Tercer domingo de Cuaresma, Lecturas 7-3-21, Ciclo B
Gracia, Fe y
nuestra disponibilidad. P. Juan Jose Milano
En este tercer
domingo de Cuaresma, nos encontramos como siempre en la misma línea de
insistencia del Señor que nos llama al corazón, a la realidad de nuestras vidas
y se trae por tanto el texto de Éxodo donde se nos habla de los mandamientos,
en la solemnidad de aquellos primeros mandamientos con los cuales el Señor se
comunica al hombre. Luego en la comunidad de los corintios, donde Pablo dice
expresamente, los judíos buscan signos, los griegos sabiduría y Cristo con su
Cruz es escándalo para los primeros y necedad para los segundos, es decir los
hombres pedían lo que cada uno en el fondo era superado, por qué la fe supera
la razón, en el caso de los griegos y supera la religión como institución o
tradición humana en el caso de los judíos. Por eso en el Evangelio que los que
nos ocupa principalmente este domingo en Juan 2,13, nos habla de ese episodio tan
emblemático, del Jesús que luego que habíamos reflexionado de la preparación en
el desierto para la vida pública, nos encontramos con un Jesús que va a
Jerusalén y saca los vendedores, de palomas, de bueyes, de animales, todo lo
que era en el fondo un canje de algún modo de beneficios, en ese sistema que se
había instalado, de cambistas en el templo, como manejando también lo
espiritual a través de las regalías o las ganancias materiales, ahí, uno recuerda cuando el Señor dice, quiero
misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos, esos holocausto,
esos animales que eran ofrecidos en el templo, reemplazaban en definitiva eso
sacrificios y las ganancias, todo lo que se había quedado como sistema humano.
El religioso es lo que Jesús justamente destruye, para mostrar el celo y el
amor, dice el celo por la casa de su Padre lo consumía, dice el evangelista,
que relata este suceso y por lo tanto también hace esa comparación cuando le
piden cuentas y dice destruyan este templo y lo reconstruiré en tres días, ellos
por supuesto pensaron, nuevamente como siempre, en sintonía con lo material,
cuando Jesús estaba hablando del templo, el templo que es Él, Él es el primer
templo como también luego en la venida Espíritu Santo nos hace templo a todos, de
ese Espíritu Santo. Allí comienza la gran acusación por cierto históricamente
hablando comienzan a urdir todo tipo de persecución a Jesús hasta buscar acabar
con Él.
La religión
libera, no olvidemos esto, lo esencial es que Jesús viene a liberarnos, no nos somete
a esos, diríamos, ritualismos externos que no llevan a nada del cambio del
corazón, sí a Dios diríamos de Jesucristo y no al dios de las leyes o los
sacrificios expiatorios que nada cambian, por eso Pablo en algún momento, me recuerdo,
cuando dice que si la primera Alianza, por eso el Éxodo aparece en primer lugar,
la alianza en la de los mandamientos escritos en una piedra fue tan solemne y
sin embargo fue frustrante y frustró, cuánto más glorioso y exaltado tiene que
ser la alianza sellada por la vida de Jesucristo y ese amor que ha sido
derramado en nuestros corazones por la gracia del Espíritu Santo, que esa es la
ley del Cristiano. Así que mis estimados, sigamos meditando ya en este tercer
domingo de Cuaresma lo que significa esta insistencia de Jesús de llevarnos a
la realidad del corazón donde allí está la religación o religión, más que en la
práctica externa de todo tipo de rituales que se pueden ir acrecentando dentro
de un sistema tradicional humano, nos llama a la convicción de que lo que opera
como cambio es su Gracia y la Fe que nos ha regalado y la disponibilidad de
nuestra parte para que Él haga la obra, la obra es de Dios, nosotros no
disponemos a ellas.
Hasta la próxima.
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