Domingo de Ramos
25 de marzo 2018 – Ciclo B –
Conmemoración de la entrada del
Señor a Jerusalén
Procesión
de Ramos
Evangelio según San Marcos 11,1-11
Cuando
se aproximaban a Jerusalén, estando ya al pie del monte de los Olivos, cerca de
Betfagé y de Betania, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
«Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que
nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les
pregunta: “¿Qué están haciendo?”, respondan: “El Señor lo necesita y lo va a
devolver en seguida”». Ellos fueron y encontraron un asno atado cerca de
una puerta, en la calle, y lo desataron. Algunos de los que estaban
allí les preguntaron: «¿Qué hacen? ¿Por qué desatan ese asno?». Ellos
respondieron como Jesús les había dicho y nadie los molestó. Entonces le
llevaron el asno, pusieron sus mantos sobre él y Jesús se montó. Muchos extendían
sus mantos sobre el camino; otros, lo cubrían con ramas que cortaban en el
campo. Los que iban delante y los que seguían a Jesús, gritaban: «¡Hosana!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!¡Bendito sea el Reino que ya viene,
el Reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas!». Jesús llegó a
Jerusalén y fue al Templo; y después de observarlo todo, como ya era tarde,
salió con los Doce hacia Betania. Palabra del Señor
Libro del profeta Isaías 50, 4-7
El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para
que yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra de aliento.
Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche
como un discípulo.
El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían.
El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían.
Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé
confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no
seré defraudado. Palabra de Dios.
Salmo
21, R. Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?
Los que me ven, se
burlan de mí, hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo: «Confió en el Señor,
que él lo libre; que lo salve, si lo quiere tanto.» R.
Me rodea una jauría de perros, me asalta una banda de
malhechores; taladran mis manos y mis pies. Yo puedo contar todos mis huesos.
R.
Se reparten entre sí mi ropa y sortean mi
túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven
pronto a socorrerme. R.
Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en
medio de la asamblea: «Alábenlo, los que temen al Señor; glorifíquenlo,
descendientes de Jacob; témanlo, descendientes de Israel.» R.
San Pablo a los cristianos de Filipos 2, 6-11
Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres.
Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres.
Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta
aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está
sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el
cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de
Dios Padre: «Jesucristo es el Señor.» Palabra de Dios
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san
Marcos 14, 1—15, 47
Reflexión:
Hoy la Iglesia entera conmemora el Domingo de Ramos.
Durante la procesión de este domingo, llevamos en las manos olivos como signo
de paz y esperanza, y después llevamos a nuestras casas los ramos bendecidos,
como signo de la bendición de Dios, de su protección y ayuda. Según nuestra
costumbre, se colocan sobre un crucifijo o junto a un cuadro religioso, y este
olivo es un signo sacramental, es decir, nos recuerda algo sagrado, exterior,
del que hemos optado, por seguir a Jesús en el camino hacia el Padre.
La presencia de los ramos en nuestros hogares es un
recordatorio de que hemos vitoreado a Jesús, nuestro Rey, y le hemos seguido
hasta la cruz, de modo que seamos consecuentes con nuestra fe y sigamos aclamando
al Salvador durante toda nuestra vida, porque en el seguimiento de Cristo,
pasando por nuestra propia pasión y muerte, viviremos la resurrección
definitiva de Dios.
Entrada en Jerusalén. Marcos y los otros dos sinópticos, a
diferencia de Juan, narran sólo una subida y estancia de Jesús en
Jerusalén. La hacen coincidir, además, con la última semana de su vida y
la sitúan en los días de la celebración de la Pascua.
La Pascua era la fiesta en la que Israel conmemoraba,
anualmente su liberación de la esclavitud de Egipto. Se celebraba en
primavera y congregaba en Jerusalén, alrededor del templo, a miles de
peregrinos israelitas venidos de todas partes. La ciudad triplicaba su
población, y su ambiente en esos días era de fiesta multitudinaria y llamativa
alegría. A la par, la pascua ponía al rojo vivo las expectativas
políticas del pueblo, sus ansias de liberación y su esperanza mesiánica; y era
una ocasión propicia para revueltas y movilizaciones populares de todo
tipo. La dominación romana, que Israel soportaba desde hacía años, había
exaltado los sentimientos nacionalistas del pueblo y hecho surgir un grupo
violento, los zelotas, que esperaban imponer el reino de Dios por la fuerza.
Jesús era consciente de este clima y situación.
Y a pesar de ello quiso aprovechar ese momento para realizar un importante
gesto profético en contra de las expectativas mesiánicas de la inmensa mayoría.
La entrada de Jesús en Jerusalén es más que un simple
recibimiento caluroso. Está más cercana de una auténtica manifestación
popular, masiva y enardecida, en la que se mezclan los más profundos sentimientos
de fe del pueblo en el Dios Liberador y en su Mesías con los
sentimientos nacionalistas y políticos de los más diversos signos.
Los zelotas quizás vieron en la actuación de Jesús una ocasión para conseguir
un inmediato alzamiento popular, liberarse de los romanos e instaurar la
soberanía de Dios. Los discípulos quizás pensaron que llegaba la hora del
triunfo, la de un Mesías Rey que iba a instaurar su reino; que con el
triunfo de Jesús venía el suyo. El pueblo pensó, que por fin Dios venía a
ejercer su poder sobre la historia y realizar el juicio contra los paganos que
dominaban Israel. Es lo que sucede en cualquier acto de masas.
