Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 25 de octubre de 2014

Trigesimo domingo durante el año

 
 
 
« Testigos vivos del amor al Señor y al prójimo»
 
Lecturas del 26-10-14 – Ciclo A –
 

 
Lectura del libro del Éxodo 22, 20-26
No maltratarás al extranjero ni lo oprimirás, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto.         
No harás daño a la viuda ni al huérfano. Si les haces daño y ellos me piden auxilio, yo escucharé su clamor. Entonces arderá mi ira, y yo los mataré a ustedes con la espada; sus mujeres quedarán viudas, y sus hijos huérfanos.      
Si prestas dinero a un miembro de mi pueblo, al pobre que vive a tu lado, no te comportarás con él como un usurero, no le exigirás interés.  
Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes que se ponga el sol, porque ese es su único abrigo y el vestido de su cuerpo. De lo contrario, ¿con qué dormirá? Y si él me invoca, yo lo escucharé, porque soy compasivo.
Palabra de Dios.

Salmo 17
R. Yo te amo, Señor, mi fortaleza.
Yo te amo, Señor, mi fuerza, Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador.  R.
Mi Dios, el peñasco en que me refugio, mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoqué al Señor, que es digno de alabanza y quedé a salvo de mis enemigos.  R.
 ¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca!  ¡Glorificado sea el Dios de mi salvación. El concede grandes victorias a su rey y trata con fidelidad a su Ungido.  R.
 
Pablo a los Tesalonicenses 1, 5c-10
Hermanos: Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes. Y ustedes, a su vez, imitaron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo la Palabra en medio de muchas dificultades, con la alegría que da el Espíritu Santo. Así llegaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya.  
En efecto, de allí partió la Palabra del Señor, que no sólo resonó en Macedonia y Acaya: en todas partes se ha difundido la fe que ustedes tienen en Dios, de manera que no es necesario hablar de esto. Ellos mismos cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo se convirtieron a Dios, abandonando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar a su Hijo, que vendrá desde el cielo: Jesús, a quien él resucitó y que nos libra de la ira venidera. Palabra de Dios.
 
Evangelio según san Mateo 22, 34-40
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?» Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.»  Palabra del Señor.
 
 Reflexión:
 
“La necesidad de traducir en gestos de amor la Palabra escuchada”
 
La Palabra del Señor, que se acaba de proclamar en el Evangelio, nos ha recordado que el amor es el compendio de toda la Ley divina. El evangelista San Mateo narra que los fariseos, después de que Jesús respondiera a los saduceos dejándolos sin palabras, se reunieron para ponerlo a prueba. Uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?". La pregunta deja adivinar la preocupación, presente en la antigua tradición judaica, por encontrar un principio unificador de las diversas formulaciones de la voluntad de Dios. No era una pregunta fácil, si tenemos en cuenta que en la Ley de Moisés se contemplan 613 preceptos y prohibiciones. ¿Cómo discernir, entre todos ellos, el mayor? Pero Jesús responde con prontitud: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento".
 
En su respuesta, Jesús cita el Shemá, la oración que el israelita piadoso reza varias veces al día, sobre todo por la mañana y por la tarde (cf. Dt 6, 4-9; 11, 13-21; Nm 15, 37-41): la proclamación del amor íntegro y total que se debe a Dios, como único Señor. Con la enumeración de las tres facultades que definen al hombre en sus estructuras psicológicas profundas: corazón, alma y mente, se pone el acento en la totalidad de esta entrega a Dios. El término mente, diánoia, contiene el elemento racional. Dios no es solamente objeto del amor, del compromiso, de la voluntad y del sentimiento, sino también del intelecto, que por tanto no debe ser excluido de este ámbito. Más aún, es precisamente nuestro pensamiento el que debe conformarse al pensamiento de Dios.
 
Sin embargo, Jesús añade luego algo que, en verdad, el doctor de la ley no había pedido: "El segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo". El aspecto sorprendente de la respuesta de Jesús consiste en el hecho de que establece una relación de semejanza entre el primer mandamiento y el segundo, al que define también en esta ocasión con una fórmula bíblica tomada del código levítico de santidad (cf. v 19, 18). De esta forma, en la conclusión del pasaje los dos mandamientos se unen en el papel de principio fundamental en el que se apoya toda la Revelación bíblica: "De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".
 
