En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contestó: “No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”.
En definitiva, no se trata sólo de perdonar a diestra y siniestra como si con un buen gesto bastara. También importa la naturaleza de ese perdón. Para los hombres, perdón es justicia; para Dios, es misericordia. La cifra que Jesús nos da es indicativa de la medida de la misericordia de Dios. ¿Y qué implica perdonar misericordiosamente? No significa olvidar, si somos sinceros, nadie olvida la ofensa de la que puede haber sido objeto. Ahí está ese recuerdo, y ahí estará siempre. Perdonar con misericordia significa ver más allá de ese recuerdo o, mejor aún, verlo desde los ojos de Dios. Es entonces cuando uno entiende que el perdón no puede nacer sino del corazón. No es una fórmula, un protocolo, o un convencionalismo social. No es una sonrisa falsa, un apoyo interesado, ni un favor por cobrar. Es gratuidad. (catholic.net)
Ven Señor Jesús , te necesito.
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