Lecturas 30-6-19, Ciclo C
Dios nuestro, Padre
de la luz, envía ahora tu
Espíritu sobre
nosotros: Que Él nos dé un corazón oyente (1 Re 3,9), nos permita encontrarte
en tus Santas Escrituras y engendre tu Verbo en nosotros. que levante el velo
de nuestros ojos (2 Cor 3,12-16), nos conduzca a la Verdad
Completa (Jn 16,13), y nos dé inteligencia y perseverancia. Te lo pedimos
por Jesucristo, nuestro Señor, Él sea bendito y alabado por los siglos de los
siglos. Amén
“Te
seguiré donde vayas”
Primer libro de los Reyes 19, 16b. 19-21.
El Señor dijo a Elías: “A Eliseo,
hijo de Safat, de Abel Mejolá, lo ungirás profeta en lugar de ti”. Elías partió
y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él había doce
yuntas de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó cerca de él y le echó
encima su manto. Eliseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y dijo: “Déjame
besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré”. Elías le respondió: “Sí,
puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?”. Eliseo dio media vuelta, tomó la
yunta de bueyes, y los inmoló. Luego, con los arneses de los bueyes, asó la
carne y se la dio a su gente para que comieran. Después partió, fue detrás de
Elías y se puso a su servicio. Palabra de Dios.
Salmo 15: R. Señor, tú eres la
parte de mi herencia.
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en
ti. Yo digo al Señor: “Señor, tú eres mi bien”. El Señor es la parte de mi
herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche instruye mi
conciencia! Tengo siempre presente al Señor: él está a mi lado, nunca vacilaré.
R.
Por eso mi corazón se legra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser
descansa seguro: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás que tu amigo
vea el sepulcro. R.
Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu
presencia, de felicidad eterna a tu derecha. R.
Carta de
Pablo a los Gálatas 5, 1. 13-18
Hermanos: Esta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes
para no caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud. Ustedes, hermanos, han
sido llamados para vivir en libertad, pero procuren que esta libertad no sea un
pretexto para satisfacer los deseos carnales: háganse más bien servidores los
unos de los otros, por medio del amor. Porque toda la Ley está resumida
plenamente en este precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si
ustedes se están mordiendo y devorando mutuamente, tengan cuidado porque
terminarán destruyéndose los unos a los otros. Yo los exhorto a que se dejen
conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de
la carne. Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la
carne. Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien
que quieren. Pero si están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la
Ley. Palabra de Dios.
Evangelio según san Lucas. 9, 51-62.
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su
elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió
mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría
para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: “Señor, ¿quieres
que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?”. Pero él se dio vuelta y
los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, alguien le
dijo a Jesús: “¡Te seguiré adonde vayas!”. Jesús le respondió: “Los zorros
tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no
tiene dónde reclinar la cabeza”. Y dijo a otro: “Sígueme”. Él respondió:
“Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre”. Pero Jesús le
respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el
Reino de Dios”. Otro le dijo: “Te seguiré, Señor, pero permíteme antes
despedirme de los míos”. Jesús le respondió: “El que ha puesto la mano en el
arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. Palabra del Señor
Reflexión: “Te seguiré donde vayas”
Las lecturas de hoy tienen un tema común: las exigencias de la vocación. En ellas descubrimos cómo la necesidad del desprendimiento, de la renuncia, del abandono de las cosas y personas como exigencia para seguir a Jesús. Por eso, no existe respuesta a la llamada para ponerse al servicio del Reino de Dios, en aquellos que anteponen a Jesús condiciones o intereses personales. El Evangelio nos dice que el desprendimiento exigido por Jesús a los tres candidatos a su seguimiento es radical e inmediato. Se tiene, incluso, la impresión de una cierta dureza de parte de Jesús. Pero todo está puesto bajo el signo de la urgencia.
Jesús ha iniciado “el
viaje hacia Jerusalén”. Esta “subida” no se encuadra en una
dimensión estrictamente geográfica, sino teológica: Jesús se encamina
decididamente hacia el cumplimiento de su misión. Su vida sólo tiene un
objetivo, anunciar y promover el proyecto del reino de Dios.
