Lecturas del 3-10-10
Libro de Habacuc 1,2-3.2,2-4.
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que tú escuches, clamaré hacia ti: "¡Violencia", sin que tú salves? ¿Por qué me haces ver la iniquidad y te quedas mirando la opresión? No veo más que saqueo y violencia, hay contiendas y aumenta la discordia.
El Señor me respondió y dijo: Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido.
Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará.
El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad.
Palabra de Dios.
Salmo 95(94)
R: Ojalá hoy escuchemos la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón”
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva!
¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos con música al Señor! R
¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. R
Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:
"No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto,
cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras. R
2ªCarta de San Pablo a Timoteo 1,6-8.13-14.
Querido hermano: Te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos.
Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad. No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero.
Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios.
Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí. Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros. Palabra de Dios.
Evangelio según San Lucas 17,3b-10
Después dijo a sus discípulos: «Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado!. Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: “Me arrepiento”, perdónalo».
Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'?
¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'". Palabra del Señor.
Reflexión:
RECOMENDACIONES AL DISCIPULO
Lucas reúne aquí varias palabras de Jesús que tienen una fuerte vinculación con la vida comunitaria: no escandalizar, perdonar siempre, tomar conciencia de la fuerza de la fe…
Al dirigirse a sus discípulos pronuncia una advertencia severa: “Es inevitable que sucedan escándalos, pero ¡ay de los que lo provocan! Más le valdría que le ataran en el cuello una piedra de molino y lo arrojase al mar, antes de escandalizar a uno de estos pequeños. ¡Anden con cuidado! ¿Quiénes son estos pequeños? En la terminología de los sinópticos, los discípulos provenientes de las capas sociales marginadas social y religiosamente; ellos, gracias a su situación, han comprendido y asimilado el mensaje de Jesús de invertir la escala de valores y han optado por el camino de la sencillez. Los “discípulos” a los que Jesús se dirige y habla son los de ascendencia judía ortodoxa. Estos con sus ansias de poder, de creerse en posesión de la verdad, de apelar a la Ley y a la ortodoxia, de su orgullo por no ser como los demás, pueden provocar el escándalo de los sencillos. No tener en cuenta la debilidad, pobreza o escasa preparación de los hermanos merece la peor de las condenas.
El signo más expresivo de la presencia del reino es este amor desinteresado y total que ayuda y perdona. Lejos de sacar partidos de su pasado observante, los discípulos deben estar dispuestos a perdonar siempre y en todo momento. “Siete veces” es una expresión simbólica que significa siempre. Cuando un hermano nos ha ofendido, sólo nos restan dos actitudes; corregirlo y perdonarlo. Nunca juzgarlo y condenarlo. He aquí una llamada a asumir nuestra responsabilidad dentro de la comunidad, a ejercerla con amor y respeto, con compresión y llenos de solicitud, sin prejuicios, sin miedos. Es una invitación a destruir el orgullo de creerse mejores que los otros.
Impotencia del discípulo observante ante la sociedad y la misión.
Los discípulos son nombrados como “los apóstoles” (referencia clara a la misión) y Jesús como “el Señor”. Lucas nos describe la sensación de impotencia que experimentan “los misioneros” que quieren anunciar el Evangelio y se guían con actitud y mentalidad farisea. Tal comportamiento es tildado como falta de fe: “Si tuvieran fe como el grano de mostaza, le dirían a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar, les obedecería”. El grano de mostaza es la simiente más diminuta, símbolo de los comienzos del reino a partir de unos valores humanamente insignificantes. Como esta imagen Jesús nos está diciendo que, cuando se cree en la utopía del reino, no hay obstáculo insalvable.
