Lecturas del 25-11-12
– Ciclo B –
“Yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad”
Lectura de la profecía de Daniel 7, 13-14
Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido. Palabra de Dios.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido. Palabra de Dios.
Salmo 92
R. ¡Reina el Señor, revestido de majestad!
¡Reina el Señor, revestido de majestad! El Señor se ha revestido, se ha ceñido de poder. R.
El mundo está firmemente establecido:
¡no se moverá jamás! Tu trono está firme desde siempre, tú existes desde la eternidad. R.
¡no se moverá jamás! Tu trono está firme desde siempre, tú existes desde la eternidad. R.
Tus testimonios, Señor, son dignos de fe, la santidad embellece tu Casa a lo largo de los tiempos. R.
Lectura del libro del Apocalipsis 1, 5-8
Jesucristo es el Testigo fiel, el Primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los reyes de la tierra. El nos amó y nos purificó de nuestros pecados, por medio de su sangre, e hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre. ¡A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén.
El vendrá entre las nubes y todos lo verán, aún aquellos que lo habían traspasado. Por él se golpearán el pecho todas las razas de la tierra. Sí, así será. Amén.
Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que vendrá, el Todopoderoso. Palabra de Dios.
Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que vendrá, el Todopoderoso. Palabra de Dios.
Santo Evangelio según san Juan 18, 33b-37
Pilato llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le respondió: «¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?»
Pilato replicó: «¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos.
Pilato replicó: «¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos.
¿Qué es lo que has hecho?»
Jesús respondió: «Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí.»
Pilato le dijo: «¿Entonces tú eres rey?»
Jesús respondió: «Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz.» Palabra del Señor.
Jesús respondió: «Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí.»
Pilato le dijo: «¿Entonces tú eres rey?»
Jesús respondió: «Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz.» Palabra del Señor.
Reflexión:
UN REY DE VERDAD
Hoy cerramos el año litúrgico, siguiendo la temática del domingo anterior, nos invita a concentrar toda nuestra mente y nuestro corazón en quien es el centro de nuestra fe, el principio y el fin de la misma, Jesucristo el Señor.
Hoy queremos proclamar a Jesucristo como Rey. Él es el Hijo de David, el Hijo del Hombre, el Siervo de Yavé, el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza, el Señor del universo, el Rey de reyes. O, simplemente, Jesucristo el Salvador, el hijo del carpintero.
En realidad la verdadera fiesta de la realeza de Cristo es la misma Pascua, pues, al resucitar, Jesucristo fue elevado al Padre como nuestro Señor y Rey.
Ahora es común que hablemos de Cristo Rey. Si bien, jamás fue rey de un pueblo ni ejerció ningún poder político; sin embargo, fue condenado a muerte acusado de intentar proclamarse rey de los judíos, violando así la soberanía del emperador romano. Sobre la cruz fue clavada la consigna conocida: “Jesús Nazareno, rey de los judíos”, lo que provocó la protesta de los jefes de Jerusalén.
Sabemos además, que Jesús siempre se resistió a ser proclamado rey por sus partidarios, más aún, les exigirá a los apóstoles que no sean como los reyes y gobernantes que hacen sentir su autoridad, sino que se comporten como los servidores de la comunidad.
Pero el problema más agudo en tiempos de Jesús, porque las antiguas profecías anunciaban que Dios salvará a su pueblo mediante un vástago de David, estableciéndose así un reino eterno y universal.
Pilato representante del señor de Roma, le pregunta a Jesús si Él es rey, constatando que “tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí” aduciendo que la pretendida soberanía de Jesús era ilusoria.
Jesús le confirma que su reinado es de otro estilo pertenece a otro esquema. La palabra “rey” para Jesús tiene un significativo completamente distinto: “dar testimonio de la verdad”.
Jesús no es el rey que se imagina Pilato, sin embargo, tanto éste como los soldados lo proclaman rey a Jesús. Rey con su corona de espinas sobre el trono de la cruz “He aquí al hombre”. Es el que está prisionero, pronto para la crucifixión. Este es el Jesús Rey…
Rey es aquel que reina los corazones con justicia y paz. Jesús nos trae el gobierno de Dios. No domina con la fuerza, la coerción o la violencia. Dios se impone por medio de la verdad. Y Jesús trae la verdad del Padre, por eso su reino no es de este mundo, mundo de mentira. Es el mundo de los valores eternos y absolutos.
