Lecturas del 15-04-12
Tiempo de Pascua de Resurrección
”– Ciclo B –
« ¡La paz esté con ustedes!...
¡Señor mío y Dios mío!»
Hechos de los Apóstoles 4, 32-35
La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos.
Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima.
Ninguno padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades.
Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima.
Ninguno padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades.
Palabra de Dios.
Sal 117
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor!
Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor! Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor! Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor! R.
«La mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas.» No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor. El Señor me castigó duramente, pero no me entregó a la muerte. R.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. R.
Primera carta del apóstol san Juan 5, 1-6
Queridos hermanos: El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él. La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre. Y el Espíritu da testimonio porque el Espíritu es la verdad. Palabra de Dios.
El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre. Y el Espíritu da testimonio porque el Espíritu es la verdad. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según san Juan 20, 19-31
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: « ¡La paz esté con ustedes!»
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: « ¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes.»
Jesús les dijo de nuevo: « ¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes.»
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.»
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: « ¡Hemos visto al Señor!»
El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré.»
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: « ¡La paz esté con ustedes!»
Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.»
Tomás respondió: « ¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!»
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: « ¡Hemos visto al Señor!»
El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré.»
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: « ¡La paz esté con ustedes!»
Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.»
Tomás respondió: « ¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!»
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Palabra del Señor.
Reflexión
Seguimos en tiempo de Pascua, celebrando la Resurrección del Señor, la fiesta que alcanza la cumbre de nuestra fe de cristianos, las tres lecturas de la misa de hoy nos presentan hechos y acontecimientos vividos por la primera comunidad de la Iglesia, inmediatamente después de la Resurrección de Jesús de entre los muertos.
Nuestra misión es ser testigo de Cristo resucitado. En la primera parte del evangelio vemos otra vez la realidad de la oscuridad-tiniebla tan presente en el Evangelio de Juan. Es de noche y los discípulos se reúnen con las puertas bien cerradas por temor a los judíos. En este contexto irrumpe Jesús dando el saludo tradicional de bendición y paz. No se trata de un simple saludo “protocolar”, formal o de un deseo para los destinatarios. Jesús como Mesías Resucitado realmente les da a sus discípulos la bendición y la paz para sus vidas.
Luego de esto realiza un gesto llamativo: muestra sus heridas. ¿Por qué hace esto Jesús? Quiere marcar con claridad que es Él mismo, que no es un “fantasma”. Hay continuidad entre el Jesús de la historia y el Cristo resucitado. Es la misma persona que ahora está plenamente glorificado. Repite el saludo mesiánico y con la fuerza de la Pascua envía a sus discípulos a la misión. Así como Él fue enviado por el Padre, ahora Cristo envía a los suyos para que continúen su misión en el mundo. Para cumplir la misión necesitarán una fuerza especial: la del Espíritu Santo. El Señor “sopla” y reciben el Espíritu.
Para mucha gente hoy es como si Cristo estuviera muerto, porque apenas significa algo para ellos. Casi no cuenta en sus vidas. Y esta gente necesita recibir la buena noticia de la resurrección del Señor. Nos toca a nosotros dar el mismo testimonio que dieron los apóstoles y los primeros discípulos. De esto surge una pregunta ¿nuestra fe en Cristo resucitado, nos impulsa a pregonar a nosotros también que el Señor hoy vive?”
Experiencia de Cristo. En la segunda parte del relato aparece en escena Tomás. Este discípulo no estaba con los otros cuando se apareció el Señor por primera vez. Cuando sus hermanos le cuentan que han visto al Señor, Él los desafía diciendo que no creerá nada hasta que vea “físicamente” o haga “experiencia sensible” de la resurrección del Señor.
A la semana siguiente Jesús se aparece y Tomás está con los hermanos en la comunidad. El Señor responde al desafío de Tomás invitándolo a ver y tocar directamente las heridas del Resucitado. También lo incita a ser un hombre de fe: a no dudar y creer. Lo interesante es que Tomás ante el misterio de Dios que redescubre en su vida, va a hacer profesión de fe diciendo esa frase tan profunda “Señor mío y Dios mío”, que nosotros hoy la hemos nuestra en cada celebración eucarística.
