Creer es aceptar en el corazón a Jesucristo
Cuarto domingo de Cuaresma, Lecturas 14-3-21, Ciclo B
En este cuarto domingo de Cuaresma nos encontramos, ya próximos a la Pascua
con afirmaciones de las más fuertes que pueden encontrarse en el Evangelio, unidas
en dos “grandes”, nada menos que Juan y Pablo, quizá los más profundos
intérpretes de la misión de Jesucristo, sin lugar a duda. Y están unidas encima
en el centro o en el corazón del mensaje evangélico, porque en el Evangelio,
Juan nos está diciendo y extraigo textualmente “Dios amó tanto al mundo que
entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que
tenga vida eterna “ahí está el centro de nuestra fe Pascual y, por otro lado, con
más fuerza afirma, “el que cree en él no es condenado el que no cree ya está
condenado”. Creer, creer aceptar no significa creer
formular, una idea, un credo, diríamos conceptual, sino en el corazón
aceptar a Jesucristo. Esto es creer, es creer hacia, en Juan está
siempre esta tensión diríamos, de la intención del corazón. Aquello que tiene
en lo profundo el hombre como deseo de Dios y es tensionado por la gracia y el
amor de Dios. Creer es eso, aceptar en
el corazón no es formular ideas y Pablo también con esa misma fuerza porque así
nos dice en efesios, porque “estáis salvados por su gracia y mediante la fe”,
ven la fe, ese don de Dios y el toque de la gracia que hace que uno si lo
acepta sea transformado y no se debe a vosotros, agrega Pablo sino que es un
don de Dios y tampoco se debe a las obras para que nadie pueda presumir o gloriarse dice en otras traducciones es decir,
Pablo tiene muy claro como había sido fariseo cumplidor que pensaba como
aquella parábola de Jesús del publicano y el fariseo donde sus obras las
presentaban ante el altar y con ellos ya se creía justificado es decir se ponía
en juez y parte cuando en realidad es un don y una gracia de Cristo la del
aceptarlo a él, a Dios necesitarlo y no pensar que con mi propia fuerza podría
lograrlo porque allí quedaría marginado Dios mismo, no necesitaríamos de Dios
si pudiéramos hacer las obras por nosotros mismos por nuestras propias fuerzas
y por tanto Cristo habría venido en vano muerto y resucitado en vano diría
Pablo. Es decir el mensaje esencial del Evangelio está resumido en esta dos
lecturas en este Evangelio de Juan y en esta lectura de efesios de Pablo,
repasémoslo y revisemos en nuestro haber en nuestra vida si nuestra fe y gracia
ha sido aceptada por nuestro corazón
totalmente como para que Cristo cambie lo más profundo de nosotros mismos y no
creamos que nuestras obras son suficientes porque las obras nuestras si vienen
de nosotros no necesitan de Dios y si no necesitan de Dios no estaríamos
salvados. Las expresiones de Juan y Pablo son muy fuertes, en creer en Él está
la salvación, más que en cualquier obra humana, por buena que sea. En ello está
la vida y la salvación, en aceptar la fe y el toque de la gracia en nuestros
corazones para que como dice Pablo en la definición “el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por la gracia del Espíritu Santo” en aquellos
que la aceptan y creen.
Revisemos pues hacia la Pascua próxima, cómo está nuestra fe, nuestra
entrega confiada, nuestra aceptación, que ahí es donde se mide la fe y la
gracia. Nuestra fe se mide así, hasta dónde
me entrego y diríamos, confiadamente a la providencia divina y es hasta dónde
en cambio, podemos confiar en nuestras propias obras.
Hasta la próxima.
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