Jesús se impone por su verdad, verdad que no es un gran discurso ni de un conjunto de leyes. Su verdad es Él mismo, humilde, obediente al Padre, entregado totalmente por la liberación de su pueblo.
Jesús se proclamó rey por ser el testigo de la verdad, de la palabra de Dios. Proclamar hoy a Jesús como rey es –como dice Él mismo- “escuchar mi palabra y ponerla en práctica.
Cuando Jesús se deja proclamar rey, en verdad está ridiculizando la pretensión de los hombres religiosos de apoderarse del poder y de las riquezas a la sombra de la fe.
El Cristo Rey de la cruz con el cartelito “INRI” sobre su cabeza es la vacuna contra la ambición, tentación, y pecado capital de la Iglesia. No nos avergoncemos de un Cristo perseguido y muerto por ser testigo de la verdad. Jesús es rey en la cruz y, es también sacerdote, pues se ofrece al Padre.
Juan no teme hablar de Cristo rey, pues lo mira desde la cruz y desde la pascua. Cristo es “el primogénito de entre los muertos”
Su poder es el amor que genera aún a los que lo crucifican: el poder que perdona a sus verdugos, el poder que engendra una nueva raza de hombres.
Saquemos otra conclusión acerquémonos a los hombres para ejercer sobre ellos la real soberanía del amor. El orgullo y la gloria del cristiano nacen al pie de la cruz en el servicio humilde a la comunidad. Somos un reino de sacerdotes, porque todos estamos llamados a ofrecernos totalmente al Padre por la liberación de nuestros hermanos.
Somos el reino de Cristo: “Por Él, con Él y en Él” la comunidad dice Si a la voluntad del Padre. Hoy es un grito de victoria sobre nuestros enemigos. Es solamente el triunfo del amor sobre el odio, de la humildad sobre la humildad, de la humildad sobre el orgullo, del servicio fraterno sombre el amor.
En la Eucaristía del domingo, día señorial de Jesús, reconocemos al Hijo del hombre resucitado y glorioso, lo bendecimos y lo adoramos como el único Señor y Rey, agradecemos su redención; te pedimos: “VEN SEÑOR JESUS” y, al comerlo sacramentalmente, nos cristificamos recibiendo la gracia para que se haga su voluntad de Dios en la tierra como en el cielo.
Padre Daniel Silva
¡ ALABADO SEA CRISTO REY DEL UNIVERSO!
Apocalipsis: etimológicamente significa Revelación. No es un libro que nos dice cuándo se acaba el mundo, como comúnmente se especula. El Apocalipsis es un género literario muy difundido en el mundo judío y, aparece con el Profeta Daniel justamente en circunstancias muy parecidas para el Pueblo de Israel.
En el libro de Daniel, hacia el 165 a.C. vemos al Pueblo de Israel sufriendo el martirio por no renegar de su Fe como pretendían sus opresores de turno.
Las mismas circunstancias se dan en el Nuevo Testamento, aquí el opresor es el Imperio Romano (81-96 d.C.) y los oprimidos y martirizados son los primeros cristianos.
Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo la realidad está expresada con abundancia de símbolos, como una forma de preservar la identidad de los autores, pero es perfectamente interpretada por ambos auditorios, conocedores del género literario.
El sentido profundo es ANUNCIAR EL TRIUNFO DE DIOS SOBRE LOS PODERES DEL MAL, ES EL LIBRO DE LA ESPERANZA.
Ese “Hijo de Hombre” que profetiza Daniel es Jesucristo “el que era…, es el Principio y el Fin, es el que le contesta a Pilato “Yo soy rey”.
Claro, Pilato no podía entender a qué reino se refería y, cabe preguntarnos: nosotros ¿lo entendemos?
En el rezo del Padrenuestro pedimos “venga a nosotros tu reino”, pero el Reino de Dios ya ha venido, se entregó y está entre nosotros, entonces ¿por qué no somos felices?, aclarando que me estoy refiriendo a una experiencia interior que no tiene mucho que ver con lo económico.
A lo mejor no lo dejamos Reinar…, por ejemplo: cuando no es lo más importante en nuestra vida; cuando hablamos mucho de la Palabra pero no la practicamos; cuando al otro no lo vemos como a un hermano; cuando encontrarnos con Él “cara aa cara” como dice esa hermosa canción no es la meta de nuestra vida, y podríamos seguir con esta lista de los NO…
Queridos hermanos, terminemos con los NO y comencemos con los SI!!, y por supuesto me incluyo.
