Vigésimo segundo domingo, Ciclo A,
Lecturas del 3-9-17
Espíritu Santo, abre mis ojos y
mis oídos a tu Palabra. que lea y escuche tu voz y medite tus enseñanzas,
despierta mi alma y mi inteligencia para que tu Palabra penetre en mi
corazón, y pueda saborearla y comprenderla.
Habla
Señor, que yo te escucho y deseo poner en práctica tu doctrina, porque tus palabras son para mi
vida, alegría y paz. Amén
Libro del
profeta Jeremías 20, 7-9
¡Tú me has seducido, ¡Señor, y yo me dejé seducir! ¡Me has forzado y
has prevalecido! Soy motivo de risa todo el día, todos se burlan de mí. Cada
vez que hablo, es para gritar, para clamar: «¡Violencia, devastación!»
Porque la
palabra del Señor es para mí oprobio y afrenta todo el día. Entonces dije: «No
lo voy a mencionar, ni hablaré más en su Nombre.» Pero había en mi corazón como
un fuego abrasador, encerrado en mis huesos: me esforzaba por contenerlo, pero
no podía. Palabra de Dios.
Salmo 62, R. Mi
alma tiene sed de ti, Señor, Dios mío.
Señor, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi
alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta,
reseca y sin agua. R.
Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu
gloria. Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te
alabarán. R.
Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu
Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar
delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los
labios. R.
Veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus
alas. Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene. R.
San Pablo a
los cristianos de Roma 12, 1-2
Hermanos, yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse
ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el
culto espiritual que deben ofrecer. No tomen como modelo a este mundo. Por
el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que
puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le
agrada, lo perfecto. Palabra de Dios.
Evangelio según
san Mateo 16, 21-27
Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén,
y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los
escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer
día.
Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: «Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá.» Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.»
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque él que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: «Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá.» Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.»
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque él que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
Porque el
Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y
entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.»
Palabra del
Señor.
Reflexión
Jesús y Pedro, frente a frente.
Este pasaje está relacionado con el evangelio de la semana pasada. El
reconocimiento de Jesús como Mesías e Hijo de Dios y la convocación de la
Iglesia en torno a Pedro crean el ámbito para que Jesús comience a manifestar a
los discípulos su destino, y para que ellos comprendan, desde la fe, que deben
seguirle por ese mismo camino.
Anuncio de la pasión. Jesús da un paso adelante en su manifestación a los discípulos, y
les muestra, con claridad, que su camino mesiánico pasa por el sufrimiento y la
muerte antes de llegar a la gloria de la resurrección.
La reacción de Pedro. Pedro muestra que su comprensión del misterio de Jesús aun no es
total, a pesar de su confesión de fe en Él como Mesías e Hijo de Dios, Pedro es
un discípulo en proceso de conversión.
La respuesta que Jesús le da, no parece de rechazo “apártate de mí” sino más bien
una invitación. Literalmente lo que Jesús le dice es: “Ponte detrás
de mí”; es decir, vuelve a ocupar el puesto de discípulo, sígueme y camina
por la senda que mis pasos van marcando. Pero ha tenido la osadía de
ponerse al frente de Jesús para obstaculizar su camino, porque la cruz le
resulta escandalosa, y Jesús quiere hacerle ver que el lugar de discípulo es ir
detrás de Él, camino de la cruz. Pedro representa aquí a los discípulos de
todos los tiempos, que se escandalizan y no comprenden a Jesús y que necesitan
colocarse de nuevo en actitud de seguimiento.
Instrucción a los discípulos.
Después de haber hablado de su propio camino mesiánico. Jesús se
dirige a todos los discípulos para explicarles cuál es el camino del
seguimiento.
Hay un punto que en seguida aparece central: toda la vida del discípulo
debe hacer referencia a Jesús.
La afirmación más importante: “El que quiera ser mi discípulo,
niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y me siga”. Los tres verbos
(negarse a sí mismo, cargar con la cruz y seguir) pretenden explicar en qué
consiste ser discípulo.
Por otra parte, Jesús no busca arbitrariamente el sufrimiento, ni para
Él ni para los demás, como si éste encerrara algo especialmente grato a
Dios. Es una equivocación creer que uno sigue más de cerca de Jesús si
busca sufrir sin necesitad alguna. Lo que agrada a Dios no es el
sufrimiento, sino la actitud con que una persona asume las cruces que nacen del
seguimiento de Jesús.
El sentido de nuestra existencia. Muchas veces, absortos por tantas
preocupaciones e inquietudes, nos olvidamos de las cosas verdaderamente
esenciales de la vida y perdemos a menudo la brújula y el sentido de nuestra
existencia. Hacemos muchas cosas y nos afanamos en una y mil actividades sin
reparar en el porqué o para qué de todo aquello.
En el Evangelio de hoy, nuestro Señor nos dirige una pregunta sumamente
importante y trascendental; más aún, de la respuesta que demos a ese
interrogante depende el sentido y el futuro de nuestra misma existencia:
"¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su
alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?". Es ésta una de las preguntas que
atraviesan de polo a polo la historia de la humanidad y ante la cual nadie
puede quedar indiferente. ¿Qué has hecho tú por Cristo hasta el día de
hoy?...
La meta del discipulado es encontrar la vida. La motivación fundamental
es esta contraposición: “Porque quien quiera salvar su vida, la perderá
/ pero quien pierda su vida por mí, la encontrará”.
Estas dos posibilidades contrapuestas, puestas ahora en consideración,
iluminan el sentido del seguir a Jesús con la cruz partiendo de la idea de la
vida. En pocas palabras: la meta del discipulado es encontrar la vida, lo cual
corresponde al deseo más profundo de todo ser humano.
