Jesús al entrar
al Templo, se puso a echar a los vendedores,
diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes
la han convertido en una cueva de ladrones".
Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los
más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo
hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.
Palabra del Señor
Lo que Jesús
predicaba provocó que “los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores del
pueblo intentaron quitarlo de en medio”. Pero Jesús no se calló, siguió
proclamando su verdad, su buena noticia para todos nosotros. Una muestra de
ello es lo que le vemos hacer hoy, expulsando a los vendedores del templo, por
una razón bien sencilla: “Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han
convertido en una cueva de ladrones”.
Jesús habla de que el templo ha sido creado como un lugar de encuentro con Dios, que debe ser un lugar de puertas abiertas y un espacio de calma y gratuidad. Reniega porque ha sido convertido en un edificio “vacío” y ya no tiene sentido buscar a Dios en él. (Dominicos. org y Donbosco.org)
Ven Señor Jesús,
te necesito.
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