¡Deja que la Palabra del Señor transforme tu vida!
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes». Y en el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?». Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado». Palabra del Señor.
Hoy la Palabra me lleva a reflexionar que enfermedades me aíslan no sólo del entorno familiar y social, sino también del religioso.
Jesús está pasando cerca mío, ¿salgo a su encuentro?
Ante el milagro, signo palpable de la presencia liberadora de Dios y de la gratuidad de sus dones, vuelvo a la vida, a la salud, a las oportunidades, voy descubriendo que su amor es desinteresado, no busca nada a cambio.
Me pregunto: ¿Siento esa presencia sanadora tanto de mi cuerpo como de mi alma? ¿Qué me provoca? ¿Doy gracias? ¿Lo Comparto?
La confianza produce la curación, la fidelidad produce la salvación. Sin reconocimiento del don, no puede haber respuesta. Jesús misericordioso en vos confío, amén.
(Ref.: donboco.org.ar, dominicos.org evangeli.net)
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