La página evangélica sobre la que estamos meditando subraya que ser discípulos de Cristo es poner en práctica sus enseñanzas, que se resumen en el primero y mayor de los mandamientos de la Ley divina, el mandamiento del amor.
También la primera Lectura, tomada del libro del Éxodo, insiste en el deber del amor, un amor testimoniado concretamente en las relaciones entre las personas: tienen que ser relaciones de respeto, de colaboración, de ayuda generosa. El prójimo al que debemos amar es también el forastero, el huérfano, la viuda y el indigente, es decir, los ciudadanos que no tienen ningún "defensor". El autor sagrado se detiene en detalles particulares, como en el caso del objeto dado en prenda por uno de estos pobres. En este caso es Dios mismo quien se hace cargo de la situación de este prójimo.
 
En la segunda lectura San Pablo, escribiendo a los Tesalonicenses, les da a entender que, aunque los conozca desde hace poco, los aprecia y los lleva con cariño en su corazón. Por este motivo los señala como "modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya". Por supuesto, no faltan debilidades y dificultades en aquella comunidad fundada hacía poco tiempo, pero el amor todo lo supera, todo lo renueva, todo lo vence: el amor de quien, consciente de sus propios límites, sigue dócilmente las palabras de Cristo, divino Maestro, transmitidas a través de un fiel discípulo suyo. "ustedes siguieron nuestro ejemplo y el del Señor —escribe San Pablo—, acogiendo la Palabra en medio de grandes pruebas". "Partiendo de ustedes —prosigue el Apóstol—, ha resonado la Palabra del Señor y su fe en Dios se ha difundido no sólo en Macedonia y en Acaya, sino por todas partes".
 
La lección que sacamos de la experiencia de los Tesalonicenses, experiencia que en verdad se realiza en toda auténtica comunidad cristiana, es que el amor al prójimo nace de la escucha dócil de la Palabra divina. Es un amor que acepta también pruebas duras por la verdad de la Palabra divina; y precisamente así crece el amor verdadero y la verdad brilla con todo su esplendor. ¡Qué importante es, por tanto, escuchar la Palabra y encarnarla en la existencia personal y comunitaria!
 
Testigos vivos del amor de Dios(1) La religión cristiana les resulta a no pocos un sistema religioso difícil de entender y, sobre todo, un entramado de leyes demasiado complicado para vivir correctamente ante Dios. ¿No necesitamos los cristianos concentrar mucho más nuestra atención en cuidar antes que nada lo esencial de la experiencia cristiana?     
Los evangelios han recogido la respuesta de Jesús a un sector de fariseos que le preguntan cuál es el mandamiento principal de la Ley. Así resume Jesús lo esencial: lo primero es “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser”; lo segundo es “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.           
La afirmación de Jesús es clara. El amor es todo. Lo decisivo en la vida es amar. Ahí está el fundamento de todo. Lo primero es vivir ante Dios y ante los demás en una actitud de amor. No hemos de perdernos en cosas accidentales y secundarias, olvidando lo esencial. Del amor arranca todo lo demás. Sin amor todo queda pervertido.                
Al hablar del amor a Dios, Jesús no está pensando en los sentimientos o emociones que pueden brotar de nuestro corazón; tampoco nos está invitando a multiplicar nuestros rezos y oraciones. Amar al Señor, nuestro Dios, con todo el corazón es reconocer a Dios como Fuente última de nuestra existencia, despertar en nosotros una adhesión total a su voluntad, y responder con fe incondicional a su amor universal de Padre de todos.           
Por eso añade Jesús un segundo mandamiento. No es posible amar a Dios y vivir de espaldas a sus hijos e hijas. Una religión que predica el amor a Dios y se olvida de los que sufren es una gran mentira. La única postura realmente humana ante cualquier persona que encontramos en nuestro camino es amarla y buscar su bien como quisiéramos para nosotros mismos.  
Todo este lenguaje puede parecer demasiado viejo, demasiado gastado y poco eficaz. Sin embargo, también hoy el primer problema en el mundo es la falta de amor, que va deshumanizando, uno tras otro, los esfuerzos y las luchas por construir una convivencia más humana.  
El mundo necesita testigos vivos que ayuden a las futuras generaciones a creer en el amor pues no hay un futuro esperanzador para el ser humano si termina por perder la fe en el amor. (1) J. A. Pagola
Francisco v
Francisco: En el Amor de Dios un mundo mejor es posible
 
El auténtico amor sufre con los últimos y necesitados, y valora y reconoce a quienes hacen los servicios más humildes y escondidos.
 
