Lecturas 12-5-19, Ciclo C
Ven, Espíritu Santo, a nuestros corazones y enciende en ellos el fuego de tu amor, danos la gracia de leer y reflexionar esta página del Evangelio para hacerlo memoria activa, amante y operante en nuestra vida. Deseamos acercarnos al misterio de la persona de Jesús. Por esto te pedimos, que abras los ojos de nuestra mente y de nuestro corazón, para que podamos conocer la fuerza de su resurrección. Amén
“Yo soy tu Pastor y te conduciré hacia los manantiales de agua viva”
Hechos de los apostoles 13, 14.43-52
En aquellos días: Pablo y Bernabé continuaron su viaje, y de Perge fueron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron. Cuando se disolvió la asamblea, muchos judíos y prosélitos que adoraban a Dios siguieron a Pablo y a Bernabé. Estos conversaban con ellos, exhortándolos a permanecer fieles a la gracia de Dios. Casi toda la ciudad se reunió el sábado siguiente para escuchar la Palabra de Dios. Al ver esa multitud, los judíos se llenaron de envidia y con injurias contradecían las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé, con gran firmeza, dijeron: «A ustedes debíamos anunciar en primer lugar la Palabra del Señor, pero ya que la rechazan y no se consideran dignos de la Vida eterna, nos dirigimos ahora a los paganos. Así nos ha ordenado el Señor: “Yo te he establecido para ser la luz de las naciones, para llevar la salvación hasta los confines de la tierra.»
Al oír esto, los paganos, llenos de alegría, alabaron la Palabra de Dios, y todos los que estaban destinados a la Vida eterna abrazaron la fe. Así la Palabra del Señor se iba extendiendo por toda la región. Pero los judíos instigaron a unas mujeres piadosas que pertenecían a la aristocracia y a los principales de la ciudad, provocando una persecución contra Pablo y Bernabé, y los echaron de su territorio. Estos, sacudiendo el polvo de sus pies en señal de protesta contra ellos, se dirigieron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo. Palabra de Dios.
En aquellos días: Pablo y Bernabé continuaron su viaje, y de Perge fueron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron. Cuando se disolvió la asamblea, muchos judíos y prosélitos que adoraban a Dios siguieron a Pablo y a Bernabé. Estos conversaban con ellos, exhortándolos a permanecer fieles a la gracia de Dios. Casi toda la ciudad se reunió el sábado siguiente para escuchar la Palabra de Dios. Al ver esa multitud, los judíos se llenaron de envidia y con injurias contradecían las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé, con gran firmeza, dijeron: «A ustedes debíamos anunciar en primer lugar la Palabra del Señor, pero ya que la rechazan y no se consideran dignos de la Vida eterna, nos dirigimos ahora a los paganos. Así nos ha ordenado el Señor: “Yo te he establecido para ser la luz de las naciones, para llevar la salvación hasta los confines de la tierra.»
Al oír esto, los paganos, llenos de alegría, alabaron la Palabra de Dios, y todos los que estaban destinados a la Vida eterna abrazaron la fe. Así la Palabra del Señor se iba extendiendo por toda la región. Pero los judíos instigaron a unas mujeres piadosas que pertenecían a la aristocracia y a los principales de la ciudad, provocando una persecución contra Pablo y Bernabé, y los echaron de su territorio. Estos, sacudiendo el polvo de sus pies en señal de protesta contra ellos, se dirigieron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo. Palabra de Dios.
Salmo 99: R. Somos su
pueblo y ovejas de su rebaño.
Aclame al Señor toda la tierra, sirvan al Señor con alegría, lleguen hasta él con cantos jubiloso. R
Reconozcan que el Señor es Dios: él nos hizo y a él pertenecemos; somos su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
¡Qué bueno es el Señor! Su misericordia permanece para siempre, y su fidelidad por todas las generaciones. R.
Aclame al Señor toda la tierra, sirvan al Señor con alegría, lleguen hasta él con cantos jubiloso. R
Reconozcan que el Señor es Dios: él nos hizo y a él pertenecemos; somos su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
¡Qué bueno es el Señor! Su misericordia permanece para siempre, y su fidelidad por todas las generaciones. R.
