El evangelio nos dice que tener más no nos hace más humanos. La conclusión es muy sencilla: la posesión de bienes de cualquier tipo, no puede ser el objetivo último de ningún ser humano. La trampa de nuestra sociedad está en que no hemos descubierto que cuanto mayor capacidad de satisfacer necesidades tenemos, mayor número de nuevas necesidades desplegamos; con lo cual no hay posibilidad alguna de marcar un límite. Ya los santos padres decían que el objetivo no es aumentar las necesidades, sino el conseguir que esas necesidades vayan disminuyendo cada día que pasa.
No está mal ocuparse de las cosas materiales e
intentar mejorar el nivel de vida. Dios nos ha dotado de inteligencia para que
seamos previsores. Prever el futuro es una de las cualidades más útiles del ser
humano. Jesús no está criticando la previsión, ni la lucha por una vida más cómoda.
Critica que lo hagamos de una manera egoísta, alejándonos de nuestra verdadera
meta como seres humanos. Si todos los seres humanos tuviéramos un mundo más
justo, no habría ningún problema, independientemente de la capacidad de
consumir a la que hubiéramos llegado.
El hombre tiene necesidades, como ser biológico, que debe atender. Pero a la vez, descubre que eso no llega a satisfacerle y anhela acceder a otra riqueza que está más allá. Esta situación le coloca en un equilibrio inestable, que es la causa de todas las tensiones. O se dedica a satisfacer los apetitos biológicos, o intenta trascender y desarrollar su vida espiritual, manteniendo en su justa medida las exigencias biológicas. En teoría, está claro, pero en la práctica exige una lucha constante para mantener el equilibrio. Bien entendidos, la satisfacción de las necesidades biológicas y el placer que pueden producir, nada tienen de malo en sí. Lo nefasto es poner la parte superior del ser al servicio de la inferior.
Solo hay un camino para superar la disyuntiva: dejar
de ser necio y alcanzar la madurez personal, descubriendo desde la vivencia lo
que en teoría aceptamos: El desarrollo humano, vale más que todos los placeres
y seguridades; incluso más que la vida biológica.
El problema es que la información que nos llega desde
todos los medios nos invita a ir en la dirección contraria y es muy fácil
dejarse llevar por la corriente. La sociedad nos invita a ser ricos. El mensaje
de Jesús nos propone ser felices porque ya somos
inmensamente ricos.
Se trata de desplegar una vida verdaderamente humana
que me permita alcanzar una plenitud. Solo esa Vida plena, puede darme la
felicidad. Se trata de elegir entre una Vida humana plena y una vida repleta de
sensaciones, pero vacía de humanidad. La pobreza que nos pide el evangelio no
es ninguna renuncia. Es simplemente escoger lo que es mejor para mí. No se
trata de la posesión o carencia material de unos bienes. Se trata de estar o
no, sometido a esos bienes, los posea o no. Es importante tomar conciencia
de que el pobre puede vivir obsesionado por tener más y malograr así su
existencia.
La clave está en mantener la libertad para avanzar
hacia la plenitud humana. Todo lo que te impide progresar en esa dirección es
negativo. Puede ser la riqueza y puede ser la pobreza. La pobreza material no
puede ser querida por Dios. Jesús no fue neutral ante la pobreza/riqueza. No
puede ser cristiana la riqueza que se logra a costa de la miseria de los demás.
No se trata solo de la consecución injusta, sino del acaparamiento de
bienes que son imprescindibles para la vida de otros. El cacareado progreso
actual es radicalmente injusto, porque se consigue a costa de la miseria de una
gran parte de la población mundial. El progreso desarrollista, en que estamos
inmersos, es insostenible además de injusto.
Esperar que las riquezas nos darán la felicidad es la mayor insensatez. La riqueza puede esclavizarnos. Nos han convencido de que, si no poseo aquello o no me libro de esto, no puedo ser feliz. En realidad, no queremos la felicidad sino seguridades, emociones, satisfacciones, placer sensible. Aquello en lo que ponemos la felicidad puede ser nuestra prisión. Tú eres ya feliz. Sin tener nada de lo que ambicionamos podríamos ser inmensamente felices.
“Les he dado poder, para vencer todas las fuerzas del enemigo” (14° domingo)
¿Cuál te parece que se portó como prójimo del
hombre necesitado? (15°
domingo)
“A la escucha del maestro, como
discípulos sentados a sus pies” (16°
domingo)
“Señor
enséñanos a orar” (17° domingo)
“El
perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces bendito;
bendice al que lo da y al que lo recibe”
La
misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar
un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia.
¡¡¡Jesús
misericordioso en vos confío!!!
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: J. A. Pagola. P. Fidel Oroño, cjm Centro Bíblico del CELAM. Fray Marcos.
Círculo
Bíblico San José
“Tu palabra es una lámpara a mis
pies
y una luz en mi camino” Sal 119
Te esperamos todos los sábados a las 16 hs para compartir y reflexionar el evangelio de cada semana.