Hoy, nos preguntamos en qué sentido y por qué decimos que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo. No se trata simplemente de un modo de hablar, sino de una expresión llena de contenido. La Iglesia es una obra maestra del Espíritu Santo que, infundiendo en cada uno de nosotros la vida nueva del Señor Resucitado, nos congrega en la unidad, hasta el punto de convertirnos en un solo Cuerpo, edificado sobre la comunión del amor. Es en el Bautismo donde nos unimos realmente a Cristo Cabeza y a los hermanos como miembros del mismo cuerpo.            
La que surge, entonces, es una profunda comunión de amor. En este sentido, es iluminante como Pablo, exhortando a los esposos a “amar a su mujer como a su propio cuerpo”, afirma: “así hace Cristo por la iglesia, por nosotros que somos los miembros de su cuerpo” (Ef 5,28-30). Qué bueno si recordáramos más a menudo lo que somos, lo que ha hecho de nosotros el Señor Jesús: somos su cuerpo, ese cuerpo que nada ni nadie puede arrancar de Él y que Él recubre con toda su pasión y todo su amor, así como un esposo con su esposa. Este pensamiento, sin embargo, debe hacer surgir en nosotros el deseo de corresponder al Señor y de compartir su amor entre nosotros, como miembros vivos de su mismo cuerpo. 
Queridos hermanos, invoquemos nosotros al Espíritu Santo para que su gracia y la abundancia de sus dones nos ayuden a vivir de verdad como Cuerpo de Cristo y como signo visible y hermoso de su amor. 22/10/14, Radio Vaticano
 
 
Charlas Bíblicas realizadas por la Hna.
Reneé Batalla en la Parroquia San José
 
Importancia de la Biblia para nuestra vida
    
2. DIOS NOS SIGUE HABLANDO HOY
2.3. La Palabra en el hermano
Dios también nos comunica su mensaje a través de nuestros semejantes. Aun cuando este aspecto de alguna forma está implícito en lo que hemos señalado anteriormente, preferimos ahora explicitarlo por razón de su importancia.
                       
Las palabras, las actitudes, las carencias, la vida entera de nuestros hermanos, es una auténtica palabra del Señor, cuando sabemos discernirla a la luz del Evangelio, y somos capaces de salir de nuestro egoísmo para ir al encuentro del hermano, sobre todo el más necesitado e indefenso (Mt. 25, 31-46: Lc. 10, 29-37). “Se los aseguro- cada vez que lo hicieron con uno de estos hermanos míos tan pequeños, lo hicieron conmigo” (Mt. 25, 40).
 
2.4. La interrelación de estas palabras
La Palabra escrita en la Biblia, la palabra acontecida en la vida diaria y la palabra presente en el hermano, se interrelacionan mutuamente. La Biblia nos hace cuestionarnos nuestra vida: nuestros valores, nuestros criterios de juicio, nuestras actitudes, nuestra sociedad, nuestras estructuras económicas, ideológicas, políticas, etc. y a su vez los acontecimientos y los hermanos nos llevan a descubrir el mensaje que Dios, a la luz de la Biblia nos transmita a través de ellos.
 
“La evangelización, no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre. Precisamente por esto la evangelización, lleva consigo un mensaje explícito, adaptado a las diversas situaciones y constantemente actualizado, sobre los derechos y deberes de toda persona humana, sobre la vida familiar sin la cual apenas es posible el progreso personal, sobre la vida comunitaria de la sociedad, sobre la vida internacional, la paz, la justicia, el desarrollo; un mensaje especialmente vigoroso en nuestros días, sobre la liberación” (Evangelli Nuntiandi EN n. 29).

