“Ascesis
cuaresmal, un camino sinodal”.
La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la
gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a
Jesús en el camino de la cruz. Papa Francisco, mensaje cuaresmal.
” Ven Espíritu Santo”
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y
que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista
al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla,
para que tu Palabra penetre en mi corazón, y
me conduzca a la Verdad completa. Amén
Lectura del libro del Éxodo 17, 1-7
Toda la comunidad de los israelitas partió del desierto de Sin y siguió avanzando por etapas, conforme a la orden del Señor. Cuando acamparon en Refidím, el pueblo no tenía agua para beber. Entonces acusaron a Moisés y le dijeron: “Danos agua para que podamos beber”. Moisés les respondió: “¿Por qué me acusan? ¿Por qué provocan al Señor?”. El pueblo, torturado por la sed, protestó contra Moisés diciendo: «¿Para qué nos hiciste salir de Egipto? ¿Sólo para hacernos morir de sed, junto con nuestros hijos y nuestro ganado?» Moisés pidió auxilio al Señor, diciendo: «¿Cómo tengo que comportarme con este pueblo, si falta poco para que me maten a pedradas?» El Señor respondió a Moisés: «Pasa delante del pueblo, acompañado de algunos ancianos de Israel, y lleva en tu mano el bastón con que golpeaste las aguas del Nilo. Ve, porque yo estaré delante de ti, allá sobre la roca, en Horeb. Tú golpearás la roca, y de ella brotará agua para que beba el pueblo.» Así lo hizo Moisés, a la vista de los ancianos de Israel. Aquel lugar recibió el nombre de Masá -que significa «Provocación»- y de Meribá -que significa «Querella»- a causa de la acusación de los israelitas, y porque ellos provocaron al Señor, diciendo: «¿El Señor está realmente entre nosotros, o no?» Palabra de Dios.
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a
la Roca que nos salva! ¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos con
música al Señor! R.
¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la
rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios, y
nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano.
R.
Ojalá hoy escuchen la voz del Señor: «No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras.» R.
Carta de S. Pablo a los Romanos 5, 1-2.
5,8
Hermanos: Justificados, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado En efecto, cuando todavía éramos débiles, Cristo, en el tiempo señalado, murió por los pecadores. Difícilmente se encuentra alguien que dé su vida por un hombre justo; tal vez alguno sea capaz de morir por un bienhechor. Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Palabra de Dios.
Evangelio san Juan 4, 5-15. 19b-26.
39a. 40-42
Jesús llegó a una ciudad de
Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo
José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había
sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía. Una mujer de Samaria fue a
sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber.» Sus discípulos habían ido a la
ciudad a comprar
alimentos.
La samaritana le respondió: «¡cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a
mí, que soy samaritana?» Los judíos, en efecto, no se trataban con los
samaritanos. Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios y quién es el
que te dice: "Dame de beber", tú misma se lo hubieras pedido, y él te
habría dado agua viva.» «Señor, le dijo ella, no tienes
nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva?
¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo,
donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?» Jesús le respondió: «El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el
que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo
le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna.» «Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no
necesite venir hasta aquí a sacarla.» Después agrego: «Señor, veo que eres un
profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en
Jerusalén donde se debe adorar.» Jesús le respondió: «Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni
en Jerusalén ustedes adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen;
nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que
quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en
espíritu y en verdad.» La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él
venga, nos anunciará todo.» Jesús le respondió: «Soy yo, el que habla contigo.» Muchos samaritanos de esa ciudad
habían creído en él. Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le
rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días. Muchos más
creyeron en él, a causa de su palabra. Y decían a la mujer: «Ya no creemos por
lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es
verdaderamente el Salvador del mundo.» Palabra del Señor.
El evangelio de este domingo nos retrata el camino de un encuentro con Jesús, se trata de un itinerario de descubrimiento de la persona de Jesús quien viene al mundo como Verbo para que lo comprendamos y lo acojamos en la fe, recibiendo así “el don de Dios”. Es un encuentro que va da del pozo físico al pozo del corazón: del corazón humano que por sí mismo no puede producir vida, al corazón de Dios de donde viene el don inagotable de la vida. Es un encuentro verdaderamente salvífico que conduce de la lejanía de Dios a la experiencia plenificante de la adoración de Dios.
En el encuentro con el Verbo se da un proceso que quiebra dicotomías, reconciliando hombre-mujer (conflictos de género), judío-samaritano (enemigos políticos), verdadero-falso adorador de Dios (discriminaciones religiosas). Es un encuentro que integra lo personal y lo comunitario, la experiencia personal y la misión. La samaritana vive su experiencia personal de Jesús (y se convierte en apóstol) confesando su fe en su comunidad, donde el encuentro salvífico de Jesús con la samaritana es el punto de partida de la misión: de la samaritana misma y de los discípulos.
La última frase –y momento culminante- de todo el pasaje es: “Sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del Mundo”. El núcleo es una experiencia de conocimiento (ver Jn 1,10-13), un conocimiento en la fe que va más allá de la simple profesión de boca y se concreta en la acogida del Verbo en el mundo de los hombres: “Le rogaron que permaneciera con ellos… Y permaneció allí…”.
Junto al manantial de
Jacob. Llega Jesús a la pequeña aldea de Sicar. Está
«cansado del camino». Su vida es un continuo caminar y recorrer los pueblos
anunciando ese mundo mejor que Dios quiere para todos. Necesita descansar y se
queda «sentado junto al manantial de Jacob». Pronto llega una mujer desconocida
y sin nombre. Es samaritana y viene a apagar su sed en el pozo del manantial.