SI A QUE SEA EL REY DE MI VIDA, y así poder transmitirlo a los demás iluminando con su LUZ la oscuridad de nuestros tiempos.
SI A SU AMOR, que es más fuerte que nuestra rebeldía.
SI A LA ESPERANZA DE GOZAR DE SU COMPAÑÍA en ese REINO que nos espera y, que no es una evasión psicológica, ES UNA REALIDAD y hay una multitud de testigos, los Santos, que dan prueba de ello.
“CRISTO VALE LA PENA” dice otra canción, ¿qué esperamos para jugarnos por Él?
Como siempre, SOLOS NO PODEMOS, por eso invoquemos en todo momento al ESPIRITU SANTO para que nos guíe y fortalezca en este caminar. Que María, su Madre y nuestra Madre nos lleven de la mano y, Santa Teresa de Jesús nos enseñe a orar para no apartarnos del camino.
Bendiciones a todos.
(1) Prof. Martha Pereyra o.c.s.
Credo de Nicea-Constantinopla
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a, vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
25 de Noviembre:
“Hágase tu voluntad”
Celebramos los 40 años de sacerdocio de nuestro párroco
Monseñor Osvaldo Cura
Gracias Señor por darnos un pastor que fiel a tu Palabra y con entrega incondicional a tu Reino, nos guía por el camino que nos dejaste en herencia.
Ø Misa a las 20 hs
Ø Después comida a la canasta Comunitaria
Parroquia San José
Lecturas de la Semana
Lunes 26: Apoc. 14,1-3. 4-5; Sal 23 Lc. 21, 1-4.
Martes 27: Apoc. 14, 14-19; Sal 95; Lc. 21, 5-9.
Miércoles 28: Apoc. 15,1-4; Sal 97; Lc. 21, 10-19.
Jueves 29: Apoc. 18, 1-2.21-23;19, 1-3; Sal 99; Lc. 21, 20-28.
Viernes 30: Rom. 10, 9-18; Sal 18; Mt. 4, 18-22
Sábado 1: Apoc. 21, 2; 22, 1-7; Sal 94; Lc. 21, 34-36.
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Domínico.
7 comentarios:
Contemplación
Jesús maniatado ante Pilato. ¡Qué imagen de nuestro Rey!
¿Y de qué hablan? Del poder y de la verdad.
¿Eres el Rey de los judíos?, le pregunta Pilato.
¿Lo preguntas por ti mismo o porque te lo dijeron…?
…………
El Señor sale con los tapones de punta –justo Él, que después entrará en un silencio impenetrable para los que lo condenan-.
Pilato no se pudo sustraer a este hombre que con una frase lo implicó personalmente. Eso era justamente lo que Pilato no quería. El quería zafar. Eso se ve claro después, cuando haga la pantomima de lavarse las manos. Esta era su intención desde el comienzo, igual a la de tantos políticos cuya principal preocupación no es el bien común sino cómo queda su poder y su imagen.
Pero a su primera pregunta (quizás se descuidó y en vez de citarle los cargos “se le acusa a ud. de…” sintió curiosidad por el personaje) el Señor le retruca: “esto te interesa a ti o simplemente es una manera de expresar lo que otros te dijeron”.
Pilato se defiende instintivamente, mostrando la hilacha. Decir “¿Acaso soy yo judío?” es una manera muy despectiva de decir “la cosa no me interesa en absoluto personalmente”, es un problema entre ustedes: “Tus compatriotas y tus autoridades te han entregado a mí”. Y agrega “qué hiciste”, con lo cual termina de tomar infinitas distancias y poner todas las murallas posibles entre este judío y él.
Pero ya es tarde, porque el Señor ahora le responde su primera pregunta. Le dice: “mi realeza no es de este mundo…”, y lo torea de nuevo: “si no, mi gente hubiera combatido”. Y Pilato vuelve a “entrar” como decimos. Porque no hace caso a lo de que los partidarios de Jesús pueden tener capacidad de combate sino que vuelve a preguntar, no sabemos si con curiosidad personal o con ironía de juez que constata la confesión del acusado: “¿Entonces Tú eres Rey?”.
