Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 20 de octubre de 2018

“Jesús nos enseña que servir a Dios en el amor es una donación gratuita de uno mismo”



Vigésimo noveno domingo durante el año, Lecturas 21-10-18, Ciclo B

 Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guíe y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa.  Amén

Lectura del libro del profeta Isaías 53, 10-11
El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él.
A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos.   Palabra de Dios.

Salmo 32
R. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti.
La palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor.  R.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia.  R.

Nuestra alma espera en el Señor: él es nuestra ayuda y nuestro escudo.     Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti.  R.   

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16
Hermanos: Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado.
Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno.  Palabra de Dios.

Santo Evangelio según san Marcos 10, 35-45
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.»
El les respondió: «¿Qué quieren que haga por ustedes?» Ellos le dijeron: «Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria.»                
Jesús le dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?»                
«Podemos», le respondieron. 
Entonces Jesús agregó: «Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados.»           
Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.
Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.»  Palabra del Señor.

Ven Señor Jesús, amén

 
Reflexión

El episodio sucede inmediatamente después de que Jesús anunciara por tercera vez a los apóstoles sus sufrimientos y su muerte humillante en Jerusalén.  Marcos contrasta las palabras y la actitud de Jesús con la ambición y el egoísmo de los apóstoles.  Parece que cuanto más se aproxima la hora de la pasión de Jesús, más es la resistencia de sus discípulos a aceptarla.
Nosotros estamos tan acostumbrados a ver a Jesús crucificado porque desde niños tenemos esta imagen; pero en tiempos de Jesús la idea de un mesías sufriente y muerto en la cruz en manos de los odiados opresores del pueblo era totalmente ajena a la mentalidad judía y considerada como blasfemia. Es comprensible entonces que los discípulos se resistieran. Quedaron defraudados totalmente ante la muerte de Jesús y que les costó mucho descubrir su significado.  Sólo a partir de la resurrección repasarán los hechos vividos junto a Jesús y se preguntarán cómo les fue posible pasar tanto tiempo con Él sin avizorar la novedad del mensaje, como así también las discusiones tenidas acerca de los primeros puestos y otras similares, pasarán a ser signos de toda una actitud que puede en cada momento infiltrarse en el creyente.

Marcos no descarta la posibilidad de que cada hombre sienta cierto rechazo por el camino que traza Jesucristo. Les pasó a los discípulos resistiendo a esta forma de concebir hasta que creyeron.  Ellos no anuncian una fe fácil y cómoda, a tal punto a quienes más difícil y dura les resultó fue a ellos mismos.
Decíamos anteriormente que nosotros estamos acostumbrados a ver la imagen de Jesús crucificado.  Pero nos podemos preguntar una vez más si hemos aceptado hasta sus últimas consecuencias la actitud de Jesús y la llamada que nos hace a seguirlo.
Tres eran los apóstoles líderes del grupo: Pedro, Santiago y Juan. Estos dos últimos hermanos entre sí, llamados por su impetuosidad “los hijos del Trueno” protagonizan el evangelio de hoy.  Suponiendo que debía estar lejos el día de la inauguración del reino de Cristo, se adelantaron al resto de sus compañeros y le dijeron a Jesús: “Maestro, queremos que hagas lo que vamos a pedir”.
La forma es atrevida.  Saben que Jesús ahora tiene pocos seguidores y aprovechan su situación de “fieles” para exigir algo por esa fidelidad.  Están buscando una recompensa a su fe.
Se trata de una actitud muy común entre nosotros, suponemos que Dios se encuentra muy necesitado de nosotros y que de alguna manera está obligado a recompensar nuestros buenos servicios.  Mas como Dios no suele darse por aludido surge nuestra oración, al modo de los hijos del trueno: impetuosa y atrevida.
No faltan los que hasta esconden una velada amenaza: “Si no me concedes tal cosa, no iré más a misa o abandonaré la Iglesia”.  Esta manera de proceder descubre cuán lejos se está de una fe concebida como servicio.

Servir a Dios en el amor es una donación gratuita de uno mismo; quien ama por la recompensa que puede darle el amado, en realidad se ama a sí mismo.
Los apóstoles tenían una fe muy inmadura; buscaban la recompensa y seguían a Jesús por esa recompensa.  De aquí vieron que Jesús era aprisionado, todos lo abandonaron.  ¿Para qué sirve un Dios que ya no nos puede ofrecer nada?