3. DIVERSAS ACTITUDES ANTE LA PALABRA DE DIOS
Cuando alguien le habla a otra persona, siempre espera que se le preste atención, que se le escuche y que luego se le responda. Así sucede con Dios que nos habla. Espera nuestra respuesta de fe que abarca la totalidad de nuestras dimensiones y aspectos personales y comunitarios. Solo así se instaura el verdadero diálogo de salvación. La Palabra de Dios, escrita y acontecida, no nos puede dejar neutrales e indiferentes: la aceptamos o la rechazamos.
 
Teniendo en cuenta esto podemos examinar las diversas actitudes que tomamos ante la Palabra de Dios.
No atender a la voz de Dios, como el pueblo que no quiso escuchar la voz de los profetas (Jer. 7, 23-28).
 
Escuchar la Palabra de Dios, pero no cumplir lo que allí se nos pide, como la gente que acudía en tropel a Ezequiel por simple curiosidad, lo escuchaban, pero no ponían en práctica el mensaje de Dios (Ez. 33, 30-33), o como el hijo que dice “sí” a su padre, pero luego no cumple con su palabra (Mt. 21, 28-32).
 
Escuchar la Palabra y ponerla en práctica, como el hombre que edifica sobre buenos cimientos (Lc. 6, 47-49), o como María que es la Madre de Jesús, no solo porque lo engendró a la vida, sino principalmente porque escucha y pone en práctica la Palabra de Dios (Lc. 8, 19-21; 11, 27-28),
Quien actúa así está difundiendo también la Palabra del Señor como lo realizaron los tesalonicenses con su ejemplo de acogida de esa palabra (1Tes. 1, 6-20; 2, 13), o como lo hicieron los apóstoles quienes con gran libertad y valentía predicaron la Palabra del Señor (Hech.  4, 18-20. 29-31).   Continúa…
 
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de esta hoja: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. P. Fidel Oñoro, cjm CELAM.
Rectángulo redondeado: Lectio Divina: los Sábados 16 hs. en:        Círculo Bíblico San JoséParroquia San José: Brandsen 4970 V. Domínico.http://miencuentroconjesus1.blogspot.comSi  querés recibir la hojita por e-mail pedila:miencuentroconjesus@yahoo.com.arwww.facebook.com/miencuentroconjesussanjose  
 
  

Vigésimo noveno domingo durante el año

 
 
 
«Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios.»  
Lecturas del 19-10-14 – Ciclo A –
 

 
Lectura libro del profeta Isaías 45, 1. 4-6
Así habla el Señor a su ungido, a Ciro, a quien tomé de la mano derecha, para someter ante él a las naciones y desarmar a los reyes, para abrir ante él las puertas de las ciudades, de manera que no puedan cerrarse.   
Por amor a Jacob, mi servidor, y a Israel, mi elegido, yo te llamé por tu nombre, te di un título insigne, sin que tú me conocieras.       
Yo soy el Señor, y no hay otro, no hay ningún Dios fuera de mí. Yo te hice empuñar las armas, sin que tú me conocieras, para que se conozca, desde el Oriente y el Occidente, que no hay nada fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro.
Palabra de Dios.
 
Salmo 95
 
R. Aclamen la gloria y el poder del Señor.
 
Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos.  R.
Porque el Señor es grande y muy digno de alabanza,  más temible que todos los dioses.                
Los dioses de los pueblos no son más que apariencia,  pero el Señor hizo el cielo.  
R.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,  aclamen la gloria y el poder del Señor; aclamen la gloria del nombre del Señor.  Entren en sus atrios trayendo una ofrenda.  R.
Adoren al Señor al manifestarse su santidad: ¡que toda la tierra tiemble ante él!  Digan entre las naciones: «¡el Señor reina!  El Señor juzgará a los pueblos con rectitud.»  R.
 
Pablo a los cristianos de Tesalónica 1, 1-5b 
Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la Iglesia de Tesalónica, que está unida a Dios Padre y al Señor Jesucristo. Llegue a ustedes la gracia y la paz. 
Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones, y sin cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre, cómo ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia. 
Sabemos, hermanos amados por Dios, que ustedes han sido elegidos. Porque la Buena Noticia que les hemos anunciado llegó hasta ustedes, no solamente con palabras, sino acompañada de poder, de la acción del Espíritu Santo y de toda clase de dones. Palabra de Dios.
 
