Lecturas del 21-11-10
Segundo Libro de Samuel 5,1-3.
Todas las tribus de Israel se presentaron a David en Hebrón y le dijeron: "¡Nosotros somos de tu misma sangre! Hace ya mucho tiempo, cuando aún teníamos como rey a Saúl, eras tú el que conducía a Israel. Y el Señor te ha dicho: "Tú apacentarás a mi pueblo Israel y tú serás el jefe de Israel".
Todos los ancianos de Israel se presentaron ante el rey en Hebrón. El rey estableció con ellos un pacto en Hebrón, delante del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.
Palabra de Dios.
Salmo 122(121):
R: Vamos con alegría a la Casa del Señor.
¡Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la Casa del Señor"! Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. R
Allí suben las tribus, las tribus del Señor -según es norma en Israel- para celebrar el nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David. R
Carta de San Pablo a los Colosenses 1,12-20.
Hermanos: darán gracias con alegría al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos. Porque él nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados.
El es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de él y para él. El existe antes que todas las cosas y todo subsiste en él.
El es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. El es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud.
Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz. Palabra de Dios.
Evangelio según San Lucas 23,35-43.
El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: "Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!".
También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: "Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!".
Sobre su cabeza había una inscripción: "Este es el rey de los judíos". Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros". Pero el otro lo increpaba, diciéndole: "¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?
Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo". Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino".
Él le respondió: "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso". Palabra del Señor.
Reflexión:
La crucifixión, Jesús Nazareno, Rey
Jesús es condenado a muerte por decirse rey. Así lo pregonan sus acusadores; y así lo reconoce el propio Jesús ante Pilatos. Esa condición de rey está en la inscripción colocada en la cruz. Dicha inscripción contrasta con la situación física del hombre clavado en la cruz, ¿Es ése un rey? ¿De qué reino? Aquel que se presenta como salvador no es capaz de salvarse él mismo, piensan los jefes. Nosotros corremos también el riesgo de no entender, afirmando por ejemplo que Jesús reconoce ser rey de un reino puramente espiritual sin relación con este mundo. Sin embargo, el reino de Dios que Él proclama es una realidad global. En él no hay oposición entre lo espiritual y lo temporal, lo religioso y lo histórico, sino entre poder de dominación y poder de servicio. Jesús no es un rey como los de este mundo; no utiliza el poder en beneficio propio. Él nos enseña que todo poder (político, religioso, intelectual) está al servicio de los oprimidos y desvalidos.
Servir y no dominar es principio inconmovible del reino de Dios. Cuando empleamos el poder recibido –cualquiera que sea- para imponer nuestras ideas, mantener nuestros privilegios y obligar a creer, traicionamos el mensaje de Jesús. Una actitud de servicio supone sensibilidad para escuchar al otro. Jesús clavado en la cruz entre malhechores, despojado de todo, perdonando, escuchando, devolviendo bien por mal, ejerciendo misericordia, es la síntesis y expresión de la buena noticia. Esta es la manifestación y herencia del Mesías. Sólo el amor, sólo el servicio salva a las personas. Sólo el amor, sólo el servicio hace realidad el reino de Dios.
Reacciones ante la crucifixión
El pueblo. El pueblo lo presenciaba ¿Miraba desconcertado, consternado quizá. O tenia curiosidad burlona como los mirones de Lc. 14, 29? Es un espectáculo. Los “reality shows” siempre, entonces y ahora, congregan multitudes ávidas de satisfacer una cierta curiosidad morbosa.
Los jefes. No pueden concebir un Mesías que muere, pues el Mesías de Dios, ha de salvar al pueblo, ni un elegido abandonado de Dios. Por eso, para ellos, sigue siendo un Mesías impostor como tantos otros. Mantienen y fomentan la idea de un mesianismo triunfante.
Los soldados. Los ejecutores del poder romano no pueden comprender a un rey que no hace nada para defenderse. Ellos saben cómo actuaría un verdadero rey, el César.
Un malhechor. Sigue el ejemplo de los dirigentes y de los soldados. Para él, la incapacidad de Jesús para salvarlos muestra su falsedad de su pretensión mesiánica. En todas las burlas, la idea de “salvación” es la de escapar de la muerte física, y la de Mesías, la de alguien con fuerza y poder político como los poderosos de la sociedad.
El otro malhechor. Reconoce la inocencia de Jesús, mientras que él se reconoce culpable. La muerte de Jesús empieza a dar frutos, las puertas del paraíso quedarán abiertas desde ahora de par en par para todos los que le reconocen como rey, sea como fuera su pasado. El reino de Dios (“el paraíso”), no relegado al fin de la historia, se inaugura con la muerte de Jesús, aquí y ahora: “Hoy estarás conmigo”
Las palabras de Jesús en la cruz manifiestan su misericordia y la de Dios, que es uno de los rasgos más resaltados en el evangelio de Lucas. El mensaje de Jesús sobre el amor en la cruz es el momento en que se nos revela más claramente las actitudes para vivir el reino: amor, misericordia, perdón. Los creyentes de la comunidad de Lucas ven en este amor, misericordia y perdón el origen de su vida cristiana, porque nunca es tarde para entrar por el camino del Evangelio. Cualquier día puede ser el “hoy” de la salvación.
La imagen que nos hacemos de Cristo tiene gran importancia, pues condiciona nuestra manera de entender y vivir el Evangelio. De ahí la importancia de tomar conciencia de las posibles manipulaciones y deformaciones, que consciente e inconscientemente, adulteran nuestra fe. Puede que, en lugar de adherirnos a Cristo y escuchar su mensaje, estemos proyectando sobre Jesús nuestros deseos, anhelos y aspiraciones, convirtiendo a Cristo en mero símbolo de nuestra propia ideología al servicio de nuestro interés.
