Lecturas del 13 - 11 – 16 – Ciclo C –
Dios mío,
envía ahora tu Espíritu sobre mi y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra,
que me guíe y asista al meditar tus enseñanzas, para que
pueda saborearla y comprenderla, para que tu
Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa.
Amén
Libro de
Malaquías 3,19-20.
Porque llega el Día, abrasador como un horno. Todos los arrogantes y los que hacen el mal serán como paja; el Día que llega los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles raíz ni rama.
Pero para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos. Palabra de Dios.
Porque llega el Día, abrasador como un horno. Todos los arrogantes y los que hacen el mal serán como paja; el Día que llega los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles raíz ni rama.
Pero para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos. Palabra de Dios.
Salmo 97
R: El Señor viene a gobernar a los pueblos
con rectitud.
Canten al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales; con clarines y sonidos de trompeta aclamen al Señor, que es Rey. Resuene el mar y todo lo que hay en él, el mundo y todos sus habitantes; aplaudan las corrientes del océano, griten de gozo las montañas al unísono.
Canten al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales; con clarines y sonidos de trompeta aclamen al Señor, que es Rey. Resuene el mar y todo lo que hay en él, el mundo y todos sus habitantes; aplaudan las corrientes del océano, griten de gozo las montañas al unísono.
Griten de gozo delante del
Señor, porque él viene a gobernar la tierra; él gobernará al mundo con
justicia, y a los pueblos con rectitud.
2º C S. Pablo a los Tesalonicenses 3,6-12.
Les ordenamos, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que lleve una vida ociosa, contrariamente a la enseñanza que recibieron de nosotros. Ustedes ya saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Cuando estábamos entre ustedes, no vivíamos como holgazanes, y nadie nos regalaba el pan que comíamos. Al contrario, trabajábamos duramente, día y noche, hasta cansarnos, con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes. Aunque teníamos el derecho de proceder de otra manera, queríamos darles un ejemplo para imitar. En aquella ocasión les impusimos esta regla: el que no quiera trabajar, que no coma. Ahora, sin embargo, nos enteramos de que algunos de ustedes viven ociosamente, no haciendo nada y entrometiéndose en todo. A estos les mandamos y los exhortamos en el Señor Jesucristo que trabajen en paz para ganarse su pan. Palabra de Dios.
Les ordenamos, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que lleve una vida ociosa, contrariamente a la enseñanza que recibieron de nosotros. Ustedes ya saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Cuando estábamos entre ustedes, no vivíamos como holgazanes, y nadie nos regalaba el pan que comíamos. Al contrario, trabajábamos duramente, día y noche, hasta cansarnos, con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes. Aunque teníamos el derecho de proceder de otra manera, queríamos darles un ejemplo para imitar. En aquella ocasión les impusimos esta regla: el que no quiera trabajar, que no coma. Ahora, sin embargo, nos enteramos de que algunos de ustedes viven ociosamente, no haciendo nada y entrometiéndose en todo. A estos les mandamos y los exhortamos en el Señor Jesucristo que trabajen en paz para ganarse su pan. Palabra de Dios.
Evangelio según San Lucas 21,5-19.
Y como
algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y
ofrendas votivas, Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un
día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido".
Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?". Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan.
Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin".
Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?". Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan.
Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin".
Después
les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra
reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán
también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.
Pero
antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las
sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa
de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
Tengan
bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré
una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni
contradecir.
Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mí Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvaran su vida. Palabra del Señor.
Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mí Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvaran su vida. Palabra del Señor.
Reflexión:
Ser ante el
mundo un signo de esperanza.
El
ministerio de Jesús en Jerusalén culmina con el llamado “discurso
escatológico”, es decir, la enseñanza sobre el fin. Hay en el Evangelio una
clara advertencia a los que esperaban impacientemente la vuelta del Señor,
enfrentándolos al tiempo del testimonio, el que está viviendo la
comunidad. Existía el peligro, en la corriente del entusiasmo
apocalíptico, de perder el contacto con la realidad histórica y cotidiana. Pero
si el Señor ha vencido a la muerte, piensa Lucas, el fin hacia el que caminamos
no es una utopía anónima, sin Jesús resucitado, a quien encontramos también,
oculta y sacramentalmente, en la
Iglesia y en el mundo. Así, la finalidad de este
discurso en Lucas no es tanto describir los acontecimientos que se van a
suceder en el futuro como dar a los creyentes de su comunidad la fuerza y el
coraje para que puedan vivir, en este tiempo de testimonio, el seguimiento de
Jesús, en medio de las pruebas y dificultades, recordándoles el valor del
tiempo presente.
Nos
ubicamos de nuevo en el Templo de Jerusalén, los oyentes se encuentran dentro y
el tema de conversación es su decoración interna. Esta ambientación le da mayor
solemnidad al pasaje: ante Jesús está un amplio auditorio que incluye a los
discípulos y a la multitud.
El
discurso de Jesús parece a primera vista oscuro y quizás algo negativo. Pero si
miramos bien, notaremos cómo poco a poco va colocando palabras positivas, como
si fueran luces discretas en medio de la oscuridad, y esto es lo que en última
instancia importa. Notemos esta constante: caminando a través de las crisis
maduramos para la plena vida.
La magnificencia del Templo.
Obedece al gusto de su último reconstructor: el rey Herodes el Grande (40-4 a C). En los días del ministerio de Jesús la construcción
estaba bastante avanzada, si bien no terminada completamente. Los peregrinos no
podían sino quedar boquiabiertos ante semejante edificación, la cual tenía lo
mejor en materiales y decoración.
