Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

sábado, 27 de abril de 2013

Quinto Domingo de Pascua


Así como yo los he amado, ámensen también ustedes los unos a los otros
Lecturas del 28 / 04 / 13
– Ciclo C –
Lectura de los Hechos Apóstoles 14, 21b-27                
Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.       
En cada comunidad establecieron presbíteros, y con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído.     
Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir.           
A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos.Palabra de Dios.   

 Salmo: 144          
        R. Bendeciré tu Nombre eternamente, Dios mío, el único Rey          

El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R.           
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R.           
Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino: tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. R.     
          Lectura libro del Apocalipsis 21, 1-5ª            
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más.
Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. Y oí una voz potente que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios entre los hombres: él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios estará con ellos. El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó.»    
Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas». Palabra de Dios.    


Evangelio según san Juan 13, 31-33a. 34-35               
Después que Judas salió, Jesús dijo: «Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes.       
Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros.
Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros.» 
Palabra del Señor. 

Reflexión
El testimonio del amor
El evangelio nos presenta unos cuantos versículos del gran discurso de despedida de Jesús en la noche de la última Cena, donde el Maestro entrega su testamento espiritual a los discípulos: el gran mandato del amor como signo visible de la adhesión de sus discípulos a él y de la vivencia real y afectiva de la fraternidad. El mundo podrá identificar de qué comunidad se trata si los discípulos guardan entre sí este mandato del amor. Jesús rescata la Ley, pero le pone como medio de cumplimiento el amor; quien ama demuestra que está cumpliendo con los demás preceptos de la Ley. Es posible que en la comunidad primitiva se hubiera discutido cuál debía ser su distintivo propio e inequívoco. Para eso apelan a las palabras mismas de Jesús. En un mundo cargado de egoísmo, de envidias, rencores y odios, la comunidad está llamada a dar testimonio de otra realidad completamente nueva y distinta: el testimonio del amor.
Una de las principales causas por las que tantos cristianos abandonan la Iglesia radica justamente en la falta de un testimonio mucho más abierto y decidido respecto al amor. Con mucha frecuencia nuestras comunidades son verdaderos campos de batalla donde nos enfrentamos unos contra otros; donde no reconocemos en el otro la imagen de Dios. Y eso afecta la fe y la buena voluntad de muchos creyentes. Por cierto, no se trata de que nuestras comunidades y agrupaciones sean totalmente ajenas al conflicto, no; el discutir las diferencias,  es necesario porque a partir de ello se puede crear un ambiente de discernimiento, de acrisolamiento de la fe y de las convicciones más profundas respecto al Evangelio; en el conflicto –llevado en términos de respeto y amor cristiano mutuo- aprendemos justamente el valor de la tolerancia, del respeto a la diversidad, y el mejoramiento de nuestra manera de entender y practicar el amor.
Del conflicto así entendido -inevitable donde hay más de una persona-, es posible hacer el espacio para construir y crecer. Para ello hacen falta la fe, la apertura al cambio y, sobre todo, la disposición de ser llenados por la fuerza viva de Jesús. Sólo en esa medida nuestra vida humana y cristiana va adquiriendo cada vez mayor sentido y va convirtiéndose en testimonio auténtico de evangelización.

