Señor, envía tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis
oídos a tu Palabra, enséñame a abrir mi corazón para recibirla; dame fuerza
para poner en práctica tus mandatos. Ilumina, señor, mis caminos para que vaya
por los senderos de justicia y amor en los que te pueda encontrar. Amén.
Lunes 13 de julio, san Mateo 10, 34-11, 1
“El que salve su vida, la perderá y el que la pierda
por mí, ¡la salvará!"
Hablar de Fe en Jesús, es aceptar que el centro de
nuestra vida es compartir con Él, el proyecto del Padre, llevar a cabo el Reino
de Dios. Un mundo mejor es posible.
La propuesta de Jesús es la de poder renunciar a todo
lo que nos impide alcanzar la mentalidad de Reino de Dios. A lo que tenemos que
morir no es a disfrutar la vida, cuanto a todo aquello que me impide ser
auténtico discípulo misionero de Jesús. Es todo aquello que me impide reconocer
al otro como hermano.
El seguimiento de
Jesucristo no puede considerarse como una actividad más que incorporamos en
nuestra agenda. No es una dedicación de tiempo parcial. Todo el proyecto de
vida debe quedar marcado por esta impronta.
El amor a
Jesucristo no es un amor más, ocupa el centro de nuestros afectos. Todo lo
demás está en relación con Él.
Ven Señor Jesús,
te necesito.
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