7 compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne.
8 Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor.
9 Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: «¡Aquí estoy!». Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna;
10 si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía,
11 El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan. 12 Reconstruirás las ruinas antiguas, restaurarás los cimientos seculares, y te llamarán «Reparador de brechas», «Restaurador de moradas en ruinas». (Isaías 58, 1-12).
Estos versículos de Isaías nos llevan a reflexionar si además de participar en las celebraciones religiosos, practicamos en nuestra vida, la justicia y amor por el prójimo, si realmente vivimos guiados por los mandatos de Dios.
Ven Espíritu Santo, ven a romper mis cadenas, ven a iluminar mis tinieblas, ven. Ven porque te necesito, porque todo mi ser te reclama.
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