Amistad dentro de la Iglesia           
“La señal por la que os conocerán todos que son mis discípulos será que se amen unos a otros".
Este es el testamento de Jesús. Jesús habla de un "mandamiento nuevo". ¿Dónde está la novedad? La consigna de amar al prójimo está ya presente en la tradición bíblica. También filósofos diversos hablan de filantropía y de amor a todo ser humano. La novedad está en la forma de amar propia de Jesús: "amensen  como yo los he amado". Así se irá difundiendo a través de sus seguidores su estilo de amar.        
Lo primero que los discípulos han experimentado es que Jesús los ha amado como a amigos: "No los llamo siervos... a ustedes los he llamado amigos". En la Iglesia nos hemos de querer sencillamente como amigos y amigas. Y entre amigos se cuida la igualdad, la cercanía y el apoyo mutuo. Nadie está por encima de nadie. Ningún amigo es señor de sus amigos.           
Por eso, Jesús corta de raíz las ambiciones de sus discípulos cuando les ve discutiendo por ser los primeros. La búsqueda de protagonismos interesados rompe la amistad y la comunión. Jesús les recuerda su estilo: "no he venido a ser servido sino a servir". Entre amigos nadie se ha de imponer. Todos han de estar dispuestos a servir y colaborar.            
Esta amistad vivida por los seguidores de Jesús no genera una comunidad cerrada. Al contrario, el clima cordial y amable que se vive entre ellos los dispone a acoger a quienes necesitan acogida y amistad. Jesús les ha enseñado a comer con pecadores y gentes excluidas y despreciadas. Les ha reñido por apartar a los niños. En la comunidad de Jesús no estorban los pequeños sino los grandes.   
Un día, el mismo Jesús que señaló a Pedro como "Roca" para construir su Iglesia, llamó a los Doce, puso a un niño en medio de ellos, lo estrechó entre sus brazos y les dijo: "El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí".           
En la Iglesia querida por Jesús, los más pequeños, frágiles y vulnerables han de estar en el centro de la atención y los cuidados de todo. (2)

¿Cuál es la medida del amor?
Amor: Dios es amor. Dios es la fuente infinita del amor. Dios creó al hombre por amor. Lo creó a Su imagen, es decir, capaz de amar y ser amado. Todo amor verdadero es compartir el amor de Dios según sus designios.
Amar es dar: Dios nos lo ha dado todo con la CREACIÓN.
Amar es comunicarse: Dios se nos ha comunicado con la REVELACIÓN.        
Amar es hacerse semejante al amado: Dios se ha hecho uno de nosotros en la ENCARNACIÓN. 
Amar es sacrificarse por el amado: Dios nos ha dado su vida en la REDENCIÓN.          
Amar es obsequiar al amado: Dios nos da el supremo bien de la SALVACIÓN.                

Amor y la CruzDios es amor y su amor es el secreto de nuestra felicidad. Ahora bien, para entrar en este misterio de amor no hay otro camino que el de perdernos, entregarnos, el camino de la Cruz. «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Marcos 8, 34)» 

Jesús revela la plenitud del amor. El es amor encarnado.
El nos da la gracia para recibir su amor y ser amorosos. Amar es asemejarse a Dios.  Entonces compartimos su amor con todos. 
          
Para el Cristiano amar es el principal Mandamiento que encierra a todos los demás. Se acercó uno de los escribas que les había oído y, viendo que les había respondido muy bien, le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» Jesús le contestó: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos.»  Marcos 12,28-31
La medida del amor: No es suficiente amar según nuestra idea de lo que es amor, Jesús nos manda a amar como Él amó:
Este es el mandamiento mío: que se amen los unos a los otros como yo los he amado.
Jesús crucificado es la revelación más perfecta del amor. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Juan 15,13
Como cristianos estamos llamados a imitar a Jesús que dio su vida por todos.
En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos. I Juan 3,16
En Cristo somos capaces de un amor sobrenatural, la plenitud de la vida para la que fuimos creados: 
Para que sus corazones reciban ánimo y, unidos íntimamente en el amor, alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y perfecto conocimiento del Misterio de Dios, en el cual están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia. -Colosenses 2,2
Nada ni nadie nos puede apartar del amor de Dios
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? Romanos 8:35
El amor no es algo abstracto. Se demuestra en la práctica. Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad.  I Juan 3,17-18
Jesús nos enseñó a amar a nuestros enemigos.
«Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial. -Mateo 5,43-48. Cf. Lc 6, 28. (3)
¿Cómo amar?
San Pablo, I Corintios 13,1-12               Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.
Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.
Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha. 
La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. 
Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. 
La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia. Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía. Cuando vendrá lo perfecto, desaparecerá lo parcial.
Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño.  
Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara.         
Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido.
Un Mundo Mejor es posible:
Juan, el vidente de Patmos, alienta nuestra esperanza con su magnífica visión de “un cielo nuevo y una tierra nueva”, como la gran meta de nuestros esfuerzos por transformar las realidades de muerte que nos rodean y redimir al mundo con la fuerza vital arrolladora del Resucitado. Una nueva realidad de justicia, paz y amor fraterno habrá de traer “la nueva Jerusalén que descendía del cielo enviada por Dios y engalanada como una novia”. Es la esperanza maravillosa que podemos enarbolar frente a los catastrofistas que nos amenazan con una destrucción inexorable del mundo, sobre la base de supuestas profecías que en nada se condicen con las promesas de la Nueva Alianza que Cristo ha sellado con su pasión y su triunfo sobre la muerte. “Esta es la morada de Dios con los hombres –señala un entusiasmado Juan-; acampará entre ellos. Serán su pueblo, y Dios estará con ellos. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado. El que estaba sentado sobre el trono dijo: Ahora hago el universo nuevo”. (1)
Para pensar: 
Ama hoy, mañana puede ser muy tarde