Con toda espontaneidad Jesús inicia el diálogo: «Dame de beber».
¿Cómo se atreve a entrar
en contacto con alguien que pertenece a un pueblo impuro y despreciable como el
samaritano? ¿Cómo se rebaja a pedir agua a una mujer desconocida? Aquello va
contra todo lo imaginable en Israel. Jesús se presenta como un ser necesitado.
Necesita beber y busca ayuda y acogida en el corazón de aquella mujer.
Las necesidades básicas
nos unen y nos invitan a ayudarnos, dejando a un lado nuestras diferencias. La
mujer se sorprende porque Jesús no habla con la superioridad propia de los
judíos frente a los samaritanos, ni con la arrogancia de los varones hacia las
mujeres.
Entre Jesús y la mujer se
ha creado un clima nuevo, más humano y real. Jesús le expresa su deseo íntimo:
«Si conocieras el don de Dios», si supieras que Dios es un regalo, que se
ofrece a todos como amor salvador... Pero la mujer no conoce nada gratuito. El
agua la tiene que extraer del pozo con esfuerzo. El amor de sus maridos se ha
ido apagando, uno después de otro.
Cuando oye hablar a Jesús
de un «agua» que calma la sed para siempre, de un «manantial» interior, que
«salta» con fuerza dando fecundidad y vida eterna, en la mujer se despierta el
anhelo de vida plena que nos habita a todos: «Señor dame de beber».
Un camino progresivo hacia la fe en Jesús salvador. Ante el relato del encuentro de la samaritana con Jesús, se imponen algunas consideraciones. Jesús es quien toma la iniciativa. Él se anticipa a la mujer. Él comienza el diálogo y lo conduce. La mujer pone su parte: tiene sed, toma el cántaro, va al pozo donde está Jesús. Pero está cerrada a todo diálogo. Sin embargo, está abierta a la felicidad. Gracias al diálogo con Jesús, la mujer va cambiando progresivamente su imagen de Jesús, lo llama “judío”, luego “señor”, “profeta” y después “mesías”.
Y mediante el anuncio que ella hace a sus compaisanos
del encuentro con Jesús, estos profesan: “es verdaderamente el Salvador
del mundo”.
La verdadera adoración. Es la que brota del conocimiento del rostro del Padre y de su actuar, revelados en la persona de Jesús.
Adorar en espíritu y verdad. Supone superación de templos y lugares sagrados, y de un culto y ritos vacíos. El nuevo templo es Jesús y él vive en quien cree. Para adorar al Padre lo que importa es la actitud, no los lugares. Actitud donde obra el Espíritu de Jesús, que nos da.
Como Padre. No se
puede adorar a quien no se conoce. No se puede adorar a quien no descubrimos
vivo y eficaz como Señor y Creador dentro de nuestra propia historia. No
se puede adorar cuando no se toma conciencia de su actuar creativo dentro de la
propia vida.
Jesús es quien
verdaderamente conoce al Padre y quien nos revela su rostro de manera nueva y
definitiva (“A Dios nadie lo ha visto jamás). El Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha
contado”, (Jn 1,18) en su propio rostro (“si me conocierais a mí,
conoceríais también a mi Padre”, (Jn 8,19). El problema,
entonces, ya no es judío ni samaritano. La revelación de Dios ha dado un nuevo
paso hacia delante. Por eso, en adelante, es decir, a partir del anuncio de
Jesús, será posible conocer a Dios de una manera nueva y definitiva y
reconocerlo mediante una forma de oración, también nueva, que exprese este
conocimiento: el reconocimiento de Dios (=adoración) como Padre que vivifica a
sus hijos.
Cuaresma, es solo cuestión de amar
Amar a Dios: Oración
Amarse uno mismo: Ayuno
Amar al prójimo: Limosna
Aclaración: Se han consultado para la preparación
de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Centro
Bíblico del CELAM. J. A. Pagola. Hojitas
anteriores.
19 de marzo: Solemnidad de San José
San José: Esposo de la Virgen
María, Custodio del Redentor: es venerado en toda la Iglesia por haber cuidado
a la Virgen María y a Jesús, preciosos tesoros de Dios.
San José es el hombre del silencio, modelo de humildad y obediencia, colabora con María en la redención. San José era esposo legal de María: “José no temas tomar contigo a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús. Él salvará a su pueblo”. (Mt. 1,20-21)
De boca del Ángel, José recibe la misión sublime de
“Padre terreno” de Jesús. En todos sus pasos José es hombre de fe y depositario
del misterio de Dios. Al nacer Jesús, José cumple el mandato del Ángel y con
autoridad paterna le impone el nombre, San José sirve a la misión de Jesús
ejercitando la paternidad. Hace uso de la paternidad legal y entrega todo lo
suyo: vida, trabajo, techo para Jesús. El mesías creció en su casa bajo su
techo. La vida privada de Jesús quedó confiada a su custodia.
Glorioso Patriarca San José, la Iglesia te honra con el título de “Patrono de la Iglesia Universal “.
Hoy nosotros te pedimos: Sé modelo para nuestras familias en la obediencia, el trabajo y las virtudes evangélicas. Amén. (P. José Correia Cura Párroco)
Círculo
Bíblico San José
“Tu palabra es una lámpara a mis
pies y una luz en mi camino” Sal
119
Te esperamos todos los sábados a las 17 hs para compartir y reflexionar el evangelio de cada semana.
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