Tiempo de Cuaresma, tiempo de revisión
Con el Miércoles de Cenizas comenzamos el tiempo de Cuaresma, 40 días, que termina el Jueves Santo. Tiempo de caminar con nuestra mirada puesta en la Pascua, Muerte y resurrección de Jesucristo.
Es un tiempo para un ¡detente!, un mirar para adentro, para revisar cuál es el camino que nosotros estamos recorriendo en nuestra vida, qué imágenes de Dios me fui “construyendo” y si es necesario “darse vuelta” y “desandar” ese camino que venimos transitando, para encontrar el que Dios nos invita a recorrer. Por eso decimos que cuaresma es tiempo para volver a Dios. Porque de esto se trata el gran desafío de la conversión, es volver al Dios verdadero, al que se nos revela en la Biblia y en la vida de Jesús.
En el camino de fe todos revivimos los pasos del pueblo israelita en el desierto. Lentamente vamos conformando nuestro propio becerro de oro, nuestra imagen de Dios. Por esto es tan necesario este espacio de conversión. Porque en las cosas de Dios todos somos simples aprendices que necesitamos decirle al Maestro: “enséñanos nuevamente” para descubrir su rostro.
“Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador” (salmo 24)
Un tiempo propicio para prepararnos a celebrar con el corazón renovado el gran Misterio de la muerte y resurrección de Jesús, fundamento de la vida cristiana personal y comunitaria.
La Pascua de Jesús no es un acontecimiento del pasado: por el poder del Espíritu Santo es siempre actual y nos permite mirar y tocar con fe la carne de Cristo en tantas personas que sufren.
“Es saludable contemplar más a fondo el Misterio pascual, por el que hemos recibido la misericordia de Dios. La experiencia de la misericordia, efectivamente, es posible sólo en un ‘cara a cara’ con el Señor crucificado y resucitado ‘que me amó y se entregó por mí’. Un diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo. Por eso la oración es tan importante en el tiempo cuaresmal”
La Cuaresma es tiempo de desierto, pero de desierto en medio del ruido y del mundo, en medio de la gente. Es allí donde estoy invitado a encontrarme con Dios y los hermanos, allí donde debo retomar el camino.
El centro, el corazón de la Cuaresma es la preparación para la celebración de la Pascua del Señor, mediante la oración, el ayuno y la acción caritativa. Revisemos nuestro servicio, nuestro amor, nuestro compromiso liberador; así revisaremos nuestra fe; así viviremos espiritualmente nuestra Cuaresma.
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