Cuando terminó
de hablar, un fariseo lo invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la
mesa.
El fariseo se extrañó de que no se lavara antes de comer. Pero el Señor le
dijo: "¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el
plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia. ¡Insensatos! El que
hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro? Den más bien como limosna lo
que tienen y todo será puro. Palabra del Señor.
Generalmente los
fariseos critican a Jesús por no observar las prescripciones rituales que
impone la ley –en este caso, lavarse las manos antes de comer-, lo que le
coloca en una situación de impureza legal. Para Jesús, sin embargo, la
auténtica pureza no depende de las abluciones o lavatorios rituales, sino ante
todo del comportamiento de la persona que conecta con el corazón de Dios. Y así
trata de hacérselo ver a los demás comensales, tildando de hipócritas a los que
se fijan más en lo externo que en el interior.
Es una constante
en las enseñanzas de Jesús: se requiere, por encima de cualquier otra cosa, la
conversión del corazón a Dios para que todo lo que hacemos esté en sintonía con
su voluntad. La ley es un valioso recurso humano para conseguirlo, pero no debe
nunca prevalecer sobre esa primordial concordancia con el querer de Dios.
Reflexiono las veces que queremos demostrar buenos gestos, buenas acciones, buenos modales y buenas enseñanzas. Pero sólo demostrarlas, hacerlas visibles a los demás... que no está mal, solo que, si por dentro no está la buena intención, la buena predisposición, el interior unido a Dios en la acción, sólo serán gestos y acciones vacías y sin sentido. (donbosco.org.ar, Dominicos. org)
Ven Señor Jesús, te necesito.
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