Evangelio según san Mateo 22, 15-21
Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?»       
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto.»           
Ellos le presentaron un denario. Y él les preguntó: « ¿De quién es esta figura y esta inscripción?»               
Le respondieron: «Del César.»  Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios.»   Palabra del Señor.      
   
Reflexión:
 
Mediante las tres parábolas que leímos en los domingos anteriores, las autoridades judías fueron cuestionadas por Jesús por su experiencia religiosa y los llamó a la conversión. Ellos quedan en mala posición, por eso: “los fariseos se fueron y celebraron un consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra”.
 
En Jerusalén se dan cita todos los poderes. Allí Jesús se mueve en un campo de tensiones fuertes entre el poder de las autoridades judías, el estado de ánimo del pueblo, los intereses del dominador romano y las opiniones de los diversos grupos judíos. Cada uno de estos poderes está dispuesto a usar la violencia, si es necesario, en función de sus intereses.  ¿De qué lado está Jesús?
Los fariseos hacen el complot y abordan a Jesús de forma indirecta: a través de una comisión compuesta por sus discípulos y un grupo de herodianos. Mateo nos describe el ambiente hostil hacia Jesús con un término especial, se dice literalmente que lo quieren “hacer caer en una trampa”
 
A nadie le gusta mucho tener que pagar impuestos y mucho menos le gustaba al pueblo judío tener que pagarlos a los romanos, como se les exigía desde el año 6 después de Cristo. Ese pueblo, soportaba  al invasor y encima tenía que mantenerlo. Y además, el emperador romano se hacía tratar como un dios. Usaba títulos divinos y exigía actos de culto.
Por eso muchos pensaban que para ser fieles al Único y Verdadero Dios, no se debía aceptar la autoridad del emperador ni se debían pagar los impuestos.
Ante este escenario los fariseos le preguntan a Jesús: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?”  Es decir, si al pagar los impuestos se está pecando.
 
«Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios.»  El tema se centra en la respuesta que da Jesús. La pregunta está planteada de modo que sólo se puede responder “sí” o “no”. En ambos casos, Jesús habría caído en la trampa: un sí lo exponía a la acusación de ir contra el señorío absoluto de Dios; un no, lo expone a ser acusado de subversivo (ver Lucas 23,2). De otra manera, si Jesús se pronuncia a favor del tributo, queda enemistado con el pueblo, y si se pronuncia en contra, les da el pretexto a sus adversarios para que lo acusen ante los romanos y deshacerse de él con su ayuda.
 
La pregunta, entonces, está muy bien pensada. El narrador del texto nos dice que efectivamente los adversarios de Jesús la habían planeado muy bien. La intención que está por detrás de esta trampa académica es quitarse de encima al maestro itinerante que se ha vuelto incómodo para las autoridades y muy querido por las multitudes.
 
Vale la pena analizar la manera como Jesús afronta a sus adversarios: les pide que le muestren la moneda del tributo y ellos le presentan una.
El gesto es curioso porque por motivos religiosos los fariseos se negaban rotundamente a tocar con sus manos las monedas sacrílegas del tributo.  Pero de hecho, lo pagaban.  Con razón, ya desde el principio los ha acusado de “hipocresía”.
Pero notemos que, para responder, Jesús no toma como punto de partida una norma abstracta, sino el comportamiento concreto de los que lo interrogan.
 
Los adversarios vienen a exigirle coherencia entre enseñanza y vida, pero ellos parten de un mal presupuesto: la convicción de que el tributo al César es incompatible con la fidelidad a Dios
Jesús, entonces, les aplica su misma lógica: les demuestra que en la pregunta planteada, ellos no están aplicando el principio de coherencia.  Ellos poseen y adoptan la moneda del tributo, luego afirman que la imagen y la inscripción corresponden a la del emperador, por lo tanto se están sirviendo de lo que viene de él.  En otras palabras, si tienen en sus manos todos los días el dinero del emperador, ¿por qué no quieren adoptarlo cuando se trata de pagarle el tributo?
La respuesta de Jesús es una denuncia de la incoherencia de sus adversarios: quienes en la vida cotidiana se acogen al señorío del emperador y aprovechan las ventajas que les trae esa situación, no tienen ningún motivo para plantear como un problema de fe el pago del tributo.  Por eso, como se va a decir enseguida, lo que proviene del emperador, tranquilamente se lo pueden restituir.
 
