Lecturas del 16 - 10 – 16 – Ciclo C –
Libro del Éxodo 17,8-13.
Después vinieron los amalecitas y atacaron a Israel en Refidím. Moisés dijo a Josué: "Elige a algunos de nuestros hombres y ve mañana a combatir contra Amalec. Yo estaré de pie sobre la cima del monte, teniendo en mi mano el bastón de Dios". Josué hizo lo que le había dicho Moisés, y fue a combatir contra los amalecitas. Entretanto, Moisés, Aarón y Jur habían subido a la cima del monte. Y mientras Moisés tenía los brazos levantados, vencía Israel; pero cuando los dejaba caer, prevalecía Amalec.
Como Moisés tenía los brazos muy cansados, ellos tomaron una piedra y la pusieron donde él estaba. Moisés se sentó sobre la piedra, mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sus brazos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol. De esa manera, Josué derrotó a Amalec y a sus tropas al filo de la espada. Palabra de Dios.
Salmo 120
R: Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, que hizo
el cielo y la tierra.
Levanto mis ojos a las montañas: ¿de dónde me vendrá la
ayuda? La ayuda me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
R
El no dejará que resbale tu pie: ¡tú guardián no duerme! No, no duerme ni dormita él guardián de Israel. R
El Señor es tu guardián, es la sombra protectora a tu derecha: de día, no te dañará el sol, ni la luna de noche. R
El Señor te protegerá de todo mal y cuidará tu vida. El te protegerá en la partida y el regreso, ahora y para siempre. R
Segunda Carta San Pablo a Timoteo 3,14-4,2.
Querido hermano: Permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quiénes la has recibido. Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús.
Todala Escritura
está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y
para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté
preparado para hacer siempre el bien.
Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino:
proclamala Palabra
de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con
paciencia incansable y con afán de enseñar. Palabra de Dios.
El no dejará que resbale tu pie: ¡tú guardián no duerme! No, no duerme ni dormita él guardián de Israel. R
El Señor es tu guardián, es la sombra protectora a tu derecha: de día, no te dañará el sol, ni la luna de noche. R
El Señor te protegerá de todo mal y cuidará tu vida. El te protegerá en la partida y el regreso, ahora y para siempre. R
Segunda Carta San Pablo a Timoteo 3,14-4,2.
Querido hermano: Permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quiénes la has recibido. Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús.
Toda
Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino:
proclama
Evangelio según San Lucas 18,1-8.
Después Jesús les enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: "En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'.
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'".
Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar?
Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?". Palabra del Señor.
Después Jesús les enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: "En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'.
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'".
Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar?
Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?". Palabra del Señor.
Dios mío,
envía ahora tu Espíritu sobre mi y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra,
que me guíe y asista al meditar tus enseñanzas, para que
pueda saborearla y comprenderla, para que tu
Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén
Reflexión:
Jesús
propuso esta parábola para invitar a sus discípulos a no desanimarse en su intento
de implantar el reinado de Dios en el mundo. La pregunta surge porque en la
historia, el discípulo tendrá que vérsela con muchos problemas que ponen a
prueba su fe.
Aparece
así entonces el nuevo tema: “La oración perseverante a la hora de la
prueba”
La
nueva enseñanza sobre la oración –dirigida a los “discípulos” de Jesús viene al
encuentro del sentimiento de desesperación del hombre ante la paciencia de
Dios. ¿Cómo entender el misterio de un Dios que “hace esperar” a sus elegidos?
