“Ascesis cuaresmal, un camino sinodal”.
La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Papa Francisco, mensaje cuaresmal.
” Ven Espíritu Santo”
Dios mío, envía ahora tu Espíritu sobre mí y que abra mis ojos y mis oídos a tu Palabra, que me guie y asista al meditar tus enseñanzas, para que pueda saborearla y comprenderla, para que tu Palabra penetre en mi corazón, y me conduzca a la Verdad completa. Amén
Lectura del libro
del Génesis 2, 7-9; 3, 1-7
El Señor Dios modeló al hombre con arcilla del
suelo y sopló en su nariz un aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un
ser viviente.
El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que
había formado. Y el Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que
eran atrayentes para la vista y apetitosos para comer; hizo brotar el árbol de
la vida en medio del jardín y el árbol del conocimiento del bien y del mal. La
serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios
había hecho, y dijo a la mujer: «¿Así que Dios les ordenó que no comieran de
ningún árbol del jardín?»
La mujer le respondió: «Podemos comer los frutos de todos los árboles del
jardín. Pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha
dicho: "No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán
sujetos a la muerte."»
La serpiente dijo a la mujer: «No, no morirán. Dios sabe muy bien que cuando
ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses,
conocedores del bien y del mal.»
Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista
y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo
dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió. Entonces se abrieron
los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron
unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera. Palabra de Dios.
Salmo 50, R: ¡Piedad, Señor, pecamos contra ti!
¡Ten piedad de mí, ¡Señor, por tu
bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente
de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.
Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está
siempre ante mí. Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a
tus ojos. R.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y
renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni
retires de mí tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga. Abre mis labios, Señor y mi boca proclamará tu alabanza. R.
Carta de Pablo a
los Romanos 5, 12-19
Hermanos: Por un solo hombre entró el pecado en
el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres,
porque todos pecaron. En efecto, el pecado ya estaba en el mundo, antes
de la Ley, pero cuando no hay Ley, el pecado no se tiene en cuenta. Sin
embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso en aquellos que no
habían pecado, cometiendo una transgresión semejante a la de Adán, que es
figura del que debía venir.
Pero
no hay proporción entre el don y la falta. Porque si la falta de uno solo
provocó la muerte de todos, la gracia de Dios y el don conferido por la gracia
de un solo hombre, Jesucristo, fueron derramados mucho más abundantemente sobre
todos. Tampoco se puede comparar ese don con las consecuencias del pecado
cometido por un solo hombre, ya que el juicio de condenación vino por una sola
falta, mientras que el don de la gracia lleva a la justificación después de
muchas faltas. En efecto, si por la falta de uno solo reinó la muerte, con
mucha más razón, vivirán y reinarán por medio de un solo hombre, Jesucristo,
aquellos que han recibido abundantemente la gracia y el don de la justicia.
Por consiguiente, así como la falta de uno solo causó la condenación de todos, también el acto de justicia de uno solo producirá para todos los hombres la justificación que conduce a la Vida. Y de la misma manera que por la desobediencia de un solo hombre, todos se convirtieron en pecadores, también por la obediencia de uno solo, todos se convertirán en justos. Palabra de Dios.
“Tú eres mi refugio y mi escudo, yo espero en tu Palabra” (Salmo 119, 114).
Santo Evangelio
según san Mateo 4, 1-11
Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto,
para ser tentado por el demonio. Después de ayunar cuarenta días con sus
cuarenta noches, sintió hambre. Y el tentador, acercándose, le dijo: «Si tú
eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes.» Jesús
le respondió: «Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios.» Luego el demonio llevó a Jesús a la
Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: «Si tú eres
Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus
ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con
ninguna piedra.»
Jesús le respondió: «También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.» El demonio
lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos
del mundo con todo su esplendor, y le dijo: «Te daré todo esto, si te postras
para adorarme.» Jesús le respondió: «Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor,
tu Dios, y a él solo rendirás culto.» Entonces el demonio lo dejó, y unos
ángeles se acercaron para servirlo. Palabra
del Señor.
Reflexión
Las Tentaciones de Jesús en el desierto. En el desierto Jesús fue tentado por el diablo. El tentador aparece en el momento de mayor vulnerabilidad de Jesús, habían pasado 40 días y tenía hambre. El diablo intenta que Jesús ponga en crisis su relación con el Padre y su misión: ¿realmente sos el Hijo de Dios?