¿Ayer?... ¡Eso hace tiempo!...             
¿Mañana?...No nos es permitido saber...          
Mañana puede ser muy tarde para decir que amas, para decir que perdonas, para decir me disculpas, para decir que quieres intentarlo nuevamente...              
Mañana puede ser muy tarde para pedir perdón, para decir: ¡Discúlpame, el error fue mío...!    
Tu amor, mañana, puede ser inútil.   
Tu perdón, mañana, puede no ser preciso. Tu regreso, mañana, puede que no sea esperado. Tu carta, mañana, puede no ser leída. Tu cariño, mañana, puede no ser más necesario. Tu abrazo, mañana, puede no encontrar otros brazos...    

Porque mañana puede ser muy, muy tarde! no dejes para mañana para decir: ¡Te amo! ¡Te extraño!, ¡Perdóname!, ¡Discúlpame! ¡Esta flor es para ti!, ¡Te encuentras muy bien!   
No dejes para mañana Tu sonrisa, Tu abrazo, Tu cariño, Tu trabajo, Tu sueño, Tu ayuda...          
No dejes para mañana para preguntar:             
¿Puedo ayudarte? ¿Por qué estás triste? ¿Qué te pasa? ¡Oye!...ven aquí, vamos a conversar. ¿Dónde está tu sonrisa? ¿Aún me das la oportunidad? ¿Por qué no empezamos nuevamente? Estoy contigo. ¿Sabes que puedes contar conmigo? ¿Dónde están tus sueños?

Recuerda: ¡Mañana puede ser tarde...muy tarde! ¡Busca!, ¡Pide!, ¡Insiste!, ¡Intenta una vez más! ¡Solamente el "hoy" es definitivo! ¡Mañana puede ser tarde...muy tarde!
Busca a Cristo hoy. ¡Mañana pueda ser muy tarde!            

                                                                                                                                                        Cuento de autor Desconocido
Quédate conmigo, Señor, para mostrarme tu voluntad.
Quédate conmigo, Señor, para que yo pueda escuchar Tú voz y seguirte
Lecturas de la semana
Lunes 29: Hech. 14, 5-18; Sal. 113; Jn. 14, 21-26.
Martes 30: Hech. 14, 19-28; Sal. 144; Jn. 14, 27-31a.
Miércoles 1: Ecle. 51, 12-20, Sal.  18; Mc. 11, 27-33.
Jueves 2Gn. 14, 18-20; Sal. 109; 1Cor. 11, 23-26; Lc. 9, 11-17.
Viernes 3: Tob. 1, 3; 2.1-8; Sal. 111; Mc. 12, 1-12.
Sábado 4: Tob. 2, 9-14; Sal. 111; Mc. 12, 13-17
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Unos momentos con Jesús y María. (1) Servicio Bíblico latinoamericano. (2) J. A. Pagola. (3) Padre Jordi Rivero.
Cuadro de texto: Círculo Bíblico San José
Parroquia San José:
Brandsen 4970 Villa Domínico.
http://miencuentroconjesus1.blogspot.com

Si  querés recibir la hojita por e-mail pedila:
 miencuentroconjesus@yahoo.com.ar

4 comentarios:

EDD dijo...

