Lecturas del 15/02/09 –Ciclo B–
6° domingo durante el año
“Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó”
Lectura libro del Levítico 13, 1-2. 45-46
El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
Cuando aparezca en la piel de una persona una hinchazón, una erupción o una mancha lustrosa, que hacen previsible un caso de lepra, la persona será llevada al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos, los sacerdotes. La persona afectada de lepra llevará la ropa desgarrada y los cabellos sueltos; se cubrirá hasta la boca e irá gritando: «¡Impuro, impuro!».
Será impuro mientras dure su afección. Por ser impuro, vivirá apartado y su morada estará fuera del campamento. Palabra de Dios.
Salmo 31
R. Señor, tú eres mi refugio,
y me colmas con la alegría de la salvación.
¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado y liberado de su falta! ¡Feliz el hombre a quien el Señor no le tiene en cuenta las culpas, y en cuyo espíritu no hay doblez! R.
Pero yo reconocí mi pecado, no te escondí mi culpa, pensando: «Confesaré mis faltas al Señor.» ¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado! R.
¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos! ¡Canten jubilosos los rectos de corazón! R.
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los cristianos de Corinto 10, 31--11, 1
Hermanos: En resumen, sea que ustedes coman, sea que beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios. No sean motivo de escándalo ni para los judíos ni para los paganos ni tampoco para la Iglesia de Dios. Hagan como yo, que me esfuerzo por complacer a todos en todas las cosas, no buscando mi interés personal, sino el del mayor número, para que puedan salvarse. Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el ejemplo de Cristo. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según San Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo: Se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme.» Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado.»
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: «No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.»
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes. Palabra del Señor.
Reflexión
Jesús, en medio de su misión se encuentra con un leproso, un hombre arriesgado, que se atreve a romper una norma que lo obligaba a permanecer alejado de la ciudad. Esta norma es la que nos recuerda la primera lectura, del Levítico, en la tradición judía la enfermedad era interpretada como una maldición divina, un castigo, una consecuencia del pecado de la persona enferma, o de su familia. La lepra común, por su contagio, estaba regulada por una rígida normativa que excluía a la persona afectada de la vida social, para evitar el contagio. (Ha durado muchos siglos la falsa creencia de que la lepra fuese tan fácilmente contagiable). Los sacerdotes tenían la función de examinar las llagas del enfermo, y en caso de diagnosticarlas efectivamente como síntomas de la presencia de lepra, la persona era declarada impura, con lo que resultaba condenada a salir de la población, a comenzar a vivir en soledad, a malvivir indignamente, gritando por los caminos «¡impuro, impuro!» para evitar encontrarse con personas sanas a las que poder contagiar. En realidad, todo el sistema normativo religioso generaba una permanente exclusión de las personas por motivos de sexo, salud, condición social, edad, religión, nacionalidad. El pobre “leproso” cargaba, por el hecho de serlo, con tres grandes dificultades que lo convertían en un marginado y excluido por excelencia:
• En primer lugar la enfermedad en sí: molesta, desagradable, crónica, dolorosa y, en algunos casos, mortal.
• En segundo lugar la expulsión de la familia y de la comunidad por motivos de contagio. Se obligaba a los enfermos de lepra a vivir fuera de las aldeas con algún cencerro o elemento sonante que indicara de lejos su presencia para que nadie “sano” se acercara.
• En tercer lugar la impureza ritual y religiosa que no le permitía rendir culto a Dios. La declaración de impureza ritual ubicaba al leproso como fruto del pecado. Por algún trasfondo religioso muy primitivo asociado a la superstición, se identificaba automática y fácilmente enfermedad-pecado como contrapuesto a salud-santidad. En definitiva el “leproso” se sentía rechazado por Dios, por su familia y por la comunidad.
Este hombre, cansado de su condición, se acerca a Jesús y se arrodilla, poniendo en él toda su confianza: «Si quieres, puedes limpiarme». Jesús, se compadece y lo toca, rompiendo no sólo una costumbre, sino una norma religiosa sumamente rígida. Jesús se salta la ley que margina y excluye a la persona. Jesús pone a la persona por encima de la ley, incluso de la ley religiosa. La religión de Jesús no está contra la vida, sino, al contrario, pone en el centro la vida de las personas.
Es increíble que Jesús toque al leproso rompiendo todas las prescripciones de la ley (cfr. por ejemplo Lev 13-14). Jesús deja que un impuro llegue hasta Él. El Señor “toca” al “intocable” y lejos de quedar contaminado o enfermo comunica su propia pureza sanándolo (literalmente purificándolo o limpiándolo). Se manifiesta así el poder de Dios.
Es interesante que Jesús envíe a los sacerdotes para ratificar la sanación. Con la misma autoridad que lo curó ahora lo envía para presentarse ante las autoridades religiosas como ordena la Ley. De esta forma el Señor manifiesta dos cosas: en primer lugar que tiene el poder de curar a los enfermos; en segundo lugar que perciban como no elimina la ley sino que la hace cumplir en su sentido originario.
A la luz de todo el relato podemos ver con claridad que más que el milagro de curación en sí lo que a Jesús le interesa, y el evangelista marca con claridad, es el cambio de situación religiosa de aquel que era considerado impuro.
El leproso representa en definitiva a la humanidad alejada de Dios y en situación de impureza.