Lo mismo nos sucede con las devociones a los santos y a la Virgen María.  Veneramos al santo más famoso en conceder favores, y hasta llegamos a discutir qué virgen es la que más oye a sus devotos.
¿Qué tiene que ver todo esto con una fe auténtica?  Esto es lo que debemos plantearnos hoy.  La religión cristiana no es una lotería de beneficencia ni una compañía de seguros; tampoco Dios o los santos son gerentes de las mismas.

La fe cristiana es el seguimiento de Jesús.  Es a nosotros mismos a quienes debemos exigir esto o lo otro.  De lo contrario, no solamente no superamos la etapa del Antiguo Testamento, sino que podemos con mucha facilidad convertir el cristianismo en una religión pagana con su panteón de dioses sujetos al capricho de los hombres.
Y ante la proposición de los dos hermanos, Jesús asiente… Ellos entonces, le piden dos principales carteras del nuevo gobierno.  Jesús les deja llevar las cosas hasta el preciso momento en que pueda hacerles descubrir esto “nuevo” que es la fe.  Llegado el momento les dice: “No saben lo que piden” O sea no tienen ni idea de lo absurdo del pedido, no han comprendido nada de lo que significa ser el Cristo y de lo que implica seguirlo.

Seguir a Cristo es compartir su cruz.  Por eso, a su vez, le pregunta: “¿Son capaces de beber el cáliz que yo he de beber…?”  Lo más insólito es la respuesta de los dos: “Podemos”
No podemos dudar de la sinceridad de ambos, aunque cuando pronunciaron enfáticamente “podemos” no imaginaban todo su alcance.
Jesús confirma que ambos lo seguirán por el camino del sufrimiento, pero les aclara, para que no queden dudas, que eso no les da derecho a alguna recompensa.

Por qué el seguir a Cristo con la cruz de cada día no nos da derecho a recompensas especiales, lo explicará enseguida Jesús a todo el grupo apostólico. Hay una sola forma de seguir a Jesús, y bebiendo su misma copa, bautizándose en la muerte de uno mismo.


Cada día hay que morir al propio ego, a la vanidad, al orgullo, al egoísmo, etc. Y cada vez que comulgamos, nos unimos a Cristo que derrama su vida por amor a los hombres. 

Comulgar es comprometerse a compartir el mismo gesto de Jesús.  En cada misa, Jesús vuelve a preguntarnos: ¿Puedes beber esta copa que yo bebo?

En un grupo donde las ambiciones tratan de escalar, pronto surge la indignación y el resentimiento de los demás. Así sucedió con los otros diez.  Jesús, con toda paciencia, vuelve a catequizarlos sobre el tema del servicio a la comunidad.  Jesús no niega que los apóstoles han de ocupar en su Iglesia cierto puesto de relevancia y jerarquía. Pero la pregunta es otra: ¿Qué significa tener autoridad dentro de la Iglesia? Jesús distingue dos formas de ejercer la autoridad.  Una es la común a los gobernantes y los poderosos pues, hacen sentir que son dueños de la comunidad y lo hacen pesar. “Así no debe ser entre ustedes”

En la Iglesia, la autoridad debe ser algo diametralmente distinto, incluso opuesto.  “El que quiera ser grande que se haga servidor de todo” La comunidad cristiana es la comunidad siempre lista, con ese sí alegre y generoso.  Una comunidad cristiana –con sus pastores a la cabeza- no puede esperar que le traigan problemas: debe buscarlos allí donde están para aportar una solución.  Ella debe ser la presencia viva de Cristo.  Una Iglesia servidora podrá olvidarse del sufrimiento propio, pero deberá ser la primera en levantar el grito cuando alguien, cualquier persona, sufra las injusticias propias del tiempo. 

El problema está en saber quiénes están dispuestos a asumir ese dolor y a derramar esa sangre.  Quienes lo hagan, tienen derecho a llamarse cristianos.  Los demás seguiremos en el catecumenado…                                                                                                                                    

Momento para disfrutar en comunidad, bajo la luz, el calor y la alegría de sentirnos amados por Dios. Te esperamos.
San José Ruega por nosotros, amén
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de esta hoja: El libro del Pueblo de Dios. P. Daniel Silva

Los sábados 17 hs. Círculo Bíblico San José 
Parroquia San José: Brandsen 4970, V. Domínico.
Si querés recibir la hojita por e-mail pedilamiencuentroconjesus@yahoo.com.ar
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