Trigésimo primero domingo durante el año
Lecturas 3-11-19, Ciclo C
” Ven Espíritu
Santo”
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis
ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus
enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para
que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la
Verdad completa. Amén
Libro
de la Sabiduría 11,22-26.12,1-2.
Señor,
el mundo entero es delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la
balanza, como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra. Tú te
compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados
de los hombres para que ellos se conviertan. Tú amas todo lo que existe y no
aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras odiado algo, no lo
habrías creado. ¿Cómo podría subsistir una cosa si tú no quisieras? ¿Cómo se
conservaría si no la hubieras llamado? Pero tú eres indulgente con todos, ya
que todo es tuyo, Señor que amas la vida, porque tu espíritu incorruptible está
en todas las cosas. Por eso reprendes poco a poco a los que caen, y los
amonestas recordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti,
Señor. Palabra de Dios.
Salmo 144 , R: Bendeciré
al Señor siempre y en todo lugar.
Te
alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey, y bendeciré tu Nombre eternamente día
tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar.
R
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R
El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. R
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R
El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. R
2º Carta a los
Tesalonicenses 1,11-.2,-2
Hermanos, rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe. Así el nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, les rogamos, hermanos, que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado. Palabra de Dios.
Hermanos, rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe. Así el nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, les rogamos, hermanos, que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado. Palabra de Dios.
Evangelio según
San Lucas 19,1-10.
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más"
Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido". Palabra del Señor.
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más"
Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido". Palabra del Señor.
Reflexión:
Llegamos casi al final del viaje de Jesús, a Jerusalén
nos aproximamos al momento culminante del ministerio de Jesús, el evangelio
ofrecido universalmente a publicanos y pecadores toma cuerpo en la historia de
la conversión de Zaqueo. Y no solamente a publicanos y pecadores, el evangelio
de la salvación se le ofrece a pobres y a ricos. En el episodio inmediatamente
anterior, vemos a Jesús en la entrada de la ciudad de Jericó decirle al
mendigo-ciego que está en situación de marginalidad: “Ve, tu fe te ha
salvado” (Lc. 18,42). Ahora será salvado quien está en el corazón de
la ciudad, quien es presentado desde el principio como una persona de autoridad
(“jefe”) y poseedor de bienes (“rico”); para él también le dirá: “Hoy
ha llegado la salvación a esta casa.” Jesús, en su camino hacia Jerusalén
se presenta como un pastor buscando celosamente a sus ovejas.
Al atravesar la ciudad, Jesús se encuentra con una
escena curiosa. Un hombre de pequeña estatura ha subido a una higuera para
poder verlo de cerca. No es un desconocido. Se trata de un rico, poderoso jefe
de recaudadores. Para la gente de Jericó, un ser despreciable, un recaudador
corrupto y sin escrúpulos. Para los sectores religiosos, «un pecador» sin
conversión posible, excluido de toda salvación. Sin embargo, Jesús le hace una
propuesta sorprendente: «Zaqueo, baja en seguida porque hoy
tengo que alojarme en tu casa». Jesús quiere ser acogido en la casa
de un pecador, en el mundo del dinero y del poder de este hombre despreciado
por todos. Zaqueo bajó enseguida y lo recibió con alegría. No tiene miedo de
dejar entrar en su vida al defensor de los pobres.
Lucas no explica lo que sucedió en aquella casa. Solo
dice que el contacto con Jesús transforma radicalmente al rico Zaqueo. Su
compromiso es firme. En adelante pensará en los pobres, compartirá con ellos
sus bienes. Recordará también a las víctimas de las que ha abusado: les
devolverá con creces lo robado. Jesús ha introducido en su vida justicia y amor
solidario.
Jesús alerta con frecuencia sobre el riesgo de quedar
atrapados por la atracción irresistible del dinero. El deseo insaciable de
bienestar material puede echar a perder la vida de una persona. No hace falta
ser muy rico. Quien vive esclavo del dinero termina encerrado en sí mismo. Los
demás no cuentan. Según Jesús, «donde esté tu tesoro, allí estará tu
corazón».
Esta visión del peligro deshumanizador del dinero no
es un recurso del Profeta indignado de Galilea. Diferentes estudios analizan el
poder del dinero como una fuerza ligada a pulsiones profundas de
autoprotección, búsqueda de seguridad y miedo a la caducidad de nuestra
existencia.
Para Jesús, la atracción del dinero no es una especie
de enfermedad incurable. Es posible liberarse de su esclavitud y empezar una
vida más sana. El rico no es «un caso perdido». Es muy esclarecedor el relato
de Lucas sobre el encuentro de Jesús con un hombre rico de Jericó.
El relato concluye con unas palabras admirables de
Jesús: «Hoy ha entrado la salvación en esta casa, pues también este
es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo
que estaba perdido». También los ricos se pueden convertir. Con
Jesús todo es posible. No lo tenemos que olvidar. Él ha venido para buscar y a salvar
lo que nosotros podemos estar echando a perder. Para Jesús no hay casos
perdidos.
