¡Te
seguiré donde vayas!
Lecturas del 26 - 06 –
16, – Ciclo C –
Primer Libro de los Reyes 19,16b.19-21
El Señor dijo a Elías: “A Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, lo ungirás profeta en lugar de ti”. Elías partió de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él había doce yuntas de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó cerca de él y le echó encima su manto. Eliseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y dijo: "Déjame besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré". Elías le respondió: "Sí, puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?"
Eliseo dio media vuelta, tomó la yunta de bueyes y los inmoló. Luego, con los arneses de los bueyes, asó la carne y se la dio a su gente para que comieran. Después partió, fue detrás de Elías y se puso a su servicio. Palabra de Dios.
El Señor dijo a Elías: “A Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, lo ungirás profeta en lugar de ti”. Elías partió de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él había doce yuntas de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó cerca de él y le echó encima su manto. Eliseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y dijo: "Déjame besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré". Elías le respondió: "Sí, puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?"
Eliseo dio media vuelta, tomó la yunta de bueyes y los inmoló. Luego, con los arneses de los bueyes, asó la carne y se la dio a su gente para que comieran. Después partió, fue detrás de Elías y se puso a su servicio. Palabra de Dios.
Salmo 16, R: Señor, tú eres la parte de mi herencia
Protégeme,
Dios mío, porque me refugio en ti. Yo digo al Señor: "Señor, tú eres mi
bien, no hay nada superior a ti". El Señor es la parte de mi herencia y mi
cáliz, ¡tú decides mi suerte! R
Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia Tengo siempre presente al Señor: él está a mi lado, nunca vacilaré. R
Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarásla Muerte ni dejarás que tu
amigo vea el sepulcro. R
Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha. R
Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia Tengo siempre presente al Señor: él está a mi lado, nunca vacilaré. R
Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarás
Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha. R
Carta de San Pablo a los gálatas 5,1.13-18
Hermanos:
Esta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de
nuevo bajo el yugo de la esclavitud.
Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad, pero procuren que esta libertad no sea un pretexto para satisfacer los deseos carnales: háganse más bien servidores los unos de los otros, por medio del amor.
Porque todala Ley
está resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. Pero si ustedes se están mordiendo y devorando mutuamente, tengan
cuidado porque terminarán destruyéndose los unos a los otros.
Yo los exhortos a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de la carne.
Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad, pero procuren que esta libertad no sea un pretexto para satisfacer los deseos carnales: háganse más bien servidores los unos de los otros, por medio del amor.
Porque toda
Yo los exhortos a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de la carne.
Porque
la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos luchan
entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren. Pero si
están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley. Palabra de Dios
Evangelio según
San Lucas 9,51-62
Cuando
estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó
decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron
y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento.
Pero
no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?".
Pero él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te seguiré adonde vayas!". Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".
Y dijo a otro: "Sígueme". El respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre". Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios".
Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos".
Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios". Palabra del Señor.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?".
Pero él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te seguiré adonde vayas!". Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".
Y dijo a otro: "Sígueme". El respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre". Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios".
Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos".
Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios". Palabra del Señor.
Dios nuestro,
Padre de la luz, envía ahora tu Espíritu sobre nosotros: Que Él nos dé un
corazón oyente (1 Re 3,9),
nos permita
encontrarte en tus Santas Escrituras y engendre tu Verbo en nosotros.
Que levante el
velo de nuestros ojos (2 Cor 3,12-16), nos conduzca a la Verdad Completa
(Jn 16,13), y nos dé inteligencia y perseverancia.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Él sea
bendito y alabado por los siglos de los siglos. Amén
Reflexión:
Las lecturas de hoy tienen un tema común: las exigencias de la vocación. En ellas descubrimos cómo la necesidad del desprendimiento, de la renuncia, del abandono de las cosas y personas como exigencia para seguir a Jesús. Por eso, no existe respuesta a la llamada para ponerse al servicio del Reino de Dios, en aquellos que anteponen a Jesús condiciones o intereses personales. El Evangelio nos dice que el desprendimiento exigido por Jesús a los tres candidatos a su seguimiento, es radical e inmediato. Se tiene, incluso, la impresión de una cierta dureza de parte de Jesús. Pero todo está puesto bajo el signo de la urgencia.
Las lecturas de hoy tienen un tema común: las exigencias de la vocación. En ellas descubrimos cómo la necesidad del desprendimiento, de la renuncia, del abandono de las cosas y personas como exigencia para seguir a Jesús. Por eso, no existe respuesta a la llamada para ponerse al servicio del Reino de Dios, en aquellos que anteponen a Jesús condiciones o intereses personales. El Evangelio nos dice que el desprendimiento exigido por Jesús a los tres candidatos a su seguimiento, es radical e inmediato. Se tiene, incluso, la impresión de una cierta dureza de parte de Jesús. Pero todo está puesto bajo el signo de la urgencia.
Jesús ha iniciado “el viaje hacia Jerusalén”. Esta “subida” no se encuadra en una dimensión
estrictamente geográfica, sino teológica: Jesús se encamina decididamente hacia
el cumplimiento de su misión. Su vida sólo tiene un objetivo, anunciar y
promover el proyecto del reino de Dios.
