María, escucha, decisión,
acción.
Tres palabras
sintetizan la actitud de María: escucha, decisión, acción; palabras que indican
un camino también para nosotros frente a lo que nos pide el Señor en la
vida.
Escucha. María sabe
escuchar a Dios. Atención: no es un simple "oír" superficial, sino es
“la escucha”, acto de atención, de acogida, de disponibilidad hacia Dios… María
está atenta a Dios, escucha a Dios. Esto también vale en nuestra vida:
escucha de Dios que nos habla, y también escucha de la realidad cotidiana,
atención a las personas, a los hechos, porque el Señor está en la puerta de
nuestra vida y golpea en muchos modos, pone señales en nuestro camino; está en
nosotros la capacidad de verlos. María es la madre de la escucha, escucha
atenta de Dios y escucha también atenta de los acontecimientos de la
vida.
En la vida es
difícil tomar decisiones, a menudo tendemos a posponerlas, a dejar que otros
decidan en nuestro lugar, a menudo preferimos dejarnos arrastrar por los
acontecimientos, seguir la moda del momento; a veces sabemos lo que tenemos que
hacer, pero no tenemos el coraje o nos parece demasiado difícil porque quiere
decir ir contracorriente. María en la anunciación, en la Visitación, en las
bodas de Caná, va contracorriente; se pone a la escucha de Dios, María, reflexiona
y busca comprender la realidad, y decide confiarse totalmente en Dios, decide
visitar, aun estando embarazada, a la anciana pariente, decide confiarse al
Hijo con insistencia, para salvar la alegría de la
boda.
Acción. María salió de
viaje y “fue sin demora” (cfr. Lc. 1,39 a pesar de
las dificultades, las críticas que habrá recibido por su decisión de partir, no
se detuvo delante de nada…. cuando tiene claro qué cosa Dios le pide, lo que
tiene que hacer, no tarda, no retarda, sino que va "sin demora".
A veces, también
nosotros nos paramos a escuchar, a reflexionar sobre lo que deberíamos hacer,
quizás también tenemos clara la decisión que tenemos que tomar, pero no pasamos
a la acción. Y sobre todo no nos ponemos en juego a nosotros mismos moviéndonos
"sin demora" hacia los otros para llevarles nuestra ayuda, nuestra
comprensión, nuestra caridad; para también llevar nosotros como María, lo que
tenemos de más precioso y que hemos recibido, Jesús y su Evangelio, con la palabra
y sobre todo con el testimonio concreto de nuestro actuar. (Papa
Francisco)
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