Tomás hizo una experiencia maravillosa: “logró tocar a Cristo”, logró sentirlo cerca de su propia vida, cerca de sus afanes, cerca de su misión. Tomás comprendió que aquél que estaba de frente a Él, no era un simple hombre: era el Verbo de Dios encarnado. Era Cristo mismo que había resucitado y no moría más. Evidentemente esta experiencia es necesaria para asumir un compromiso cristiano: quien no comprende quién es Cristo y qué ha hecho por él, no puede comprometerse realmente. Su fe será siempre una cuestión periférica. Pero quien se sabe salvado de la muerte eterna, de la “segunda muerte”, de la perdición eterna, no se puede sino “cantar las misericordias de Dios” que nos amó cuando éramos pecadores y nos envió a su Hijo para que nos mostrara el camino de la salvación. Y así, Tomás no pudo quedar igual después de la experiencia de Cristo. Salió como un apóstol convencido, salió del cenáculo para anunciar a Cristo Resucitado a sus hermanos.
Vivir de Su Presencia (1). - El relato de Juan no puede ser más sugerente e interpelador. Sólo cuando ven a Jesús resucitado en medio de ellos, el grupo de discípulos se transforma.
Vivir de Su Presencia (1). - El relato de Juan no puede ser más sugerente e interpelador. Sólo cuando ven a Jesús resucitado en medio de ellos, el grupo de discípulos se transforma.
Recuperan la paz, desaparecen sus miedos, se llenan de una alegría desconocida, notan el aliento de Jesús sobre ellos y abren las puertas porque se sienten enviados a vivir la misma misión que él había recibido del Padre.
Cuando estamos en crisis, los miedos y falta de vigor espiritual tienen su origen, con frecuencia, en que la idea de la resurrección de Jesús y de su presencia en medio de nosotros es más una doctrina pensada y predicada, que una experiencia vivida.
Cuando estamos en crisis, los miedos y falta de vigor espiritual tienen su origen, con frecuencia, en que la idea de la resurrección de Jesús y de su presencia en medio de nosotros es más una doctrina pensada y predicada, que una experiencia vivida.
Cristo resucitado está en el centro de la Iglesia, pero su presencia viva no está arraigada en nosotros, no está incorporada a la sustancia de nuestras comunidades, no nutre de ordinario nuestros proyectos. Tras veinte siglos de cristianismo, Jesús no es conocido ni comprendido en su originalidad. No es amado ni seguido como lo fue por sus discípulos y discípulas.
Se nota enseguida cuando un grupo o una comunidad cristiana se siente como habitada por esa presencia invisible, pero real y activa de Cristo resucitado. No se contentan con seguir rutinariamente las directrices que regulan la vida eclesial. Poseen una sensibilidad especial para escuchar, buscar, recordar y aplicar el Evangelio de Jesús. Son los espacios más sanos y vivos de la Iglesia.
Se nota enseguida cuando un grupo o una comunidad cristiana se siente como habitada por esa presencia invisible, pero real y activa de Cristo resucitado. No se contentan con seguir rutinariamente las directrices que regulan la vida eclesial. Poseen una sensibilidad especial para escuchar, buscar, recordar y aplicar el Evangelio de Jesús. Son los espacios más sanos y vivos de la Iglesia.
Nada ni nadie nos puede aportar hoy la fuerza, la alegría y la creatividad que necesitamos para enfrentarnos a una crisis, como puede hacerlo la presencia viva de Cristo resucitado. Privados de su vigor espiritual, no saldremos de nuestra pasividad casi innata, continuaremos con las puertas cerradas al mundo moderno, seguiremos haciendo «lo mandado», sin alegría ni convicción.
Hemos de reaccionar. Necesitamos de Jesús su presencia viva, recordar en toda ocasión sus criterios y su Espíritu, repensar constantemente su vida, dejarle ser el inspirador de nuestra acción. Él nos puede transmitir más luz y más fuerza que nadie. Él está en medio de nosotros comunicándonos su paz, su alegría y su Espíritu-
Amén.
