¡Con su Palabra, Jesús se nos revela y sale a nuestro encuentro, para que experimentemos al Dios de la vida!
Intención para la evangelización ‐
"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"
Del libro de la Sabiduría 6, 12-16
sábado, 20 de noviembre de 2021
"Mi realeza no es de este mundo..." El Reino del Amor y la Verdad.
Trigésimo cuarto domingo, Jesucristo, Rey del Universo. Lecturas 21-11-21, Ciclo B
«Yo soy rey…he
venido para dar testimonio de la verdad»
Lectura de la profecía de
Daniel 7, 13-14
Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él. Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido. Palabra de Dios.
Salmo 92, R. ¡Reina el Señor, revestido de majestad!
¡Reina el Señor,
revestido de majestad! El Señor se ha revestido, se ha ceñido de
poder. R.
El mundo está
firmemente establecido:
¡no se moverá jamás! Tu trono está firme desde siempre, tú
existes desde la eternidad. R.
Tus testimonios, Señor, son dignos de fe, la santidad embellece tu Casa a lo largo de los tiempos. R.
Lectura del libro del
Apocalipsis 1, 5-8
Jesucristo es el
Testigo fiel, el Primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los
reyes de la tierra. El nos ama y nos liberó de nuestros pecados, por medio
de su sangre, e hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre. ¡A él
sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén.
El vendrá entre las nubes y todos lo verán, aún aquellos que lo habían traspasado. Por él se golpearán el pecho todas las razas de la tierra. Sí, así será. Amén. Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que vendrá, el Todopoderoso. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según san
Juan 18, 33b-37
Pilato llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le respondió: «¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?» Pilato replicó: «¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?» Jesús respondió: «Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí.» Pilato le dijo: «¿Entonces tú eres rey?» Jesús respondió: «Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz.» Palabra del Señor.
Hoy cerramos el año litúrgico, siguiendo la temática del domingo anterior, nos invita a concentrar toda nuestra mente y nuestro corazón en quien es el centro de nuestra fe, el principio y el fin de la misma, Jesucristo el Señor.
Las expectativas que tenía el pueblo de Israel en la llegada del Rey mesiánico que los liberara de toda opresión claramente chocaba con la figura de Jesús de Nazaret y tal vez, inconscientemente, también para nosotros. Que nuestro Rey en un mundo plagado de injusticias, de corrupción, se nos presente como un indefenso crucificado, puede hacernos dudar al creer en Él y al tratar de vivir su mensaje.
Ahora es común que hablemos de Cristo Rey. Si bien, jamás fue rey de un pueblo ni ejerció ningún poder político; sin embargo, fue condenado a muerte acusado de intentar proclamarse rey de los judíos, violando así la soberanía del emperador romano. Sobre la cruz fue clavada la consigna conocida: “Jesús Nazareno, rey de los judíos”, lo que provocó la protesta de los jefes de Jerusalén.
Sabemos además, que Jesús siempre se resistió a ser proclamado rey por sus partidarios, más aún, les exigirá a los apóstoles que no sean como los reyes y gobernantes que hacen sentir su autoridad, sino que se comporten como los servidores de la comunidad.
Testigos de la Verdad. El juicio tiene lugar en el palacio donde reside el
prefecto romano cuando acude a Jerusalén. Acaba de amanecer. Pilato ocupa la
sede desde la que dicta sus sentencias. Jesús comparece maniatado, como un
delincuente. Allí están, frente a frente, el representante del imperio más
poderoso y el profeta del reino de Dios. A Pilato le resulta increíble que
aquel hombre intente desafiar a Roma: «Con que, ¿tú eres rey?». Jesús es muy
claro: «Mi reino no es de este mundo». No pertenece a ningún sistema injusto de
este mundo. No pretende ocupar ningún trono. No busca poder ni riqueza.
Pero no le oculta la verdad: «Soy rey». Ha venido a este mundo a introducir verdad. Si su reino fuera de este mundo tendría «guardias» que lucharían por él con armas. Pero sus seguidores no son «legionarios», sino «discípulos» que escuchan su mensaje y se dedican a poner verdad, justicia y amor en el mundo.
El reino de Jesús no es el de Pilato. El prefecto vive para extraer las riquezas de los pueblos y conducirlas a Roma. Jesús vive «para ser testigo de la verdad». Su vida es todo un desafío: «Todo el que es de la verdad escucha mi voz». Pilato no es de la verdad. No escucha la voz de Jesús. Dentro de unas horas intentará apagarla para siempre.
El seguidor de Jesús no es «guardián» de la verdad, sino «testigo». Su quehacer no es disputar, combatir y derrotar a los adversarios, sino vivir la verdad del evangelio y comunicar la experiencia de Jesús, que está cambiando su vida.
El cristiano tampoco es «propietario» de la verdad,
sino testigo. No impone su doctrina, no controla la fe de los demás, no
pretende tener razón en todo. Vive convirtiéndose a Jesús, contagia la
atracción que siente por él, ayuda a mirar hacia el evangelio, pone en todas
partes la verdad de Jesús. La Iglesia atraerá a la gente cuando vean que
nuestro rostro se parece al de Jesús, y que nuestra vida recuerda a la suya.
Rey es aquel que
reina los corazones con justicia y paz. Jesús nos trae el gobierno de
Dios. No domina con la fuerza, la coerción o la violencia. Dios se
impone por medio de la verdad. Y Jesús trae la verdad del Padre, por eso
su reino no es de este mundo, mundo de mentira. Es el mundo de los valores
eternos y absolutos.
Jesús se impone por su verdad, verdad que no es un gran discurso ni de un conjunto de leyes. Su verdad es Él mismo, humilde, obediente al Padre, entregado totalmente por la liberación de su pueblo.
