Vigésimo
segundo domingo
durante
el año
Lecturas 1-09-19, Ciclo C
” Ven Espíritu Santo”
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis
ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus
enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para
que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la
Verdad completa. Amén
Eclesiástico 3,
17-18. 20. 28-29
Hijo mío, realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a Dios. Cuanto más grande seas, más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor, porque el poder del Señor es grande y él es glorificado por los humildes. No hay remedio para el mal del orgulloso, porque una planta maligna ha echado raíces en él. El corazón inteligente medita los proverbios y el sabio desea tener un oído atento. Palabra de Dios.
Hijo mío, realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a Dios. Cuanto más grande seas, más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor, porque el poder del Señor es grande y él es glorificado por los humildes. No hay remedio para el mal del orgulloso, porque una planta maligna ha echado raíces en él. El corazón inteligente medita los proverbios y el sabio desea tener un oído atento. Palabra de Dios.
Salmo 67, R. Señor, tu eres bueno con los pobres.
Los justos se regocijan, gritan de gozo delante del
Señor y se llenan de alegría. ¡Canten al Señor, entonen un himno a su
Nombre! Su Nombre es «el Señor.» R.
El Señor en su santa Morada es padre de los huérfanos
y defensor de las viudas: él instala en su hogar a los solitarios y
hace salir con felicidad a los cautivos. R.
Tú derramaste una lluvia generosa, Señor: tu
herencia estaba exhausta y tú la reconfortaste; allí se estableció tu
familia, y tú, Señor, la afianzarás por tu bondad para con el pobre R
Carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24
Hermanos: Ustedes, en efecto, no se han acercado a algo tangible: fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, tempestad, sonido de trompeta, y un estruendo tal de palabras, que aquellos que lo escuchaban no quisieron que se les siguiera hablando.
Ustedes, en cambio, se han acercado a la montaña de Sión, a la Ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, a una multitud de ángeles, a una fiesta solemne, a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a Dios, que es el Juez del universo, y a los espíritus de los justos que ya han llegado a la perfección, a Jesús, el mediador de la Nueva Alianza y a la sangre purificadora que habla más elocuentemente que la de Abel.
Palabra de
Dios.
Evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: «Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.»
Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!» Palabra del Señor.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: «Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.»
Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!» Palabra del Señor.
Reflexión:
Jesús lleva
a repensar la vida. Un buen maestro siempre está enseñando. Como lo hemos
venido notando en nuestra lectura del evangelio de Lucas en los domingos
anteriores, Jesús en su camino hacia Jerusalén encontró en las diversas
circunstancias de la vida cotidiana, la posibilidad de transmitir sus
enseñanzas.
Lo importante
es que, al interior de cada una de las esferas de la vida humana, Jesús va
introduciendo la semilla del Reino que genera una verdadera revolución en las
maneras de pensar y en los hábitos del comportamiento ya previamente
establecidas por la cultura en sus diversos ámbitos. Jesús nos lleva a
repensar la vida, no con simples frases de afecto sino con meditaciones
profundas sobre la vida. Jesús entra en la vida cotidiana ya configurada por
cada persona y su sociedad, cuestiona y propone. Y en esta dinámica hace
emerger de dentro de las conciencias desnudas la fuerza renovadora del Reino,
mano creadora de su Padre en medio del mundo, y del impulso arrollador del
Espíritu de amor que moldea la vida según el querer de Dios.
El contexto.
Un fariseo invita a Jesús a comer. Los judíos hacían los sábados una comida
especial a medio día, al terminar la reunión en la sinagoga. Aprovechaban la
ocasión para invitar a alguna persona importante y así presumir ante los demás
invitados. Jesús era ya una persona muy conocida y discutida. Seguramente la
intención de esa invitación era comprometerle ante los demás invitados. Como
aperitivo, Jesús cura a un enfermo de hidropesía, con lo cual ya se está ganando
la oposición general (era sábado).
En el texto encontramos dos parábolas. Una se refiere
al invitado, otra al anfitrión. Se trata de la relación que inicias tú y la que
inicia el otro contigo. En la primera no se trata de un consejo para tener
éxito, pero toma ejemplo de un sentimiento generalizado para apoyar una visión
más profunda de la humildad. Jesús aconseja no buscar los honores y el
prestigio ante los demás como medio de hacerse valer. Condena toda vanagloria
por contraria a su mensaje. El texto conecta con el final del domingo pasado: Hay
últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.
La segunda encierra un matiz diferente. No quiere
decir Jesús que hagamos mal cuando invitamos a familiares o amigos. Esa actitud
no es signo del amor evangélico. El amor que nos pide Jesús tiene que ir más
allá del puro instinto, del interés. La demostración de que se ha entrado en la
dinámica del Reino está en que se busca el bien de los demás sin esperar nada a
cambio.
En ambos casos, Jesús nos propone una manera distinta
de entender las relaciones humanas. Jesús trastoca comportamientos que tenemos
por normales, para entrar en una dinámica nueva, que nos debe llevar a cambiar
la escala de valores del mundo. Ser cristiano es, sencillamente, ser diferente.
No se trata de renunciar a ser el primero. Todo lo contrario, se trata de
asegurar el primer puesto en el Reino, buscando el bien de la persona y no solo
de la parte biológica. “El que quiera ser primero que sea el último y el
servidor de todos”. Jesús no critica que queramos ser los primeros, lo que
rechaza es la manera de conseguirlo.