Con su pregunta, “¿De quién es esta imagen y la inscripción?”, Jesús provoca una segunda toma de posición de sus adversarios: ellos saben qué y quién está gravado en la moneda del impuesto.
La moneda tenía por un lado la efigie del emperador –recordemos que la Ley de Moisés prohibía que se hicieran imágenes humanas- y por el otro lado tenía una frase que no podía dejar de ser consideraba blasfema, o sea, ofensiva contra Dios, decía: “Tiberio César, Augusto, hijo del divino Augusto”. Por lo tanto, el pago del impuesto estaba asociado a un acto de reconocimiento de la divinidad imperial.
 
Después de mostrarles su incoherencia, Jesús cuestiona la concepción que sus adversarios tienen de la relación entre Dios y el emperador. Jesús aquí no elabora una doctrina sobre cómo deben ser estas relaciones, pero sí deja claro que Dios y el emperador no entran en competencia entre ellos.  De ahí que la fidelidad a Dios no se demuestra con el rechazo del tributo al emperador, por eso: “Lo del César, devolvédselo al César”.
 
Debe quedar claro que Dios y quien detenta la autoridad terrena no están en el mismo plano. Hay cuestiones que son competencia de la autoridad terrena, el emperador –el estado- tiene derecho a los tributos, pero no a la vida de los ciudadanos: no es Dios ni tiene características divinas.
Dios tiene exigencias que superan las del emperador y el emperador no tiene autoridad para atribuirse competencias que sólo le pertenecen a Dios, porque “lo de Dios es de Dios” y de nadie más. El hombre creado a imagen y semejanza de Dios, sólo a Dios se le debe entregar como tributo.
En última instancia, la cuestión no es lo que hay que darle al César sino lo que hay que darle a Dios.
 
Esta enseñanza de Jesús está respaldada con su vida. Fue así como se comportó “el Hijo”: Jesús nunca puso en segundo plano los derechos de su Padre, aún cuando esta actitud le costara la vida.
 
Francisco v
 
Francisco: En el Amor de Dios un mundo mejor es posible
 
Hoy queremos preguntarnos: al final, ¿qué fin tendrá el pueblo de Dios? ¿Qué será de cada uno de nosotros? ¿Qué debemos esperarnos? El apóstol Pablo consolaba a los cristianos de la comunidad de Tesalónica, que se hacían estas mismas preguntas, y después de su argumentación decían estas palabras que son entre las más bellas de Nuevo Testamento: “Y así estaremos siempre con el Señor” (1Ts 4, 17). Son palabras simples, ¡pero con una densidad de esperanza tan grande! “Y así estaremos siempre con el Señor”. ¿Ustedes creen esto? ¡Me parece que no, eh! ¿Creen?
 
Francisco dijo que “la esperanza cristiana engloba a toda la persona, pues no es un mero deseo, sino la plena realización del misterio del amor divino, en el que hemos renacido y en el que ya vivimos. Nosotros anhelamos la venida de Nuestro Señor Jesucristo, y Él se hace cada día más cercano a nosotros para llevarnos finalmente a la plenitud de su comunión y su paz”.
“La Iglesia tiene la misión de mantener encendida la lámpara de esa esperanza, como signo seguro de la salvación. Debemos preguntarnos si de verdad somos testigos luminosos y creíbles de esa esperanza, si nuestras comunidades manifiestan la presencia del Señor y la espera ardiente de su venida, si no corremos el riesgo de agotar el aceite de nuestra fe y de nuestra alegría”.
Para concluir pedimos a “María Santísima, Madre de la esperanza, nos enseñe a gustar ya desde ahora del amor de Cristo que un día se nos manifestará en plenitud”. 15/10/14, Radio Vaticano
 