El viaje de Jesús a Jerusalén no es un viaje
turístico. Por eso el maestro exige a los discípulos la conciencia del riesgo
que comparte esa aventura: “la entrega de la propia vida”.
Los discípulos deben ser conscientes de la
dificultad de la misión, de los sacrificios que conlleva, y de la gravedad de
los compromisos que se asumen con aquella decisión. Jesús trabaja sobre las
falsas ilusiones y los triunfalismos mesiánicos.
Cómo seguir a Jesús. La
marcha comienza mal: los samaritanos lo rechazan. Está acostumbrado: lo mismo
le ha sucedido en su pueblo de
Nazaret.
Jesús sabe que no es fácil acompañarlo en su vida de profeta itinerante. Quienes lo quieran seguir tendrán que aprender a vivir como él.
Mientras van de camino, se le acerca un desconocido. Se le ve entusiasmado:” Te seguiré adonde vayas”. Antes que nada, Jesús le hace ver que no espere de él seguridad, ventajas ni bienestar. Él mismo “no tiene dónde reclinar su cabeza”. No tiene casa, come lo que le ofrecen, duerme donde puede.
Otro pide a Jesús que le deje ir a enterrar a su padre antes de seguirlo. Jesús le responde con un juego de palabras provocativo y enigmático: “Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el reino de Dios”. Estas palabras desconcertantes cuestionan nuestro estilo convencional de vivir.
Otro está dispuesto a seguirlo, pero antes se quiere despedir de su familia. Jesús le sorprende con estas palabras: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. Ser parte del proyecto de Jesús exige dedicación total, mirar hacia adelante sin distraernos, caminar hacia el futuro sin encerrarnos en el pasado.
Jesús sabe que no es fácil acompañarlo en su vida de profeta itinerante. Quienes lo quieran seguir tendrán que aprender a vivir como él.
Mientras van de camino, se le acerca un desconocido. Se le ve entusiasmado:” Te seguiré adonde vayas”. Antes que nada, Jesús le hace ver que no espere de él seguridad, ventajas ni bienestar. Él mismo “no tiene dónde reclinar su cabeza”. No tiene casa, come lo que le ofrecen, duerme donde puede.
Otro pide a Jesús que le deje ir a enterrar a su padre antes de seguirlo. Jesús le responde con un juego de palabras provocativo y enigmático: “Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el reino de Dios”. Estas palabras desconcertantes cuestionan nuestro estilo convencional de vivir.
Otro está dispuesto a seguirlo, pero antes se quiere despedir de su familia. Jesús le sorprende con estas palabras: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. Ser parte del proyecto de Jesús exige dedicación total, mirar hacia adelante sin distraernos, caminar hacia el futuro sin encerrarnos en el pasado.
No nos engañemos. El gran obstáculo
que nos impide hoy a muchos cristianos seguir de verdad a Jesús es el bienestar
en el que vivimos instalados. Nos da miedo tomarle en serio porque sabemos que
nos exigiría vivir de manera más generosa y solidaria. Somos esclavos de
nuestro pequeño bienestar. Tal vez, la crisis económica nos puede hacer más
humanos y cristianos.
Hemos de ensanchar el
horizonte en el que nos movemos. Todos podemos hacer algo más, por un mundo más
justo y fraterno. Superando los límites de la familia de sangre. Si nos decidimos
a seguir a Jesús, hemos de pensar también en la familia humana: nadie debería
vivir sin hogar, sin patria, sin papeles, sin derechos.
Recientemente, el Papa Francisco nos ha advertido
de algo que está pasando hoy en la Iglesia:
“Tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos
nuevos, sacándonos de nuestros horizontes, con frecuencia limitados, cerrados y
egoístas, para abrirnos a los suyos”.
Por tanto, seguir a Jesús exige:
- Disponibilidad para vivir en la inseguridad: “No
tener nada, no llevar nada”. No se pone el acento en la pobreza absoluta, sino
en la itinerancia. El discípulo lo mismo que Jesús, no puede programar,
organizar la propia vida según criterios de exigencias personales, de “confort”
individual.