Mientras los apóstoles sigan creyendo que su fuerza radica en los medios humanos, que su eficacia depende de la observancia religiosa y que Dios es, como para los fariseos, un amo exigente que se preocupa muy poco de sus criados, tendrá validez para ellos la triste comprobación de Jesús: “Pues ustedes lo mismo, cuando hayan hecho todo lo mandado, digan: No somos más que unos pobres criados, hemos hecho lo que teníamos que hacer”. Es curioso cómo muchos entendiendo mal este dicho irónico de Jesús, se identifican con estos “criados” ignorando que son “hijos de Dios”.
El cristiano es fariseo cuando confía más en la ortodoxia, en sus fuerzas y medios que en la fe y los valores del reino; cuando se atribuye el mérito de algo que pertenece a Dios; cuando ve las ventajas de su misión como derechos adquiridos; cuando piensa que Dios es amo exigente; cuando en vez de tener actitudes de hijo tiene de siervo…
Un deseo muy hondo: ¡Auméntanos la fe!
Vivimos un momento de desencanto, de indiferencia, escepticismo y de relativismo. Sentimos que nuestra fe se desvanece o está bloqueada. El que busca sinceramente a Dios se ve envuelto, más de una vez, en oscuridad, duda o inseguridad.
Los creyentes tenemos que aprender a creer inmersos en este horizonte de crisis general y de crisis personal. Todo lo que es importante para nuestra vida es siempre algo que va creciendo en nosotros de manera lenta y secreta, como fruto de una búsqueda paciente y como acogida de una gracia que se nos regala. Y no está exento de altibajos y dudas. En concreto nuestra fe puede comenzar a despertarse de nuevo si acertamos a gritar, desde el fondo mejor de nosotros mismos, lo que los discípulos gritan al Señor: ¡Auméntanos la fe!
Cuando uno vive con el deseo sincero de encontrar a Dios y trabajar por su reino, cada oscuridad, duda o interrogante puede ser un punto de partida hacia algo más profundo, un paso más para abrirse al misterio. Pero todo esto no es fácil de entender cuando vivimos en la certeza de nosotros mismo o pendientes sólo de nuestras necesidades y seguridades.
Al decir que somos “pobres siervos”, o como dicen otras traducciones “siervos inútiles”, se quiere afirmar con fuerza que la fe es ante todo un don, y que nuestra capacidad de vivir la fe es también gracia. La vida de fe es siempre un don que acogemos en la medida en que amamos a Dios y a los hermanos. Es consecuencia, paradójicamente, los siervos verdaderamente útiles son los que se reconocen “inútiles”, los que saben vivir en el horizonte de Dios. El acento puesto en la inutilidad busca realzar -con un giro muy hebreo- la gratuidad de la fe. Reconocer la gratuidad de la fe y del amor de Dios es lo que nos hace vivir en plenitud.
Pbro. Daniel Silva.
Preguntas para la meditación
• ¿Qué significa el perdón en mi vida?
• ¿Qué cosas me cuesta perdonar más?
• ¿Cuándo ofendo a los demás, me acerco para pedirles perdón?
• ¿Dejo que Jesús me perdone a través del Sacramento de la Reconciliación?
• El justo vivirá por la fe... ¿Puedo decir yo lo mismo de mí mismo? ¿Es la fe el principio que realmente orienta mi vida? ¿Tengo simplicidad de corazón, o necesito continuamente estar recibiendo alabanzas o gratitud de los demás?
• ¿Dejo que toda la potencia de la fe se despliegue en mi vida para darle sentido?
Septiembre Mes de la Biblia
“TU PALABRA NOS DA VIDA”
La esperanza del Pueblo amado por Dios.
3. La palabra sacramento que se oye
La palabra –sacramento- es la palabra de Dios «sucedida» una vez para siempre y recogida en la Biblia, que vuelve a ser «realidad activa» cada vez que la Iglesia la proclama con autoridad y el Espíritu que las ha inspirado vuelve a encenderla en el corazón de quien las escucha. «Él recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros», dice Jesús del Espíritu Santo (Jn 16,14).
