9) Palabra del Señor: Jn 1, 16-18.
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. El que lo ha revelado es el hijo único, que está en el seno del Padre.
Reflexión:
Sabemos que la vida diaria nos agobia, sabemos que pagaste un alto precio por nosotros, por eso queremos comprometernos hoy ante vos a vivir nuestra vida guiados por tu Palabra y asistidos por el Espíritu santo que nos has dado.
Sabemos que no estamos solos, sabemos que bajo la fragilidad de la Ostia, con los ojos de la fe, veo ante mí a mi Dios, mí Señor, mi Redentor, al creador del cielo y de la tierra, a mí Todo. Señor haznos semejantes a Ti.
“Te rogamos, Señor Dios nuestro, que tu gracia nos ayude, para que vivamos siempre de aquel mismo Amor, que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo”.
Vamos a pedirle a Dios, que Cristo desde la Cruz, nos atraiga a Él, para que sin temor muramos con Él al pecado para resucitar con Él a la Vida Eterna.
10) Palabra del Señor: Jn 1, 14
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único lleno de gracia y de verdad...
Reflexión:
“Debemos aprender a celebrar la Eucaristía, aprender a conocer de cerca a Jesucristo, el Dios con rostro humano. Entrar realmente en contacto con él, aprender a escucharlo; aprender a dejarlo entrar en nosotros. Porque la comunión sacramental es precisamente esta unión con Jesús. No tomo un pedazo de pan o de carne; tomo y abro mi corazón para que entre el Resucitado en mi ser, para que esté dentro de mí y no sólo fuera de mí; para que así hable dentro de mí y transforme mi ser; para que me dé el sentido de la justicia, el celo por el Evangelio y la fuerza de llevar la luz de Dios a este mundo.
La iniciativa salvadora de Dios reclama de nuestra parte una respuesta personal que no debe quedar en meros gestos individuales, externos y aislados. Abarca toda nuestra vida. Provoca una renovación total; un cambio profundo, definitivo, que debe estar presente en los criterios, los juicios, las actitudes, los comportamientos y los compromisos. Es mucho más que la adhesión a un “código de convivencia y buenas costumbres” ….
Señor, queremos recordar y vivir lo que nos dijiste:
“Permanezcan en mi amor para que den fruto”.
El fruto consiste en “que se amen unos a otros” (Jn 13,34).
“Que se amen como yo los he amado”. Y “Nadie tiene mayor amor que dar la vida por los amigos”. (Jn.15, 13)
Queremos decirte que cuentes con nosotros, nos sentimos tus amigos:
"Te ofrezco, Señor, mis pensamientos,
ayúdame a pensar en ti;
Te ofrezco mis palabras, ayúdame a hablar de ti.
Te ofrezco mis obras, ayúdame a cumplir tu voluntad
Te ofrezco mis penas, ayúdame a sufrir por ti.
Todo aquello que quieres Tú, Señor, lo quiero yo, precisamente porque lo quieres tú, como tú lo quieras y durante todo el tiempo que lo quieras.
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