Jesús clavado en la cruz, despojado, perdonando y ofreciendo su vida, es la viva imagen de la desacralización de todo, menos del amor y de la vida. No se puede sacralizar la patria, ni la nación, ni el estado, ni el derecho, ni la democracia, ni la revolución, ni la legalidad, ni la familia, ni a la familia, ni la salud, ni del trabajo,, ni la comunidad, ni la Iglesia…
Pero tampoco podemos burlarnos de ello. Desacralizarlas en el camino recto en nombre de Cristo no es trivializarlas o quitarles el valor, sino descubrirlas y valorarlas en su justa dimensión. Un rey que establece su reino de vida, justicia y paz a base de su propia sangre. Hay en cruz un mensaje que no siempre escuchamos. Al ser humano se le salva derramando por él nuestra propia sangre y no la de otros. Jesús muerto en la cruz, en actitud de respeto total al hombre, nos desenmascara e interpela a todos. Todavía tenemos un largo camino que recorrer.
Pbro. Daniel silva.
Para tener presente: la palabra “paraíso” del versículo 23 en su original griego se usaba para hablar del jardín de Edén. En los tiempos del Señor se la utilizaba para hablar del lugar donde los hijos de Dios viven en paz, armonía y felicidad, hasta que llegue el momento del juicio final, cuando Dios juzgará a todos.
Preguntas para la meditación
v ¿Soy parte de “la gente” que mira como un “simple espectador” cómo crucifican al Señor?
v ¿En qué medida le exijo a Jesús que “demuestre” que es el Mesías?
v ¿Dejo qué Jesús manifieste su ser Mesías y Rey en mi vida?
v ¿Qué puede haber en mí de la reacción caprichosa y mezquina del primer condenado?
v ¿Qué significa, en la situación actual, que Jesús diga: “hoy estarás conmigo en el paraíso”?
Servir y no dominar es principio inconmovible del reino de Dios. Una actitud de servicio supone sensibilidad para escuchar al otro. Jesús clavado en la cruz entre malhechores, despojado de todo, perdonando, escuchando, devolviendo bien por mal, ejerciendo misericordia, es la síntesis y expresión de la buena noticia. Esta es la manifestación y herencia del Mesías:
v ¿Qué lugar ocupa en mi vida, el servicio a los demás y la entrega?
v ¿Descubro a Jesús como “Cristo Rey” desde el servicio y la entrega?
Lectio Divina:
ORACIÓN ¿qué le digo al Señor sobre…?
Este paso de la ORACIÓN puede resultar innecesario, pues uno dirá, ¿acaso que la lectura, no es oración?, ¿acaso que la meditación y la reflexión, no es oración?, ¿y la contemplación…?, naturalmente que todo es oración, y todo es medio para el encuentro con el Señor, pero se coloca este paso que se le llama ORACIÓN, buscando que esa palabra que fue leída y conocida en la LECTURA, que fue profundizada y reflexionada en la MEDITACIÓN, que sirvió de medio para el encuentro de corazón a corazón con el Señor en la CONTEMPLACIÓN, ahora se pretende iluminar nuestra vida personal o comunitaria a la luz de esa Palabra pidiendo la gracia para vivirla, o agradeciendo por el don que ella significa, o alabando al Señor por lo que ha implicado su revelación o su persona.
La ORACIÓN es un recurso que se propone para que a partir de la Palabra se aplique el mensaje que ella transmite a nuestra realidad, buscando identificarnos con el mensaje que transmite y comunica.
Como toda oración y todo encuentro, en sí no hay reglas ni normas fijas. En este paso de la ORACIÓN cada uno, a partir del texto leído, meditado y contemplado le pide, o le agradece al Señor por lo que crea más conveniente. Es actualizar esa Palabra en nuestra vida actual.
Riesgo: Es el divague, es no aplicar la Palabra a la propia vida, a la familia o a la comunidad. El peligro de la ORACIÓN es hacer oraciones tan generales y sobre cualquier cosa, que se aplicarían muy bien a cualquier texto. En cambio aquí lo que se busca es que ese texto reflexionado diga algo a la realidad que estamos viviendo. (Continuará).
CEBIPAL
Oración: P Pio (fragmento)
Déjame reconocerte como lo hicieron tus discípulos en la partición del pan, para que la Comunión Eucarística sea la luz que dispersa la oscuridad, la fuerza que me sostiene, el único gozo de mi corazón.
Quédate conmigo, Señor, porque solamente eres tú a quien Yo busco, tu amor, tu gracia, tu voluntad, tu corazón, tu espíritu, porque Yo te amo y te pido no otra recompensa que amarte más y más.
Con un amor firme, Yo te amaré con todo mi corazón mientras aquí en la tierra y continuaré amándote perfectamente durante toda la eternidad.
Lecturas de la semana:
Lunes 22: Ap. 14, 1-3; Salmo 23; Lucas 21, 1-4.
Martes 23: Ap. 14, 14-19; Salmo 95; Lucas 21, 5-9.
Miércoles 24: Ap. 15, 1-4; Salmo 97; Lucas 21, 10-19.
Jueves 25: Ap. 18, 1-2.21-23;19,1-3.9a Salmo 99; Lucas 21, 20-28.
Viernes 26: Ap. 20,1-4. 11—21, 2; Salmo 83; Lucas 21, 29-33.
Sábado 27: Ap. 21, 2;22,1-7; Salmo 94; Lucas 21, 34-36.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación del presente: El libro del Pueblo de Dios. Lectionautas.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785
Te esperamos los sábados 15:30 h.
Para Compartir la lectura y meditación de la Biblia, en la Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Dominico.
Círculo Bíblico San José
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