Cuando se habla de la Palabra como «sacramento», se toma este término no en el sentido técnico y restringido de los «siete sacramentos», sino en el sentido más amplio por el que se habla de Cristo como el «primordial sacramento del Padre» y de la Iglesia como del «sacramento universal de salvación». Teniendo presente la definición que san Agustín da del sacramento como «una palabra que se ve» (verbum visibile), se suele definir, por contraste, la palabra como «un sacramento que se oye» (sacramentum audibile).
En cada sacramento se distingue un signo visible y la realidad invisible que es la gracia. La palabra que leemos en la Biblia, en sí misma, no es más que un signo material (como el agua y el pan), un conjunto de sílabas muertas o, como mucho, una palabra del vocabulario humano como las demás; pero cuando interviene la fe y la iluminación del Espíritu Santo, a través de este signo entramos misteriosamente en contacto con la viva verdad y voluntad de Dios y oímos la voz misma de Cristo.
«El cuerpo de Cristo -escribe Bossuet-- no está más realmente presente en el adorable sacramento de cuanto la verdad de Cristo lo está en la predicación evangélica. En el misterio de la Eucaristía las especies que veis son signos, pero lo que en ellas se encierra es el mismo cuerpo de Cristo; en la Escritura, las palabras que oís son signos, pero el pensamiento que os dan es la verdad misma del Hijo de Dios».
Cuando el profeta Eliseo dijo a Naamán, el sirio, quién había ido a verle para que le curara de la lepra, que se lavara siete veces en el Jordán, le respondió indignado «¿Acaso el Abaná y el Farfar, ríos de Damasco, no son mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podría bañarme en ellos para quedar limpio?» (2 Rey 5, 12). Naamán tenía razón: los ríos de Siria eran, sin duda, mejores y más caudalosos; sin embargo, se curó bañándose en el Jordán y su carne quedó como la de un niño, cosa que jamás habría ocurrido si se hubiera bañado en los grandes ríos de su país.
Así es la Palabra de Dios contenida en las Escrituras. Entre la gente y también en la Iglesia ha habido y habrá libros mejores que algunos libros de la Biblia, más refinados literariamente y más edificantes religiosamente (piénsese en La imitación de Cristo), pero ninguno de ellos obra como lo hace el más modesto de los libros inspirados. Existe, en las palabras de la Escritura, algo que actúa más allá de toda explicación humana; hay una desproporción evidente entre el signo y la realidad que produce, cosa que permite pensar, precisamente, en la eficacia de los sacramentos.
Lecturas de la semana:
LUNES 4: Gálatas 1, 6-12; Salmo 110; Lucas 10, 25-37.
MARTES 5: Gálatas 1, 13-24, Salmo 138; Lucas 10, 38-42
MIERCOLES 6: Gálatas 2, 1-3, 6-14; Salmo 116; Lucas 11, 1-4.
JUEVES 7: Hechos apóstoles 1, 12-14; Salmo Lc. 1, 46-55 ; Lucas 1, 26-38.
VIERNES 8: Gálatas 3, 7-14; Salmo 110; Lucas 11, 15-26.
SABADO 95: Gálatas 3, 22-29; Salmo 104; Lucas 11, 27-28.
Aclaración: Se han utilizado para la preparación del presente: El libro del Pueblo de Dios. Lectionautas. Servicio Bíblico Latinoamericano. P Raniero Cantalamessa.
Impresión Librería “Del Rocío” Av. Mitre 6199 – Wilde – 4207-4785
Te esperamos los sábados 15:30 h.
Para Compartir la Palabra de Jesús,
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Círculo Bíblico San José
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¡Con su Palabra, Jesús se nos revela y sale a nuestro encuentro, para que experimentemos al Dios de la vida!
Intención para la evangelización ‐
Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia
El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.
"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"
"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8.
No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía.
Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.
Del libro de la Sabiduría 6, 12-16
Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean.
El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes.
La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.
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