Por la respuesta de Jesús podemos deducir que el tono fue el del juez que piensa que el acusado ha confesado su culpa y piensa “el pez por la boca muere”, porque el Señor vuelve al ataque diciendo “eso lo dices tú” como quien dice “no me hagas decir lo que vos querés”. Y sin esperar respuesta el Señor avanza más hondo: “para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad” y lo interpela de nuevo: “el que es de la verdad escucha mi voz”. Aquí Pilato zafa con el famoso “y qué es la verdad” y se escapa sin esperar respuesta.
Cada vez que uno se mete en la escena y revive el diálogo entre el Jesús y Pilato la realeza del Señor se agiganta.
A veces, en los debates entre grandes personajes, uno admira al que se enseñorea del diálogo y marca la diferencia no solo por lo que dice, sino por el tono, por los gestos, por el manejo de los tiempos, por la agudeza para captar a dónde va el otro... Aquí Jesús se revela como Señor y Rey del diálogo. En general, los diálogos del Señor en el evangelio son cortos. La gente sencilla y sus amigos le hacían una pregunta, dos a lo sumo, y luego recibían la enseñanza y la explicación. Con Pilato, las preguntas y los retruques son varios. Es que no era cualquiera, representaba a Roma, lo que equivale a decir “El poder”. No se si ha habido poder más grande en la historia. Quizás hoy hay más concentración de poder militar o económico en las grandes potencias, pero la conciencia que tenían los funcionarios romanos del poder que representaban y ejercían no tiene parangón con la conciencia y el manejo del poder de los funcionarios actuales. Tal vez por eso el Señor entabla diálogo con Pilato y lo sostiene. Como ejemplo de cómo debe ser nuestro diálogo con el poder, con todos los poderes de todas las épocas.
quí nos quedamos.
¿Cómo debe ser nuestro diálogo con el poder en la actualidad?
Hay un aspecto, el de la fuerza de los que ejercen el poder, frente a la cual no podemos hacer mucho. Estamos a merced de poderes inmensos, capaces de desencadenar guerras, de hacer desaparecer gente, de consumir en poco tiempo la vida del planeta sin importarles las próximas generaciones. Aquí quizás nos ayude la imagen de Jesús maniatado y a merced de lo que decidan otros. Aunque el discurso público de los poderosos afirme que nadie está maniatado, que cada ciudadano es libre y que no existe la esclavitud, es bueno agudizar la conciencia de las esclavitudes modernas. Para no enojarse mal cuando el sistema “no funciona como tendría que funcionar” (uno encuentra que los hospitales son para todos pero sacar un turno requiere semanas, que lograr justicia lleva a veces la vida entera, que no es verdad que los impuestos que nos han sacado del sueldo han ido para que haya luz, limpieza y no se inunde la ciudad, que los transportes no tienen mantenimiento…). Uno se da cuenta cuando ve las guerras que se desatan y toma conciencia de que los mismos que ordenan esas guerras son los que “negocian” en supuesto pie de igualdad con los países pequeños. Pues bien: el Señor no enfrentó a estos poderes con sus legiones de ángeles. La fuerza de los poderosos acabó con su vida como con la un innumerable cantidad de personas a lo largo de la historia. Jesús maniatado ante Pilato es una imagen de las víctimas de la tragedia de Once –maniatados como ganado en el tren que no frenó-, de todas las María Soledad, Candela y Marita Verón, maniatadas para ser sometidas, de todos los trabajadores y trabajadoras esclavos, maniatados a sus máquinas de coser, de todos los ancianos y ancianas de tantos asilos, maniatados a sus camas porque no hay quién los cuide de noche…
Sin embargo, el Señor que no lucha por desatarse las manos y comparte la suerte de todos los maniatados de la historia, tiene un rol muy activo en lo que hace a la verdad. Y siguiéndolo a Él, también cada uno de nosotros, allí donde se ve maniatado, puede dar testimonio de la verdad. No se trata de una tarea menor o poco efectiva. Jesús dice que en realidad para realizar esa misión vino el al mundo. Para eso he nacido y vine al mundo: para dar testimonio de la verdad.
¿Qué verdad?
