¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida!
[Mateo 8, 1-4] En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». Extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio». Y enseguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio». Palabra del Señor.
“Señor, si
quieres puedes sanarme”
Hoy la Palabra me lleva a reflexionar sobre todas aquellas “enfermedades” que afectan no solo mi cuerpo, sino también mi alama. Se que Jesús esta pasando por mi vida, se que me acompaña en cada cosa que hago, a igual que “el leproso” del evangelio, le pido, si quieres puedes sanarme, para que pueda vivir una vida plena y en paz y ser también sanación para otros.
San Agustín nos lo
recuerda en su clásica sentencia: «Aquél que te creó sin ti, no te salvará sin
ti». Es necesario, pues, que seamos capaces de pedir al Señor que nos ayude,
que queramos cambiar con su ayuda.
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