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón sobre el Evangelio de Juan, nº 65

“Tal como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros”
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros”... el que escucha este mandamiento, o mejor, el que lo obedece, se renueva interiormente no por un amor cualquiera sino por el mismo amor que el Señor ha precisado, añadiendo: “Como yo os he amado”... a fin de distinguirlo de un amor puramente natural. “Todos los miembros del cuerpo se preocupan los unos de los otros. Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; si un miembro es glorificado, todos los miembros se congratulan con él” (1Cor. 12,25-26). En efecto, ellos comprenden y observan estas palabras: “Os doy un mandamiento nuevo, que os améis lo unos a lo otros” no como fuente de desenfrenos, ni como se aman los hombres simplemente porque son hombres, sino como aquellos que se aman porque todos “son dioses” (Jn 10,35) e “hijos del Altísimo” (Lc 6,35), para llegar así a ser los hermanos de su Hijo único, amándose unos a otros con el mismo amor con que él los amó, para conducirlos a todos a aquel fin que los satisfaga, donde su anhelo de bienes encuentre su saciedad. Porque no quedará ningún anhelo sin saciar cuando Dios lo sea “todo en todos” (1Cor. 15,28).

El que ama a su prójimo con un amor espiritual ¿qué amará en él sino a Dios? Este amor es el que el Señor quiere separar del amor puramente natural cuando añade: “Como yo os he amado”. ¿Qué es lo que él ha amado en nosotros sino a Dios? No a Dios tal como ya lo poseemos, sino tal como él quiere que le poseamos cuando dice: "Dios será todo en todos”. El médico ama a sus enfermos por la salud que les quiere dar, no por su enfermedad. “Como yo os he amado, amaos los unos a los otros”. Es por eso que nos ha amado: para que nosotros también sepamos amarnos los unos a los otros.

Nilda nos envío: dijo...

Contemplación
“En esto todos reconocerán que son mis discípulos”: en que se aman como Yo los he amado.
El amor de Jesús es el signo creíble, lo que permite reconocer quién es su discípulo. Un amor “no de palabra sino con obras y verdadero” como dice Juan: “En esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él” (1 Jn 3, 18-19).

Jesús se preocupa por esto tan humano como es dejarnos un signo incuestionable para que podamos mostrar a todos, y, mejor aún, para que sin que lo busquemos explícitamente igual todos se den cuenta de que somos sus discípulos.
El Señor nos lee el corazón a los hombres y a las mujeres y pesca este profundísimo deseo de reconocimiento que nos constituye como personas. Dado que conocemos, necesitamos reconocer. Esto es: reconfirmar lo que conocemos, hacerlo nuestro, experimentarlo. Y también: dado que se nos conoce, necesitamos confirmar la autenticidad de lo que decimos y sentimos, necesitamos “dar testimonio”, no solamente contar las cosas.
Dar testimonio es afirmar públicamente que algo bueno nos ganó el corazón y nos comprometió la vida, de modo tal que no podemos callarlo y para poder compartirlo le pedimos al otro que nos crea y que pruebe por sí mismo la verdad de lo que le anunciamos.
Aunque tenemos un poco de todos, no somos periodistas de noticiero que simplemente cuentan lo que pasa, ni militantes políticos que buscan sumar votos. Tampoco somos investigadores científicos que demuestran el resultado de sus experimentos. Somos discípulos de Jesús, El que dio la vida por todos, y anunciamos esta buena noticia con la alegría incontenible del que ha encontrado la Fuente de la Vida y sale a invitar a todos a que beban de ella.
La búsqueda de coherencia y el deseo de ser creíbles no parte de una motivación interesada en un sentido egoísta sino de ese interés “social” propio de nuestra naturaleza humana que cuando descubre algo bueno para todos no puede dejar de comunicarlo a los demás diciendo: “Vengan y vean”; “Prueben qué bueno es el Señor”.
Sabiendo esto, el Señor nos deja la clave. Una clave que sirve no sólo para que los demás crean sino para reconfirmarnos a nosotros mismos si vamos por buen camino.

Nilda continuación dijo...

