Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 7 de abril de 2018

«¡La paz esté con ustedes!»


¡Cristo vive!
Tiempo de Resurrección
Segundo domingo de Pascua
Lecturas del 8-04-18, Ciclo B

Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guíe y asista al meditar tus enseñanzas, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa.  Amén
Hechos de los Apóstoles 4, 32-35
La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma.  Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos.              
Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima.  
Ninguno padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades. Palabra de Dios.

Salmo 117, R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor!  Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor! Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor! R.
«La mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas.» No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor. El Señor me castigo duramente, pero no me entrego a la muerte. R.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. Este es día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. R.

Primera carta del apóstol san Juan 5, 1-6
Queridos hermanos: El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él. La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.        
El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre. Y el Espíritu da testimonio porque el Espíritu es la verdad.   Palabra de Dios.

Santo Evangelio según san Juan 20, 19-31
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!» 
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes.»
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.» Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!»   
El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré.»
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»
Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.»    
Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!»             
Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!»             
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre. Palabra del Señor.

Ven Espíritu Santo,
dulce huésped del alma,
ven, ven Señor

Reflexión    
Seguimos en tiempo de Pascua, celebrando la Resurrección del Señor, las tres lecturas de la misa de hoy nos presentan hechos y acontecimientos vividos por la primera comunidad de la Iglesia, inmediatamente después de la Resurrección de Jesús de entre los muertos. 

Nuestra misión es ser testigo de Cristo resucitado. En la primera parte del evangelio vemos la realidad de la oscuridad-tiniebla tan presente en el Evangelio de Juan. Es de noche y los discípulos se reúnen con las puertas bien cerradas por temor a los judíos. En este contexto irrumpe Jesús dando el saludo tradicional de bendición y paz. No se trata de un simple saludo “protocolar”, Jesús como Mesías Resucitado realmente les da a sus discípulos la bendición y la paz para sus vidas.
Luego de esto realiza un gesto llamativo: muestra sus heridas. ¿Por qué hace esto Jesús? Quiere marcar con claridad que es Él mismo, que no es un “fantasma”. Hay continuidad entre el Jesús de la historia y el Cristo resucitado. Es la misma persona que ahora está plenamente glorificado. Repite el saludo mesiánico y con la fuerza de la Pascua envía a sus discípulos a la misión. Así como Él fue enviado por el Padre, ahora Cristo envía a los suyos para que continúen su misión en el mundo. Para cumplir la misión necesitarán una fuerza especial: la del Espíritu Santo. El Señor “sopla” y reciben el Espíritu.
Para mucha gente hoy es como si Cristo estuviera muerto, porque apenas significa algo para ellos. Casi no cuenta en sus vidas. Y esta gente necesita recibir la buena noticia de la resurrección del Señor. Nos toca a nosotros dar el mismo testimonio que dieron los apóstoles y los primeros discípulos.

Experiencia de Cristo. En la segunda parte del relato aparece en escena Tomás. Este discípulo no estaba con los otros cuando se apareció el Señor por primera vez. Cuando sus hermanos le cuentan que han visto al Señor, Él los desafía diciendo que no creerá nada hasta que vea “físicamente” o haga “experiencia sensible” de la resurrección del Señor.
A la semana siguiente Jesús se aparece y Tomás está con los hermanos en la comunidad. El Señor responde al desafío de Tomás invitándolo a ver y tocar directamente las heridas del Resucitado. También lo incita a ser un hombre de fe: a no dudar y creer. Lo interesante es que Tomás ante el misterio de Dios que redescubre en su vida, va a hacer profesión de fe diciendo esa frase tan profunda “Señor mío y Dios mío”, que nosotros hoy la hacemos nuestra en cada celebración eucarística. Tomás hizo una experiencia maravillosa: “logró tocar a Cristo”, logró sentirlo cerca de su propia vida, cerca de sus afanes, cerca de su misión. Tomás comprendió que aquél que estaba de frente a Él, no era un simple hombre: era el Verbo de Dios encarnado. Era Cristo mismo que había resucitado y no moría más.           

Evidentemente esta experiencia es necesaria para asumir un compromiso cristiano: quien no comprende quién es Cristo y qué ha hecho por él, no puede comprometerse realmente. Su fe será siempre una cuestión periférica. Pero quien se sabe salvado de la muerte eterna, de la “segunda muerte”, de la perdición eterna, no se puede sino “cantar las misericordias de Dios” que nos amó cuando éramos pecadores y nos envió a su Hijo para que nos mostrara el camino de la salvación. Y así, Tomás no pudo quedar igual después de la experiencia de Cristo. Salió como un apóstol convencido, salió del cenáculo para anunciar a Cristo Resucitado a sus hermanos. 