Una observación: “Los
invitados elegían los primeros puestos”. ¿Qué hay detrás de este
comportamiento? Una de las necesidades humanas es la estima. Esto se
percibe en la aspiración al reconocimiento. El problema es cuando se busca ser
superiores a los demás, tener posiciones más altas, estar más adelante. Esto
último es lo que Jesús ve en los comensales de aquella mesa: quieren los
puestos más visibles (a la cabecera de la mesa), los que indican superioridad.
Esto que
sucede en las comidas formales también sucede en la convivencia humana y en
todos los estratos sociales. No es fácil reconocerles a las otras personas
nuestros mismos derechos y nuestro mismo valor. En esta feria de las vanidades,
aparece el deseo de la afirmación personal mediante la comparación: lo nuestro
es superior o mejor que lo de los otros. De esta comparación proviene un
criterio errado de valoración.
Bajo la
mirada de Dios: De ahí que el verdadero lugar del hombre es el que
ocupa ante Dios y no el que puede ganar esforzándose en su propia promoción.
Lo mismo
vale para las relaciones entre nosotros. Hay que evitar la autopromoción y más
bien actuar desde la humildad, no nos corresponde a nosotros sino a los otros
la promoción. La última palabra sobre el valor de las personas la tiene
Dios. Esto ya lo había dicho María en el Magníficat: “Derribó a los potentados
de sus tronos y exaltó a los humildes” (Lc. 1,52).
Todas estas
actitudes provienen del fondo del corazón, por eso se retoma como conclusión de
la parábola de la oración del fariseo y el publicano: “Todo el que se eleve
será humillado; y el que se humille será elevado”.
Humanizar
la vida. Sin excluir. Una vez más, Jesús se esfuerza por
humanizar la vida rompiendo, si hace falta, esquemas y criterios de actuación
que nos pueden parecer muy respetables, pero que, en el fondo, están indicando
nuestra resistencia a construir ese mundo más humano y fraterno, querido
por Dios.
De ordinario, vivimos instalados en un círculo de relaciones familiares, sociales, políticas o religiosas con las que nos ayudamos mutuamente a cuidar de nuestros intereses dejando fuera a quienes nada nos pueden aportar. Invitamos a nuestra vida a los que, a su vez, nos pueden invitar. Eso es todo.
De ordinario, vivimos instalados en un círculo de relaciones familiares, sociales, políticas o religiosas con las que nos ayudamos mutuamente a cuidar de nuestros intereses dejando fuera a quienes nada nos pueden aportar. Invitamos a nuestra vida a los que, a su vez, nos pueden invitar. Eso es todo.
Somos esclavos de relaciones
interesadas, y a veces no somos conscientes de que nuestro bienestar solo se
sostiene no excluyendo a quienes más necesitan de nuestra solidaridad,
para poder vivir. Hemos de escuchar los
gritos evangélicos del Papa Francisco en la pequeña isla de
Lampedusa: “La cultura del bienestar nos hace insensibles a los gritos de
los demás”. “Hemos caído en la globalización de la indiferencia”. “Hemos
perdido el sentido de la responsabilidad”.
Los
seguidores de Jesús hemos de recordar que abrir caminos al Reino de Dios no
consiste en construir una sociedad más religiosa o en promover un sistema
político alternativo a otros también posibles, sino, ante todo, en generar
y desarrollar unas relaciones más humanas que hagan posible unas
condiciones de vida digna para todos empezando por los últimos.
Hay que
vencer el exclusivismo y los prejuicios, el corazón debe ensancharse para darle
espacio a todos, especialmente a los desfavorecidos, los abandonados, los que
sufren, y acogerlos con amor, haciéndolos parte de nuestra propia vida.
Esta es la comunión
que anticipa el modo de vivir definitivo en la resurrección.
“Jesús
misericordioso en vos confío” Amén
Septiembre Mes de la Biblia
¿Dónde nos podemos encontrar
hoy con Dios?
Para el
cristiano la persona de Jesucristo es el centro que da sentido a su vida. Ya es
común recordar la frase del Santo Padre en Aparecida: “No se comienza a ser
cristiano, nos decía, por una decisión ética o una gran idea, sino por el
encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da nuevo horizonte a la vida
y, con ello, una orientación decisiva” (Ap. 243). Ahora bien, la pregunta
importante es saber:
¿Dónde me
encuentro hoy con Jesucristo?
Esta
pregunta nos permite descubrir uno de los modos que él ha elegido para
permanecer con nosotros, su Palabra, que es la Palabra de Dios.
Esta
presencia de Jesucristo a través de su Palabra no tiene sólo un contenido
doctrinal, sino que es para nosotros un acontecimiento que nos permite hoy
entrar en comunión viva con él. La Biblia no es un libro del pasado,
algo histórico, sino un acontecimiento que se hace presencia para quién la lee
con un corazón abierto, este es el principio de la fe.
"Ojalá Jesús te vaya marcando el camino para encontrarte
con quien necesita más. Tu corazón, cuando te encuentres con aquél que más
necesita, se va a empezar a agrandar, agrandar, agrandar, porque el encuentro
multiplica la capacidad del amor, agranda el corazón".
¿Cuál te parece que se portó como prójimo del
hombre necesitado? (15°
domingo)
(16°
domingo)
“Señor
enséñanos a orar”(17°
domingo)
“La espera vigilante del
discípulo”
(19° domingo)
(20° domingo)
(21° domingo)
Aclaración: Se han utilizado para la preparación
de las reflexiones: Misioneros
Oblatos. J.
A. Pagola. Fray marcos.
Círculo
Bíblico San José
“Tu palabra es una lámpara a mis pies
y una luz en mi camino” Sal 119
y una luz en mi camino” Sal 119
Te esperamos todos los
sábados a las 16 hs para compartir y reflexionar el evangelio
de cada semana.