25 diciembre 2016, -Ciclo A-
Dios mío, envía ahora
tu Espíritu sobre mi y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guíe
y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y
comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me
conduzca a la Verdad
completa. Amén
Lectura
libro del profeta Isaías 9, 1-6
El
pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que
habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una
luz.
Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín.
Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín.
Porque
el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su
carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Porque un niño
nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros
y se le da por nombre: «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre,
Príncipe de la paz.» Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el
trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho
y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos
hará todo esto. Palabra de Dios.
Salmo
95 R. Hoy nos ha nacido un Salvador, que
es el Mesías, el Señor.
Canten
al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor,
bendigan su Nombre. R.
Día
tras día, proclamen su victoria, anuncien su gloria entre las naciones, y sus
maravillas entre los pueblos. R.
Alégrese
el cielo y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él; regocíjese
el campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del bosque.
R.
Griten
de gozo delante del Señor, porque él viene a gobernar la tierra: él gobernará
al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad. R.
Carta del apóstol san Pablo a Tito 2, 11-14
Carta del apóstol san Pablo a Tito 2, 11-14
La
gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha
manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para
vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos
la feliz esperanza y la
Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y
Salvador, Cristo Jesús. El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda
iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la
práctica del bien. Palabra de Dios.
Santo
Evangelio según san Lucas 2, 1-14
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernabala Siria. Y cada uno
iba a inscribirse a su ciudad de origen.
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba
José,
que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se
dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su
esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En
esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante
la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor
los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo:
«No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el
pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el
Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién
nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y junto con el Ángel,
apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios,
diciendo « ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres
amados por él!» Palabra del Señor.
Reflexión:
La
fe cristiana se fundamenta en una afirmación sencilla y sorprendente: Dios
ha querido hacerse hombre.
Ha
querido compartir con nosotros la aventura de la vida, vivir en este mundo,
gozar, sufrir y crecer, caminar con nosotros.
Ser
cristiano es descubrir con gozo que “Dios-está-con-nosotros”, intuir desde la
fe que Dios está en el corazón de nuestra existencia y en el fondo de nuestra
historia humana, compartiendo nuestros problemas y aspiraciones, conviviendo la
vida de cada persona. Este gesto de Dios, que se solidariza con nosotros y
comparte nuestra historia es el que sostiene, en definitiva, nuestra esperanza.
Dios ha querido ser uno de los nuestros. Su nombre propio es Emmanuel, el Dios-con-nosotros.
Dios viene a habitar entre nosotros. Dios se ha hecho hombre, para que el hombre descubra el camino que lo lleva a Dios. Dios se hizo uno de los nuestros y esto nos predispone para llegar a ser más semejantes a Él.
Dios viene a habitar entre nosotros. Dios se ha hecho hombre, para que el hombre descubra el camino que lo lleva a Dios. Dios se hizo uno de los nuestros y esto nos predispone para llegar a ser más semejantes a Él.
Jesús
viene al mundo sin ostentación alguna enseñándonos que la felicidad no se
encuentra en la abundancia de bienes y nos anima a no estar pendientes del
aplauso de los hombres. Dios se hace hombre para que podamos acercarnos a Él,
para que podamos corresponder a su amor con nuestro amor.
Navidad es el nacimiento de lo nuevo. La venida del Señor no es un hecho del pasado sino
del presente. Y es del presente en la medida en que nosotros dejemos que Dios
¨llegue¨, Cristo ha nacido para que nosotros
renazcamos.
Como dice San Agustín, María ha llevado al Salvador en su seno y cada uno de nosotros debemos llevarlo en nuestro corazón, porque cada uno de nosotros, los cristianos, somos hombres redimidos por Cristo, y tenemos que mostrarlo al mundo. Este tiempo de Navidad pide de nosotros una actitud contemplativa, de silencio y acción de gracias. Nos pide contemplar el misterio, asimilarlo a nuestro ser y confesarlo ante los hombres
Como dice San Agustín, María ha llevado al Salvador en su seno y cada uno de nosotros debemos llevarlo en nuestro corazón, porque cada uno de nosotros, los cristianos, somos hombres redimidos por Cristo, y tenemos que mostrarlo al mundo. Este tiempo de Navidad pide de nosotros una actitud contemplativa, de silencio y acción de gracias. Nos pide contemplar el misterio, asimilarlo a nuestro ser y confesarlo ante los hombres
Nace Cristo, surge la esperanza. Dios se hace hombre para que nosotros podamos
alcanzar a Dios. Este es el camino. No hay otro distinto. Tenemos la certeza de
que Dios cumple su plan. Levantemos nuestra cabeza, viene la fuerza del Amor.
Ya no debemos estar errantes, divagando por el mundo a tientas y a ciegas, pues
la luz viene para que encontremos la bondad, la justicia, la alegría y la paz.
En
cierto modo, la humanidad espera a Dios, su cercanía. Pero cuando llega el
momento, no tiene sitio para Él. Está tan ocupada consigo misma de forma tan
exigente, que necesita todo el espacio y todo el tiempo para sus cosas y ya no
queda nada para el otro, para el prójimo, para el pobre, para Dios. Y cuanto
más se enriquecen los hombres, tanto más llenan todo de sí mismos y menos puede
entrar el otro".
Todo
esto en vez de colmarnos, produce un vacío existencial que nos lleva a la
pérdida de sentido. No nos damos cuenta, o no queremos hacerlo. Nos escapamos y
nos alienamos en cosas superficiales y en tantos cartones pintados que los
compramos como si fueran preciosos tesoros. Nos conformamos con tan poco… ¿No
habrá llegado el momento, que pensemos más profundamente? ¿Qué enriquece al
hombre?
Él nace, Él viene a nosotros, Él planta
su morada en nosotros. Abramos
nuestro corazón, como un pesebre, para que pueda echar raíces en nuestra vida.
Él es el Sol que ilumina y da sentido a nuestra vida. Y si lo dejamos estar,
volveremos al culto por la verdad, volveremos a disminuir lo
imaginario para acercarnos a la realidad. Volveremos a encontrar la
objetividad de la verdad, tan deteriorada y tan manoseada en estos tiempos por
todos. Así volveremos a lo originario, a lo simple, a lo humilde, a
lo humano. En este sentido, nos podemos preguntar "¿Tenemos tiempo y
espacio para Dios? ¿Puede entrar Él en nuestra vida? ¿Encuentra un lugar en
nosotros, o tenemos ocupado todo nuestro pensamiento, nuestro quehacer, nuestra
vida, con nosotros mismos?".
El amor necesita traducirse en gestos
concretos. El más sencillo y
universal –cuando es limpio e inocente- es el beso. Demos por lo tanto un beso
a Jesús, como se desea hacer con todos los niños recién nacidos.
Pero
no nos contentemos con darlo sólo a la imagen de yeso o de porcelana; démoslo a
un Jesús Niño de carne y hueso. Démoslo a un pobre, a alguien que sufre, ¡y se
lo habremos dado a Él! Dar un beso, en este sentido, significa dar una ayuda
concreta, pero también una buena palabra, aliento, una visita, una sonrisa, y a
veces, ¿por qué no?, un beso de verdad. Son las luces más bellas que podemos
encender en nuestro belén.
Feliz Navidad!!!
Hoy: “necesitamos tener sueños -más grandes o más pequeños- que día a
día nos mantengan en camino hacia una vida plena”
Nuestro
sueño, el de Jesús, es el de compartir un mundo mejor, no es un más allá
imaginario, situado en un futuro que nunca llega; Dios nos llenó de talentos,
inteligencia, voluntad, capacidad de evolucionar y adaptarnos a los cambios y
nuestro sueño empieza a hacerse presente allí donde lo ponemos en acción,
a darle vida con los primeros logros, empezando a tomar conciencia de que es
posible, ya no es simplemente, se puede, empieza a tomar forma el yo puedo” y
los miedos y las desesperanzas se desvanecen y puedo empezar a compartir los
frutos de Jesús que se expresan a través mío.
Y
de esta forma lleno de gracia y con gozo, vamos a pedirle a Dios, que nos
acompañe en nuestro peregrinar: Para que esta Navidad no se marchite como una
flor.
Para que su mensaje no muera cuando cese el bullicio.
Para que su paz no sea tan efímera como el arbolito que adorna nuestro hogar.
Acompañados por Dios hagamos que la alegría de esta Navidad, se prolongue durante todo el año, como el nacimiento hacia una vida que quiere crecer y madurar en la paz en el amor y en la justicia.
Para que su mensaje no muera cuando cese el bullicio.
Para que su paz no sea tan efímera como el arbolito que adorna nuestro hogar.
Acompañados por Dios hagamos que la alegría de esta Navidad, se prolongue durante todo el año, como el nacimiento hacia una vida que quiere crecer y madurar en la paz en el amor y en la justicia.
Compartamos
como hermanos en Cristo Jesús, la alegría de estar unidos a Él por el amor.
Jesús estará realmente entre los hombres, si los cristianos lo mostramos al
mundo, porque el rostro visible de Cristo de hoy somos cada uno de nosotros.
Con
nuestra actitud de vida, los cristianos damos vida a Cristo. Por eso desde
lo más profundo de nuestro corazón y con la fuerza de lo alto, decimos:
Ven Señor Jesús
« ¡Ven!». Que venga el que tiene sed, y el que quiera, que
beba gratuitamente del agua
de la vida. (Ap 22, 17)
Nuestra
oración
Dios nuestro, Padre de la luz, tú has enviado al mundo tu Palabra,
sabiduría que sale de tu boca, Tú has querido que tu propio Hijo, Palabra
eterna que procede de ti, se hiciera carne y viviera en medio de tu
pueblo.
Preparándonos a la llegada del Mesías queremos pedirte:
Que cures la ceguera de nuestra oscuridad, para que podamos ver
las circunstancias de nuestra vida como Él las ve.
Que cures la sordera de nuestro ruido, para que podamos oír su
Voz y seguirle sólo a Él.
Que cures nuestra mudez, para que podamos proclamar su Palabra
a todo el que quiera oírla.
Que cures nuestra cojera y nuestra parálisis, para que podamos
andar por el camino que nos lleva al Cielo.
Aclaración: Se
han utilizado para la preparación de las reflexiones: Lectio Divina: los Sábados 17 hs. en:
Círculo Bíblico San José
Parroquia San José: Brandsen 4970
V. Domínico.
Si querés
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El libro del
Pueblo de Dios. Cardenal J. Ratzinger . R. Cantalamessa
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