Jesús se proclamó
rey por ser el testigo de la verdad, de la palabra de Dios. Proclamar hoy
a Jesús como rey es –como dice Él mismo- “escuchar mi palabra y ponerla en
práctica.
Cuando Jesús se
deja proclamar rey, en verdad está ridiculizando la pretensión de los hombres
religiosos de apoderarse del poder y de las riquezas a la sombra de la fe.
El Cristo Rey de
la cruz con el cartelito “INRI” sobre su cabeza es la vacuna contra la
ambición, tentación, y pecado capital de la Iglesia. No nos avergoncemos de un
Cristo perseguido y muerto por ser testigo de la verdad. Jesús es rey en
la cruz y, es también sacerdote, pues se ofrece al Padre.
Juan no teme hablar de Cristo rey, pues lo mira desde la cruz y desde la pascua. Cristo es “el primogénito de entre los muertos”
Su poder es el
amor que genera aún a los que lo crucifican: el poder que perdona a sus
verdugos, el poder que engendra una nueva raza de hombres.
Saquemos otra conclusión acerquémonos a los hombres para ejercer sobre ellos la real soberanía del amor. El orgullo y la gloria del cristiano nacen al pie de la cruz en el servicio humilde a la comunidad. Somos un reino de sacerdotes, porque todos estamos llamados a ofrecernos totalmente al Padre por la liberación de nuestros hermanos.
Somos el reino de
Cristo: “Por Él, con Él y en Él” la comunidad dice Sí, a la voluntad del
Padre. Hoy es un grito de victoria sobre nuestros enemigos. Es
solamente el triunfo del amor sobre el odio, de la humildad sobre el orgullo,
del servicio fraterno sombre el amor.
En la Eucaristía del domingo, día señorial de Jesús, reconocemos al Hijo del hombre resucitado y glorioso, lo bendecimos y lo adoramos como el único Señor y Rey, agradecemos su redención; te pedimos: “VEN SEÑOR JESUS” y, al comerlo sacramentalmente, nos cristificamos recibiendo la gracia para que se haga su voluntad de Dios en la tierra como en el cielo.
*Jesús es el Rey “que da un sentido nuevo a la vida”. Durante el Ángelus, el Papa Francisco afirmó
que Jesús quiere convertirse en nuestro Rey, pero no en un Rey de este mundo,
sino un Rey “que de un sentido nuevo a nuestra vida”.
“Un Rey que, con su palabra, con su ejemplo y con su
vida inmolada en la Cruz, nos ha salvado de la muerte, ha indicado el camino al
hombre perdido, ha dado luz nueva a nuestra existencia marcada por la duda, por
el miedo y por la prueba de cada día”.
El Santo Padre insistió en que “no debemos olvidar que el reino de Jesús no es de este mundo. Él dará un sentido nuevo a nuestra vida, en ocasiones sometida a dura prueba también por nuestros errores y nuestros pecados”. La única condición es “que no sigamos las lógicas del mundo y de sus ‘reyes’” …
“Sí, como dices, soy Rey”. Es evidente a lo largo de
toda su vida que Jesús no tiene ambiciones políticas, prueba de ello es que “tras
la multiplicación de los panes, la gente, entusiasmada por el milagro, quería
proclamarlo rey para que derrotara al poder romana y restableciese el reino de
Israel”.
“Pero, para Jesús, el Reino es otra cosa y no se
alcanza con revueltas, con violencia y con la fuerza de las armas”. Por ese
motivo, cuando el pueblo pretendió nombrarlo rey, “se retiró a la montaña a
rezar”.
De esta manera, “Jesús quiere hacer entender que por encima del poder político hay otro mucho más grande que no se obtiene con medios humanos. Él vino a la tierra para ejercer este poder, que es el amor, dando testimonio de la verdad”.
“Se trata de la verdad divina que, en definitiva, es el mensaje esencial del Evangelio: ‘Dios es amor’ y quiere establecer en el mundo su reino de amor, de justicia y de paz. Este es el Reino del que Jesús es Rey, y que se extiende hasta el final de los tiempos”. *ACIprensa, 25/11/2018.
Credo de Nicea-Constantinopla
Creo
en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible
y lo invisible.
Creo en un solo
Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los
siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por
nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del
Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra
causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y
resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado
a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a, vivos y
muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el
Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que
con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los
profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay
un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los
muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Señor Jesús, te pido que te hagas presente en mi vida, y de forma especial en este momento de oración. Ayúdame a escuchar tu palabra, a interiorizar tu mensaje y a predicar tus enseñanzas con el ejemplo de mi vida cristiana, para ser así, un fiel colaborador en la extensión de tu reino. Amén.
Vigésimo sexto domingo, «No se lo impidan»
Vigésimo séptimo domingo, «Y los dos no serán si no uno sola carne»
Vigésimo octavo domingo, «Jesús nos llama a entregarnos a nosotros mismos»
Vigésimo noveno domingo, «Donación gratuita de uno mismo»
Trigésimo domingo durante el año, «¿Qué quieres que haga por ti?»
Trigésimo primer domingo durante el año, «¿Cuál es el primero de los mandamientos?»
Trigésimo segundo domingo durante el año, «La necesidad del otro le hizo olvidar la propia»
Trigésimo tercer domingo durante el año, «Su luz lo iluminará todo»
Aclaración: Se han consultado para la preparación del siguiente texto: El libro del Pueblo de Dios. Centro Bíblico CELAM. Dominicos.org. J. A. Pagola. Fray Marcos. Donbosco.org.ar. La Orden de los Carmelitas. Hojitas anteriores.
Círculo Bíblico San José
“Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Sal 119