Ahora bien, esta meta puede ser lograda o fracasada solamente de manera
radical, no hay soluciones intermedias.
El discipulado, bajo la perspectiva de la cruz, no es un camino de
infelicidad, todo lo contrario: ¡El sentido último del seguimiento es alcanzar
la vida!
La esencia del Discipulado:
seguir al Maestro en su ruta pascual hacia la “Vida”
¿Cuál es el verdadero
valor de la vida?
Hay dos maneras muy diferentes de orientar la vida.
El primer camino consiste en aferrarse a la vida viviendo exclusivamente para uno mismo: hacer del propio “yo” la razón última y el objetivo supremo de la existencia. Este modo de vivir, buscando siempre la propia ganancia o ventaja, conduce al ser humano a la perdición.
El segundo camino consiste en saber “perder”, viviendo como Jesús,
abiertos al objetivo último del proyecto humanizador del Padre: saber renunciar
a la propia seguridad o ganancia, buscando no solo el propio bien sino también
el bien de los demás. Este modo generoso de vivir conduce al ser humano a su
salvación.
Jesús está hablando desde su fe en un Dios Salvador, pero sus palabras
son una grave advertencia para todos. ¿Qué futuro le espera a una Humanidad
dividida y fragmentada, donde los poderes económicos buscan su propio
beneficio; los países, su propio bienestar, los individuos, su propio interés?
La lógica que dirige en estos momentos la marcha del mundo es
irracional. Los pueblos y los individuos estamos cayendo poco a poco en la
esclavitud del “tener siempre más”. Todo es poco para sentirnos satisfechos.
Para vivir bien, necesitamos siempre más productividad, más consumo, más
bienestar material, más poder sobre los demás.
Buscamos insaciablemente bienestar, pero ¿no nos estamos deshumanizando
siempre un poco más?
Queremos “progresar” cada vez más, pero ¿qué progreso es este que nos
lleva a abandonar a millones de seres humano en la miseria, el hambre y la
desnutrición?
¿Cuántos años podremos disfrutar de nuestro bienestar, cerrando nuestras
puertas a los hambrientos?
Septiembre mes de la Biblia
¿Qué es la espiritualidad? Siempre es bueno recordar el origen de
las palabras. Spiritualis es una traducción de la palabra griega pneumatikos,
que puede traducirse acorde al espíritu, “colmado del espíritu”. La esencia de
la espiritualidad consiste en vivir a partir de la fuente del Espíritu Santo.
¿Y cómo lo puedo lograr? ¿Qué caminos tengo? Éstos son
la meditación y la oración, el silencio y la celebración de oficios religiosos.
Todas estas formas buscan ponerme en contacto con la fuente del Espíritu Santo
que fluye en mí, pero de la cual, con mucha frecuencia, también me encuentro
escindido.
¿Cómo sé que estoy en el camino espiritual? La
espiritualidad debe ser visible en mi cotidianidad, en mi trabajo, en el
desarrollo de mi día, en mi encuentro con las personas y en toda mi
irradiación.
En una persona podemos ver a partir de qué fuente vive.
Si alguien vive a partir de la fuente de la insatisfacción y la amargura,
tendrá una acción negativa. Si se alimenta de la fuente de la propia energía,
su trabajo tendrá algo de esforzado. Y con frecuencia tendrá una accionar
agresiva.
En el presente, mucha gente está agotada porque se
alimenta a partir de la fuente del perfeccionismo, de la fuente de la ambición.
Espiritualidad significa vivir a partir de la fuente del Espíritu Santo. Y para nosotros, los cristianos, el
Espíritu Santo es a la vez el Espíritu de Jesús. Si vivimos a partir de esa
fuente, nuestra vida fluirá, será fructífera. Y percibiremos que este hombre no
se siente el centro de todo, sino que es permeable a algo superior. El que se
alimenta de esta fuente no se agotará tan fácilmente, ya que esta fuente es
inagotable porque es divina. (Espiritualidad de
Anselm Grüm)
La palabra sacramento que se
oye. Las palabras-sacramento
son las palabras de Dios «sucedidas» una vez para siempre y recogidas en la
Biblia, que vuelven a ser «realidad activa» cada vez que la Iglesia las
proclama con autoridad y el Espíritu que las ha inspirado vuelve a encenderlas
en el corazón de quien las escucha. «Él recibirá de lo mío y os lo anunciará a
vosotros», dice Jesús del Espíritu Santo (Jn 16,14).
Cuando se habla de la Palabra como
«sacramento», se toma este término no en el sentido técnico y restringido de
los «siete sacramentos», sino en el sentido más amplio por el que se habla de
Cristo como el «primordial sacramento del Padre» y de la Iglesia como del
«sacramento universal de salvación»].
Teniendo presente lo que dice san Agustín del
sacramento como «una palabra que se ve» (verbum visibile), se suele definir,
por contraste, la palabra como «un sacramento que se oye» (sacramentum
audibile).
En cada sacramento se distingue un
signo visible y la realidad invisible que es la gracia. La palabra que leemos
en la Biblia, en sí misma, no es más que un signo material (como el agua y el
pan), un conjunto de sílabas o, como mucho, una palabra del vocabulario humano
como las demás; pero cuando interviene la fe y la iluminación del Espíritu
Santo, a través de este signo entramos misteriosamente en contacto con la viva
verdad y voluntad de Dios y oímos la voz misma de Cristo. (P. Raniero Cantalamessa, ofmcap, sobre La Palabra)
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de esta hoja: El
libro del Pueblo de Dios. Catholic.net. P.
Daniel Silva J. A. Pagola
Círculo Bíblico San José
Te invita al encuentro con la Palabra de
Dios
los
sábados 16 hs. en:
Parroquia San José: Brandsen
4970
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pedila:
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