Ciclo A
Lecturas del 22-01-17
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mi y que abra mis ojos y mis
oídos a tu Palabra, que me guíe y asista al meditar tus enseñanzas, para
que pueda saborearla y comprenderla, para que tu
Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén
Libro de Isaías 8, 23b - 9, 3
En
un primer tiempo, el Señor humilló al país de Zabulón y al país de Neftalí,
pero en el futuro llenará de gloria la ruta del mar, el otro lado del Jordán,
el distrito de los paganos.
El
pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los
que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz.
Tú
has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se
regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando
reina la alegría por el reparto del botín.
Porque
el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de
su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián.
Palabra
de Dios.
Salmo
26, R: El Señor es mi luz y mi salvación
El
Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi
vida, ¿ante quién temblaré? R
Una
sola cosa he pedido al Señor, y esto es lo que quiero: vivir en la Casa del Señor todos los días
de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su
Templo. R
Yo
creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera
en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el
Señor. R
1º
Carta de Pablo a los Corintios 1,10-14.16-17
Hermanos,
en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo los exhorto a que se pongan de
acuerdo: que no haya divisiones entre ustedes y vivan en perfecta armonía,
teniendo la misma manera de pensar y de sentir. Porque los de la familia de
Cloe me han contado que hay discordias entre ustedes. Me refiero a que cada uno
afirma: «Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo». ¿Acaso
Cristo está dividido? ¿O es que Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O será que
ustedes fueron bautizados en el nombre de Pablo? Felizmente yo no he bautizado
a ninguno de ustedes, excepto a Crispo y a Gayo. Sí, también he bautizado
a la familia de Estéfanas, pero no recuerdo haber bautizado a nadie más. Porque
Cristo no me envió a bautizar, sino a anunciar la Buena Noticia , y
esto sin recurrir a la elocuencia humana, para que la cruz de Cristo no pierda
su eficacia. Palabra de
Dios.
Evangelio
según San Mateo 4, 12-23
Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país dela Transjordania , Galilea de las naciones! El pueblo
que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las
oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz. A partir de ese momento,
Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos
está cerca".
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
Jesús recorría todala Galilea ,
enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del
Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente. Palabra
del Señor.
Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
Jesús recorría toda
Reflexión:
Retomando
lo reflexionado en el texto del domingo anterior, cuando Juan el Bautista es
puesto en la cárcel, por Herodes Antipas, Jesús se va a Galilea y se instala
allí para dar cumplimiento a la profecía de Isaías que está en el Capítulo 9.
Las regiones de Galilea, que vivían “en la oscuridad” ahora ven una gran luz.
El Señor es mi luz y mi salvación. El tema de la luz, que brilla en medio de las
tinieblas es una forma muy importante para destacar en todo el ministerio de
Jesús.
Y
a todos los que viven en la oscuridad, Dios otorga su luz por medio de su Hijo Jesucristo,
revelación del amor del Padre, ilumina toda situación humana por dramática que
ésta sea, porque él ha asumido nuestra condición humana hasta sus últimas
consecuencias. Cuando Cristo ilumina nuestras almas no hay lugar en ella para
el temor o el desaliento, por el contrario, en ella surge la paciencia que todo
lo soporta, la fortaleza capaz de las más grandes empresas, la generosidad que
no se reserva nada para sí. El alma descubre en sí capacidades hasta entonces
desconocidas.
"Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor". Palabras
que iluminan nuestra existencia muchas veces turbada por las angustias del
mundo, por los temores del mal, por la incertidumbre del futuro, pero Cristo no
deja de llamarnos: Vengan y síganme…
“Conviértanse,
porque el Reino de los Cielos está cerca". Anuncia Jesús en su «primera predicación»
y va a ser la tónica dominante de su evangelización: la venida del Reino de
Dios, como buena noticia que invita al cambio: “Vuélvanse a Dios”, «cambien su
vida y su corazón porque el Reino de los Cielos se ha acercado».
No
era sólo un anuncio, sino una con-moción: Jesús anunciaba para empujar al
cambio, para animar la esperanza en el cambio que Dios mismo estaba a punto de
hacer. Volverse a Dios significa un cambio radical de vida. Dejar las malas
costumbres y vivir de acuerdo a como el Dios de la vida presente entre nosotros
nos enseña.
Aquí
hay una doble dirección: hay que cambiar (convertirse) «porque» viene el
Reinado de Dios, y, también, hay que cambiar «para que» venga, para hacerlo
posible, porque cambiando, ya está viniendo ese Reinado.
Discipulado: Jesucristo, desde el inicio de su vida pública,
llama a otros y los asocia a su misión salvífica. En el evangelio de hoy lo
vemos llamando a los primeros apóstoles para que lo sigan y para constituirlos
pescadores de hombres. Ellos, entrando en su interior, experimentan el amor
electivo de Jesús y manifiestan una disponibilidad y una generosidad ilimitada
sostenidos por la gracia divina. Dejan a su padre, dejan su antiguo oficio y se
ponen en camino siguiendo las huellas de Jesús. Estar convertido, es seguir a
Jesús, cambiar de vida, dejarlo todo y emprender un nuevo camino.