Jesús opta por los pobres, mira la vida desde su
óptica, se pone al lado de ellos, y comparte su causa. Evidentemente, no
excluye a las personas ricas, y ése es el caso de Zaqueo. Pero Jesús no es
neutral en el tema de riqueza-pobreza. Su encuentro con Zaqueo no deja a éste
indiferente, Jesús lo desafía a pronunciarse, incluso económicamente. Jesús no
excluye a Zaqueo, ni a ninguna otra persona rica, pero “sí excluye el modo de
vida de los “ricos” basado en la opresión y la injusticia”, exigiéndoles la
justicia y el amor. La opción por los pobres no excluye a ninguna persona ¡al
contrario, desearía alcanzar y cambiar a todos los que no asumen la
causa!
La atención, como se ve, está en el uso que hay que
hacer de las riquezas. Las riquezas son perversas cuando se acaparan,
sustrayéndolas a los más débiles y empleándolas para el propio lujo
desenfrenado; dejan de ser injustas cuando son fruto del propio trabajo y se
ponen al servicio de los demás y de la comunidad. Dios puede hacer el milagro
de convertir y salvar a un rico sin, necesariamente, reducirlo al estado de
pobreza.
Hoy. No
dudemos que Jesús nos está llamando también a nosotros a la conversión, nos
está invitando a que cambiemos radicalmente nuestra vida. El Señor nos propone
unirnos a Él, ser sus discípulos y a ejemplo de Zaqueo ser capaces de
despojarnos de todo lo que no nos permite vivir auténticamente como cristianos.
Aceptemos la mirada de Jesús, dejemos que Él se tropiece con nosotros en el
camino e invitémoslo a nuestra casa para que Él pueda sanar nuestras heridas y
reconfortar nuestro corazón.
No tengamos miedo, dejémonos seducir por el Señor, por
el maestro, para confesar nuestras culpas, arrepentirnos, expresar nuestra
necesidad de ser justos, devolver lo que le hemos quitado al otro. El Señor
está con nosotros para que experimentemos su amor. Él ya nos ha perdonado, por
eso es posible la conversión.
1 de noviembre:
Conmemoración de
todos los Santos
“Esten
alegres, porque vuestra recompensa
será grande en el
cielo”
El calendario litúrgico recoge un pequeño muestrario
de aquellos creyentes que, habiendo testimoniado claramente su fe cristiana,
han sido reconocidos oficialmente por la Iglesia: han combatido el buen
combate, han concluido su carrera, han guardo la fe y (no nos cabe la menor
duda) han recibido la corona de salvación (2 Tm 4,7). Ahora bien, tenemos
también la certeza de que es mucho mayor, innumerable, el número de cuantos han
escuchado la sentencia final del Hijo
del hombre: vengan, benditos de mi Padre,
reciban la herencia del Reino preparado para ustedes desde la creación del
mundo (Mt 25,34).
(1). Fray Juan Huarte Osácar
2 de noviembre:
Conmemoración de
todos los fieles difuntos
“Dios cumple
siempre sus promesas”
En este día de los difuntos, podemos recordar la frase
de un buen cristiano: “Dios no cumple siempre nuestros deseos, pero cumple
siempre sus promesas”.
Porque como nos dice San Pablo: “Dios tiene poder
para cumplir lo que ha prometido”. A poco que conozcamos a Dios, nos damos
cuenta de que todas sus promesas coinciden con los deseos más profundos de los
seres humanos. Recordemos, en este día de los difuntos, nuestros deseos que se
ven satisfechos por nuestro Padre Dios y su Hijo Jesús.
Uno de nuestros deseos es que nuestros seres queridos
no mueran, permanezcan siempre a nuestro lado. El amor pide presencia, pide la
presencia continua a nuestro lado de las personas a las que amamos. Pero este
deseo nuestro no se cumple en este primer tiempo de nuestra existencia. De ahí
nuestro sentimiento de dolor y sufrimiento ante la muerte-ausencia de los que
queremos. Pero Dios, que cumple siempre sus promesas, nos asegura que este
deseo nuestro se va a ver cumplido con la promesa fuerte de Jesús de Nazaret,
nuestro Maestro y Señor: “Yo soy la resurrección y la vida el que cree en mí
no morirá para siempre”. Nosotros y nuestros seres queridos vamos a
disfrutar en un segundo tiempo de la vida y para toda la eternidad.
(1). Fray Manuel Santos
Sánchez
(1) Diminicos.org
(1) Diminicos.org
"Ojalá Jesús te vaya marcando el camino para
encontrarte con quien necesita más.
Tu corazón, cuando te encuentres con aquél que más
necesita, se va a empezar a agrandar, agrandar, agrandar, porque el encuentro
multiplica la capacidad del amor, agranda el corazón.
“Felices los justos” (22° domingo)
(24° domingo)
“Romper la
indiferencia” (26° domingo)
“El servicio a Dios.
Somos simples servidores” (27° domingo)
“Levántate y vete, tú fe te ha salvado”
“Oración,
signo de esperanza viva”
(29°
domingo)
“La
experiencia gozosa del
perdón
de Dios” (30° domingo)
Aclaración: Se han utilizado para la preparación
de las reflexiones: El
libro del Pueblo de Dios. Misioneros
Oblatos. J: A: Pagola. R Cantalamessa.
Círculo
Bíblico San José
“Tu
palabra es una lámpara a mis pies
y una luz en mi camino” Sal 119
y una luz en mi camino” Sal 119
Te esperamos todos los
sábados a las 17 hs para compartir y reflexionar el evangelio
de cada semana.
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