“No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el
reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos”.
Así comienza el Evangelio de este día y nos permite
pensar que la plenitud de Vida que Dios nos ofrece exige de nosotros vivir
guiados por su voluntad.
Podemos empezar meditando el hecho de que cada uno de
nosotros, existimos como fruto del querer de Dios. “Porque por tu
voluntad, lo que no existía fue creado” (Apocalipsis 4,11).
El primer acto de la voluntad de Dios sobre el ser
humano es crearlo y entregarle su Espíritu de Vida. Este Espíritu es el que nos
hace vivir y existir y nos introduce en la comunión con el Padre y el Hijo a la
que estamos llamados.
La voluntad de Dios no es algo externo al ser humano,
sino el motor que le permite desarrollar la Vida de Dios en él. Cumplir la
voluntad del Padre, en este sentido, es llevar a plenitud nuestra vida. Abriendo nuestro interior, abrimos nuestro ser a la Palabra y consentimos a su
acción transformadora. Una Palabra que nos sitúa en una relación en la que
experimentamos el amor del Padre que fundamenta y da identidad a nuestro ser.
Ven Señor Jesús, te necesito
Nota: se consulto evangelio del día de los Dominicos.
http://miencuentroconjesus1.blogspot.com/
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