Para tener presente: Puede llamar la atención la insistencia de Jesús, en este y en otros relatos de milagro relatados en Marcos, con respecto a la orden que da, de no contar a nadie lo que ha sucedido. Esta “cuestión” ha sido llamada por los estudiosos de la Biblia como “secreto mesiánico”. Tiene por objeto dejar en claro qué tipo de mesianismo Jesús encarna: no se trata de un mesías político-social de tipo terreno que viene a liberar al pueblo del poder romano sino del mesías escatológico que viene a liberar al pueblo de todos los males. El mesianismo de Jesús no será de tipo glorioso, ni vendrá a restaurar la dinastía davídica nuevamente en la tierra; el mesianismo de Jesús es un mesianismo “sufriente” que pasa necesariamente por la cruz y el anonadamiento.
Pero este hombre no hace caso de tal secreto, rompe el silencio, y se pone a pregonar con entusiasmo su experiencia de liberación, toma la decisión autónoma de divulgar la Buena Noticia. Esto hace que Jesús no pueda ya presentarse en público en las ciudades sino en los lugares apartados, pues al asumir la causa de los excluidos, Jesús se convierte en un excluido más. Sin embargo, allí a las afueras, está brotando la nueva vida y quienes logran descubrirlo van también allí a buscar a Jesús.
Es una página recurrente en los evangelios: Jesús cura, sana a los enfermos. No sólo predica, sino que cura. Palabras y hechos. Anuncio y construcción. Teoría y praxis. Liberación integral: espiritual y corporal. Y ésa es su religión: el amor, el amor liberador, está por encima de toda ley. La ley consiste precisamente en amar y liberar, por encima de todo.
Preguntas para la meditación: ¿qué me dice?
En el evangelio vemos como una persona cansada de su situación se le acerca a Jesús para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes purificarme». Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado».
¿Percibo con claridad que hoy Jesús tiene compasión de mí y de mis enfermedades?
¿Cuáles son hoy mis “lepras”? ¿Cuáles son las “lepras” de las familias, de los jóvenes, de nuestro ambiente y de la sociedad?
¿Le ofrezco a Jesús mis “lepras” para que Él extienda su mano y me toque con su gracia y poder?
¿Percibo que además del milagro de curación en sí lo que a Jesús le interesa es el cambio de mi situación espiritual, antes y después de encontrarme con Él?
“Jesús lo despidió, advirtiéndole, no le digas nada a nadie lo sucedido” Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido.
¿Doy testimonio en mis ambientes de mi experiencia de sanación y de los cambios en mi vida que ha realizado el Señor?
Oración: PREFACIO COMÚN VIII Jesús, Buen Samaritano:
V. El Señor esté con ustedes
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.
También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado. Por eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria.
¿Cómo interiorizo el mensaje?
Con la humildad del leproso sanado podemos repetir pausadamente, para suscitar un momento de contemplación, los cuatro verbos que de una u otra forma expresan lo que Jesús hace en este hombre:
Señor tu puedes sanarme…
Señor tu puedes curarme…
Señor tu puedes limpiarme…
Señor tu puedes purificarme…
Lecturas de la semana:
LUNES 16: Génesis 4, 1-15.25; Salmo 49; Marcos 8, 11-13.
MARTES 17: Génesis 6, 5-8;7, 1-5.10; Salmo 28; Marcos 8, 14-21.
MIERCOLES 18: Génesis 8, 6-13.20-22; Salmo 115; Marcos 8, 22-26.
JUEVES 19: Génesis 9, 1-13; Salmo 101; Marcos 8, 27-33.
VIERNES 20: Génesis 11, 1-9; Salmo 32; Marcos 8, 34—9,1.
SABADO 21: Hechos 11, 1-7; Salmo 144; Marcos 9, 2-13.
Catecismo: Jesús escucha la oración.
2616 La oración a Jesús ya ha sido escuchada por él durante su ministerio, a través de los signos que anticipan el poder de su muerte y de su resurrección: Jesús escucha la oración de fe expresada en palabras (el leproso: cf Mc 1, 40-41; Jairo: cf Mc 5, 36; la cananea: cf Mc 7, 29; el buen ladrón: cf Lc 23, 39-43), o en silencio (los portadores del paralítico: cf Mc 2, 5; la hemorroísa que toca su vestido: cf Mc 5, 28; las lágrimas y el perfume de la pecadora: cf Lc 7, 37-38). La petición apremiante de los ciegos: "¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!" (Mt 9, 27) o "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" (Mc 10, 48) ha sido recogida en la tradición de la Oración a Jesús: "¡Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ten piedad de mí!" Curando enfermedades o perdonando pecados, Jesús siempre responde a la plegaria que le suplican con fe: "Ve en paz, ¡tu fe te ha salvado!".
San Agustín resume admirablemente las tres dimensiones de la oración de Jesús: "Ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a Él dirige nuestra oración como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en Él nuestras voces; y la voz de Él, en nosotros", Sal 85, 1; cf IGLH 7).
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y Maria, Catholic.net, Homilia.com. “Claves de Lectio Divina” Proyecto Lectionautas CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BIBLICAS NIDAS Pbro. Lic. Gabriel MESTRE, Hno. Ricardo Grzona, frp.
Te esperamos los sábados 17:30 h.
para leer la Biblia en la Parroquia San José: Brandsen 4970 Villa Dominico
Círculo Bíblico San José miencuentroconjesus@yahoo.com.ar
¡Con su Palabra, Jesús se nos revela y sale a nuestro encuentro, para que experimentemos al Dios de la vida!
Intención para la evangelización ‐
Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia
El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.
"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"
"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8.
No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía.
Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.
Del libro de la Sabiduría 6, 12-16
Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean.
El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes.
La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.
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