La Palabra de hoy me permite revisar un tema fundamental para avanzar en mi vida personal y comunitaria: mi capacidad para perdonar, no cómo un mandato (¿hasta siete veces?), sino como una opción del corazón.
Ser perdonado me da la
posibilidad de empezar de nuevo en aquello que considero que es el camino para
seguir, dejar eso que no me hace sentir bien, arrepentirme de lo que hice y
corregirlo.
Inmediatamente me
pregunto ¿Cómo me siento después de ser perdonado? La respuesta es bien, con mi
corazón en paz, con motivos para seguir.
Y
ahora me vuelvo a preguntar ¿estoy dispuesto, tengo mi corazón preparado para
escuchar a mi prójimo que necesita una nueva oportunidad?
Le
pido al Dios de la Vida que me dé un corazón semejante al suyo para poder
seguir su camino y vivir de acuerdo con sus enseñanzas.
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