Lectura libro del Apocalipsis 7, 9. 14b-17
Yo, Juan, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas.
Estaban
de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas;
llevaban palmas en la mano. Y uno de los ancianos me dijo: «Estos son los que
vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han
blanqueado en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios y
le rinden culto día y noche en su Templo.
El que está sentado en el trono extenderá su carpa sobre ellos: nunca más padecerán hambre ni sed, ni serán agobiados por el sol o el calor.
El que está sentado en el trono extenderá su carpa sobre ellos: nunca más padecerán hambre ni sed, ni serán agobiados por el sol o el calor.
Porque
el Cordero que está en medio del trono será su Pastor y los conducirá hacia los
manantiales de agua viva. Y Dios secará toda lágrima de sus ojos.»
Palabra de Dios.
Santo Evangelio según
san Juan 10, 27-30
Jesús dijo: «Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos.
Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa.»
Jesús dijo: «Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos.
Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa.»
Palabra
del Señor.
Reflexión: El Buen
Pastor
Jesús, rechazado por los dirigentes. La escena del Evangelio se desarrolla en el templo y en los días de la fiesta de la dedicación o consagración del mismo. Los judíos celebraban tal fiesta como recuerdo de la resistencia heroica de los macabeos contra la profanación del templo por Antioco Epífanes en el siglo II a. C. En el contexto de esta fiesta se enfrenta Jesús, una vez más, con los dirigentes judíos. De fondo está la controversia sobre su identidad y mesianismo.
A
la capciosa pregunta sobre si es el Mesías, Jesús no contesta directamente. Lo
hace de forma indirecta, remitiendo al testimonio de sus obras, muchas y
buenas, iguales a las del Padre. Ellos no le pueden creerle porque no son de
los suyos. En su respuesta les ofrece la premisa necesaria para que saquen la
conclusión. El conflicto está servido.
El que Juan coloque esta escena en la fiesta de la consagración del templo y sitúe a Jesús en el pórtico de Salomón, el rey que construyó el templo planeado por su padre David, es algo intencionado. El evangelista quiere decirnos que Jesús es el nuevo templo consagrado, porque realiza las obras del Padre. Como nuevo Santuario, en el que brilla la gloria de Dios, sustituye al templo antiguo. Esta pretensión de Jesús pone en cuestión la legitimidad de la institución judía y derriba las posiciones de poder de sus dirigentes. Por eso, es rechazado e intentan apedrearlo y darle muerte.
El Mesías, buen pastor. Los primeros forjadores del pueblo de Dios fueron nómades. De ahí que la imagen del pastor con su rebaño pasase a expresar las relaciones de Dios con su pueblo. Frente a los dirigentes que no sirven ni pastorean a su pueblo, Jesús se muestra Mesías bajo la figura del buen pastor. Así lo demuestran sus obras. Él conoce a sus ovejas, las conduce a los pastos, las defiende de los peligros, se entrega totalmente y da su vida por ellas. Su autoridad proviene de la dedicación que les presta. Las grandes figuras de Israel, Moisés y David fueron pastores.
El que Juan coloque esta escena en la fiesta de la consagración del templo y sitúe a Jesús en el pórtico de Salomón, el rey que construyó el templo planeado por su padre David, es algo intencionado. El evangelista quiere decirnos que Jesús es el nuevo templo consagrado, porque realiza las obras del Padre. Como nuevo Santuario, en el que brilla la gloria de Dios, sustituye al templo antiguo. Esta pretensión de Jesús pone en cuestión la legitimidad de la institución judía y derriba las posiciones de poder de sus dirigentes. Por eso, es rechazado e intentan apedrearlo y darle muerte.
El Mesías, buen pastor. Los primeros forjadores del pueblo de Dios fueron nómades. De ahí que la imagen del pastor con su rebaño pasase a expresar las relaciones de Dios con su pueblo. Frente a los dirigentes que no sirven ni pastorean a su pueblo, Jesús se muestra Mesías bajo la figura del buen pastor. Así lo demuestran sus obras. Él conoce a sus ovejas, las conduce a los pastos, las defiende de los peligros, se entrega totalmente y da su vida por ellas. Su autoridad proviene de la dedicación que les presta. Las grandes figuras de Israel, Moisés y David fueron pastores.
Ahora, Jesús se presenta como pastor. Así es el Mesías. Sus credenciales no son jurídicas, sino que nacen de
su actividad, igual a las del Padre, a favor de los oprimidos y desvalidos. Esto
pone a los dirigentes judíos en una situación difícil, pues ellos no toleran
estas obras, que sus intereses personales les impiden admitirlas. De ahí que le
acusen de blasfemia e intenten apedrearlo. Un Mesías muy humano. Tú, siendo un
hombre como los demás, te hacen Dios.
La nueva comunidad de Jesús: sus ovejas. Los discípulos de Jesús (sus ovejas) se distinguen porque: creen
en Él -escuchan (reconocen su voz)-le siguen -no se perderán/ni perecerán
jamás. En la relación a esta cuádruple distinción, Jesús afirma: que lo que le
entregó el Padre, sus discípulos, es lo que más le importa -Él los conoce- los defiende
y les da la vida para siempre. Ellos son el nuevo pueblo y nadie podrá
arrebatárselo.
Una voz inconfundible. Saber escuchar. Hoy somos víctimas
de una lluvia abrumadora de palabras, voces, imágenes y mensajes, que corremos
el riesgo de perder nuestra capacidad para escuchar la voz que necesitamos oír
para tener vida. Recibimos y absorbemos imágenes, palabras, anuncios, y todo
cuanto nos quieran ofrecer, para alimentar nuestra trivialidad, nuestra
evasión, nuestra frustración, o nuestra posición de privilegio. Hoy, más que en
otros momentos de la historia, el ser humano necesita urgentemente recuperar de
nuevo la capacidad de escucha, si no quiere ver su vida y su fe ahogarse
progresivamente en la trivialidad.
Nuestra sociedad está enferma en su voluntad de
vivir. La civilización de la abundancia le ha ofrecido medios de vida, pero no
motivos para vivir.
Todos necesitamos estar más atentos a la llamada de
Dios, escuchar la voz de la verdad, sintonizar con lo mejor que hay en
nosotros, desarrollar esta sensibilidad interior que percibe, más allá de lo
visible y de lo audible, la presencia de Aquel que puede dar vida a nuestra
vida.
Yo las conozco. La suya es una voz amiga. Tiene el
acento familiar, directo, de quien no es la primera vez que nos visita. Sabe
llegar a lo más hondo de nuestro ser, a ese fondo cuya llave guardamos
celosamente. No se deja engañar por nuestra fachada, porque conoce las razones
íntimas de nuestras actitudes. Sabe discernir nuestro lado positivo. Y, sabe,
siempre, despertar lo mejor que hay en nosotros. Su voz tiene un tono
inconfundible: el de la vida. Nos da vida y nos abre a la vida.
Un mundo mejor es posible, tenemos que decidirnos: "Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco; ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna".
Un mundo mejor es posible, tenemos que decidirnos: "Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco; ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna".
Jesús no
fuerza a nadie. Él solamente llama. La decisión de seguirle depende de cada uno
de nosotros. Solo si le escuchamos y le seguimos, establecemos con Jesús
esa relación que lleva a la vida eterna. Nada hay tan decisivo para ser
cristiano como tomar la decisión de vivir como seguidores de Jesús.
El
gran riesgo de los cristianos ha sido siempre instalarnos en la práctica
religiosa, sin dejarnos cuestionar por las llamadas que Jesús nos hace desde el
evangelio que escuchamos cada domingo. Jesús está dentro de esa religión, pero
no nos arrastra tras sus pasos. Sin darnos cuenta, nos acostumbramos a
vivir de manera rutinaria y repetitiva. Nos falta la creatividad, la renovación
y la alegría de quienes viven esforzándose por seguir a Jesús. Cuando
falta el seguimiento a Jesús, cuidado y reafirmado una y otra vez en el propio
corazón y en la comunidad creyente, nuestra fe corre el riesgo de quedar
reducida a una aceptación de creencias, una práctica de obligaciones religiosas
y una obediencia a la disciplina de la Iglesia.
Pretender ser cristiano, sin seguir a Jesús. De hecho, muchos de los que se han ido alejando de nuestras comunidades
son personas a las que nadie ha ayudado a tomar la decisión de vivir siguiendo
sus pasos.
Sin
embargo, ésa es la primera decisión de un cristiano. La decisión que lo cambia
todo, porque es comenzar a vivir de manera nueva la adhesión a Cristo y la
pertenencia a la Iglesia: encontrar, por fin, el camino, la verdad, el sentido
y la razón de la religión cristiana.
Y
lo primero para tomar esa decisión es escuchar su llamada. Comenzamos a
seguirle cuando nos sentimos atraídos y llamados por Cristo. Por eso, la
fe no consiste primordialmente en creer algo sobre Jesús sino en creerle a
él.
¿A
quién voy a seguir?
Las
multitudes estaban asombradas: oían a Jesús y su corazón ardía; el mensaje de
Jesús llegaba al corazón”. Cristo, recordó, se acercaba al pueblo, sanaba su
corazón, comprendía las dificultades. “Jesús no tenía vergüenza de hablar con
los pecadores, iba a encontrarlos”.
Jesús
“sentía gozo, le daba gusto ir con su pueblo” y esto porque es el Buen Pastor y
las ovejas oyen su voz y lo siguen.
“Es
por esta razón que la gente seguía a Jesús, porque era el Buen Pastor. No era
ni un fariseo casuístico moralista, ni un saduceo que hacía negocios sucios con
los políticos y los poderosos, ni un guerrillero que buscase la liberación
política de su pueblo, ni un contemplativo del monasterio. ¡Él era un pastor!
Un pastor que hablaba la lengua de su pueblo, lo entendían, decía la verdad,
las cosas de Dios: ¡no negociaba nunca las cosas de Dios! Sino que las decía de
tal manera, que la gente amaba las cosas de Dios. Por esto lo seguían”, afirmó.
Además,
“Jesús nunca se alejó de la gente y nunca se apartó de su Padre”. “Estaba muy
unido con el Padre: ¡Él era uno con el Padre!” y por esto estaba “muy cercano a
la gente”. Cristo “tenía esta autoridad y por esto el pueblo lo seguía”.
“¿A
mí, a quién me gusta seguir? ¿A los que me hablan de cosas abstractas o de
casuísticas morales; aquellos que se hacen llamar del pueblo de Dios, pero no
tienen fe y lo negocian todo con los poderes políticos y económicos; aquellos
que siempre quieren hacer cosas extrañas, cosas destructivas, las llamadas
guerras de liberación, pero que al final no son los caminos del Señor; o un
contemplativo apartado? ¿A mí, a quién me gusta seguir?”.
Finalmente,
los invito a que estas preguntas nos hagan llegar a la oración y pedir al
Padre, que nos acerque a Jesús para seguirlo, para ser sorprendidos por lo que
Jesús nos dice”.
Papa
Francisco, Sta. Marta junio 2014.
Mis ovejas escuchan mi
voz (la buena nueva) y me siguen (se ponen en marcha). Yo les doy vida
definitiva (la misma que Jesús ha recibido de Dios). El Padre y yo somos uno (Jesús,
viviendo para los demás, está identificándose con lo que es Dios).
Jesús misericordioso, en
vos confío
Aclaración: Se han utilizado para la preparación
de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. Pbro. Daniel Silva. J.A.
Pagola.
Círculo Bíblico San José
“Tu palabra es una
lámpara a mis pies
y una luz en mi camino” Sal 119
y una luz en mi camino” Sal 119
Te esperamos todos los sábados a las 16 hs para compartir y reflexionar
el evangelio
de cada semana.
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