En primer lugar, se trata de “escucharla”. Jesús dice que “el que es de la verdad escucha su voz”. O sea: lo contrario de lo que hizo Pilato. Los poderosos “no escuchan” ninguna verdad. Establecen la suya y nos hacen tragar sus discursos por todos los medios. Nosotros, como discípulos de Cristo, en cambio, somos gente que tiene abierto el oído a la Verdad, gente que tiene sed de escuchar la Verdad de labios de Jesús. Esta es la primera verdad. Antes que este o aquel contenido, la verdad requiere gente con un oído que se agudiza y se ensancha, atento y esperando siempre a que el Señor haga oír su voz. Eso es “ser de la verdad”.
¿Sirve de algo ser de la verdad? ¿Sirve de algo ser de los discípulos que “escuchan la voz de Jesús”?
Vaya si sirve. El Señor dice que “la verdad nos hará libres”. La verdad sirve para ser personas libres. Personas dueñas de su historia y de su propia vida, que se hacen cargo de sí mismas y de los que aman, personas que piden perdón de sus pecados, porque se hacen responsables de sus acciones, personas que se hacen responsables de las obras que encarnan el amor a los pobres, personas que tienen pertenencia y se juegan por los demás.
Hay que saber que detrás de todo sometimiento a un poder que esclaviza hay una mentira (no solo se trata de ignorancia o de errores sino de mentira). Y “estar abierto a la verdad, escucharla con fe y ponerla en práctica con amor nos hace libres”, nos libera de la mentira, del autoengaño, de la máscara y del lavado de manos.
¿Qué verdad?
En primer lugar, se trata de “escucharla”. Jesús dice que “el que es de la verdad escucha su voz”. O sea: lo contrario de lo que hizo Pilato. Los poderosos “no escuchan” ninguna verdad. Establecen la suya y nos hacen tragar sus discursos por todos los medios. Nosotros, como discípulos de Cristo, en cambio, somos gente que tiene abierto el oído a la Verdad, gente que tiene sed de escuchar la Verdad de labios de Jesús. Esta es la primera verdad. Antes que este o aquel contenido, la verdad requiere gente con un oído que se agudiza y se ensancha, atento y esperando siempre a que el Señor haga oír su voz. Eso es “ser de la verdad”.
¿Sirve de algo ser de la verdad? ¿Sirve de algo ser de los discípulos que “escuchan la voz de Jesús”?
Vaya si sirve. El Señor dice que “la verdad nos hará libres”. La verdad sirve para ser personas libres. Personas dueñas de su historia y de su propia vida, que se hacen cargo de sí mismas y de los que aman, personas que piden perdón de sus pecados, porque se hacen responsables de sus acciones, personas que se hacen responsables de las obras que encarnan el amor a los pobres, personas que tienen pertenencia y se juegan por los demás.
Hay que saber que detrás de todo sometimiento a un poder que esclaviza hay una mentira (no solo se trata de ignorancia o de errores sino de mentira). Y “estar abierto a la verdad, escucharla con fe y ponerla en práctica con amor nos hace libres”, nos libera de la mentira, del autoengaño, de la máscara y del lavado de manos.
¿Qué más?
No solo podemos escuchar –más y mejor- la Verdad sino que podemos dar testimonio de la verdad.
Dar testimonio de que Jesús es la verdad: sus palabras y su vida entera son La Verdad. ¿Cuál Verdad? La Verdad que nos pone en sintonía con Jesús.
Jesús nos revela que el Padre nos creó por amor y que él vino a este mundo a testimoniar que este amor es verdad y lo hizo amándonos hasta dar su vida por nosotros.
Escuchándolo hablar con Pilato, uno siente que no es un diálogo inventado. En ese diálogo podemos entrar en contacto con el que es –precisamente- la Palabra, la Verdad.
Eso es la fe: el cariño y la adhesión incondicional que suscita Jesús maniatado dando testimonio de la verdad.
Esta Verdad nos saca todos los miedos, nos potencia todas las esperanzas, le da sentido a todos nuestros sufrimientos y nos activa el deseo de darnos a los demás.
Fijate dónde estás “maniatado” por tu amor a los demás, dónde te maniató el poder anónimo que rige este mundo por no ser de los que zafan sino de los que se comprometen. Allí, maniatado de pies y manos, tu corazón está libre, y podés dar testimonio de la Verdad. Que sos muy amado y que amás a Dios y a los demás.
Diego Fares sj
INTRODUCIR VERDAD
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, buenasnoticias@telefonica.net
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
ECLESALIA, 21/11/12.- El juicio contra Jesús tuvo lugar probablemente en el palacio en el que residía Pilato cuando acudía a Jerusalén. Allí se encuentran una mañana de abril del año treinta un reo indefenso llamado Jesús y el representante del poderoso sistema imperial de Roma.