Aunque todos coincidan en su realización las expectativas son diversas.
No se trata pues, en esta narración evangélica, de una procesión religiosa
ordenada, con ramos que se agitan pacíficamente al ritmo de cantos
religiosos. Aquello fue un verdadero tumulto.
La palabra “Hosanna” con la que Jesús es
aclamado, significa literalmente: ¡Sálvanos por favor!”. Con ella
se pedía a Dios ayuda para la victoria. Y ese tender los mantos y cortar
los ramos para preparar y adornar el camino tiene su correlación en las fiestas
de entronización de los reyes de Israel. Pero frente a la efervescencia
popular de esos días y, quizá, frente a la tensión fuerte de las autoridades
religiosas, Jesús toma medidas, que connotan una cierta clandestinidad, para
proteger su acción de indiscreciones que pusieran a las autoridades sobre
aviso. Eso es lo que debemos ver en detalles del intrincado sistema de
hacerse con el burro, en el no hospedarse en Jerusalén, etc.
Jerusalén no es simplemente el nombre de la Ciudad
Santa, de la capital religiosa del pueblo. En el Evangelio de Marcos,
Jerusalén no es una palabra neutra. Casi siempre que la utiliza tiene
connotaciones peligrosas: es sede de los adversarios de Jesús; en ella viven
los responsables de la ortodoxia, del culto y de la Ley. Es el lugar
donde ellos lo matarán. Jesús llega al terreno de sus enemigos, va al
lugar donde se juegan los grandes intereses del ser humano, al centro mismo de
la opresión religiosa, y se enfrenta a Él. En Marcos no es la ciudad la
que sale a recibirle, la que le aclama, Jesús atraviesa la ciudad y llega al
templo sin que sus habitantes parezcan enterarse. Son los discípulos, los
peregrinos, la gente venida de fuera, quienes le acompañan y aclaman.
Marcos rememora la entrada a Jerusalén con un relato
que podríamos titular entrada triunfal al revés. Nos muestra otra
realidad que no sólo son los gritos, los mantos, los ramos…, entra con un signo
profético y que es sorprendente y llamativo: un asno (signo de poco
poder). El tipo de cabalgadura, cuidosamente preparada y escogida, habla
de la humildad y de paz no de triunfo. El Mesías suprime los carros de
combate, los caballos y los arcos, y cabalga sobre un asno, sobre un animal
humilde. Un nuevo David. Rompe los esquemas e intenta corregir las
expectativas.
Nos podemos preguntar: ¿Por qué la manifestación
termina en el templo? El templo es la meta última de la entrada. Y
no va Él precisamente a orar. Echa una mirada alrededor para contemplarlo
todo. El templo, resumen del talante del culto que practican los
detentores del poder religioso, necesita ser purificado, ya no sirve de acceso
a Dios; es una estructura excluyente y marginadora. Por eso, se marcha de
la hostil Jerusalén y se refugia en Betania.
De día se mostrará, pero de noche se esconde hasta que
uno de los suyos lo entregue.
Jesús ve en el Centro religioso (en la estructura y en
quienes la mantienen) el principal obstáculo para la esperanza y vida del
pueblo, ya que la tergiversación que hacen de Dios y de su proyecto tiene un
efecto inmovilizador y generador de desesperanza. Por eso, se enfrenta
abiertamente a él y ataca a su corazón: el templo. Cuando Jesús se
decidió a entrar en el templo y a purificarlo tuvo que saber claramente que
estaba arriesgando su vida, pues su acción representaba un desafío claro y
directo a las autoridades religiosas-políticas allí donde más dolía.
Jesús es consciente de las expectativas mesiánicas
falseadas que los dirigentes y el pueblo tienen. Su actuar no es un
actuar imprudente y temerario. Pone medios. No va de ingenuo
por la vida. Pero no se vuelve atrás. Afronta la realidad en toda su
crudeza sabiendo que en ello le va la vida, mas no claudica.
La comunidad cristiana, que revive el gesto de Jesús,
sabe ya de su mesianismo y su desenlace. Por eso ha de intentar vivir la
experiencia de esta página evangélica en toda su hondura: aprender
definitivamente de Jesús; clamarle como Mesías liberador; seguir haciendo
gestos que revelen, como los de Él, la imagen de Dios; anunciar y traer la
liberación del pueblo, enfrentarse con el poder opresor y manipulador en su
mismo Centro, etc.
25 de marzo: “Vale Toda Vida”
Marchas por la Vida en toda la Argentina
Ciudades de todo el país se suman a la iniciativa
mundial Marcha por la Vida, que se realizará el 25 de marzo, día del Niño por
Nacer. La convocatoria central en el país será en la ciudad de Buenos Aires, a
las 15, desde Plaza Italia hasta la Facultad de Derecho, y se replicará en
otras capitales y localidades provinciales.
“Damos comienzo a la semana donde contemplamos el
misterio de la vida plena manifestado en Cristo Resucitado. Somos llamados a
participar de este misterio y a comprometernos con él”.
“Acompañamos a quienes participan y que utilizan el
derecho a la libertad de expresión propio de la democracia y anhelamos que esta
y otras manifestaciones las vivamos como una oportunidad” para ser “como dice
el Papa Francisco: “Canales del bien y de la belleza, para que puedan hacer su
aporte en la defensa de la vida y la justicia” (CEA)
Aclaración: Se han utilizado para la preparación
de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Centro Bíblico del CELAM. ACIprensa. P. D. Silva
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