Todos los
publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los
escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come
con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola: "Si alguien tiene cien ovejas y
pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que
se había perdido, hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al
llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense
conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido". Les aseguro
que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que
se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan
convertirse".
Y les dijo también: "Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no
enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice:
"Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había
perdido". Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de
Dios por un solo pecador que se convierte". Palabra del señor.
Ante los fariseos,
escandalizados con la actitud abierta y acogedora de Jesús con quienes
consideran fuera de la salvación,
Jesús nos presenta
a un Dios que es padre y es misericordia infinita con sus hijos. Y su rostro
más cercano y nítido es el de las parábolas de la misericordia. Todos
somos sus hijos e hijas, ninguno es extraño para Él, ni es excluido de su amor,
y mucho menos aquellos considerados pecadores. Para él no hay distinciones ni
categorías, sólo hay hijos y su amor por ellos.
Jesús nos invita a ser parte de la búsqueda de aquellos que hoy por diversos motivos no están con nosotros y a compartir su alegría por cada hermano que vuelve al Reino de Dios. (donbosco.org.ar, Dominicos. org)
Ven Señor Jesús,
te necesito.
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