La profecía de Jesús. El
dijo: "De todo lo que ustedes
contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". . Jesús anuncia un cambio de situación:
“lo que la gente ahora “contempla” será destruido, los muros se vendrán al
piso, “una piedra no quedará encima de otra”. El mensaje de Jesús es que no hay
que sentirse absolutamente seguro con el hecho de tener Templo porque un día
será destruido.
Puesto
que en la mentalidad judía se pensaba que el fin del Templo sería uno de los
signos del fin de los tiempos, la pregunta sobre la llegada del fin de la
historia pasa ahora a ocupar el centro de atención: “Le preguntaron: ‘Maestro,
¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para
ocurrir?’”
Ante
la pregunta por el “cuándo” y el “cómo” de la llegada del “fin” y de cara ante
la lista de acontecimientos trágicos enumerados, Jesús nos hace caer en cuenta
que ninguno de ellos es exclusivo de ningún período histórico particular. Lo
mismo vale para las persecuciones a los discípulos. Lo que cuenta es que en
medio de ellas debe brillar la fuerza de la fe y del testimonio.
Un
discípulo de Jesús no es inmune a las crisis de la humanidad; pero en medio de
ellas no puede caer ni en estrés ni tampoco adormecerse acunado en falsas
seguridades de espiritualidades superficiales que ignoran la realidad de la
vida o invitan a la fuga de ella, sino movilizar a la evangelización con la
fuerza de los profetas.
Con
las enseñanzas de hoy retomamos con mayor conciencia de sus implicaciones el
evangelio de las Bienaventuranzas que leímos al inicio de este año:
“Bienaventurados serán cuando los hombres los odien, cuando los expulsen, los
injurien y proscriban sus nombre como malo, por causa del Hijo del
hombre. Alégrense ese día y salten
de gozo, que sus recompensa será grande en el cielo.
En medio de las dificultades del mundo (violencia, pobreza, marginación, silenciamiento de las voces críticas) los discípulos son “profetas”. Como lo deja entender el pasaje de hoy, viviendo las actitudes enseñadas por Jesús, ellos encararán con realismo histórico y fe madura las violencias presentes y futuras, y alcanzarán la plena libertad.
Habrá
dificultades, sí, muchas de ellas absurdas, pero así como en aquella ocasión
que nos narra los Hechos de los Apóstoles, los discípulos siguen adelante
“contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el Nombre”
(Hechos 5,41). Esto es vivir las bienaventuranzas y ser ante el mundo un signo
de esperanza.
Francisco: “Nunca perdamos la esperanza. Jamás la apaguemos en nuestro
corazón.”
Mantener la esperanza. Cuántas
dificultades hay en la vida de cada uno, en nuestra gente, nuestras
comunidades, pero, por más grandes que parezcan, Dios nunca deja que nos
hundamos. Ante el desaliento que podría haber en la vida, en quien trabaja en
la evangelización o en aquellos que se esfuerzan por vivir la fe como padres y
madres de familia, quisiera decirles con fuerza: Tengan siempre en el corazón
esta certeza: Dios camina a su lado, en ningún momento los abandona. Nunca
perdamos la esperanza. Jamás la apaguemos en nuestro corazón. …el mal,
existe en nuestra historia, pero no es el más fuerte. El más fuerte es Dios, y
Dios es nuestra esperanza. Es cierto que hoy en día, todos un poco, y también
nuestros jóvenes, sienten la sugestión de tantos ídolos que se ponen en el
lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el éxito, el poder, el
placer.
Con
frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación de soledad y
vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros.
Queridos hermanos y hermanas, seamos luces de esperanza. Tengamos una visión
positiva de la realidad. Demos aliento a la generosidad que caracteriza a los
jóvenes, ayudémoslos a ser protagonistas de la construcción de un mundo mejor:
son un motor poderoso para la
Iglesia y para la sociedad. Ellos no sólo necesitan
cosas. Necesitan sobre todo que se les propongan esos valores inmateriales
que son el corazón espiritual de un pueblo, la memoria de un pueblo:
espiritualidad, generosidad, solidaridad, perseverancia, fraternidad, alegría;
son valores que encuentran sus raíces más profundas en la fe cristiana
Vivir con alegría. Queridos
amigos, si caminamos en la esperanza, dejándonos sorprender por el vino nuevo
que nos ofrece Jesús, ya hay alegría en nuestro corazón y no podemos dejar de
ser testigos de esta alegría. El cristiano es alegre, nunca triste. Dios nos
acompaña. Tenemos una Madre que intercede siempre por la vida de sus hijos, por
nosotros...
Jesús
nos ha mostrado que el rostro de Dios es el de un Padre que nos ama. El pecado
y la muerte han sido vencidos. El cristiano no puede ser pesimista. No tiene el
aspecto de quien parece estar de luto perpetuo. Si estamos verdaderamente
enamorados de Cristo y sentimos cuánto nos ama, nuestro corazón se «inflamará»
de tanta alegría que contagiará a cuantos viven a nuestro alrededor. Como decía
Benedicto XVI: «El discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza,
no hay amor, no hay futuro»
Aparecida,
24 de julio de 2013
Oración del Papa Francisco para
el Jubileo de la Misericordia
Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a
ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo
ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo
y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la
felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la
traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros escuche
como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don
de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre
invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el
perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor,
resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros
fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los
que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque
a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos
con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un
año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo,
llevar la Buena Nueva
a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y
restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María,
Madre de la Misericordia , a
ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los
siglos. Amén.
Aclaración: Se
han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Misioneros Oblatos. Pbro. Daniel Silva. .
Vocabulario de Teología Bíblica. León Doufour.
Lectio Divina: los Sábados 17 hs. en:
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José: Brandsen 4970
V. Domínico.
Si querés
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