Vivir de Su Presencia. - El relato de Juan no puede ser más sugerente e interpelador. Sólo cuando ven a Jesús resucitado en medio de ellos, el grupo de discípulos se transforma.
Recuperan la paz, desaparecen sus miedos, se llenan de una alegría desconocida, notan el aliento de Jesús sobre ellos y abren las puertas porque se sienten enviados a vivir la misma misión que él había recibido del Padre.   
Cuando estamos en crisis, los miedos y la falta de vigor espiritual tienen su origen, con frecuencia, en que la idea de la resurrección de Jesús y de su presencia en medio de nosotros es más una doctrina pensada y predicada, que una experiencia vivida.
Cristo resucitado está en el centro de la Iglesia, pero su presencia viva no está arraigada en nosotros, no está incorporada a la sustancia de nuestras comunidades, no nutre de ordinario nuestros proyectos. Tras veinte siglos de cristianismo, Jesús no es conocido ni comprendido en su originalidad. No es amado ni seguido como lo fue por sus discípulos y discípulas.
Se nota enseguida cuando un grupo o una comunidad cristiana se siente como habitada por esa presencia invisible, pero real y activa de Cristo resucitado. No se contentan con seguir rutinariamente las directrices que regulan la vida eclesial. Poseen una sensibilidad especial para escuchar, buscar, recordar y aplicar el Evangelio de Jesús. Son los espacios más sanos y vivos de la Iglesia.
Nada ni nadie nos puede aportar hoy la fuerza, la alegría y la creatividad que necesitamos para enfrentarnos a una crisis, como puede hacerlo la presencia viva de Cristo resucitado. Privados de su vigor espiritual, no saldremos de nuestra pasividad casi innata, continuaremos con las puertas cerradas al mundo moderno, seguiremos haciendo «lo mandado», sin alegría ni convicción.
Hemos de reaccionar. Necesitamos de Jesús su presencia viva, recordar en toda ocasión sus criterios y su Espíritu.
El que tiene fe, ha vencido al mundo. La fe incrédula de Tomás y su paso a una confesión magnífica de la divinidad del Señor, “fe en Jesús resucitado” es el camino de todos los que formamos el pueblo de Dios. Los hechos de los apóstoles nos narran el ambiente de la primera comunidad cristiana. Una comunidad donde había comunión de pensamientos y sentimientos, “Un solo corazón y una sola alma”, una comunidad donde había una íntima preferencia por el prójimo y, sobre todo, una comunidad que daba testimonio de la Resurrección del Señor.

La primera lectura de san Juan escrita hacia el final del primer siglo, cuando ya la comunidad cristiana había atravesado por diversas y dolorosas pruebas, hace presente que “quien ha nacido de Dios”, es decir, el que tiene fe, ha vencido al mundo. Para vencer al mundo hay que creer en el Hijo de Dios.

Para iluminar nuestra reflexión podemos tomar un texto del Documento de Aparecida 18:
Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado. Con los ojos iluminados por la luz de Jesucristo Resucitado, podemos y queremos contemplar al mundo, a la historia, a nuestros pueblos y a cada una de sus personas.   
Está presente la fe en Jesucristo, el seguimiento, la misión de contar a los demás… todo bajo la luz del Resucitado.

Segundo domingo de Pascua
La Divina Misericordia



La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos ... "y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia" (Diario, 723). En este mensaje, que Nuestro Señor nos ha hecho llegar por medio de Santa Faustina, se nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia de Dios, y que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de nuestras palabras, acciones y oraciones... "porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil" (Diario, 742).
Con el fin de celebrar apropiadamente esta festividad, se recomienda rezar la Coronilla y la Novena a la Divina Misericordia; confesarse -para la cual es indispensable realizar primero un buen examen de conciencia-, y recibir la Santa Comunión el día de la Fiesta de la Divina Misericordia.

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de la presente: El libro del Pueblo de Dios. CELAM /CEBIPAL.  José A Pagola. ACIprensa.
Lectio Divina: los sábados 17 hs. en: Círculo Bíblico San José, Parroquia San José: Brandsen 4970 V. Domínico.

Si querés recibir la hojita por e-mail pedila: miencuentroconjesus@yahoo.com.ar
www.facebook.com/miencuentroconjesussanjose 

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