Cristo
quiso que el hombre participara en la misión redentora. Él será el verdadero y
único mediador, pero los hombres, llamados por él, serán sus apóstoles quienes
proclamarán el Evangelio. Los apóstoles, por su parte, van profundizando poco a
poco en el significado de su participación en la misión de Cristo. La
experiencia profunda de esta participación los hará exclamar: nosotros no podemos más que hablar de lo que
hemos visto y oído (Hech 4,20). Esta experiencia es la que hará que san
Pablo repita de mil modos que Cristo lo eligió para ser apóstol del evangelio
sin ningún mérito propio, y que él tiene el deber y el derecho de predicar y
¡Hay de él si no lo hiciese!
En
toda llamada de Dios se da esta participación en la misión real de Cristo, Así
como Dios llamó en el pasado a los apóstoles, así también hoy nos sigue
llamando a una vida de consagración a la extensión de su Reino.
La iniciativa es de Jesús (“vio, les dijo, los
llamó”), no son ellos los que se constituyeron a sí mismos discípulos, sino
Jesús quien los llama.
El
atractivo de la llamada de Jesús es tan fuerte que les lleva a un profundo
discernimiento. Los hace capaces de romper los lazos sociales, dejar el
oficio, los medios económicos (redes y barca) y la familia (padre) para irse
detrás de Él. El oficio representa la seguridad y la identidad social; el
padre representa las raíces de uno mismo.
“Síganme,
y yo los haré pescadores de hombres”
El seguimiento es un camino.
Esto se representa en dos movimientos “dejar y seguir”, que indican un
desplazamiento del centro de la vida. La llamada de Jesús nos pone sobre
el camino marcado por Él, para que nosotros podamos seguir tras sus huellas y
proseguir su causa para vivir como hijos y anunciar su Buena Noticia, hoy y
aquí, en estas condiciones actuales.
El
seguimiento es misión. Dos son las coordenadas del discípulo: la
comunión con el Maestro (“síganme”) y una carrera hacia el mundo (“los haré
pescadores de hombres”). La segunda nace de la primera. Jesús no
coloca a sus discípulos en un espacio separado y sectario; los envía al
mundo. Ahí es donde han de ser discípulos y testigos de la Buena Noticia.
La
llamada puede surgir en cualquier lugar. La llamada de los primeros
discípulos se ubica a orillas del lago, por donde Jesús paseaba y donde los
hombres estaban entregados a su trabajo, no se realiza en el templo:
simplemente el paisaje del lago y el fondo de las duras tareas
cotidianas.
Hoy
Algo nuevo y
bueno.
¿Hay
todavía en ese Evangelio algo que pueda ser leído, en medio de nuestra sociedad
indiferente y descreída, como algo nuevo y bueno para el hombre y la mujer
de nuestros días?
¿Algo
que se pueda encontrar en el Dios anunciado por Jesús y que no proporciona
fácilmente la ciencia, la técnica o el progreso? ¿Cómo es posible vivir la fe
en Dios en nuestros días?
En
el Evangelio de Jesús los creyentes nos encontramos con un Dios desde el que
podemos sentir y vivir la vida como un regalo que tiene su origen en el
misterio último de la realidad que es Amor. Para mí es bueno no sentirme solo y
perdido en la existencia, ni en manos del destino o el azar. Tengo a
Alguien a quien puedo agradecer la vida.
En
el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que, a pesar de nuestras
torpezas, nos da fuerza para defender nuestra libertad sin terminar
esclavos de cualquier ídolo; para no vivir siempre a medias ni ser unos
“vividores”; para ir aprendiendo formas nuevas y más humanas de trabajar y
de disfrutar, de sufrir y de amar. Para mí es bueno poder contar con la
fuerza de mi pequeña fe en ese
Dios.
En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que despierta nuestra responsabilidad para no desentendernos de los demás. No podremos hacer grandes cosas, pero sabemos que hemos de contribuir a una vida más digna y más dichosa para todos pensando sobre todo en los más necesitados e indefensos. Para mí es bueno creer en un Dios que me pregunta con frecuencia qué hago por mis hermanos.
En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que despierta nuestra responsabilidad para no desentendernos de los demás. No podremos hacer grandes cosas, pero sabemos que hemos de contribuir a una vida más digna y más dichosa para todos pensando sobre todo en los más necesitados e indefensos. Para mí es bueno creer en un Dios que me pregunta con frecuencia qué hago por mis hermanos.
En
el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que nos ayuda a entrever que
el mal, la injusticia y la muerte no tienen la última palabra. Un día todo
lo que aquí no ha podido ser, lo que ha quedado a medias, nuestros anhelos
más grandes y nuestros deseos más íntimos alcanzarán en Dios su plenitud.
A mí me hace bien vivir y esperar mi muerte con
esta confianza. Ciertamente, cada uno de nosotros tiene que
decidir cómo quiere vivir y cómo quiere morir. Cada uno ha de escuchar su propia
verdad. Para mí no es lo mismo creer en Dios que no creer. A mí me hace bien
poder hacer mi recorrido por este mundo sintiéndome acogido, fortalecido,
perdonado y salvado por el Dios revelado en Jesús. J. A. Pagola.
Ven Señor Jesús
« ¡Ven!». Que venga el que tiene sed, y el que quiera, que
beba gratuitamente del agua
de la vida. (Ap 22, 17)
Aclaración: Se han utilizado para
la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Lectionautas. Servicio Bíblico Latinoamericano.
Catholic net.
Lectio Divina: los Sábados 17 hs. en:
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José: Brandsen 4970
V. Domínico.
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