El que tiene fe, ha vencido al mundo. La fe incrédula de Tomás y su paso a una confesión magnífica de la divinidad del Señor, “fe en Jesús resucitado” va ser el camino de todos los que formamos el pueblo de Dios. Los hechos de los apóstoles nos narran el ambiente de la primera comunidad cristiana. Una comunidad donde había comunión de pensamientos y sentimientos, “Un solo corazón y una sola alma”,una comunidad donde había una íntima preferencia por el prójimo y, sobre todo, una comunidad que daba testimonio de la Resurrección del Señor.
La primera lectura de san Juan escrita hacia el final del primer siglo, cuando ya la comunidad cristiana había atravesado por diversas y dolorosas pruebas, hace presente que “quien ha nacido de Dios”, es decir, el que tiene fe, ha vencido al mundo. Para vencer al mundo hay que creer en el Hijo de Dios.
Para iluminar nuestra reflexión podemos tomar un texto del Documento de Aparecida 18:
Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado. Con los ojos iluminados por la luz de Jesucristo Resucitado, podemos y queremos contemplar al mundo, a la historia, a nuestros pueblos y a cada una de sus personas.
Está presente la fe en Jesucristo, el seguimiento, la misión de contar a los demás… todo bajo la luz del Resucitado.Oración de San Francisco de Asís:
Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado. Con los ojos iluminados por la luz de Jesucristo Resucitado, podemos y queremos contemplar al mundo, a la historia, a nuestros pueblos y a cada una de sus personas.
Está presente la fe en Jesucristo, el seguimiento, la misión de contar a los demás… todo bajo la luz del Resucitado.Oración de San Francisco de Asís:
Señor, haz de mí, un instrumento de tu paz.
Allí donde haya odio que yo ponga amor;
Allí donde haya discordia que yo ponga unión;
Allí donde haya error que yo ponga verdad;
Allí donde haya duda que yo ponga fe;
Allí donde haya desesperación que yo ponga esperanza;
Allí donde haya tinieblas que yo ponga luz;
Allí donde haya odio que yo ponga amor;
Allí donde haya discordia que yo ponga unión;
Allí donde haya error que yo ponga verdad;
Allí donde haya duda que yo ponga fe;
Allí donde haya desesperación que yo ponga esperanza;
Allí donde haya tinieblas que yo ponga luz;
Allí donde haya tristeza que yo ponga alegría.
Que no me empeñe tanto en ser consolado como en consolar; en ser comprendido como en comprender; en ser amado como en amar. Porque dando se recibe, olvidando se encuentra, perdonando se es perdonado, muriendo, se resucita a la Vida.
Quédate conmigo, esta noche, Jesús, en la vida con todos los peligros, yo te necesito. Déjame reconocerte como lo hicieron tus discípulos en la partición del pan, para que la Comunión Eucarística sea la luz que dispersa la oscuridad, la fuerza que me sostiene, el único gozo de mi corazón.
Amén. P. Pío
Lecturas de la Semana
Lunes 16: Hech. 4, 23-31; Sal 2, Jn. 3, 1-8.
Martes 17: Hech. 4, 32-37; Sal 92; Jn. 3, 7b-15.
Miércoles 18: Hech. 5, 17-26; Sal 33; Jn. 3, 16-21.
Jueves 19: Hech. 5, 27-33; Sal 33; Jn. 3, 31-36.
Viernes 20: Hech. 5, 34-42; Sal 26; Jn. 6, 1-15.
Sábado 21: Hech. 1, 12-14; Sal Lc. 1, 46-55; Lc. 1,26-38.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las lecturas: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. Lectionautas CEBIPAL/CELAM – Sociedades Bíblicas Unidas. (1) José A Pagola.
Círculo Peregrino: queremos compartir con vos la Palabra del Señor, por eso podemos ir a tu casa a visitarte a vos o algún familiar enfermo.
Lectio Divina: También podes venir para compartirla el primer sábado de cada mes a las 17 hs. en:
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Domínico.