Jesús
habla de la posibilidad de un “desfallecer” en la vida de oración, de sentir
cansancio. Es en momentos así cuando uno se expone a caer en la tentación de
dejarla de lado. No nos referimos aquí a una especie de cansancio físico o
mental, sino a algo más de fondo que puede abatir nuestro corazón orante:
llegar a perderle sentido a la oración cuando notamos que no se dan los cambios
esperados y presentimos entonces cierta, es duro tener alguna vez la percepción
de que la realidad contradice lo que nuestra fe espera que suceda. Por eso es
posible que lleguemos a lamentarnos: ¿Pero será que Dios es justo? ¿Entonces,
en medio de tanta maldad e injusticia que constatamos en el mundo, por qué no
se manifiesta? ¿Algún día habrá justicia? En este mismo sentido clamaban los
mártires del Apocalipsis: “¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a
estar sin hacer justicia y sin tomar venganza por nuestra sangre de
los habitantes de la tierra?” (Ap 6,10)
Es
en situaciones como ésta cuando la “fe” flaquea (recordemos cómo había sido de
maravilloso el camino de fe del leproso samaritano), se siente cierto
desconsuelo y como consecuencia la oración se viene al piso; porque al fin y al
cabo, la oración es el ejercicio de la fe, ésta es como la llama que necesita
del aceite de la fe para arder.
¿Qué
nos quiere inculcar Jesús? La oración perseverante en tiempos de prueba
a los discípulos.
Como podemos ver el Señor no permanece indiferente ante los momentos difíciles de la vida del discípulo: ¡Jesús se pronuncia ofreciéndoles esta enseñanza!
Como podemos ver el Señor no permanece indiferente ante los momentos difíciles de la vida del discípulo: ¡Jesús se pronuncia ofreciéndoles esta enseñanza!
En
el evangelio la respuesta de Dios es el anuncio y realización del “Reino de
Dios”. Este ya empezó a suceder en el ministerio de Jesús (“El Reino de Dios ya
está entre vosotros”; Lc. 17,21), alcanzando su culmen en su misterio pascual
del Hijo del hombre (muerte, resurrección y exaltación; Hch. 2,33); éste sigue
abarcando todos los momentos de la historia y a todos los hombres que se abren
a él por la fe, son bautizados en su Santo Espíritu y viven su proyecto en
comunidad, pero no alcanzará su plenitud hasta la segunda venida de Jesús (ver
Hch. 1,11).
Para
sostener esta esperanza, es necesario reforzar la confianza en Dios
descubriendo su manera de obrar. Los discípulos entonces tienen motivos para no
bajar la guardia en la oración ni renunciar a su fe, ya que vislumbran cómo es
el actuar de Dios.
Mientras tanto seguimos caminando en la historia comprometidos proféticamente con el proyecto del Reino. El hilo conductor de la enseñanza es la “justicia de Dios”.
Mientras tanto seguimos caminando en la historia comprometidos proféticamente con el proyecto del Reino. El hilo conductor de la enseñanza es la “justicia de Dios”.
La fidelidad de Dios con los “elegidos”. “Dios hará justicia…”: podemos estar seguros de
la justicia de Dios.
“…A sus elegidos…”: si el juez le hizo justicia a la viuda –que era una persona extraña para él- cómo será entonces Dios con aquellos que son “suyos”. El Dios dela Alianza es
fiel con sus compromisos ahora y en el tiempo
final.
“…A sus elegidos…”: si el juez le hizo justicia a la viuda –que era una persona extraña para él- cómo será entonces Dios con aquellos que son “suyos”. El Dios de
“Pero,
cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la
tierra?”. Finalmente el cambio abrupto: Jesús desplaza la atención del
comportamiento de Dios hacia la atención al comportamiento de los hombres, y
así saca la última lección. El “Pero” contrapone la fidelidad de Dios con la
fidelidad del hombre: ya está claro que Dios es fiel con el hombre, “pero” ¿el
hombre será fiel con Dios?
Puesto
que el Hijo del hombre es la respuesta de Dios a la justicia que esperan sus
elegidos cabe aquí el tema de la fe en Jesús.
La perseverancia-fidelidad en el discipulado es lo que se requiere para acoger plenamente –en el momento indicado- la justicia final de Dios. Y en esto los discípulos tienen una responsabilidad histórica: su posible desánimo e inconstancia pone en juego el tiempo final en el que serán reunidos los elegidos. Pero también es verdad que el compromiso al cual los impulsa “la fe” (el mensaje de Jesús en el evangelio), llevará a que trabajen para que no haya más viudas tratadas injustamente –como la de la parábola- ni abandonadas a su suerte. ¡La fe mueve al compromiso por la justicia!
