«Si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a ustedes el Reino de Dios»
Hoy, en la proclamación de la Palabra de Dios, aparece la figura del diablo: «Jesús estaba expulsando un demonio que era mudo» (Lc 11,14), cuesta aceptarlo pero el mal existe y tiene raíces profundas en mi ser que me cuesta eliminarlas del todo y recuerdo otro versículo “Porque del corazón del hombre salen las intenciones malas” (Mt 15,19).
Cristo ilumina mi existencia. La luz que se desprende de su Palabra me hace ver el camino a seguir. Con él o contra él; recoger con él o sin él dispersar. Acepto estar en comunión con él.
Es bueno que medite que acciones mías provocan cosas que lastiman a otros (odio, rencor, envidia, indiferencia, divisiones, distanciamiento…) y me alejan del camino de Dios. Me pregunto: ¿pongo lo necesario para que el Señor expulse el mal de mi interior? ¿Colaboro suficientemente en este “expulsar”? ¿Qué otro signo necesito?Ref.
Dominicos.org; Engeli.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario