Junto con Jesús
iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: "Cualquiera que venga
a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a
sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes,
si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para
ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no
pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: 'Este comenzó a
edificar y no pudo terminar'.
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar
si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por
el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para
negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a
todo lo que posee, no puede ser mi discípulo." Palabra del Señor.
Esperamos desde la
fe que Dios nos resuelva la vida de forma inmediata. Sin embargo, Dios te hace
protagonista de tu existencia, de tu camino, de tus sufrimientos, de tus
enfermedades… Te ofrecerá su luz, y sus fuerzas para que tú seas capaz de
construir un camino de amor. Te proporciona las herramientas para que seas el
constructor capaz de acabar su obra.
Al hacer memoria
de Jesús, la comunidad trae la invitación a asumir la vida como viene,
haciéndonos cargo de lo que sentimos, de lo que vivimos, y animándonos en el
desafío grande de compartirlo con otros.
Como humanidad, creyentes o no creyentes, vivimos experiencias de dolor, de
sufrimiento, de muerte. Quienes queremos seguir al Maestro lo hacemos con todo
lo que vamos siendo, con nuestros sueños y alegrías, pero también con nuestros
llantos y lamentos. (donbosco.org.ar, Dominicos. org)
Ven Señor Jesús, te necesito.
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