La perseverancia-fidelidad en el discipulado es lo que se requiere para acoger plenamente –en el momento indicado- la justicia final de Dios. Y en esto los discípulos tienen una responsabilidad histórica: su posible desánimo e inconstancia pone en juego el tiempo final en el que serán reunidos los elegidos. Pero también es verdad que el compromiso al cual los impulsa “la fe” (el mensaje de Jesús en el evangelio), llevará a que trabajen para que no haya más viudas tratadas injustamente –como la de la parábola- ni abandonadas a su suerte. ¡La fe mueve al compromiso por la justicia!
Hoy el evangelio nos prepara
en una oración intensa y visceral. La oración, que a la manera de la viuda
siente en carne viva el dolor propio y el ajeno, es el signo de una esperanza
viva que permite recorrer –en el seguimiento del Maestro- el tiempo que nos
separa del encuentro definitivo con el único que puede colmar plenamente
nuestras necesidades. En ese espacio, comprendiéndolo mejor a él y a nosotros
mismos, la comunión
madura.
Las pruebas de la vida no son para claudicar en la fe sino para crecer en ella. Por lo tanto tiene sentido vivir la noche –con la lámpara de la oración perseverante- porque sólo así llegará el amanecer.
Las pruebas de la vida no son para claudicar en la fe sino para crecer en ella. Por lo tanto tiene sentido vivir la noche –con la lámpara de la oración perseverante- porque sólo así llegará el amanecer.
El
cristiano, consciente de la compañía de Dios en su camino hacia la justicia y
la fraternidad, no debe desfallecer, sino insistir en la oración, pidiendo
fuerza para perseverar hasta implantar su reinado en un mundo donde dominan
otros señores. Sólo la oración lo mantendrá en esperanza.
Por
la oración sabemos que Dios está con nosotros. Y esto nos debe bastar para
seguir insistiendo sin desfallecer. Lo importante es la constancia, la
tenacidad. Moisés tuvo esa experiencia. Mientras oraba, con las manos elevadas
en lo alto del monte, Josué ganaba en la batalla; cuando las bajaba, esto es,
cuando dejaba de orar, los amalecitas, sus adversarios, vencían. Los compañeros
de Moisés, conscientes de la eficacia de la oración, le ayudaron a no
desfallecer, sosteniéndole los brazos para que no dejase de orar. Y así estuvo
–con los brazos alzados, esto es, orando insistentemente-, hasta que Josué
venció a los amalecitas. Francisco:
“capacidad de curar
heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad”
Le preguntaron al Papa: “¿De qué tiene
“Veo
con claridad que lo que la
Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de
curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad.
Veo a la Iglesia
como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un
herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas.
Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas… Y hay que comenzar
por lo más elemental”.
Texto tomado de la entrevista al papa francisco, por
Antonio Spadaro, SJ. La
Civiltà Cattolica
"Ojalá Jesús te vaya marcando el camino para
encontrarte con quien necesita más.
Tu corazón, cuando te encuentres con aquél que más
necesita, se va a empezar a agrandar, agrandar, agrandar, porque el encuentro
multiplica la capacidad del amor,
agranda el
corazón.
.
Oración del Papa Francisco para
el Jubileo de la Misericordia
Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a
ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo
ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo
y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la
felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la
traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros escuche
como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don
de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre
invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el
perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor,
resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros
fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los
que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque
a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos
con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un
año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo,
llevar la Buena Nueva
a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y
restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María,
Madre de la Misericordia , a
ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los
siglos. Amén.
Aclaración: Se han utilizado para
la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Misioneros
Oblatos. Servicio Bíblico Latinoamericano.
Lectio Divina: los Sábados 17 hs. en:
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José: Brandsen 4970
V.
Domínico.
Si querés
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www.facebook.com/miencuentroconjesussanjose
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