Charlas Bíblicas realizadas por la Hna. Reneé Batalla en la Parroquia San José
 
Importancia de la Biblia para nuestra vida
 
1.3. La Revelación de Dios en el Nuevo Testamento
 
a.  Jesús, Palabra de Dios hecha carne (Jn. 1, 14), vino a llevar a plenitud y perfección a la revelación iniciada en el AT. Por eso con Jesús termina el tiempo del AT, es decir, el tiempo de la preparación. Se da ahora ya la realización, el cumplimiento y la realidad (Cfr. Lc. 16, 16). Ha llegado “la plenitud de los tiempos” (Gál. 4, 4). Estamos ya en la nueva y definitiva Alianza. No hubo ni habrá una comunicación más extraordinaria que la llevada a cabo con la encarnación del Hijo de Dios, en quien se cumplen y se realizan todas las promesas del AT.
 
b. Esta revelación y salvación, Jesús la llevó a cabo a través de toda su persona: Con su presencia y manifestación, con sus palabras y obras, signos y milagros, y sobre todo con su muerte y gloriosa resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad. En cada una de estas realidades enunciadas, podemos descubrir la revelación plena que Dios nos ha querido hacer. Por ejemplo sus parábolas del Reino, nos van manifestando la naturaleza del Reino de Dios, su actitud con los pecadores, nos revela la misericordia de nuestro Padre Dios; sus denuncias a los poderosos y su actitud hacia los marginados, nos manifiestan a un Dios que toma partido por el débil y explotado, etc.
 
c. Los Apóstoles, testigos de las palabras y obras de Jesús: transmitieron lo aprendido de su Maestro. Ellos, fieles a la misión recibida de Él y asistidos por el Espíritu Santo, anunciaron y comunicaron la salvación a todos los pueblos.
 
d. Esta revelación que es plena en Cristo Jesús Y que está consignada en los libros del NT, no es comprendida plena y exhaustivamente por nosotros. Por eso, a través de los siglos, va creciendo su comprensión con la ayuda de todo el pueblo de Dios guiado por el Espíritu Santo “La Iglesia camina a través de los siglos hacia la plenitud de la verdad, hasta que se cumpla en ella plenamente las palabras de Dios” (Dei Verbum DV. n.8).
         
2. DIOS NOS SIGUE HABLANDO HOY
2.1. La Palabra en la Biblia
 
Hemos visto cómo Dios se fue revelando paulatinamente, y cómo su revelación ha quedado consignada por escrito en los libros de la Biblia. Pero la Biblia no es un mensaje del pasado, sino que es una palabra viva y eficaz, más cortante que espada de dos filos (Hebr. 4, 12-13).
Por eso Dios sigue conversando hoy con su Esposa amada la Iglesia (DV n. 8). Por eso también cuando en la Iglesia se lee la Sagrada Escritura, es Cristo mismo quien nos habla.  (Sacrosanctum Concilium SC n. 7).
 
2.2. La Palabra en los acontecimientos
Dios nos habla también a través de los acontecimientos de nuestra vida personal (alegrías, penas, enfermedades, éxitos, etc.), y de nuestra vida colectiva (campañas de alfabetización, aumento de salarios y de precios, guerras, desempleo, etc.) y a través de los fenómenos de la naturaleza que afectan a la humanidad (terremotos, sequías, lluvia necesaria, etc.). Todos estos acontecimientos son palabra interpelante de Dios, palabra que exige una respuesta nuestra.
Muchos de ellos no son voluntad de Dios, pues son contrarios a su plan de salvación, o son parte de nuestra limitación y fragilidad, pero siempre son una palabra divina que nos pide una respuesta concreta. Por ejemplo, las injusticias en sus múltiples manifestaciones como son: el hambre, el desempleo y subempleo, la violación de los derechos humanos, la reciente brecha entre ricos y pobres, etc. no son voluntad de Dios, pues son contrarios a su plan de salvación –que todos seamos hermanos-, pero sí son Palabra de Dios, en cuanto nos interpelan a no permanecer indiferentes y pasivos ante ellas, sino a denunciarlas y a luchar contra la raíz y las manifestaciones de esas injurias.   Continúa…
 
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de esta hoja: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María.
 
Rectángulo redondeado: Lectio Divina: los Sábados 16 hs. en:          Círculo Bíblico San José Parroquia San José: Brandsen 4970 V. Domínico.  http://miencuentroconjesus1.blogspot.com  Si  querés recibir la hojita por e-mail pedila: miencuentroconjesus@yahoo.com.ar www.facebook.com/miencuentroconjesussanjose