Sexto domingo durante el año, reflexión del Evangelio según San marcos 1,40 - 45 por el P. Juan José Milano, audio de la reflexión:
En este domingo 14 nos encontramos con un Jesús que ya sale de Nazaret para hacer su camino, es decir cumplir con su misión y en esto cumplir con su identidad, con quienes el Dios hecho hombre que sale al encuentro del hombre y por eso su misión, como la cualquiera de nosotros se tiene que corresponder a lo que somos, en lo que obramos tiene que ver con lo que somos, si queremos ser coherentes y auténticos. Por eso Pablo también en la segunda lectura que hoy nos encontramos, está exhortando a ser buenos predicadores del Evangelio con el propio ejemplo, para el bien común, para el bien de todos, no buscándose a sí mismos.
Este Jesús que
sale entonces del hombre, se encuentra con el sufrimiento, hoy en el Evangelio
se encuentra con un leproso, aquellos que eran segregados de la sociedad,
obligados a dejar su casa, su familia, su trabajo y lo peor por ser
considerados impuros ante Dios, o sea que una cuestión biológica o diríamos
física, una enfermedad, la trasladaban a la enfermedad espiritual, como una
persona absolutamente al margen del amor de Dios, por eso esta la primera, en
la primer lectura del levítico está clarísimo que se manda ir al el que ya
tiene manchas en el cuerpo presentarse al sacerdote según la ley de Moisés y se
atribuya la ley religiosa el tener que ser expulsado de la comunidad e ir
gritando en el camino impuro, impuro, impuro, para que nadie se acerque ni
siquiera a metros.
Jesús hace todo
lo contrario como siempre, Jesús sale al encuentro del hombre, no esperando que
el hombre esté puro para acercarse a él, de hecho dice: “vine para los que
están enfermos y no para los sanos”, por tanto el señor no espera que nosotros,
no solamente a nivel físico, ya lo sabemos hoy día, como en aquel tiempo sería
inconcebible, pero tampoco a nivel moral, en el sentido espiritual Jesús
siempre sale a nuestro encuentro y cuanto más quizás nos percibamos impuro por
decir así, más necesitamos de pedirle a Dios ser tocados por él, para ser
sanados y liberados, como hace con este enfermo y por ello recupera el enfermo,
en este caso el leproso que podríamos entenderlo no solo simbólicamente a la
lepra física, que ella hoy día diríamos estaríamos hablando más de una letra
interior, que física, exterior, como era el gran drama en aquel tiempo, pero
que también nos segregaría de la sociedad y de nuestro entorno, por lo menos
interiormente no sintiéndonos limpios, auténticos, transparentes, el señor nos
libera nos purifica, nos limpia y como, acercándose, sí rompiendo también esa
tradición como lo ha dicho el domingo pasado recordamos “ustedes fariseos que
cumple en tradiciones humanas pero descuidan el amor de Dios” o sea han
atribuido a los religioso cosas que son de hombres, aquí nos encontramos en
algo peor todavía, atribuyendo una cuestión de pureza o impureza ante Dios, una
cuestión que no tiene nada que ver y por eso Jesús como tantas prescripciones
religiosas la rompe acercándose, tocando al leproso,, y según esta ley Jesús
sería también impuro, quedaría impuro, de hecho por eso cuando él lo manda a
presentarse al sacerdote, ya el enfermo curado, lo hace también con esa idea de
que muestre que la pureza viene de adentro como le dijo a los fariseos, no por
lo que comamos, sino por lo cómo está nuestro corazón, nuestro corazón limpio o
no limpio y por eso Jesús lejos de quedar impuro, según esa ley religiosa que
en realidad es humana, Jesús demuestra que sale al encuentro del hombre en
todas sus necesidades fundamentalmente sanando al sufriente, para que para
proclamar la buena noticia, justamente esto que supera la ley porque sabemos
que la ley externa, sea política o religiosa, no cambia el interior, el
conocimiento no es igual a la vida, en la cuestión es el corazón, el corazón
humano, cambiar el corazón con la gracia traída por la fe en Cristo que es un
don de él, por eso podemos decir con los apóstoles igual que leproso curado no
podemos callar lo que hemos visto y oído, el leproso lejos de ir a presentarse
al sacerdote que ya no tenía obviamente sentido de hacer esto, salió a pesar de
la de que Jesús le dijo que no dijera nada y fuera sacerdote a cumplir con la
ley, sin embargo este hombre superó este mandato de ley y se puso a proclamar: “he
sido sanado por el señor Jesús”, que esto sea también significativo en nuestra
vida, comprendiendo que el señor nos ha venido a curar, a sanar de todas
nuestras dolencia y a superar cualquier diríamos criterio que nos atará a lo
que no nos deja ser libres. Hasta la próxima.
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