El evangelio de Juan relata el dialogo entre ambos. En realidad, más que un interrogatorio, parece un discurso de Jesús para esclarecer algunos temas que interesan mucho al evangelista. En un determinado momento Jesús hace esta solemne proclamación: “Yo para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”.
Esta afirmación recoge un rasgo básico que define la trayectoria profética de Jesús: su voluntad de vivir en la verdad de Dios. Jesús no solo dice la verdad, sino que busca la verdad y solo la verdad de un Dios que quiere un mundo más humano para todos sus hijos e hijas.
Por eso, Jesús habla con autoridad, pero sin falsos autoritarismos. Habla con sinceridad, pero sin dogmatismos. No habla como los fanáticos que tratan de imponer su verdad. Tampoco como los funcionarios que la defienden por obligación aunque no crean en ella. No se siente nunca guardián de la verdad sino testigo.
Jesús no convierte la verdad de Dios en propaganda. No la utiliza en provecho propio sino en defensa de los pobres. No tolera la mentira o el encubrimiento de las injusticias. No soporta las manipulaciones. Jesús se convierte así en “voz de los sin voz, y voz contra los que tienen demasiada voz” (Jon Sobrino).
Esta voz es más necesaria que nunca en esta sociedad atrapada en una grave crisis económica. La ocultación de la verdad es uno de los más firmes presupuestos de la actuación de los grandes poderes financieros y de la gestión política sometida a sus exigencias. Se nos quiere hacer vivir la crisis en la mentira.
Se hace todo lo posible para ocultar la responsabilidad de los principales causantes de la crisis y se ignora de manera perversa el sufrimiento de las víctimas más débiles e indefensas. Es urgente humanizar la crisis poniendo en el centro de atención la verdad de los que sufren y la atención prioritaria a su situación cada vez más grave.
Es la primera verdad exigible a todos si no queremos ser inhumanos. El primer dato previo a todo. No nos podemos acostumbrar a la exclusión social y la desesperanza en que están cayendo los más débiles. Quienes seguimos a Jesús hemos de escuchar su voz y salir instintivamente en su defensa y ayuda. Quien es de la verdad escucha su voz. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Santa Teresa de Jesús (1515-1582), fundadora del Carmelo Descalzo, mística, doctora de la Iglesia
Camino de Perfección, cap. 22
"Mi reino no es de este mundo”
Rey sois, Dios mío, sin fin, que no es reino prestado el que tenéis. Cuando en el Credo se dice: “Vuestro reino no tiene fin”, casi siempre me es particular regalo. Aláboos, Señor, y bendígoos para siempre; en fin, vuestro reino durará para siempre. Pues nunca Vos, Señor, permitáis se tenga por bueno que quien fuere a hablar con Vos, sea sólo con la boca... Sí, que no hemos de llegar a hablar a un príncipe con el descuido que a un labrador, o como con una pobre como nosotras, que como quiera que nos hablaren va bien.
Razón es que, ya que por la humildad de este Rey, si como grosera no sé hablar con él, no por eso me deja de oír, ni me deja de llegar a sí, ni me echan fuera sus guardas; porque saben bien los ángeles que están allí la condición de su rey, que gusta más de esta grosería de un pastorcito humilde, que ve que si más supiera más dijera, que de los muy sabios y letrados, por elegantes razonamientos que hagan, si no van con humildad.
Así que, no porque El sea bueno, hemos de ser nosotros descomedidos. Siquiera para agradecerle el mal olor que sufre en consentir cabe sí una como yo, es bien que procuremos conocer su limpieza y quién es. Es verdad que se entiende luego en llegando, como con los señores de acá, que con que nos digan quién fue su padre y los cuentos que tiene de renta y el dictado, no hay más que saber...Sí, llegaos a pensar y entender, en llegando, con quién vais a hablar o con quién estáis hablando. En mil vidas de las nuestras no acabaremos de entender cómo merece ser tratado este Señor, que los ángeles tiemblan delante de él. Todo lo manda, todo lo puede, su querer es obrar. Pues razón será, hijas, que procuremos deleitarnos en estas grandezas que tiene nuestro esposo y que entendamos con quién estamos casadas, qué vida hemos de tener.
Publicar un comentario