El
viaje de Jesús a Jerusalén no es un viaje turístico. Por eso el maestro exige a
los discípulos la conciencia del riesgo que comparte esa aventura: “la entrega
de la propia vida”.
Los
discípulos deben ser conscientes de la dificultad de la misión, de los
sacrificios que comporta y de la gravedad de los compromisos que se asumen con
aquella decisión. Jesús trabaja sobre las falsas ilusiones y los triunfalismos
mesiánicos.
Cómo seguir a Jesús. La
marcha comienza mal: los samaritanos lo rechazan. Está acostumbrado: lo mismo
le ha sucedido en su pueblo de Nazaret.
Jesús sabe que no es fácil acompañarlo en su vida de profeta itinerante. Quienes lo quieran seguir tendrán que aprender a vivir como él.
Mientras van de camino, se le acerca un desconocido. Se le ve entusiasmado:”Te seguiré adonde vayas”. Antes que nada, Jesús le hace ver que no espere de él seguridad, ventajas ni bienestar. Él mismo “no tiene dónde reclinar su cabeza”. No tiene casa, come lo que le ofrecen, duerme donde puede.
Otro pide a Jesús que le deje ir a enterrar a su padre antes de seguirlo. Jesús le responde con un juego de palabras provocativo y enigmático: “Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el reino de Dios”. Estas palabras desconcertantes cuestionan nuestro estilo convencional de vivir.
Otro está dispuesto a seguirlo, pero antes se quiere despedir de su familia. Jesús le sorprende con estas palabras: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. Ser parte del proyecto de Jesús exige dedicación total, mirar hacia adelante sin distraernos, caminar hacia el futuro sin encerrarnos en el pasado.
Jesús sabe que no es fácil acompañarlo en su vida de profeta itinerante. Quienes lo quieran seguir tendrán que aprender a vivir como él.
Mientras van de camino, se le acerca un desconocido. Se le ve entusiasmado:”Te seguiré adonde vayas”. Antes que nada, Jesús le hace ver que no espere de él seguridad, ventajas ni bienestar. Él mismo “no tiene dónde reclinar su cabeza”. No tiene casa, come lo que le ofrecen, duerme donde puede.
Otro pide a Jesús que le deje ir a enterrar a su padre antes de seguirlo. Jesús le responde con un juego de palabras provocativo y enigmático: “Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el reino de Dios”. Estas palabras desconcertantes cuestionan nuestro estilo convencional de vivir.
Otro está dispuesto a seguirlo, pero antes se quiere despedir de su familia. Jesús le sorprende con estas palabras: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. Ser parte del proyecto de Jesús exige dedicación total, mirar hacia adelante sin distraernos, caminar hacia el futuro sin encerrarnos en el pasado.
No
nos engañemos. El gran obstáculo que nos impide hoy a muchos cristianos seguir
de verdad a Jesús es el bienestar en el que vivimos instalados. Nos da miedo
tomarle en serio porque sabemos que nos exigiría vivir de manera más generosa y
solidaria. Somos esclavos de nuestro pequeño bienestar. Tal vez, la crisis
económica nos puede hacer más humanos y más cristianos.
Hemos
de ensanchar el horizonte en el que nos movemos. Todos podemos hacer algo más
por un mundo más justo y fraterno. Superando los límites de la familia sangre.
Si nos decidimos a seguir a Jesús, hemos de pensar también en la familia
humana: nadie debería vivir sin hogar, sin patria, sin papeles, sin derechos.
Recientemente,
el Papa Francisco nos ha advertido de algo que está pasando hoy en la Iglesia :
“Tenemos
miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, sacándonos de nuestros
horizontes, con frecuencia limitados, cerrados y egoístas, para abrirnos a los
suyos”.
Por
tanto, seguir a Jesús exige:
-
Disponibilidad para vivir en la inseguridad: “No tener nada, no llevar nada”.
No se pone el acento en la pobreza absoluta, sino en la itinerancia. El
discípulo lo mismo que Jesús, no puede programar, organizar la propia vida
según criterios de exigencias personales, de “confort” individual.
-
Ruptura con el pasado, con las estructuras sociales, políticas, económicas y
culturales que atan y generan la muerte. Es necesario que los nuevos discípulos
miren adelante, que anuncien el Reino, para que se viva el proyecto de Jesús.
-
Decisión irrevocable. Nada de vacilaciones, nada de componendas, ninguna
concesión a las añoranzas y recuerdos del pasado, el compromiso es total,
definitivo, la elección irrevocable.
Hoy, actitudes del verdadero discípulo. Ser cristiano no es solamente decir tengo fe, sino
irse haciendo creyente. Con frecuencia entendemos la vida cristiana de una
manera muy estática y no lo vivimos como un proceso de crecimiento constante y
seguimiento a Jesús. Y, sin embargo, en realidad se es cristiano en la medida
que nos atrevemos a seguir a Jesús. El creyente que lo quiera hacer
de verdad, ha de preguntarse ¿cómo ser cristiano hoy? Y la respuesta es la de
siempre: hay que volver a Jesús.