Si es mi Amor, te impulsará irresistiblemente a salir de vos e ir a los demás.
Si es mi Amor, no te dejará en paz hasta que confieses y sientas lo lindo que es pedir perdón, lo lindo que es desenojarte, comenzar de nuevo y poder reírte de vos mismo y sonreír al que mirabas con el ceño fruncido.
Si es mi amor, en vez de cerrarte al ver el sufrimiento de los demás, se te enternecerá el corazón y no podrás sino ayudar y dar.
Si es mi Amor, hará que te asombres de vos mismo al constatar que a pesar de todas las desilusiones, volvés a tener esperanzas.
Si es mi Amor, sentirás el movimiento secreto de la vida cuando trabaja por reconstituir lo herido y sana milagrosamente todos los desgarrones.
Si es mi Amor verás cómo reparara tus fuerzas: te volverás incansable, con las ganas intactas a pesar de la fatiga…
Si es mi Amor, te sorprenderás de no sentir envidia, podrás ver cómo alguien es aplaudido y vos, en vez de compararte, te alegrás en el bien y aplaudís también de corazón.
Si es mi Amor, no podrás creer cómo es que estás creyendo, qué es lo que viste en el otro que a pesar de todas las evidencias, volvés a confiar en él, en lo que el Señor puede hacer en él.
Si es mi Amor, constatarás el milagro que hace con el tiempo: de golpe tu corazón se ensanchará y experimentarás cómo la paciencia extiende sus brazos al futuro y lo abraza de manera tal que no lo suelta y lo que es ahora defecto ya está enlazado a su perfección futura.
Si es mi Amor el que te mueve y atrae, se te despertará un sentido nuevo –el de mi presencia-; aprenderás a reconocerme en todos los rostros y a sentir cómo entro y salgo, en un instante, en las situaciones de “puertas cerradas”, y mi presencia despalanca las trabas y abre puertas.
Si es mi Amor, te llevará a mis ovejas y de mis ovejas te traerán de vuelta a Mí Sin darte cuenta entrarás y saldrás de la oración a las cosas y de las cosas a la oración.
Si es mi Amor, verás cómo da gusto comenzar a romper, a medida que van saliendo, todos los pagarés que tenías guardados: a este no le cobro, aquella deuda está olvidada, esto ni sé de qué se trataba…, hasta que sentís que salís a la calle sonriendo interiormente y, aunque nadie te pregunte por qué estás contento, vos te decís a vos mismo: soy uno/a quien nadie le debe nada.
Si es mi Amor, te darás cuenta porque se te transformará el interés de la mirada. En vez de buscar ofertas, se te irán los ojos hacia mis ovejitas perdidas. Subirás al subte y sin espiar descubrirás al que anda medio tristón y te sentirás como uno de esos personajes de Pronzato que “ponen oraciones en el bolsillo de los demás”.
Si es mi Amor, te darás cuenta porque te cambiaré el rol y ya no serás más el mismo personaje que eras (el que vos mismo habías elegido o te habían dado los demás): pasarás a ser actor de reparto en vez de protagonista, pero de una película mucho más interesante. Cambiarás mucho de papel: un día te tocará ser “el mozo de equipajes” de Descalzo, el que les metía las valijas en el tren a los que se iban de vacaciones y “tenía una permanente alegría. No sabía hacer su trabajo sin gastarte una broma, y cuando te hacía un favor, parecía que se lo hubieses hecho tú a él. Un día le pregunté: «Y tú, ¿cuándo te vas de vacaciones?» Se rió y me dijo: «Me voy un poco en cada maleta que subo para los que se van hacia la playa.»
Otro día te tocará ser uno de “los seres invisibles”, como las monjas josefinas que trabajaban en la cocina del seminario de Astorga: “allá al fondo del refectorio veíamos alguna vez a las monjas pasando con perolas humeantes, como medio escondiéndose, porque en aquellos tiempos era casi un pecado que los seminaristas viésemos una presencia femenina. Y, en un momento, entendí lo oscuro y lo hermoso de su tarea. Eran, aquellos, los que llamábamos los «años del hambre» cuando, en la primera posguerra, era un milagro encontrar comida cada día para los cuatrocientos seminaristas que éramos.

Nilda continuación: dijo...

Y pienso que tal vez ellas debieron de sentir alguna vez hasta dudas vocacionales, pensando si se habían hecho monjas para pelar patatas y cocer garbanzos. Y, sin embargo, el seminario funcionaba gracias a ellas. Eran las invisibles…”.
Si es mi Amor el que te atrae y te dinamiza, los otros se darán cuenta: reconocerán que no sos sólo vos, sino que somos dos, Yo y vos, mi discípulo. Y les dará ganas de experimentar.
Diego Fares sj