- Ruptura con el pasado, con las estructuras
sociales, políticas, económicas y culturales que atan y generan la muerte. Es
necesario que los nuevos discípulos miren adelante, que anuncien el Reino, para
que se viva el proyecto de Jesús.
- Decisión irrevocable. Nada de vacilaciones, nada
de componendas, ninguna concesión a las añoranzas y recuerdos del pasado, el
compromiso es total, definitivo, la elección irrevocable.
Hoy. Actitudes del
verdadero discípulo. Ser cristiano no es solamente decir tengo fe, sino
irse haciendo creyente. Con frecuencia entendemos la vida cristiana de una
manera muy estática y no lo vivimos como un proceso de crecimiento constante y
seguimiento a Jesús. Y, sin embargo, en realidad se es cristiano en la medida
que nos atrevemos a seguir a Jesús. El creyente que lo quiera hacer
de verdad, ha de preguntarse ¿cómo ser cristiano hoy? Y la respuesta es la de
siempre: hay que volver a
Jesús.
Hay que volver a la espiritualidad de seguimiento.
Se trata de configurar nuestra vida en el seguimiento de Jesús, sin caer en la
tentación de seguir otros intereses u otras corrientes que aparentemente nos
pueden ofrecer una seguridad religiosa, pero que nos alejan del espíritu del
Evangelio.
Seguir a Jesús no significa seguir a un pasado ya
muerto, sino tratar de vivir hoy en el espíritu que le animó a Él. Se trata de
vivir hoy “con el aire de Jesús” y no “al aire que más sopla”. Cuando el creyente
se esfuerza por seguir a Jesús, día a día, va experimentando de manera
creciente que sin ese “seguir” a Jesús su vida sería menos vida, más inerte,
más vacía y más sin sentido.
El seguimiento de Jesús es una invitación y un don
de Dios, pero al mismo tiempo exige nuestra respuesta esforzada. Es pues un don
y una conquista. Una invitación de Dios, y una meta que nos debemos proponer
con tesón. Pero sólo por amor, por enamoramiento de la causa de Jesús, podremos
avanzar en el seguimiento.
Una vez que ese amor se ha instalado en nuestras
vidas, todo lo legal sigue teniendo su sentido, pero es puesto en su
propio lugar: relegado a un segundo plano. «Ama y haz lo que
quieras», decía san Agustín; porque si amas, no vas a hacer «lo que
quieras», sino lo que debes, lo que Dios amado espera de ti. Es la libertad del
amor, sus dulces ataduras.
La Alegría del encuentro:
Hoy Jesús nos convoca y comparte este encuentro con nosotros y como
comunidad queremos expresarle a Nuestro Padre del Cielo, la alegría que esto
nos causa, compartiendo su Palabra:
Tú me alegras, Señor, con tus acciones, cantaré jubiloso por la obra de
tus manos. (Sal 92,5)
Así nos alegráremos los que en ti nos
refugiamos y siempre cantaremos jubilosos; tú proteges a los que aman tu Nombre,
y por eso nos llenamos de gozo.. (Crf. Salmo 5,12)
Que el Dios de la esperanza nos llene de toda alegría y paz a nosotros
que creemos en él, para que rebosemos de esperanza por el poder del
Espíritu santo. (Crf.
Romanos 15:13)
Bendito sea el Señor, porque oyó la voz de
mi plegaria; el Señor es mi fuerza y mi escudo, mi corazón confía en él.
Mi corazón se alegra porque recibí su ayuda: por eso le daré gracias con mi
canto. (Salmo
28:6-7)
Yo confío en tu misericordia: que mi
corazón se alegre porque me salvaste. ¡Cantaré al Señor porque me has
favorecido!
(Salmo 13:6)
Pero ahora voy a ti, y digo esto estando
en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto. (Juan 17, 13)
Aclaración: Se
han utilizado para la preparación de las reflexiones: J. A. Pagola. P. Fidel Oñoro, CELAM.
Círculo
Bíblico San José
“Tu palabra es una
lámpara a mis pies
y una luz en mi camino” Sal 119
y una luz en mi camino” Sal 119
Te esperamos todos los sábados a las
16 hs para compartir y reflexionar el evangelio
de
cada semana.
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