Hay que volver a la espiritualidad de seguimiento. Se trata de configurar nuestra vida en el seguimiento de Jesús, sin caer en la tentación de seguir otros intereses u otras corrientes que aparentemente nos pueden ofrecer una seguridad religiosa, pero que nos alejan del espíritu del Evangelio.
Seguir a Jesús no significa seguir a un pasado ya muerto, sino tratar de vivir hoy en el espíritu que le animó a Él. Se trata de vivir hoy “con el aire de Jesús” y no “al aire que más sopla”. Cuando el creyente se esfuerza por seguir a Jesús, día a día, va experimentando de manera creciente que sin ese “seguir” a Jesús su vida sería menos vida, más inerte, más vacía y más sin sentido.
Hay que volver a la espiritualidad de seguimiento. Se trata de configurar nuestra vida en el seguimiento de Jesús, sin caer en la tentación de seguir otros intereses u otras corrientes que aparentemente nos pueden ofrecer una seguridad religiosa, pero que nos alejan del espíritu del Evangelio.
Seguir a Jesús no significa seguir a un pasado ya muerto, sino tratar de vivir hoy en el espíritu que le animó a Él. Se trata de vivir hoy “con el aire de Jesús” y no “al aire que más sopla”. Cuando el creyente se esfuerza por seguir a Jesús, día a día, va experimentando de manera creciente que sin ese “seguir” a Jesús su vida sería menos vida, más inerte, más vacía y más sin sentido.
El
seguimiento de Jesús es una invitación y un don de Dios, pero al mismo tiempo
exige nuestra respuesta esforzada. Es pues un don y una conquista. Una
invitación de Dios, y una meta que nos debemos proponer con tesón. Pero sólo
por amor, por enamoramiento de la causa de Jesús, podremos avanzar en el
seguimiento.
Una
vez que ese amor se ha instalado en nuestras vidas, todo
lo legal sigue teniendo su sentido, pero es puesto en su propio
lugar: relegado a un segundo plano. «Ama y haz lo que quieras», decía
san Agustín; porque si amas, no vas a hacer «lo que quieras», sino lo que
debes, lo que Dios amado espera de ti. Es la libertad del amor, sus dulces
ataduras.
Un Mundo mejor es posible: Francisco
«Señor, si quieres, puedes purificarme»
«Señor,
si quieres, puedes purificarme» (Lc 5,12): es el pedido que hemos escuchado
dirigido a Jesús por parte de un leproso. Este hombre no pide solamente ser
curado, sino ser “purificado”, es decir sanado integralmente, en el cuerpo y en
el corazón. De hecho, la lepra era considerada una forma de maldición de Dios,
de impureza profunda. El leproso debía estar lejos de todos; no podía acceder
al templo y a ningún servicio divino. Lejos de Dios y lejos de los hombres.
Esta gente llevaba una vida triste.
No
obstante esto, aquel leproso no se resignaba ni a la enfermedad, ni a las
disposiciones que hacen de él un excluido. Para alcanzar a Jesús, no temía
infringir la ley y entra en la ciudad – cosa que no debía hacer, le estaba
prohibido –, y cuando lo encontró «se postró ante él y le rogó: Señor, si
quieres, puedes purificarme» (v. 12).
¡Todo
lo que este hombre considerado impuro hace y dice es expresión de su fe!
Reconoce la potencia de Jesús: está seguro que tenga el poder de sanarlo y que
todo dependa de su voluntad. Esta fe es la fuerza que le ha permitido romper
toda convención y buscar el encuentro con Jesús y, arrodillándose delante de
Él, lo llama “Señor”.
La
súplica del leproso muestra que cuando nos presentamos a Jesús no es necesario
hacer largos discursos. Bastan pocas palabras, con tal que sean acompañadas de
la plena confianza en su omnipotencia y en su bondad.
Encomendarnos
a la voluntad de Dios significa de hecho abandonarnos en su infinita
misericordia. También yo les haré una confesión personal. En la noche, antes de
ir a la cama, yo rezo esta breve oración: “Señor, si quieres, puedes
purificarme”. Y rezo cinco “Padre Nuestros”, uno por cada llaga de Jesús,
porque Jesús nos ha purificado con sus llagas
Pero
si esto lo hago yo, pueden hacerlo también ustedes, en su casa, y decir:
“Señor, si quieres, puedes purificarme” y pensar en las llagas de Jesús y decir
un “Padre Nuestro” por cada una. Y Jesús nos escucha siempre.
Pensemos
en nosotros, en nuestras miserias… Cada uno tiene la propia. Pensemos con
sinceridad. Cuantas veces las cubrimos con la hipocresía de las “buenas
maneras”. Y justamente entonces es necesario estar solos, ponerse de rodillas
delante de Dios y orar: «Señor, si quieres, puedes purificarme». Y háganlo,
háganlo antes de ir a la cama, todas las noches.
Vaticano, 22
junio 2016
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del
Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. P. Daniel Silva
2010. Misioneros
Oblatos . A Pagola
. Lectio Divina: los Sábados 16 hs. en:
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José: Brandsen 4970
V.
Domínico.
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