Jesús fue tentado por el demonio, en la forma de colocar tres valores sobre el amor a Dios: el placer (pan representando el alimento, el dinero y otras comodidades); el poder (todos los reinos del mundo), y la seguridad (presumiendo que Dios haría milagros por Jesús).
En esta confrontación hay dos posibles respuestas: Como la propone el tentador, optando por el camino del poder, el prestigio, la dominación y la ambición egoísta; o como la vive Jesús, optando por el vínculo amoroso con el Padre que se traduce en servicio, compasión y entrega de sí mismo. ¿Cómo lo vivimos nosotros en nuestra vida cristiana?
No sólo de pan vive el hombre. El
evangelio de este domingo nos propone que nos hagamos un tiempo para un
¡detente!, un mirar para adentro, para revisar cuál es el camino que nosotros
estamos recorriendo en nuestra vida, qué imágenes de Dios me fui “construyendo”
y si es necesario “darse vuelta” y “desandar” ese camino que venimos
transitando, para encontrar el que Dios nos invita a recorrer.
Al reflexionar quizás nos encontremos que uno de los
rasgos en las sociedades avanzadas es el exceso, lo desmesurado, la profusión
de ofertas. Se nos ofrece de todo, lo podemos probar todo. No es fácil vivir
así. Atraídos por mil reclamos, podemos terminar aturdidos y sin capacidad para
cuidar y alimentar lo esencial.
Los centros comerciales e hipermercados exponen una
gama increíble de productos. Los restaurantes ofrecen cartas y menús con toda
clase de combinaciones. Podemos seleccionar entre un número cada vez más amplio
de cadenas de televisión. Las agencias nos proponen todo tipo de viajes y
experiencias. Internet nos abre el camino a un mundo ilimitado de imágenes,
impresiones y contactos.
Por otra parte, jamás la información estuvo tan desarrollada. Se nos abruma con datos, estadísticas y previsiones. Las noticias se suceden con rapidez impidiéndonos la reflexión sosegada y la meditación. Sobresaturada de información, la conciencia de muchos queda captada por todo y por nada. Es cada vez más fácil caer en la indiferencia y la pasividad.
Todo este clima tiene sus consecuencias. Bastantes
personas atienden mucho las necesidades artificiales al mismo tiempo que
descuidan lo esencial. Se vive hacia fuera, volcados en las novedades externas
y se ignora casi todo del mundo interior. El exceso de información y del
consumismo pueden llegar a disolver la fuerza de las convicciones. Son muchos
los que viven entretenidos en lo anecdótico, sin proyecto ni ideal alguno. Las
personas se hacen más frágiles e inconscientes. Todo es problema, incluso las
cosas más elementales: dormir, irse de vacaciones, engordar, envejecer.
A veces de manera vaga y difusa, otras de forma más
clara y precisa, son bastantes los que sienten una decepción y desencanto al
experimentar que este estilo de vida despersonaliza, vacía interiormente a las
personas y las incapacita para crecer de manera sana. En esa insatisfacción
puede estar el comienzo de la salvación.
Al comenzar la Cuaresma cristiana, escuchamos una vez más las palabras de Jesús: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» Son una llamada a reaccionar. No basta vivir entretenido, funcionar sin alma, vivir sólo de pan, caminar muertos interiormente. Necesitamos la Palabra vivificadora que nos llega de Dios. ¿Sabremos escucharla? (Ref. José Antonio Pagola)
Nuestra gran tentación es hoy convertirlo todo en pan. Reducir cada vez más el horizonte de nuestra vida a la mera satisfacción de nuestros deseos; hacer de la obsesión por un bienestar siempre mayor o del consumismo indiscriminado y sin límites el ideal casi único de nuestras vidas.
Aclaración: Se han consultado para la preparación de las reflexiones: El libro del Pueblo de Dios. J A Pagola. Espacio Sagrado. Hojitas anteriores.
Círculo Bíblico San José
“Tu palabra es una lámpara a mis
pies y una luz en mi camino” Sal
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Te esperamos todos los sábados a las 17 hs para compartir y reflexionar el evangelio de cada semana.
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